La sexualidad de Gabriela Mistral, de nuevo a debate
La publicación de las cartas íntimas que la Nobel cruzó con su asistente personal confirman una relación homosexual sospechada
EFE - SANTIAGO DE CHILE. El libro "Niña Errante", un epistolario íntimo entre la poeta Gabriela Mistral y su asistente estadounidense Doris Dana, que salió este lunes a la venta, ha desatado nuevamente el debate sobre la sexualidad de la Premio Nobel de Literatura 1945.
La polémica estalló el pasado sábado, cuando algunos periódicos chilenos adelantaron el contenido del libro, preparado por Juan Pablo Zegers, conservador del Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional.
"Tú no me conoces todavía bien, mi amor. Tú ignoras la profundidad de mi vínculo contigo. Dame tiempo, dámelo, para hacerte un poco feliz. Tenme paciencia, espera a ver y a oír lo que tú eres para mí", escribió Mistral a Dana el 22 de abril de 1949.
En la misma fecha responde Dana, que fue la albacea de la poeta a la muerte de ésta, en abril de 1957: "Yo me pongo en el viento y en la lluvia tierna, para que éstos, viento y lluvia, puedan abrazarte y besarte para mí".
Tras la muerte de Dana, en noviembre de 2006, su sobrina y heredera, Doris Atkinson, donó al Gobierno chileno el legado literario de Mistral, de más de 40.000 documentos, para que sea custodiado por la Biblioteca Nacional, incluidas las 250 cartas escogidas por Zegers para la publicación.
Las cartas se extienden desde 1948 a 1956 y Dana conoció a Gabriela en 1946, cuando la chilena colaboró con ella para la publicación de un libro sobre Thomas Mann.
"Tengo para ti en mí muchas cosas subterráneas que tú no ves aún", escribió Mistral en una libreta, en la que Dana añade: "Quiero conocer estas cosas subterráneas y tú sabes bien que tengo confianza, muchísima confianza. He dado a ti (sic) la prueba de mi confianza".
Hay en ellas, en sus cartas, "un cruce de intensas personalidades cargadas de emotividad y pasión. De admiración y de orgullo, de velos y entreveros, de felicidad y de angustia", según Zegers, que en una entrevista con el diario El Mercurio admite hoy que evitó ex profeso la palabra "homosexualidad" al tocar la relación entre ambas.
Quiso, añadió, "respetar su intimidad" y dar al lector la posibilidad de hacer su propia interpretación.
"El lector me va a decir, 'no me vengan con cuentos, si eso está claro', pero yo dejo abierta la posibilidad de cualquier especulación y, más que especulación, dejo abierta la puerta hacia la verdad".
El mundo literario y académico chileno reaccionó de inmediato. Para Armando Uribe, Premio Nacional de Literatura 2004, se trata de "una correspondencia de mucha fuerza literaria y emoción. Me atrevería a calificarlas (las cartas) de poesía en prosa".
"Muestran una relación que podría considerarse bastante tórrida, pero planteada con dignidad" dijo a El Mercurio Uribe, para quien "no hay que escandalizarse" por una relación que fue más que una amistad.
En cambio, la socióloga Sonia Montecinos sintió pudor y cuestionó que del enorme legado de la poeta se hayan seleccionado estas cartas, "en un contexto chileno, anegado de voyeurismo y fisgoneo, de goce perverso por los cominillos de la farándula, un libro como éste puede entenderse como parte de una cultura que busca solazarse con lo íntimo", dijo.
Para Jaime Quezada, presidente de la Fundación Premio Nobel Gabriela Mistral, se trata "un amor pleno, una amistad mayúscula (...) que ayudará a desmoronar algunos mitos y fábulas, sobre todo en un país donde la leyenda nunca dejó en paz a Gabriela".
"Ahora la poeta queda en su sitio, como quien supo amar a alguien más, sea éste un hombre o una mujer", afirmó Quezada.
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