Hoy, día 2 de enero del año 2011 de la era cristiana, con Trieste y la Istria reverberando todavía en las venas, no podía menos que encontrar en el mercado de libro viejo de St. Antoni Del placer y del vicio de fumar, libro de Italo Svevo del que no tenía absoluta idea.
Se trata de una recopilación de textos sobre el último eterno cigarrillo que Ettore Schmitz le prometía a su novia y luego esposa Livia, así como a sí mismo, que iba a quemar en sus labios. Hay fragmentos de sus diarios, de La conciencia de Zeno, de colaboraciones en L'Indipendente (con el nombre de Ettore Samigli), etc. y que a mí me ha hecho recordar una conversación con Juan Octavio Prenz, en diciembre del año pasado. Quería, el maestro triestinoargentino, y esloveno y tantas cosas más, pergueñar un librito pecisamente sobre estos placeres del humo tóxico, sobre todo, como en el caso de Svevo, despierta la iracundia en una vagón de ferrocarril para abstemio del tabaco.
Y todo ello, a su vez, me ha llevado a la evocación de las veces en que con Ana María Moix suspirábamos por toda la farmacopea que Europa y los socialdemócratas españoles nos han prohibido, y que tanto bien nos hacían para pensar, mirar, escribir el mundo.
Publicado por José Carlos Cataño
No hay comentarios:
Publicar un comentario