Inglaterra, 1939. Tras la muerte de Jorge V, el heredero a la corona Eduardo VII parece más preocupado en celebrar fiestas y pasar tiempo con sus conquistas amorosas. Su hermano Bertie (Colin Firth), aquejado desde siempre de un angustioso tartamudeo, se ve en la obligación de hacer abdicar a su hermano y heredar el trono debido al acuciante ascenso del nazismo y el comunismo.
Pero Bertie se ve incapaz de poner voz a su nación, ya que debido a su tartamudeo no puede dar la imagen de líderazgo que su país necesita.
Lionel Logue (Geoffrey Rush), un logopeda muy poco ortodoxo, le sumergirá en una terapia muy particular. Y pese a sus roces y diferencias, ambos están destinados a establecer un vínculo inquebrantable... y a definir el futuro de su país.
El discurso del Rey destaca por infinidad de cosas. En primer lugar, por ser un drama épico elaborado a partir de la superación de un tartamudeo. En segundo, porque debería reportarle a Colin Firth el Oscar que no pudo llevarse el año pasado por la inferior Un hombre soltero. Y finalmente y más importante, porque nos recuerda que la confección de un guión sólido, capaz de aunar comedia, drama e historia con viveza y eficacia, todavía da lugar a películas perfectas.
El discurso del Rey hace gala de la característica sobriedad del mejor cine inglés, pero Tom Hooper ha rehusado hacer una película meramente académica o televisiva.
Conserva el gusto por las fenomenales actuaciones (de todo su elenco, sin excepción), el afilado y juguetón sentido del humor típicamente británico, así como una estructura sencillamente perfecta, capaz de profundizar a la vez en los recodos más íntimos y en los más épicos del relato.
Pero la agilidad y dinamismo de su puesta en escena y la mencionada facilidad con la que el guión y la dirección matizan apuntes sociales, históricos y emotivos, y en definitiva, la pasión que desprende el relato, asemejan más la película a un conmovedor drama épico y de acción norteamericano.
El discurso del Rey es una película que encuentra su gancho en la química entre dos personajes antagónicos destinados a forjar la mayor de las amistades.
Hooper, que ya destacó en la injustamente desconocida The Damned United, ha realizado un filme profundamente conmovedor, divertido y terrible a la vez, sobre el enorme valor del trabajo y la dignidad humana, y sobre cómo las cosas más sencillas acaban teniendo el valor más extraordinario.
Pero fundamentalmente, una película acerca del valor la amistad.
El discurso del Rey, que se estrena hoy, es la mejor película de este año.
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