Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

15 ago 2011

Consejo de Paz

Consejo de paz

A Fernando Sagaseta

1

Muchachos que soñáis con las proezas

y las glorias marciales.

Bajaos del corcel, tirad la espada;

los héroes ya no existen o están en cualquier parte.

Llegará la hora cero de ser héroes

cualquier día cruzando cualquier calle.



2

Contables misteriosos

cerrarán un balance.

Decretarán la nada entre los hombres

misteriosos contables.

Cuando en los hondos sótanos,

valientes y cobardes

recen al Alto Mando


por un soplo de aire.

No los oirá ni Dios, que está más cerca;

no los oirá ya nadie.



3

Negación de los nombres.

Negación de las frases.

Si no sois primavera, espuma o viento,

Fuerzas de Tierra, Mar y Aire;

si el vendaval no sois ni la semilla,

ni la lluvia que nace de los mares,

usurpadores sois de las palabras

nobles y elementales.



4

Homicidas sin culpa se disfrazan

del color de la tierra y de los árboles,

con floridos ramajes en las frentes,

como en las bacanales...

Pero no son alegres las canciones

que inspira el mosto de la sangre.



5

Muchachos soñadores de epopeyas,

escuchadme:

El pecho es el lugar que se designa

para el balazo de los mártires.

El pecho, nave heroica

donde retumba el corazón amante,

donde el plomo penetra limpiamente

como en templo de sangre...

Pero sucia de barro y excremento,

cae la estatua de Marte.

Vuestras definiciones,

vuestras sabias verdades,

la inteligencia es pus sobre las frentes

de miles de cadáveres.

Y en la tierra abonada por la muerte

sólo he visto crecer la flor del hambre.



Muchachos soñadores,

bajaos de corcel, tirad el sable.

Cuando las botas pisen los olivos

y su símbolo aplasten,

coged su savia espesa, echadla al mar,

y veréis cómo aplaca tempestades.






Pedro Lezcano (Consejo de paz, 1965)






Nota: Por este poema, de nombre "consejo de paz", Pedro Lezcano y Salvador Sagaseta, el periodista que había aludido al mismo en la página literaria dirigida por él en el Diario de Las Palmas, fueron sometidos a un consejo de guerra. Pedro fue condenado a arresto domiciliario y Salvador Sagaseta fue castigado con la cárcel.

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