La modelo
no ha podido registrar su firma de cosméticos Bieber Beauty debido a que
el cantante posee ese mismo nombre comercial desde 2009.
Ser la esposa de Justin Bieber también puede tener algún inconveniente. Y es que la modelo Hailey Baldwin ha visto frustrado uno de sus sueños solo por llevar el apellido del cantante canadiense, con quien se casó a finales del pasado verano. Según informa The Blast,
Baldwin, de 22 años, quiso registrar la marca Bieber Beauty para lanzar
una línea de belleza y cosméticos, pero la solicitud ha sido rechazada
por la oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos debido a una
posible confusión con otras marcas comerciales que ya son propiedad de
su esposo. Desde 2009, cuando Justin Bieber publicó su primer disco My World,
el cantante registró su nombre como marca comercial y, además de sus
trabajos musicales, durante la última década ha estado vinculada también
a cosméticos, jabones, champús y perfumes. El mismo sector en el que
Baldwin quiere adentrarse desde el pasado abril. Sin embargo, no todo está perdido para las ambiciones de moda y belleza de la supermodelo. Según el portal estadounidense Page Six,
Hailey Baldwin había presentado anteriormente su marca bajo su nombre
de soltera, Rhode, su primer apellido, unas solicitudes que no han sido
rechazadas aunque el alcance no será el mismo que con el apellido del
cantante canadiense. Eso sí, basta con una simple autorización por parte
del intérprete de Sorry para que su esposa pueda ver su sueño hecho realidad. Justin Bieber, de 25 años, y Hailey Baldwin, de 22, se casaron el pasado septiembre, solo dos meses después de haberse comprometido. Ambos eran amigos desde hace casi 10 años, pero en 2016 empezaron una relación, aunque con muchas idas y venidas —mientras Bieber retomó su relación con Selena Gomez
y Baldwin salió con el cantante Shawn Mendes—. Finalmente, retomaron su
relación en mayo de 2017 y, desde entonces, han sido inseparables. El pasado noviembre, la modelo y sobrina del actor Alec Baldwin, cambió su apellido por el del cantante,
una costumbre generalizada entre las mujeres casadas de los países
anglosajones. Aunque en su trabajo como modelo sigue utilizando Rhode
como primer apellido, en sus redes sociales y con sus amigos ya ha
pasado a ser Hailey Bieber.
La diversidad hace referencia a la diferencia, la variedad y la
abundancia de cosas distintas o la desemejanza. Si los seres humanos
son diferentes entre sí, más aún es la orientación sexual. Este es un
diccionario de diversidad sexual contado en primera persona. Pincha en cada letra e identifícate con la tuya.
Francisca
Márquez tenía 12 años el 11 de septiembre de 1973. Casi medio siglo
después, se publica su mirada infantil sobre el inicio de la dictadura.
En agosto de 1973, la chilena Francisca Márquez, de 12 años, comienza
su sexto diario de vida. A la mayor entre cuatro hermanas mujeres y
admiradora de Ana Frank,
los problemas de salud la empujaron por el camino de la observación y
la escritura temprana. "Mi gran sueño es hacer un libro y que se
publique y se haga famoso", escribe en la primera página. "Tal vez algún
día sea una gran escritora o a lo mejor solo una escritora. O nada". En
las 40 hojas de un cuaderno escolar cuadriculado, la niña describe la
vida infantil de comienzos de los años setenta en Chile y, sobre todo,
la cotidianidad de un país inexistente –con sus vocablos, formas de vida
y su tensión política y social– que se quebró con un golpe de Estado que irrumpió en la vida de todos los ciudadanos. "Dios mío, he sabido una cosa espantosa: Allende se suicidó", escribe a las nueve y cincuenta de la noche del 11 de septiembre de 1973, según se lee en El diario de Francisca, un libro-objeto recientemente publicado en Chile, que contiene el escrito de hace casi medio siglo, arropado de una decena de ensayos académicos que lo contextualizan.
"Cuando
dimos con el diario en 2014, lo encontré maravilloso. Primero, porque
está muy bellamente escrito", relata la psicoanalista Patricia Castillo,
una de las editoras del libro junto a la asistente social y poeta,
Alejandra González.
