Presentación del libro de poemas de José Carlos Cataño: Lugares que fueron tu rostro
Jueves 25 de junio de 2009 a las 20,00 horas
Sala Polivalente del CAAM
C/ Los Balcones, 11. Las Palmas de Gran Canaria
Intervienen en la presentación: Antonio Becerra y Juan Jiménez
El poeta José Carlos Cataño presentará su libro ‘Lugares que fueron tu rostro’ en un acto que tendrá lugar el jueves 25 de junio, a las 20.00 horas, en la Sala Polivalente del Centro de Atlántico de Arte Moderno. Esta presentación, que también contará con la participación de Antonio Becerra y Juan Jiménez, se enmarca dentro del programa general de ‘Junio, Mes de Poesía’ que organiza la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural del Cabildo de Gran Canaria. La entrada para esta nueva actividad del Plan de Fomento de la Lectura promovido por el Gobierno insular, es libre.
Sin agruparse en las corrientes dominantes, el poeta José Carlos Cataño (Islas Canarias, 1954) prosigue su andadura con un nuevo libro de poemas, Lugares que fueron tu rostro (Bruguera, Barcelona, 2008), que viene a ser el primero después de la publicación de la poesía reunida en El amor lejano (Reverso, Barcelona, 2006). Poeta de la memoria, al decir de la crítica, Cataño revive lugares y sentimientos con la sangre de las palabras. De ahí el intenso trabajo de perfección formal de estos poemas escritos en los últimos ocho años y que, sin embargo, no ahoga la emoción expresada por sus versos. Como ocurría en los libros que lo fundamentan como poeta ¾Disparos en el paraíso (1982) o El cónsul del mar del Norte (1990)¾, la realidad, física y metafísica, toma forma mediante la mirada y la memoria. Una lengua esencial recorre esta mirada que es recuerdo y presencia. Pero, como ya sucedía en el siguiente libro de poemas, A las islas vacías (1997), el recuerdo y la presencia, convertidos en solo acto poético, se deja envolver por la cadencia rítmica, por la musicalidad. Evocación, premonición y acto en el poema. Así lo sintetiza Cataño en Rumor final: “Y cuando cierres los ojos y sientas / El sordo rumor del mundo que sigue / Por la débil memoria de los otros, / La raíz del estruendo en las entrañas, / Y pasee por ellas la luz que ya no sientes, / Alguien te nombrará en los labios: / Tú fuiste la deshabitada sangre.”
En palabras de Albert Roig:
“Como en los soliloquios de las grandes tragedias de Shakespeare, el hombre, la mujer, se desnuda frente al espejo. Y he aquí lo que el espejo refleja: el recuerdo nebuloso de la infancia y de la juventud o el de la embriaguez que le condujo a escribir aquel primer libro de las maravillas. Borradores, palimpsestos, silencios. Pero ahora, a solas consigo mismo, desespera por completo. Y he aquí lo que ve: su cuerpo ya no es la palabra bella ni el grácil discurso. Ahora no es más que un corazón que late, la verdad que se ha librado de toda la literatura del mar, de la isla, de la estrella o de la piedra. Ahora es vida la palabra mar y la palabra estrella y la palabra piedra y la palabra isla. Son sangre estas palabras, vuelven a serlo, vuelven a estar vivas. Y sucede tan pocas veces... Yo les llamo poetas trágicos: R.M. Rilke, W.B. Yeats, Yannis Ritzos, José Ángel Valente, Antonio Gamoneda, Joan Vinyoli, Andreu Vidal y José Carlos Cataño. Los demás vivimos una mortecina y académica juventud hecha de tinta, no de sangre, de sangre vieja, de sangre de Muerte”.
José Carlos Cataño (La Laguna, Tenerife, 1954)
ocupa un lugar propio en la poesía española reciente. Insularidad, desarraigo, extranjería, errancia, nomadismo, extrañamiento, exilio, disidencia, independencia, son algunas de las palabras que mejor definen la actitud poética de alguien para quien la escritura funda, construye y define un territorio único, al margen de la realidad convencional.
Tras darse a conocer con el cuadernillo Jules Rock. 1973 (1975), publica su primer libro, Disparos en el paraíso, en 1982; después, vinieron Muerte sin ahí (1986), El cónsul del mar del Norte (1990), A las islas vacías (1997) y En tregua (2001), todos ellos recogidos luego, en edición corregida y revisada, bajo el título de El amor lejano. Poesía reunida 1975-2005 (2006). Su obra, vista en su conjunto, se caracteriza por una marcada unidad dentro del cambio continuo. Es la poesía concebida como «aventura espiritual», como búsqueda constante de lo desconocido, lo que se traduce en una gran variedad formal.
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