La hija de Isabel Preysler cotiza al alza como imagen de firmas y sucesora de su madre.
Mábel Galaz
Se inaugura la feria Arco en Madrid y allí está. Se premia a
los mejores cocineros con los soles Repsol en San Sebastián y aparece
en el escenario.
Se pone en marcha un hotel de lujo en Lanzarote y la
huésped de honor es ella.
Coloquialmente se diría que Tamara Falcó
está hasta en la sopa. No hay evento en España que no la reclame.
Está
de moda. Es un valor que se cotiza al alza en el mundo de las socialités y un personaje que buscan las marcas para que sea su imagen.
Tamara Falcó en los últimos tres meses ha pasado de ser la hija de Isabel Preysler a la que acompañaba en algunos eventos, a ser una estrella que brilla sola.
Antes se hablaba de ella por ser hija de, por sus famosos hermanos, por su obsesión religiosa, por sus desamores y hasta por sus kilos de más. Ahora goza de argumento propio.
Pese
a este éxito nuevo Tamara Falcó, de 38 años, tiene los pies en la
tierra porque detrás de esa imagen un tanto infantil, hay una mujer
inteligente que se asesora en todos los pasos que da en su carrera
profesional.
Hasta ahora, de la gestión de su economía se encargaba ella
misma con la ayuda de su hermana menor, Ana Boyer. “Es un cerebro y a
veces le pido consejo”, explicaba hace unos meses a este diario. Pero en
estos momentos, cuando le llueven los contratos y su economía está
boyante, su hermano Enrique se ha ofrecido a ayudarla.
“Me ha dicho:
'Cuando quieras algo me dices y luego le preguntas a Manolo”, desvela.
Manolo es Manuel Falcó Girod, otro hermano, pero este por parte de
padre, que es uno de los banqueros más influyentes en el corazón
financiero de Londres nombrado en 2018 codirector global de banca de
inversión de la entidad estadounidense Citi.
La vida de la hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó cambió el día en que decidió unirse al programa de Televisión Española MasterChef Celebrity.
No solo ganó el concurso, se ganó el favor de la gente.
“Voy por la
calle y muchas personas me paran. Eso no me pasaba antes del programa”, ha contado a este periódico.
“Había gente que pensaba que era pija y tonta pero me daba igual.
Tantas horas de televisión permiten que se te conozca más.
Creo que lo
he conseguido”.
Eso sí, siente pudor cuando se la compara
con su madre o cuando se habla de ella como heredera de su trono en el
mundo de la prensa social. “Lo de mami es imposible de conseguir.
Ella
tiene una fama mundial”, advierte.
Santiago Mollinedo, de
la Consultoría de Marketing Personality Media, experto en la medición
de tendencias, sostiene que la valoración de Falcó ha cambiado
claramente tras su paso por el programa de televisión.
“Antes suspendía
en la valoración que tenían los ciudadanos de ella, tanto en cercanía,
en familiaridad como en naturalidad. Esto se debía a que la gente la
veía como hija de... Sin embargo, ahora su situación es bien distinta”.
En cuanto a la posibilidad de que sea la sustituta de su madre,
Mollinedo considera que la prensa social está empujando para que esto
suceda ya que Preysler necesita “un repuesto”.
“Su madre es un personaje
complejo que se apoya en su elegancia, pero con pocos valores de cara
al consumidor por la manera en la que ha desarrollado su imagen en los
últimos 40 años, basada en matrimonios y divorcios, que vende mucho en
la prensa del corazón, pero sin contenidos en los que el consumidor
reconozca un esfuerzo profesional”.
Mollinero considera que la hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó
debe aprovechar este repunte de fama porque puede ser efímera: “Es una
oportunidad mediática que debe aprovechar, porque será muy difícil que
nos cuente algo nuevo para mantener este interés. Sin programa, serie o
presencia profesional consistente, es muy complicado mantener esa
proyección que la logre posicionar a la altura de presentadoras y
actrices de su edad”.
Habitualmente un personaje ya conocido que realiza un buen papel en MasterChef
suele mejorar su imagen una media de entre el 25% y 30%. En este caso,
además de ser más conocida, su imagen ha mejorado hasta un 40%.
“Este
repunte ha sido mayor en las mujeres de 45 años, donde la mejora es
superior al 70%.
Pero lo curioso es que ese mensaje no ha calado en las
mujeres jóvenes”, advierte el experto.
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