Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 nov 2010

La última estación de Tolstoi

En este noviembre se cumplen cien años de la muerte de Liev Nikoláievich, conde de Tolstoi (1828-1910), novelista ruso que fue autor de una obra inmensa, propia de los autores realistas de su época, y seguramente debido a la fama de loco visionario que había adquirido no recibió el Premio Nobel.
 No estaba loco, era coherente con su manera de pensar y con todo el contenido religioso, social y humanista de su obra, pero sí es verdad que en el último decenio de su vida se había distanciado de una sociedad a la que no comprendía y que tampoco le comprendió.




La fecha y las circunstancias de su muerte son confusas, pues la sitúan entre el 8 y el 20 de noviembre de 1910, aunque la versión más aceptada suele ser la del día 10. En cuanto a la manera de morir, se sabe que se marchó de su casa a principios de noviembre y que llegó hasta la estación de tren del pueblecito de Astapovo. Está documentado que murió en ese lugar, pero unos dicen que en la cama de una habitación que le había dejado el jefe de estación en su humilde casa junto a la vía, y otros que murió en el apeadero, como un vagabundo, y que sólo fue identificado cuando llegó su esposa Sofía, de quien se dice que pasó adolescente cándida a bruja con escoba.



La versión anterior afirma que Sofía llegó antes y que estaba en la casa del jefe de estación cuando Tolstoi murió, pero que no estaba a su cabecera porque no quería alterarlo. Dicen que él no la soportaba porque él quería donarlo todo a los pobres y ella era una gran materialista.También sobre eso hay opiniones.



La segunda versión es sin duda más literaria; nace de una filmación de los Hermanos Lumière, que entusiasmados con su invento del cine se dedicaron a recorrer toda Europa para filmar documentales en movimiento, cosa que entonces era una novedad y llenaba las salas de proyecciones. Además de los propios Hermanos Lumière, había repartidos por toda Europa una docena de camarógrafos que los avispados hermanos franceses habían enviado porque aquello se convirtió en un gran negocio y ellos dos solos no daban abasto.



El caso es que se conserva una película de un par de minutos, que el cineasta canario Elio Quiroga incluyó en uno de sus documentales, filmada el 10 de noviembre de 1910 en la estación de Astapovo, y es ahí donde nace la leyenda que incluso puede que sea verdad. Lo que filmaron los camarógrafos franceses fue lo siguiente: hay un apeadero de trenes en Astapovo, con un banco y un toldo que apenas resguarda de la ventisca esteparia del frío otoño ruso. Un anciano, con aspecto de mujic, camisa de cosaco y luenga barba blanca, está sentado en el banco, aterido de frío. A mitad de la filmación, el hombre cae hacia un lado y queda inmóvil. Se acercan a él y comprueban que acaba de morir. Esta filmación fue exhibida en París meses después, y allí se databa la fecha y se dijo que el hombre cuya muerte fue filmada en directo era nada menos que el gran novelista Liev Tolstoi, adorado por las masas lectora francesas de entonces.



Esto es lo que fija la versión de su muerte el 10 de noviembre, pero esta filmación, como la foto de la muerte del miliciano de Robert Capa, siempre ha estado bajo sospecha. Hay quien dice incluso que los camarógrafos -puede que fueran incluso los propios Hermanos Lumière-, que sí estaban en Astapovo por casualidad, supieron que Tolstoi acababa de morir en la casa de jefe de estación y filmaron una muerte falsa compinchados con algún transeúnte que se prestó a hacerse el muerto por unos pocos rublos. Se mire como se mire, la historia es muy novelesca, sea verdadera o sea truculenta, y durante años se tuvo como la versión oficial y cierta de la muerte de Tolstoi. Ahora mismo no está desautorizada totalmente, pero sí que existen muchas dudas sobre su autenticidad. La historia es tan increíble que por eso mismo puede que sea verdadera. Ya saben, aquello de que la realidad siempre supera a la ficción.



Tolstoi fue un gigante de la novela, un hombre rico de cuna con profundas convicciones religiosas que contenían una idea social, hasta el punto de que Vladimir Lenin quiso "apuntarlo" para su causa revolucionaria cuando en 1908 publicó un trabajo sobre las ideas socialistas de Tolstoi en el periódico El Proletario del partido comunista ruso, entonces todavía en el clandestinidad.
 Seguramente pensó que su causa tomaría mayor peso si estaba apoyada por el nombre de un novelista muy respetado por el pueblo ruso. No consta ninguna reacción de Tolstoi en este asunto. Y todo esto ha dado lugar a la película La última estación protagonizada por Helen Mirren y Christopher Plummer en los papeles de Tolstoi y Sofía.
Vaya pues este trabajo como homenaje al gran escritor en su centenario.

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