El comentario definitivo al género del peplum lo realizó Groucho Marx cuando en una carta afirmó que Sansón y Dalila, protagonizada por Victor Mature y Hedy Lamarr, era la primera película que había visto donde el actor tenía pechos más grandes que la actriz. El género no ha muerto y la televisión lanza series de época, que a ratos parecen una clase de historia explicada durante la fiesta fin de curso. Juego de tronos llega publicitada como la sensación del año. Adaptación de la novela serializada de George R. R. Martin, ha merecido críticas demoledoras de medios como The New York Times. En la prestigiosa revista Slate, la crítica llevaba el título de Mierda cuasi medieval de fantasía con dragones. Aunque el autor explicaba que no se refería tanto a la calidad de la serie como a su género.
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Inmediatamente se ha desatado la guerra por la consideración que merece la literatura fantástica. No sé si la batalla del prestigio merece tantas espadas desenfundadas, cuando hoy la audiencia y la propaganda son la única variable que rige el gusto. De todas formas, bienvenida sea la pelea. La base literaria de la serie es el epicentro de la polémica, como lo fue aquel desplante de Harold Bloom al cargarse los libros de Harry Potter tildándolos de mala literatura o la eterna trifulca entre fieles y escépticos de El señor de los anillos.
Los dos primeros episodios de la primera temporada de Juego de tronos están tan condimentados de lo que hace rentable una hora de televisión, que para unos es un fenómeno adictivo y para otros una banalidad con trascendencia de época.
Para sus críticos, el sexo es de fantasía Playboy, con el pene como bastión de un poder letal, siempre invisible, frente a los bien presentes culos y tetas femeninos.
En este caso no se cuela tanta silicona, todo un detalle de rigor en la ambientación.
La apuesta satisface a degüello al amante de las cabezas cortadas; se apiolan contrincantes y se matan niños y animales a tal velocidad que parece que tuvieran prisa por darlo todo antes de que HBO se piense si le conviene a su sello este estandarte.
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