Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

29 feb 2020

La fidelidad es cosa de otro tiempo


Actuación del grupo francés de música electrónica M83 en el festival Primavera Sound, en Barcelona. / GIANLUCA BATTISTA
Está claro que en este tiempo de promiscuidad social y amorosa, de facebooks, meetics y porno gratis, hipervículos y déficit de atención, la fidelidad es algo que pertenece al pasado
. También en la música, donde Internet lanza cada medio minuto a una nueva banda que enamora y decepciona igual de rápido, y donde pensar, decidir y pulsar "me gusta" no cuesta un maldito segundo
. Ayer, en la segunda jornada del Primavera Sound, intercalado con la celebración de lo contemporáneo (y lo era precisamente por su incesante viaje al pasado) y la consagración del baile como bálsamo a los tiempos que corren (The Rapture y M83), tres bandas se salieron del guion y hablaron del compromiso, un anacrónico trofeo.
The Cure y su colosal concierto, de dos horas y cuarenta minutos, monopolizaron el argumento de la noche. Sonaron tan bien, siguen siendo tan buenos y únicos que el precio de la fidelidad de las tres cuartas partes del aforo de la noche (ayer ya se parecía a esos 40.000 espectadores que la organización esperaba tener por día) fue una ganga.
Todas las bandas que tocaron a la misma hora que la legendaria obra de arte de Robert Smith —que tiene las cuerdas vocales intactas después de 20 años cantando— estuvieron condicionadas por su despliegue musical.

Todas menos Napalm Death, el cuarteto de death metal (grindcore es lo que inventaron) de Birmingham que sirvió de bandera al festival —junto al terrorífico delirio noruego de Mayhem— para este particular y extravagante revival hipster que atraviesa el género (este verano incluso se celebra un certamen en Benicàssim dedicado exclusivamente a este tipo de formaciones)
. Presos del brutal romanticismo que implica seguir a cuestas tanto tiempo con los principios, abarrotaron su escenario, sobre todo de incondicionales, pero también de mucho advenedizo del mundo indie que se acaba de subir al carro del metal. 
Sociología de salón a parte, el concierto fue atronador. Es casi imposible distinguir una nota en el furioso berrido del cantante y de las endiabladas ráfagas de distorsión.
Ellos y sus fans son la viva imagen de la idea del compromiso o la responsabilidad, algo hoy completamente desfasado.
Separados por el tremendo muro de hormigón de una de las salidas al puerto del Fòrum tocaban en el escenario contiguo Sleigh Bells.
 Apadrinados por M.I.A, la gran madrina de la modernidad, que les ha producido el disco en su sello, la historia consiste en una mezcla de pop electrónico, hip-hop y hardcore gritón y guitarrero a más no poder. 
De hecho, sobre el escenario llevan dos guitarras y 12 enormes amplificadores Marshall.
 
