Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 ene 2019

Ayudar al enemigo................................................Javier Marías

No cabe sino preguntarse por qué la Sexta, Podemos, Esquerra, PDeCAT y otros medios y partidos desean fervientemente que Vox crezca sin parar.
Es imposible que los medios de comunicación, sus tertulianos y articulistas desconozcan el viejo adagio de Wilde según el cual “sólo hay una cosa peor que dar que hablar, y es no dar que hablar”. De esta máxima se han hecho variantes sin fin, y una de ellas llega a afirmar —acertadamente en nuestro tiempo— que resulta más beneficioso que de uno se hable mal, si se habla mucho.
 Esto se vio con Berlusconi y se ve ahora con Trump. 
Su éxito consistió, en gran medida, en que lograron que la prensa girara en torno a ellos, que les diera permanente cobertura para alabarlos y sobre todo para denostarlos. 
Ambos montaron espectáculo y armaron escándalos, y los periódicos, las televisiones, las radios y las redes sociales, incluidos los serios (bueno, si es que una red social puede ser seria), se ocuparon hasta la saciedad de sus salidas de pata de banco y de sus bufonadas.
Esto es, les concedieron más importancia de la que tenían, y al dársela no sólo los hicieron populares y facilitaron que los conocieran quienes apenas los conocían, sino que los convirtieron en efectivamente importantes.
 La época de Berlusconi parece que ya pasó (nunca se sabe), pero ahora la operación se repite con su empeorado émulo Salvini: a cada majadería, chulería o vileza suya se le presta enorme atención, aunque sea para execrarlas, y así se las magnifica.
 La era de Trump no ha pasado, por desgracia, y se siguen registrando con puntualidad cada grosería, cada despropósito, cada sandez que suelta, y así se lo agranda hasta el infinito. 
Llegados a donde han llegado tanto Trump como Salvini (el máximo poder en sus respectivos países), ahora ya es ­inevitable: demasiado tarde para hacerles el vacío, que habría sido lo inteligente y aconsejable al principio.
 Cuando quien manda dice atrocidades, éstas no se pueden dejar pasar, porque a la capacidad que tenemos todos de decirlas, se añade la de llevarlas a cabo. 

Si mañana afirma Trump que a los musulmanes estadounidenses hay que meterlos en campos de concentración, o que hay que privar del voto a las mujeres, no hay más remedio que salirle al paso y tratar de impedir que lo cumpla.
 Pero a esas mismas propuestas, expresadas hace dos años y medio, convenía no hacerles caso, no airearlas, no amplificarlas mediante la condena solemne. 
En el mundo literario es bien sabido: si un suplemento cultural lo detesta a uno, no se dedicará a ponerlo verde (aunque también, ocasionalmente), sino a silenciar sus obras y sus logros, a fingir que no existe.
 Como es imposible que esta regla básica se ignore, hay que preguntarse por qué motivo los medios y los partidos en teoría más contrarios a Vox llevan meses dándole publicidad y haciéndole gratis las campañas.
 Veamos: ese partido existe hace años y carecía de trascendencia. Un día “llenó” con diez mil personas (bien pocas) una plaza o un recinto madrileños.
  Eso seguía sin tener importancia, pero la Sexta —más conocida como TelePodemos, raro es el momento en que no hay algún dirigente suyo en pantalla— abrió sus informativos con la noticia, le regaló largos minutos y echó a rodar la bola de nieve.
 En seguida se le unieron otras cadenas y diarios, de manera que, aunque fuera “negativamente” y para criticarlo, obsequiaron a Vox con una propaganda inmensa, informaron de su existencia a un montón de gente que la desconocía, otorgaron a un partido marginal el atractivo de lo “pernicioso”.
 Y así continúan desde entonces. 
Se esperaba que en las elecciones andaluzas Vox consiguiera un escaño y le cayeron doce.
 Inmediatamente Podemos (en apariencia la formación más opuesta) agigantó el aún pequeño fenómeno, llamando a las barricadas contra el fascismo y el franquismo que nos amenazan.
 Lo imitaron otros, entre ellos el atontadísimo PSOE. 
Los independentistas catalanes se frotaron las manos y lanzaron vivas a Vox, porque eso les permitía hacer un pelín más verdadera su descomunal mentira del último lustro, a saber:
 “Vean, vean, España entera sigue siendo franquista”. 
Los columnistas más simples se lanzaron en tromba a atacar a Vox, y a pedirnos cuentas a los que ni lo habíamos mencionado.
 No sé otros, pero yo me había abstenido adrede, para no aumentar la bola de nieve creada por la Sexta, que ya no sé si es sólo idiota o malintencionada. 
¿Hace falta manifestar el rechazo a un partido nostálgico del franquismo, nacionalista, xenófobo, misógino, centralista y poco leal a la Constitución, amén de histérico? Ça va sans dire, en cierta gente se da por supuesto. 
Si Vox estuviera en el poder, como lo están sus equivalentes Trump, Salvini, Maduro, Orbán, Bolsonaro, Ortega, Duterte y Torra, habría que denunciarlo sin descanso.
 Pero no es el caso, todavía.
 Un 10% de apoyos en Andalucía sigue siendo algo residual, preocupante pero desdeñable.
 Ahora bien, cuanto más suenen las alarmas exageradas, cuanto más se vea ese 10% como un cataclismo, más probabilidades de que un día acabe siéndolo.
 Y como es imposible —repito— que se desconozcan el adagio de Wilde y sus variantes, no cabe sino preguntarse por qué la Sexta, Podemos, Esquerra, PDeCat y otros medios y partidos desean fervientemente que Vox crezca sin parar, mientras fingen horrorizarse. 

