24 jul 2009
Cristino pletórico
Es verdaderamente estimulante en nuestra sociedad, como me decía anoche Álvaro Marcos, alma de la cultura en Cajacanarias, que el Rey reconozca a los invisibles; su reflexión nacía cuando Don Juan Carlos estaba a punto de inaugurar la Fundación Cristino de Vera, en La Laguna, y allí estaban, paseando por las galerías donde se exponen los cuadros de Cristino, el pintor del silencio y del alma, y el rey; los que conocemos a Cristino, los que sabemos de su existencialismo anárquico, de su esencia insobornable de bohemio del silencio y de la palabra poética, interior, rasgada y a veces irónica, podíamos imaginar la desnidad de esa conversación-monólogo, y la estuefacción seguramente divertida del Monarca.
La voz de Cristino es insobornable; él no va a adaptar su discurso a los protocolos, le habrá dicho, todo el rato, lo que se le hubiera ocurrido, porque su lenguaje es fértil y no tiene otras barreras que las barreras que tiene el arte de hablar. Allá abajo, mientras ellos recorrían las galerías, yo reflexionaba con algunos amigos sobre lo que significaba el acto. Soy más de personas que de paisajes o de patrias, así que soy chovinista de la gente; y entre esa gente están algunos de los que nombré ayer, además de César Manrique y Pedro Lezcano, entre muchos otros personajes que ya no están con nosotros pero que constituyen el alma eficaz, interior, volcánica o no, melancólica o desgarrada, de mi tierra.
Esta iniciativa de Caja Canarias de abrir en vida del pintor un homenaje activo a su figura constituye una eficaz contribución al desarrollo de la conversación cultural en las islas. Que se haga, además, con un artista como Cristino de Vera, que es en sí mismo la expresión vital de la humildad rasgada, velada por el ego natural de los artistas pero no más, es un acontecimiento que hay que celebrar, y yo lo celebro como chovinista de las personas.
Ahora estamos en La Palma, para hablar de periodismo mientras el rey se enfrenta a lo verdaderamente desconocido pero visible, el cosmos. Inaugura el Gran telescopio de Canarias, el Grantecan, pero nosotros estaremos tomándole el pulso a este oficio que tantas amenazas tiene que domeñar ahora para ser lo que una vez se dijo que era: la expresión escrita u oral de lo que sucede para que la gente sepa lo que pasa a otra gente. Suena el viento a mi alrededor, suena el mar, se oyen los pájaros, amanece, que no es poco, que diría mi amigo José Luis Cuerda, a quien pueden ustedes leer, rabioso, hoy en la última página de EL PAÍS.
Ah, y lo de los comentarios de ayer debió ser un incidente técnico; yo también lo percibí.
Procuraré enviarle a Rosa fotos de lo de anoche, tomadas por Miguel García Morales, cineasta, autor de una película, El silencio, sobre Cristino de Vera.
No corrijo porque me he de ir en seguida; si ven muchas faltas, mea culpa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario