Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

4 jun 2010

Bilbao-New York-Bilbao,

Bilbao-New York-Bilbao, de Kirmen Uribe
Cuando los políticos citan en los mítines a su abuela analfabeta, nace la demagogia. El populismo nace cuando el político no tiene nada más que decir, aparte de su abuela analfabeta. La gente, falta de formación y lecturas, vota siempre por las abuelas.

La casquería sentimental está pegando fuerte en la literatura de nuestros días. Algunos escritores se han olvidado de Kafka o Tolstoi, y han tomado como modelo de su trabajo a Obama, o a esa señorita que atiende el mostrador en Urban Outfitters: siempre sonreír, siempre estar vendiendo, siempre derrochar emoción. ¿Ha encontrado todo a su gusto, señor?

Esta escuela de comportamiento, que los autores toman directamente del espíritu comercial de las nuevas empresas norteamericanas, encuentra en congresos, charlas, lecturas y conferencias su escenario ideal. El escritor, nimbado de New Age, con un toque de monaguillo y otro de monitor de campamento juvenil, habla de la literatura como de un cuento de hadas. Todo son aromas. Todo son recuerdos de la infancia. Todo son abuelas.

Ante el público asistente, uno abre su corazón, y ese corazón está siempre lleno de oro. Y de abuelas. También hay una madre amorosa, un abuelo republicano (y maestro), un hermano muerto, o, cuando menos, hospitalizado. Y hay editores maravillosos por doquier, agentes que aprecian de verdad los libros, compañeros de oficio con los que uno ha pasado los mejores momentos de su vida, y poemas a todos ellos, y a los hijos, tan dulces.

Hay tiempo, también, para denostar el machismo imperante, abogar por la ecología, criticar el canon occidental donde no hay autores somalíes ni poetas tanzanas y dar las gracias a todos por su asistencia a este humilde acto.

A la salida reciben un cheque de 600 euros.

Les volverán a llamar.

Cuando se realiza un chat con los lectores de El País, en el que habrá unas 50 preguntas, hay que contestar saludando a todos y cada uno de los 50 preguntadores, Hola, Juan, Hola, Elisa, Hola, Camafeo9, Hola, PitoPausa, y usar muchas admiraciones (!) a nada que alguno te dice que vio tu libro en las manos de un niño, o que tu libro es el primero en español que lee su amiga rusa, o que pusieron dentro de sus páginas una florecita anaranjada.

Qué bonito, María S., muchas gracias.

No nos olvidemos de la modestia. El escritor New Age, gurú de la bondad, limpio de envidia y de ambición, se muestra siempre modesto, agradecido. Todo está bien. El mundo y el pasado están llenos de machistas y de nazis, matan mujeres (en el mundo) y mataron judíos (en el pasado) pero alrededor del escritor, hoy en día, y de ese escritor en particular, hoy en día, todo está bien, como en una tienda de Urban Outfitters.

El éxito de estos escritores, por tanto, no es fruto de otra cosa que de la justicia, que consigue siempre que las buenas personas se enriquezcan y reciban galardones. Mira Obama, mira los dueños de Google, mira Bill Gates, mira el gerente de Facebook. Mira el ganador de Operación Triunfo. Apenas quería ninguno llegar hasta ahí. Fue un accidente del bien.

Así las cosas, la novela de Kirmen Uribe, Bilbao-Nueva York-Bilbao, es la encarnación literaria de toda esta actitud holística, de una manera de ser en la sociedad de consumo. No encontrarán aquí un solo taco, una sola mujer mala, un solo conflicto personal.
Al igual que Julio Medem en Caótica Ana, el metraje literario tiene escenas para todos los tópicos progresistas desgastados del presente, y no falta, como es lógico, la inclusión de Facebook (pag. 141) y Obama ("Este otoño de 2008 he cumplido 38 años, el mismo otoño en el que Obama acaba de ganar a McCain en su carrera hacia la presidencia.", pág. 21), y la de Bush ("En marzo de 2003 llegué por primera vez a Nueva York, en los días en que acababa el ultimátum que el presidente Bush dio a los iraquíes.", pág. 29), y la del matrimonio homosexual y, por supuesto, "lo del petrolero Prestige" (pág. 82).

El autor nos cuenta, en un momento dado, que su afán por escribir una novela le llevó a solicitar una beca. No se la dieron. ¿Todo está amañado?, ¿qué hijos de puta?, ¿negarme a mí una beca? La reacción del narrador fue la siguiente: "Cuando lo rechazaron sentí pena, tengo que reconocerlo. Pero hoy es el día en que agradezco la clarividencia de aquel jurado. Entonces era demasiado pronto para escribir la novela, cada cosa tiene su tiempo." (pág. 58)

La novela es la que ahora tenemos en las manos, Premio Nacional de Narrativa en España para el año 2009.
De novela tiene poco, más bien es un álbum de sentimentalismo cursi, un catecismo y hasta un misal.
Su infinita modestia compositiva (su léxico es comprensible por niños a partir de 12 años) va pareja de un inmensa egolatría: el autor cree que las mariposas que vuelan a su alrededor merecen toda nuestra atención, que sus estancias en Manhattan para leer poemas y visitar mansiones son algo sin lo que no podemos vivir, que su prédica gnóstica nos resulta lenitiva.

"Eso sí, sin olvidarnos de sacar tiempo para cuidar las flores." (pág. 196)

He leído pocos libros que me hayan indignado tanto: curiosamente por eso en este post no hay ni una mala palabra. Y he visto pocas propuestas literarias tan turbias y tan falsas, tan minuciosamente fabricadas en plástico y, sobre todo, y es lo más irónico de mi desasosiego con este libro, tan faltas de respeto por el lector.

Porque estos escritores New Age, con su actitud de caja registradora del Urban Outfitters, sí que están dando a entender, de manera incontrovertible, que consideran al lector completamente idiota.

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