Eso, y unas bases programadas y la voz y actitud de rockstar intencionadamente fuera de sus cabales (bastante mimetizada con la de su madrina) de Alexis Krauss
. Hubo un momento que en aquella zona del festival parecía que se libraba un concurso de rotura de tímpanos al alimón con sus vecinos de Napalm Death.
En el concierto de Napalm Death fue casi imposible distinguir una nota en el furioso berrido del cantante
Horas antes —otro ejemplo de cómo seguir queriendo a alguien aunque pierda pelo, eche barriga y y le cueste todo un horror—, Chameleons pusieron hasta arriba uno de los grandes escenarios del PS. Los de Manchester son una de esas leyendas del rock (post-punk, para más señas) que al festival le gusta traer cada año en la tradicional cuota vintage.
 Se trata de indagar anualmente en el rastro sonoro que dejaron los padres del lo que ofrece el resto de bandas del cartel.
 Estos grupos, fuera del circuito de las exigencias profesionales, son una ruleta rusa que puede acabar en ridículo.
 No es el caso. 
Después de unos diez años sin salir de gira, la banda, quién sabe realmente por qué, se ha vuelto a subir a la furgoneta. Mark Burgess, el vocalista, aguantó a pleno sol de la tarde las embestidas del tiempo y llegó a bajarse a cantar entre el público con la mítica Second Skind.
No fueron anécdota, sino los primeros en llenar uno de los escenarios principales del recinto (a golpe de lealtad también), que hasta bien entrada la noche no alcanzó los niveles de otros años.
El otro asunto que quedó claro es que toda la música, industria y artistas (lo ha dicho Jay Z, el rey Midas del hip-hop), miran ahora hacia la pista de baile.
 Pasar este trago histórico consiste en invocar al pasado y que la catástrofe nos pille bailando. The Rapture estuvieron perfectos en ese trabajo.
 La banda neoyorquina, una prolongación sonora del rock de Manhattan que encabezaron los Talking Heads muchos años antes, tiene un directo muy divertido.
 El revival, del que también forma parte James Murphy (el dueño del sello en el que publican The Rapture) empezó cuando Rudolph Giulliani se puso burro y empezó a cargarse la fiesta en su ciudad. Ayer sonaron perfectos y lanzaron los hits de su último álbum (como How deep is your love) uno tras otro hasta las tres de la madrugada en un abarrotado escenario principal.
Lo mismo había hecho el enmascarado SBTRKT un poco antes con un apabullante despliegue rítmico de batería, sintes y bases.
 Un fenómeno que fabrica una especie de house salvaje con perfecta voz soul que le acompaña en directo. O M83, los únicos que sobre el escenario, hasta el momento, han desplegado en el PS de este año algo parecido a un show con luminosa puesta en escena.
Bases electrónicas para la épica de sus canciones y una permanente subida sin rumbo a ninguna parte que solo alcanza algo parecido a un final, a un alivio colectivo, cuando la gente se pone por fin a bailar
. Así, y obsesionada con el pasado, aguarda parte de esta generación al desastre.
 

Cuestión de mesas............................................Boris Izaguirre

Estos días hemos oído hablar mucho de mesas, gracias a la mesa de diálogo. 

Siempre he defendido que la manera en que vistes y organizas tu mesa dice montones de cosas sobre ti

Elena Ochoa a su llegada a los premios 'Mujer hoy', el 25 de febrero en Madrid.Elena Ochoa a su llegada a los premios 'Mujer hoy', el 25 de febrero en Madrid.Jesus Briones / GTRE

El éxito de Tamara Falcó, mucho más que una niña de mamá

La hija de Isabel Preysler cotiza al alza como imagen de firmas y sucesora de su madre.

Tamara Falcó, fotografiada en diciembre en Madrid.
Tamara Falcó, fotografiada en diciembre en Madrid.B. P.

