Cuando muera quiero vivir en la poesía,
o en cualquier palabra que me interprete.
Por eso me redime de mis males escribir.
Poemas donde quepa mi verdad personal,
mis sueños protectores, mi enorme misterio,
pero también la materia de mi realidad.
Y aunque invente y crezca
en la creación de lo imposible,
de lo ajeno, de lo irrealizable,
nunca podré abandonar
la tierra que nunca pisamos,
nuestros años y días
con sus horas temporales y acordadas,
el devenir que se nos fue dictando
como una norma más de vida
que aceptamos con tristeza o alegría,
porque tengo que vivir, quiero vivir,
lejos de la poderosa poesía.
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