10 jul 2009
El Misterio
El misterio
Me pregunto cómo se va a llamar en el futuro la época que estamos viviendo. No se trata de la mera curiosidad por el nombre por el que haya de conocerse, sino de la certeza de que existe un punto de inflexión tan importante respecto a un pasado bastante inmediato, que tal cambio habrá de ser reconocido como un salto cualitativo, y el lenguaje deberá hacerse cargo de tal cambio si quiere cumplir con su tarea designadora.
Y como el asunto no es la palabra que se encontrará a su debido tiempo, cabe desear que quien la escoja y quienes la acepten, se hagan cargo de las nuevas realidades que estos tiempos distintos entrañan.
Suceden muchas cosas, sucede internet, sucede la globalización, suceden los teléfonos móviles, suceden nuevos experimentos científicos… Pero sobre todo, sucede que ya no existe el misterio. Ha desaparecido, lo hemos eliminado o se ha evaporado necesariamente. El misterio que llevaba acompañando al hombre desde sus orígenes. El misterio de lo desconocido, el misterio de los lugares inexplorados, el misterio de las realidades incomprensibles, el misterio de los pueblos sin conquistar…
Y resulta que el hombre, en los últimos quinientos años ha visto cómo sus mapas se completaban, ha circundado el planeta, ha volado a velocidades de vértigo, ha puesto límites al mundo infinito, ha eliminado barreras, ha puesto en contacto todas las culturas y en solfa, por tanto, sus dogmas, se ha vuelto escéptico ante la verdad, ha ignorado a los dioses, se relaciona con la naturaleza de un modo práctico e irreverente.
Ya no hay misterios en la tierra, y pocos son los que aún aceptan los misterios en el cielo.
¿Cómo no habrían de cambiar de nombre estos años?
¿Y cómo todo esto no iba a hacernos cambiar nuestra relación con nuestra propia vida, nuestros sistemas de comprensión, nuestras aspiraciones y nuestros valores?
Es tal el cambio que pensarlo produce un profundo vértigo.
Pero aquí estamos, aquí y no en la Edad Media, aquí y no en el siglo XVI. Y con ello hay que ser consecuentes. ¿De qué sirve seguir actuando con categorías que ya no sirven, que ya no son operativas, que ya no encajan con este mundo?
Podría contestarse que es el mundo el que aún puede ser cambiado. Sí, pero sólo en parte. Ciertas transformaciones son ya irreversibles.
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