 

19 ene 2019

“Indio, indio, restaurante, casa, dormir”.................... Juan Cruz

En este centro de Málaga, los inmigrantes aprenden la lengua de su nuevo país y buscan compañía.

Voluntarias de Málaga Acoge, junto a varios de los inmigrantes a los que dan clase, en la sede de la asociación el jueves.
Voluntarias de Málaga Acoge, junto a varios de los inmigrantes a los que dan clase, en la sede de la asociación el jueves.
No tiene número la casa de la calle Bustamante de Málaga donde maestros jubilados educan en español a los emigrantes que llegan aquí por tierra o en pateras.
 Viven buscando refugio; tuvieron que escuchar, los maestros también, que podrían estar entre los 52.000 deportados que anuncian discursos políticos de la derecha reciente.
Esta de la calle Bustamante es una universidad popular y bulliciosa. A cualquier hora.
 Desde 1990 funciona organizada por Málaga Acoge.
 En cada uno de sus cubículos hay, esta mañana del último jueves, árabes, africanos o ucranianos en clases de alfabetización, ante sus cuadernos inéditos.
 Hay también maestros para los que ya saben algo e incluso para los que son, verdaderamente, universitarios cuyos oficios (dentista, músico, médico) se han interrumpido por un viaje que tiene dos causas: la necesidad y el hambre.
 
Adela Jiménez Villarejo, la educadora más veterana, fundadora, en 1990, de esta institución, resume la conversación con un emigrante indio. 
No sabe otro idioma que el suyo, trabaja sin descanso entre personas que hablan su idioma.
 Le cuesta aprender y esto es todo lo que dice:
-Indio, indio, restaurante, casa, dormir.
Para estos educadores –Manuel Vergara, Adela, Lola Avilés, Pilar Ampudia, Teresa Cobo, Carmen Espeja, José Tomas Pacheco— estas personas “son seres, nombres propios, no son números”, de modo que esa cifra, 52.000, señalada por políticos que aventaron la idea de deportarlos, les produjo “indignación, rabia, impotencia”
Los emigrantes –Tetiana, Pedro, Rut, Ludmila, Ouarda, Andrii, Yousseff, Saloua, Maria, Natalia… —no escuchan el eco de esa bravata.
 Y aquí están, aprendiendo la lengua, tratando de hacerse entender en las farmacias y en los mercados; también, dicen sus educadores, encuentran en sus compañeros de clase nuevas amistades.
 Atrás quedaron familiares y países; saben que no van a ser, aquí, profesores, o médicos, técnicos o camareros. “Quieren vivir”. Acaso diciendo tan solo “indio, indio, restaurante, casa, dormir”.
Esta universidad chiquita es un alivio;
 esta mañana dicen palabras optimistas sobre la acogida, Málaga los trata bien; pero, creen los maestros, es quizá porque el foco está puesto ahora sobre ellos por los periodistas. 
“Pero esto es muy duro. Incomprensión, egoísmo, falta de entendederas. Han convertido la inmigración en un infierno”.
En este país que fue de emigrantes, la policía es mejor que las leyes. 
María Luisa I. Thomson Caplin, abogada del turno de oficio que se ocupa de ellos desde que llegan en pateras, es consecuencia ella misma de una historia de emigrantes españoles a los que el exilio arrojó en México.
 Y es ahora una mano que asiste a los que arañan la Costa del Sol. “Todo es absurdo. Niños, jóvenes, mayores. 
Buscan una vida nueva. Y aquí los separan de sus hijos.
 Son prudentes, educados, pacíficos”. La ley los retiene, los detiene, los deja marchar y se diluyen. 
“¿Dónde los van a encontrar los que quieren deportarlos?”