Mábel Galaz

Se inaugura la feria Arco en Madrid y allí está. Se premia a los mejores cocineros con los soles Repsol en San Sebastián y aparece en el escenario.
 Se pone en marcha un hotel de lujo en Lanzarote y la huésped de honor es ella.
 Coloquialmente se diría que Tamara Falcó está hasta en la sopa. No hay evento en España que no la reclame. 
Está de moda. Es un valor que se cotiza al alza en el mundo de las socialités y un personaje que buscan las marcas para que sea su imagen.
Tamara Falcó en los últimos tres meses ha pasado de ser la hija de Isabel Preysler a la que acompañaba en algunos eventos, a ser una estrella que brilla sola. 
Antes se hablaba de ella por ser hija de, por sus famosos hermanos, por su obsesión religiosa, por sus desamores y hasta por sus kilos de más. Ahora goza de argumento propio.
Pese a este éxito nuevo Tamara Falcó, de 38 años, tiene los pies en la tierra porque detrás de esa imagen un tanto infantil, hay una mujer inteligente que se asesora en todos los pasos que da en su carrera profesional. 
Hasta ahora, de la gestión de su economía se encargaba ella misma con la ayuda de su hermana menor, Ana Boyer. “Es un cerebro y a veces le pido consejo”, explicaba hace unos meses a este diario. Pero en estos momentos, cuando le llueven los contratos y su economía está boyante, su hermano Enrique se ha ofrecido a ayudarla.
 “Me ha dicho: 'Cuando quieras algo me dices y luego le preguntas a Manolo”, desvela. Manolo es Manuel Falcó Girod, otro hermano, pero este por parte de padre, que es uno de los banqueros más influyentes en el corazón financiero de Londres nombrado en 2018 codirector global de banca de inversión de la entidad estadounidense Citi.
La vida de la hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó cambió el día en que decidió unirse al programa de Televisión Española MasterChef Celebrity. No solo ganó el concurso, se ganó el favor de la gente.
 “Voy por la calle y muchas personas me paran. Eso no me pasaba antes del programa”, ha contado a este periódico
“Había gente que pensaba que era pija y tonta pero me daba igual. Tantas horas de televisión permiten que se te conozca más.
 Creo que lo he conseguido”.
Eso sí, siente pudor cuando se la compara con su madre o cuando se habla de ella como heredera de su trono en el mundo de la prensa social. “Lo de mami es imposible de conseguir.
 Ella tiene una fama mundial”, advierte.
Santiago Mollinedo, de la Consultoría de Marketing Personality Media, experto en la medición de tendencias, sostiene que la valoración de Falcó ha cambiado claramente tras su paso por el programa de televisión. 
“Antes suspendía en la valoración que tenían los ciudadanos de ella, tanto en cercanía, en familiaridad como en naturalidad. Esto se debía a que la gente la veía como hija de... Sin embargo, ahora su situación es bien distinta”. 
En cuanto a la posibilidad de que sea la sustituta de su madre, Mollinedo considera que la prensa social está empujando para que esto suceda ya que Preysler necesita “un repuesto”. 
“Su madre es un personaje complejo que se apoya en su elegancia, pero con pocos valores de cara al consumidor por la manera en la que ha desarrollado su imagen en los últimos 40 años, basada en matrimonios y divorcios, que vende mucho en la prensa del corazón, pero sin contenidos en los que el consumidor reconozca un esfuerzo profesional”.
Tamara Falcó con su madre, Isabel Preysler, en la presentación de un libro el pasado octubre.
Tamara Falcó con su madre, Isabel Preysler, en la presentación de un libro el pasado octubre.
Mollinero considera que la hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó debe aprovechar este repunte de fama porque puede ser efímera: “Es una oportunidad mediática que debe aprovechar, porque será muy difícil que nos cuente algo nuevo para mantener este interés. Sin programa, serie o presencia profesional consistente, es muy complicado mantener esa proyección que la logre posicionar a la altura de presentadoras y actrices de su edad”.

Habitualmente un personaje ya conocido que realiza un buen papel en MasterChef suele mejorar su imagen una media de entre el 25% y 30%. En este caso, además de ser más conocida, su imagen ha mejorado hasta un 40%. 
“Este repunte ha sido mayor en las mujeres de 45 años, donde la mejora es superior al 70%. 
Pero lo curioso es que ese mensaje no ha calado en las mujeres jóvenes”, advierte el experto.

 

Polanski triunfa en los “César de la vergüenza” ante la indignación de las mujeres

