2 sept 2010
LOS DOS HERMANOS
Hay un cuento egipcio muy antiguo, probablemente el más antiguo de la historia, encontrado en el papiro D’Orbiney que data del año 1250 A.C., y que relata la historia de dos hermanos.
Este tema central ha sido recogido por muchos autores a lo largo de la historia y de hecho, algunos estudios hablan de más de 770 versiones diferentes, entre las que se encuentra la de los hermanos Grimm y la de H.C. Andersen.
En el cuento egipcio, al igual que en su numerosa familia de descendientes, los dos personajes simbolizan aspectos opuestos de nuestra naturaleza, que nos empujan a actuar de maneras contradictorias.
Los dos hermanos que habían permanecido unidos al principio, sienten la necesidad de dividir sus destinos, de manera que uno se queda en casa y el otro sale en busca de aventuras.
Si bien es cierto que en muchas versiones planea la típica mojigatería judeo-cristiana en el reparto de identidades, de manera que hermano que se queda en casa es el prudente y razonable, y además está dispuesto a arriesgar su vida para salvar a su hermano, que se expone sin necesidad alguna, a los más terribles peligros, en el original egipcio no hay hermano bueno o prudente, ni hermano malo o temerario, por lo que quedamos prevenidos de extraer la clásica moraleja simplona. Lo que en realidad se manifiesta en este cuento es nuestra dicotomía interna entre la lucha por la independencia y la autoafirmación, y la tendencia opuesta a permanecer sanos y salvos en casa, atados a los padres.
El hermano que se queda en casa puede ser destruido por la unión edípica hacia los padres, mientras que el que huye, se enfrenta a un proceloso destino lleno de peligros.
Dicho de otra forma, si escarbamos un poco en el trasfondo de esta historia, podemos percibir dos tendencias: el deseo de seguir ligado al pasado y la imperiosa necesidad de alcanzar un nuevo futuro.
Ambos deseos se encuentran en cada uno de nosotros y no podemos sobrevivir si se nos despoja de uno de ellos. La separación completa del pasado lleva al desastre, léase como ejemplo el caso de los inmigrantes que lejos de sus raíces viven una vida de alienación en un entorno ajeno, pero en contrapartida, existir exclusivamente atados al pasado, impide el desarrollo de la persona.
Esta historia ha fraguado en mi interior de una forma especial porque tengo un hermano, porque él se quedó y yo partí, y porque a pesar de la divergencia de nuestros destinos, seguimos conservando un punto de intersección fraterna que se mantiene firme a lo largo de los años.
Así que, representamos muy bien los personajes de este cuento que como todos los cuentos de hadas tiene un final feliz que exige que los dos hermanos se liberen de las presiones emocionales externas y se ayuden mutuamente.
Es decir, sólo la integración completa de las tendencias contrarias anteriormente enunciadas permite una existencia plenamente satisfactoria.
Publicado por Juan Francisco Caturla Javaloyes.
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