En pleno mes de enero, vestida de oscuro en lugar del tradicional blanco, rodeada de apenas seis invitados, y en un Juzgado en lugar de la Iglesia. Corría en año 1954, pero la mujer más deseada del mundo, Marilyn Monroe, convertía, lo que por aquel entonces se podría considerar en algo totalmente fuera de la norma, e incluso un cúmulo de excentricidades, en una boda totalmente avant garde, que, a día de hoy, sonaría del todo menos descabellada.
Un sencillo y sobrio conjunto de falda lápiz en color marrón oscuro, con cuello de piel de armiño en tonos marfil, unos peep-toes a juego, y un delicado bouquet de orquídeas-barco blancas, fue todo lo que la estrella de Hollywood necesitó para convertirse en la esposa del legendario jugador del béisbol Joe DiMaggio, sin perder un ápice del glamour que la convirtió en todo un icono de la gran pantalla. La nota romántica: la corbata del novio, estampada en lunares y a juego con el traje en color navy, y que era la misma que el deportista habría lucido en su primera cita con la estrella, dos años antes.
El escenario escogido por ambos, y que consiguieron mantener en secreto hasta casi la misma mañana del enlace, fue el Ayuntamiento de San Francisco, un entorno que a día de hoy se ha convertido por el favorito de muchas parejas que desean darse el 'si quiero'. En aquella ocasión, el enlace se sellaría con un anillo de leyenda elaborado en platino, con 35 diamantes de talla baguette incrustados, que la actriz luciría hasta su triste desaparición en 1962.
El 'icono moderno' del blanco-negro, la diseñadora Carolina Herrera, durante la presentación de su colección nupcial 2011 durante la New York Bridal Week. A la derecha, peep-toes estilo sixties, en satén negro, de Nina. Replica del anillo de Marilyn Monroe, de James Pirie. Ramo de irídeas malvas y blancas, de Orchids.
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