Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 ago 2010

Romy Schneider Toda su corta vida fue en busca de una Felicidad que no encontró salvo en la Muerte.




Eran tiempos de búsquedas, caminos de resplandores difusos y de largos paseos por el extraordinario mundo del cine. Mi forma de andar no era propiamente la de un hombre decidido, apenas llegaba a los 20 años, y mi inseguridad era palpable cuando tenía que tomar una decisión,. y me refiero a elegir una película para ver, o para complacer al amigo de turno. Eran tiempos de limitaciones, de censura, de pecaminosos pensamientos y todo esto viviendo en una España dictatorial, el escudo era de un acero totalmente imposible de cruzar. Pero entre mis búsquedas, entre los muchos rostros que me han electrocutado en el asiento de mis cines de barrio, que son muchos, y entre las películas que me marcaron, que fueron las mas, tuve el enorme privilegio de descubrir una historia de amor, un trozo de intriga palaciega, y unos paisajes que aún hoy, después de mas de cuarenta años transcurridos, me siguen apasionando.....!!Viena!!...!!Salzburgo!!...!!El Tirol!!... Son como cascadas de color, de aire, de cánticos encerrados en cajitas de música, cuya única llave la tenía a mi total disposición, cuando presenciaba aquella bella historia de amor, entre un Emperador llamado Francisco José, y una alocada, libre, sana y lozana chiquilla a la que todos llamaban Sissi. No me importaba estar viviendo en una España de carencias, ni me interesaba si la película venía íntegra, o si los personajes tropezaban cargados de invenciones o leyendas. No tenia mas ojos que para aquella joven actriz alemana llamada Romy Schneider, y averiguar cuanto pude sobre el personaje que ella daba vida en el cine y que no era otro que La Emperatriz Isabel de Austria. La trilogía que se rodó sobre Sissi es un caramelo muy dulce, excesivamente empalagoso para mi ya por entonces exigente criterio cinematográfico, pero a pesar de ello, sucumbía una y otra vez en la historia, en los lugares donde se desarrollaba y me enamoré como un niño de aquella actriz llamada Romy, aunque claro está, aquel enamoramiento era propiciado por mi inseguridad juvenil, pero nunca me arrepentiré de haber tenido a Romy Schneider como un icono, una especie de musa, en donde partían las otras figuras que me han marcado a lo largo de mi admiración hacia el Séptimo Arte.

Romy Schneider reunía como actriz, como persona y como mujer, el prototipo que en aquellos años de juventud casi todos los adolescentes de mi época buscábamos en las chicas que estaban a nuestro alcance. Pero ella era algo especial, volvíamos al cine una y otra vez, y acabé estudiando tanto sobre La Emperatriz Isabel de Austria, que pasados los años, y cuando Luchino Visconti nos regaló ese largo fresco y maravilloso retrato que es LUÍS II DE BAVIERA, donde Romy, por amistad con Visconti aceptó encarnar a Isabel de Austria, a través de los ojos del director, no me dí cuenta de la gran diferencia existente entre aquella Sissi de mis años mozos, con la prima del Emperador Luis II. A pesar de todo, y viendo la versión integra de la obra de Visconti, comprobar su libertad y su obsesión carnal hacia el primo, le perdoné siempre todo, porque para mi seguía siendo aquella chiquilla lozana, libre y sana de la trilogía, o la compañera de un creíble Helmut Berger en la obra maestra que es "LUDWIG".

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