Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 sept 2010

Soy Pamuk, el que ganó el Nobel de literatura este año




Y mi vida cambió un poquito; no mucho, pero me tomé unos días de relax. Voy a vender más libros que la leche. Menos mal que soy bueno, pero cuando le dan un premio de este calibre a un paquete, da igual, todo el mundo va corriendo a la librería a comprárselo, no tienen personalidad. Capullos.
En la foto siguiente estoy en mi sofá favorito, espatarrado; está muy hundido porque ya lo utilizó mi padre para leer, debe tener unos sesenta años el sofá. En este sofá hicimos a nuestra hija, menudo polvazo, con perdón. Yo también lo uso para leer, aunque como siga hundiéndose cualquier día desaparezco entre los cojines aplastados. A ver si con la pasta del premio me compró una casa nueva, que esta se está cayendo a trozos, me da vergüenza traer a tías aquí. Y voy a comprar otra en la playa, para escribir poemas a la orilla del mar.

Y ayer por fin leí el discurso en la Academia sueca, tras recoger mi premio y el cheque. Hice un discurso bonito, poco político, ya que tanto me acusaban de ser un premio político, pues les llevo la contraria; hablé de escribir, de lo mucho que me gusta, de la maleta que me dejó mi padre, llena de manuscritos, con la esperanza de que algún día se le publicara algo. Como Kafka, solo que al revés; en lugar de decir que se los quemase me dijo: “Échale un vistazo cuando yo me haya ido. Fíjate si hay algo que te sirva. Quizá, cuando yo no esté, puedas hacer una selección y publicarlo”. Vamos, casi nada.

Llegué a pensar si me había dicho que lo publicara con mi nombre, pero no creo. Alguna vez, esto lo digo en secreto, ni estoy muy seguro de lo que digo (el Nobel me emborracha un poco), estuve tentado de soltarle a algún editor las novelas de mi padre como si fueran mías, pero no lo hice, por si me caía una maldición o algo así, como en las pelis de momias.

Mi discurso gustó, según tengo entendido. Los periódicos siempre escogen esas frases para la galería pero apenas exponen lo que quise decir, el fondo. Supongo que no es cosa de ellos desentrañar el fondo. Yo vengo a decir que el mundo, en general, el mundo del día a día, me aburre soberanamente, y que yo solo soy feliz si al cabo de las diez horas que estoy sentado en la silla del escritorio me sale algo bueno; sino, la mala hostia no me deja estar tranquilo. Todo me aburre, soy un aburrido; solo me gusta leer y escribir: Bueno, y antes también mi mujer, hacer hijos con ella en el sofá viejo, pero pasó de mi, quiso divorciarse porque decía que pasaba demasiadas horas encerrado en mi habitación.
En el discurso de ayer digo qué es literatura para mí: “como lo que una persona crea cuando se encierra en una habitación, se sienta junto a una mesa y se retira a una esquina para expresar sus sentimientos”. Ahora estará muerta de envidia, como el quinto Beatle.


Sabéis lo mejor, mi padre era un as, ya sabía que yo llegaría alto. Por eso acabo el discurso así; “Mi padre dijo que algún día yo ganaría este premio que ahora recibo. Me hubiera gustado mucho que él estuviera hoy entre nosotros”.
Ala, con Dios. Ahí os quedáis. A leerme, sobre todo mi último libro, el de Estambul, a ver si aprendéis algo, vagos.

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