Las actrices Noémie Merlant (en el centro) y Adèle Haene (a la derecha) abandonan la gala tras conocer el galardón a Polanski, este viernes.
Las actrices Noémie Merlant (en el centro) y Adèle Haene (a la derecha) abandonan la gala tras conocer el galardón a Polanski, este viernes. Getty
Por un momento, pareció que el gas lacrimógeno iba a llegar hasta la alfombra roja. 
De hecho, la rozó, aunque para cuando empezaron a llegar las grandes estrellas invitadas a la 45ª ceremonia de los César, los principales premios del cine francés, ya se había disuelto. Quienes no se habían dispersado eran los cientos de feministas que protestaban la noche del viernes en los alrededores de la parisina Sala Pleyel contra el realizador Roman Polanski. 
Tampoco se esfumó la indignación —ni dentro ni fuera de la sede de la ceremonia— que rodeó toda la gala por las nominaciones récord a la película El oficial y el espía del realizador franco-polaco pese a las nuevas acusaciones de violación en su contra, lo que ha llevado a los críticos y a los manifestantes a calificar la fiesta anual parisina como “los César de la vergüenza”. 
“Hay 12 momentos donde vamos a tener un problema esta noche”, adelantó al comienzo de la ceremonia la presentadora de la gala, la humorista Florence Forestier, en referencia a las 12 estatuillas a las que aspiraba el filme de Polanski.
 Finalmente, fueron solo tres, si bien dos de los César se los llevó directamente el realizador ausente, por mejor guion adaptado y mejor dirección.
Aun así, no se equivocaba Forestier en sus predicciones. Ni siquiera el anuncio del realizador franco-polaco de que no acudiría a la gala —secundado horas después por todo el equipo de El oficial y el espía, una recreación del caso Dreyfuss calmó los ánimos. La tensión era palpable en la sala, repleta de artistas que en las últimas semanas han manifestado abiertamente su irritación con la Academia del Cine francesa, aunque finalmente no aprovecharan los discursos de la ceremonia para denunciarla.
 En cualquier caso, no era solo por Polanski. 
Este no es al final más que un síntoma, consideran, de un problema mucho más amplio del cine francés: la opacidad en la gestión y la falta de paridad y de diversidad en la dirección y la membresía de la Academia que los rige, que llevan a situaciones como la lluvia de nominaciones a Polanski o a que, en sus 45 años de historia, solo una mujer, Tonie Marshall, se haya llevado el César en la prestigiosa categoría a la mejor dirección. 
Y eso fue hace 20 años. 
Podría haber cambiado la historia esta noche si hubiera ganado Céline Sciamma por Retrato de una mujer en llamas, pero habrá que esperar otro año más.
 
En un intento de apaciguar el descontento, la academia, cuya dirección dimitió hace menos de dos semanas de forma colectiva ante la incapacidad de frenar la crisis, había hecho, en vísperas de la gala, algunos gestos. 
Más allá de tener como presentadora principal a una mujer, también anunció el nombramiento interino, hasta que se aprueben nuevos estatutos más igualitarios en los próximos meses que lleven a una directiva también más diversa, a otra mujer al frente de la Academia de los César, la productora Margaret Menegoz. 
 Como guinda, otra mujer, la actriz Sandrine Kiberlain, presidía la gala.

El principal galardón de la gala, el César a la mejor película, fue para su gran rival, Los Miserables de Ladj Ly,el duro retrato de la violencia en la banlieue parisina, que también se hizo con el máximo número de estatuillas, cuatro (con el premio del público, actor revelación y montaje), de la noche. En la calle, las manifestantes volvían a clamar contra “los César de la vergüenza”.
Ni Forestier ni Kiberlain ocultaron la dificultad de presentar una ceremonia rodeada de tanta presión y malestar y con el nombre de Polanski —que evitaron citar, refiriéndose a él como Popol, entre otros— y los abusos sexuales en el cine rondando toda la ceremonia. En los minutos iniciales, Forestier ya lanzó los “elefantes” de la gala: hizo bromas sutiles pero suficientemente evidentes sobre la diversidad (o su ausencia), sobre la falta de mujeres nominadas, habló de los “depredadores, perdón, productores” en el mundo del cine y “acosó” sexualmente a uno de los bailarines antes de mandarlo tras las bambalinas con la promesa de que “le preparará algunos contratos”.
Polanski todo el mundo sabe que es un excelente Director de Cine. Nada le exculpa que abusara de una menor que hace años retiró la demanda. Yo como mujer que soy no debería decir nada pero es que a mi no se me olvida la masacre que cometieron los diablos de Manson y como mataron a su mujer Sharon Tate que estaba embarazada y le sacaron el feto. Un Crimen atroz que siempre pensé que tuvo que alterar su estabilidad mental. ¿No es un tenuante= es posible, pero Polanski es ya un anciano debe tener 85 años y como me gustan mucho sus películas le busco atenuantes. Cine que lleva su firma voy a verlo enseguida. 
Me debato entre mi deseo de ver su obra y si todavía es delito que abusara de una menor que ya debe ser casi una anciana como él. No lo exculpo debería exculparme yo.