Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

26 jul 2009

Si Coco Chanel levantara la cabeza…


.- Si Coco Chanel levantara la cabeza… ¿Estaría orgullosa de Karl Lagerfeld? Ante esta pregunta retórica he de confesar que tengo sentimientos encontrados.

Por un lado, el 'káiser' de la moda es el perfecto 'álter ego' de 'mademoiselle' , en cuanto a imponente presencia se refiere. Con tanto guante, tanto abanico de hombre (sí, de esos en los que se ve menos ‘país’ que varilla, según una amiga mía), tanto cuello alto, tanto blanco y negro, tanta coleta cana atada a un lazo, tanto pantalón pitillo, tanto chaqué sin venir a cuento, tanta corbata o pañuelo de funeral y tanta bota de 'bailaor' impoluta.

Pero, por otro, me desconcierta su innecesaria obsesión por salir en los papeles. Creo que, en algún caso, mantener en exceso un halo de misterio incrementa el 'charm' de cualquier modisto, aunque aplaudo que nuestro hombre de hoy prefiera asomar de cuando en cuando la cabeza para implicarse en causas solidarias, en vez de invitar a su barco a la 'royal' de turno, tal y como hace Valentino cada verano.

Lagerfeld ostenta hoy el trono de la doble C, así que es normal que esconda su excentricidad tras unas gafas de sol, si bien hay quien asegura que es para ocultar las arrugas. ¿O quizás se trate de un intento de defender su intimidad con uñas y dientes? Ignoramos si su vida es tan interesante como la de su predecesora, esa mujer que amaba ser retratada por Man Ray envuelta en perlas, mientras fumaba un cigarro tras otro.



Por muchos son conocidas las leyendas que envolvían a la atractiva Coco, nacida Gabrielle Bonheur. Que si tuvo infinidad de amantes -entre ellos, Cocteau, Dalí y Stravinsky-, que si se enganchó a la heroína tras un accidente de esquí, que si su fuente de inspiración a la hora de crear sus famosos 'trajecitos' de hombre para cuerpos de mujer fue el espantoso orfanato en el que se crió...

A pesar de todo, ahí está su legado, el de una mujer soltera por vocación capaz de escribir su nombre con letras de oro en los anales de la historia de la moda e, incluso, de decir: "Cuando hay que elegir entre un hombre y la ropa, me quedo con la segunda. Siempre he estado aferrada a mis deseos y el trabajo es para mí una especie de droga, aunque me pregunto si hubiera llegado a ser quien soy sin ayuda de ellos (…)".

Décadas después, hay que agradecerle mucho al sucesor que mantenga viva la llama de su maestra a base de espectaculares pasarelas-tiovivo, que amenizan cada Semana de la Moda de París. Estos escaparates únicos no son otra cosa que eternos 'revivals', que rinden tributo a las grandísimas aportaciones de Chanel al armario de muchas mujeres, entre otras, aquella de quien tomo prestado el seudónimo. Recuerden: el bolso 2.55, el primer perfume con número, las chaquetas de cuello 'mao' con botones dorados, los tejidos deshilachados… formarán parte para siempre, aunque muchos no lo valoren, de nuestro imaginario estético.

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