Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

30 jul 2009

Fredo que estás en los cielos


Fredo que estás en los cielos


30 de julio.- En las cintas de aquel tipo famélico, aniquilador de convenciones, latía cine en ebullición. Haz la cuenta. John Cazale rodó cinco largometrajes, cinco, antes de palmar de cáncer a los cuarenta y dos años, en 1978.
Todos fueron nominadas al Oscar a la Mejor Película. La conversación, El Padrino, El Padrino II, Tarde de perros y El cazador. Como explica S. James Snyder, el mejor piropo que puedes echarle consiste en decir que pocos recuerdan su nombre, pero nadie olvida el de sus personajes.
En los créditos destacaban más Pacino o De Niro, que lo adoraban, más a la aventura equinocial de la mafia, el viaje a las entrañas de América le faltaría parte del tuétano sin Fredo, aquel cabroncete adorable que vendía al psicópata de su hermano porque alguien, por vez primera, le ofrecía algo para él solo, lejos de la viscosa sombra familiar.

Como no todo es amnesia y ruido, el director Richard Shepard lo ha honrado con un documental. Lo cautivó el hombrecillo avergonzado durante la comunión de su ahijado en Nevada, el mismo que salía a cazar ciervos con pistolas pero desprovisto de botas, capaz de pasear entre asesinos sin perder la fe en la Virgen que hace picar los peces, borracho de whisky cuando descubre que Vietnam ha triturado a la gente que más amaba.
I knew it was you fue estrenado en Sundance, y según le ha contado a Time Out inspiró el festival que desde ayer miércoles proyecta sus trabajos en Brooklyn. «Siempre he dicho que sería la retrospectiva más sencilla a la hora de escoger: cinco de las mejores películas americanas jamás realizadas». Y tanto. Rediscover John Cazale coloca un ramillete de flores en la tumba de uno de los más grandes, un histrión ajeno a las servidumbres del Método, frágil, torpón, entrañable, sensible y chungo.

En una ciudad que homenajea estos días a Nicholas Ray, donde puedes ver En un lugar solitario en pantalla grande, las joyas en las que Cazale participó no sólo no desmerecen: demuestran por qué la generación de los Coppola y cia. fue la última gran noticia recibida por el cine norteamericano.
Pasó sus últimos días mimado por Meryl Streep. Aunque las avispas del cáncer ya devoraban sus huesos se marcó una actuación memorable a las órdenes de Michael Cimino, un director capaz de embrujarnos (El cazador) y cepillarse a golpe de megalomanía United Artists con su siguiente título.

Qué mejor forma de llorar a Cazale que asistir de nuevo a la boda ortodoxa en la que un puñado de amigos canta y baila sin saber que a la vuelta del calendario late el horror, que la muerte acecha tras las banderas, que de la selva unos regresarán envueltos en plástico y otros tullidos, que a los que quedaron atrás sólo les queda brindar por los caídos y saludar su propia decadencia, telegrafiada en los ojos neutros del oficial que les explica de qué va esto y qué carajo ocurrirá cuando los elegidos visiten el matadero.

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