Investigadora de la experiencia de los niños en la
represión –tiene una página de Facebook llamada Infancia en dictadura–,
Castillo indica que "como ningún otro objeto, el diario de Francisca
permite dar cuenta de la reflexión ético-política de una niña y de los
hechos que marcan su ambivalencia con las valoraciones del período".
El
libro, de la editorial Hueders, se compone de cuatro cuadernillos: junto
a la reproducción exacta del diario, en otro se presenta la
transcripción textual, para facilitar la lectura.
Los ensayos de
distintas disciplinas están organizados en dos facsímiles, Preludio y
Fuga.
Francisca Márquez, la niña de 1973, con los años se convirtió en una
destacada antropóloga. "Escribía porque yo era muy enferma", recuerda
hoy sobre sus textos íntimos. "Mis diarios se explican por mi permanente
postración, pero también por una familia de alto capital cultural". Relata que fue su madre la que por décadas guardó los 17 diarios de vida
que escribió desde que a los siete años la operaron de un riñón hasta
los 27, cuando contrajo matrimonio. No había valorado lo que contenían
sus páginas hasta que, en 2003, para los 30 años del golpe, por primera
vez comentó de su existencia fuera de su círculo familiar y le pidieron
publicar un extracto en un número especial de una revista. Sus diarios
de la niñez aparecieron luego en un documental de televisión para los 40
años del golpe, en 2013, hasta que decidió a donarlos al Museo de la
Memoria, que relata el golpe de Estado y la dictadura de Pinochet a través de la experiencia de las víctimas. Pero ni Francisca ni su familia fueron víctimas de la dictadura,
parte del valor de los documentos que ahora se publican: "Casi no hay
trabajos sobre esa parte de la sociedad que estuvo bajo el régimen
dictatorial y le tocó tomar posición, aunque no haya participado de la
resistencia e incluso haya sido pro régimen", señala la editora
Castillo. Sus padres, profesionales de clase media, menos preocupados de
la política que de la cultura, habían decidido junto a un grupo de
amigos enviar a sus respectivas hijas a un colegio lejano de donde
vivían, pero de excelencia: el establecimiento de la elite santiaguina
Santa Úrsula, mayoritariamente conservador. Francisca, por lo tanto, no
pertenecía al mismo mundo que sus compañeras de clase, lo que le
permitió escribir con cierta distancia lo que observaba a su alrededor. Porque su diario, aunque releva episodios típicos de una niña de 12 años
–"la Angélica y la Paula ya no son muy amigas mías"–, muestra la forma
en que la sociedad chilena se fue transformando en una nación de
enemigos. "La pelea fue por una niñita que es amiga mía. Ella se llama
Francisca Sotomayor. Sus padres son U.P. [partidarios del Gobierno de
Allende de la Unidad Popular]".
Las colas para comprar el pan en los tiempos de escasez.
Los líos
sociales y las peleas, que la niña describe utilizando una palabra que
prácticamente ya no se ocupa en Chile: boche. El 11 de septiembre de
1973:
"Son las 11.45 am.
El ejército, la marina y la aviación han
decidido echar a Allende y a sus ministros.
Allende está en La Moneda.
Y
el ejército, la marina y la aviación le dijeron a Allende que se
rindiera porque si no se rendía iban a atacar por tierra y aire.
Resultado:
Allende no se rindió y bombardearon La Moneda.
Y se empezó a
incendiar".
El ambiente que se vivió esa jornada en su barrio, en el
municipio de Ñuñoa:
"Por mi calle todas las casas pusieron una bandera
chilena en la ventana.
Y unas personas hasta sacaron una mesa para la
calle.
Y empezaron a dar café". Sus propios sentimientos ante lo que
sucedía en su país:
"A mí me da pena que maten o destierren a Allende".
