Miedo a la vida
9 de Junio de 2010
Elisa Rodríguez Court
Si tuviéramos menos miedo a la vida, no confundiríamos, tan a menudo felizmente, los síntomas con las causas o motivos.
Quizá, entonces, no andaríamos a cuestas con tantas verdades a medias, tal y como hace el protagonista del libro de Orhan Pamuk, El museo de la inocencia. Su actitud entraña una manera de encarar la existencia que no nos resulta del todo extraña. En uno de los pasajes de esta obra parece que, en cierto modo, seamos ese joven que acude al psiquiatra.
El hombre visita al psiquiatra empujado por su novia. Se han comprometido recientemente y, después de la petición de mano, el estado de él ha ido de mal en peor. Se le ve muy deprimido y raro.
Ella desconoce que su novio ha venido manteniendo una relación clandestina con otra mujer. Tampoco sabe que, tras la ceremonia del compromiso, la amante ha desaparecido de toda escena sin dejar rastro alguno. El hombre está destrozado. Cree querer a su modo a su comprometida, pero se siente locamente enamorado de la otra. Todo le recuerda a esta y convive con la insoportable punzada de su ausencia.
Una vez en la consulta del psiquiatra, ofrece sus datos básicos, habla un poco de naderías y cuando el médico le pregunta por su “problema”, quiere por un instante decirle que se siente como un perro enviado al espacio debido a que ha perdido a su amante.
Pero le dice en cambio que su problema es que después de la petición de mano no puede ya hacer el amor con su linda y atractivísima novia, a quien tanto quiere. Es también cierto, porque ha dejado de mantener relaciones sexuales con ella.
El psiquiatra le pregunta a continuación por los motivos de su inapetencia y él, inspirado repentinamente por no se sabe quién o qué, deja de lado todo síntoma o excusa y responde con acierto: “Creo que me da miedo la vida, doctor.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario