7 sept 2010
OBSERVO
Observo los guijarros desmoronados de las cimas. El mar merodea, mira a las piedras perforadas con impactos de un estallido inmemorial, y sale afuera otra vez.
Los guijarros que observo en la playa siguen pendiente abajo, por las laderas hundidas de las montañas.
Eso es lo que imagino, pues no puedo descender, ver qué sucede por dentro del silencio ciego que mantiene en pie a la isla. O quizá lo que imagino son los guijarros a la espera del tajo siguiente en el proceso de erosión, que los llevará a ser menos de lo que son ahora, arena, cristal, escama, centella vacía.
El mar abre sus innumerables ojos, testigo de una transformación que en su cuerpo desconoce.
Por eso tropieza con gran estrépito en el primer peldaño de la orilla. Vuelve a intentarlo. Vuelve para entender la gran paciencia de los guijarros tendidos en la erosión; y se aparta.
Corre al horizonte en busca de respuesta.
La isla acabará un día por desplomarse. Se desparramarán por los lechos abisales sus guijarros, los visible y los sumergidos.
El mar ya no será testigo de nada. Tomará el horizonte por asalto. Tampoco le parecerá suficiente. Un día el mar tomará por asalto el cielo. El viento y el tiempo serán allá una sola cosa. Sin nadie que lo sienta.
Publicado por JOSÉ CARLOS CATAÑO
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