La empatía de una niña de 12 años: "No creí que para hacer rendirse a los U.P. se tuvieran que sacrificar tantas vidas". De acuerdo a la editora, Patricia Castillo, tanto los niños de las
familias de derecha como de izquierda comenzaron, desde entonces, a
sufrir por la propia inseguridad de los padres: "Los niños intuyen que
los padres no saben lo que va a pasar y hay pocas cosas que
desestructuren más a un niño que la falta de estabilidad y proyección". Francisca recuerda que su propia casa era un lugar de paso para los
adultos que partían al exilio y dejaban a sus niños alojando algunos
días en su hogar: "Me acuerdo de ese permanente pasar". Las monjas de su
colegio, en tanto, recolectaban dinero para entregarlo a la Junta del
Gobierno militar: "Desde septiembre, cada curso está juntando plata para
la restauración de Chile. Y hoy día como es el día del colegio, una
monja fue a dar la plata a la junta", escribió Francisca el 23 de
octubre de 1973. Pero la autora parecía simpatizar más con el bando
caído y comienza a quedar en evidencia los cambios de su pensamiento
político: "...es de lo más U.P.", decía sobre una amiga. "Ella me habló.
Y en casi todas las cosas le hallé razón. No es que yo sea socialista
sino que comprendo a los pobres. Y que la U.P. los ayudaba", escribió en
la última página de ese diario. Hoy, Francisca Márquez piensa que "no todos los niños pueden escribir
tanto" y que es lo único excepcional del texto: "Que una niña, con alto
acceso a consumo cultural, pudiera expresar lo que le estaba pasando". Su diario, en el que escribía que su gran sueño era hacer un libro, se
publicó 46 años después y comienza poco a poco a hacerse famoso.
La veterana actriz asegura que las acusaciones de abuso sexual que pesan sobre ellos no deben empañar su "talento" profesional.
Judi Dench condenó el comportamiento de Kevin Spacey y Harvey Weinstein cuando aparecieron las primeras acusaciones de acoso sexual, pero no no pone en duda su trabajo. En una entrevista con The Radio Times, la veterana actriz británica habló de la eliminación de Spacey de la película Todo el dinero en el mundo
de Ridley Scott en 2017. "¿Qué tipo de agonía es esa? ¿Vamos a negar 10
años en el Old Vic y todo lo que hizo [como director artístico]? ¿Cuán
maravilloso ha sido en todas esas películas? ¿No vamos a ver todas esas
películas que Harvey produjo?", preguntó la actriz. El teatro de Londres The Old Vic recibió al menos 20 testimonios
personales de presunta conducta inapropiada por parte de Spacey, quien
fue su director artístico entre 2004 y 2015. Ninguno condujo a un
proceso penal. El actor de House of Cardsapareció a principios de este mes en un tribunal de Massachusetts como parte de un caso en el que se le acusa de abusar de un joven en 2016, algo que él niega. La veterana actriz, de 84 años, tenía una relación cercana tanto con
Weinstein como con Spacey. Al primero ha declarado deberle su carrera en
Hollywood, y del segundo también ha confesado en el pasado guardarle
gratitud por el apoyo que le mostró durante la filmación de la película Atando cabos,
en 2001, poco después de que falleciera el marido de la intérprete,
Michael Williams. “No puedo aprobar de ninguna manera lo que dicen que
ha hecho, pero ¿todos los compañeros que han cometido en el pasado algún
tipo de falta van a ser marginados y excluidos de la industria
cinematográfica? ¿Tenemos que ir atrás y excluir a cualquier persona que
en el pasado se haya comportado mal? Es un actor maravilloso y un buen
amigo”, insistió la actriz sobre Spacey en una entrevista con este periódico el pasado septiembre, cuando fue galardonada con el Premio Donostia del Festival de Cine de San Sebastián.
"No
se puede negar a alguien su talento", dijo. "Es mejor entonces que
nunca mires un cuadro de Caravaggio [el pintor del Renacimiento también
fue un asesino] o que nunca hayas ido a ver a Noël Coward [el dramaturgo
británico fue acusado de comportamiento depredador]", continuó en su
discurso. La actriz ha sido una colaboradora habitual de Weinstein,
pero fue rápida en condenar su comportamiento tras las denuncias de las
que ella dijo que no sabía nada. Weinstein ha negado todos los cargos de sexo no consentido.