En el aula de los analfabetos una mujer mayor trata de saber cómo se coge el lapicero.
 El maestro explica por qué está allí. “Me jubilé. Vine a echar una mano.
 Ahora nada me puede hacer más feliz que escuchar que uno de estos inmigrantes me dice que ya puede leer”.

Aprenden la lengua de un país que aquí al menos, en este recinto que los acoge, los quiere lejos de la desolación o la intemperie.
Estos que los asisten en la peculiar universidad de la calle Bustamante saben qué es lo peor: 
“El rumor de que esta gente viene a aprovecharse de nosotros. De que nos roban lo nuestro”. 
Los maestros encuentran una sola palabra en el diccionario de su rabia: indignación.

 

Famosos que mantienen relaciones abiertas: ¿realidad o leyenda urbana?

Reconocer que no se mantiene una relación monógama no es fácil: uno se expone a críticas severas, como les ha ocurrido a algunas estrellas que han tenido que retractarse, matizar sus palabras o moverse en el terreno de la ambigüedad.

 

Famosos que mantienen relaciones abiertas: ¿realidad o leyenda urbana?
Elegir un modelo de pareja no significa que haya que ceñirse a él para siempre. 
Se puede cambiar de opinión.
 Este fue el caso de la cantante Carla Bruni, que cuando estaba unida al filósofo Raphaël Enthoven, padre de su hijo mayor Aurélien, se mostraba a favor de las relaciones abiertas o, lo que es lo mismo, de mantener encuentros sexuales con otras personas, además de con la que compartía su vida. 
Sin embargo, cuando se enamoró en 2007 del expresidente de Francia Nicolas Sarkozy, sus planteamientos pasaron a ser otros.
 La modelo ve ahora las cosas desde otra perspectiva: “Si me enterara de que mi marido me engaña me lo tomaría muy mal. Podría cometer alguna atrocidad como cortarle la garganta o las orejas mientras duerme. 
Hay que evitar serle infiel a tu pareja, es algo muy peligroso, uno de los caminos que acaba llevando a la separación.
 La fidelidad, desde mi punto de vista, es una condición esencial en un matrimonio”, manifestaba en la edición francesa de la revista Elle en 2016.
Hace casi dos años, cuando el periodista y escritor Juan del Val publicó el libro Parece mentira, su mujer Nuria Roca y él, revelaron que mantenían una pareja abierta.
 Las redes sociales hirvieron con descalificaciones, que le obligaron a pronunciarse a través de las redes sociales: 
“Respeto profundamente cualquier modelo de vida, que cada uno viva como le dé la gana, solo, en pareja o en grupo. 
Yo no veo ninguna opción como la única ni la mejor. No entiendo por qué alguien se enfada cuando otra persona expone su manera de vivir o de sentir”.
 Recientemente, la colaboradora de El Hormiguero 3.0. desvelaba en el programa que están yendo a terapia de pareja y que el resultado está siendo óptimo: 
“Teníamos que escribir en una hoja las cosas por las que estábamos juntos, las cosas que nos perderíamos si no estuviéramos en pareja y las que nos sobran en la relación. 
Tienen que pesar más las cosas buenas”.

Las relaciones abiertas están dejando de ser un tema tabú y también en Hollywood es una cuestión de plena actualidad.
 Aún así, no todas las estrellas se atreven a abordar esta cuestión y, cuando lo han hecho, como fue el caso de Jada Pinkett-Smith, han tenido que matizar mucho sus palabras.
 Otras, como Shirley MacLaine, de 84 años, han sido pioneras en dar la cara.
1. Will Smith y Jada Pinkett-Smith
Durante años se dio por hecho que eran uno de los más claros ejemplos de esta manera de vivir.
 Sin embargo, parece ser que no es así… Todo surgió cuando en 2013, la actriz y directora de cine hizo unas declaraciones en HuffPost Live que se prestaban a esa interpretación: “Siempre le he dicho a Will: 
‘Haz todo lo que quieras siempre que te puedas mirar en el espejo y sentirte bien’. Porque, al final del día, Will es dueño de sí mismo. Tiene que decidir lo que quiere ser y no es algo que me corresponda a mí. O viceversa”. 
 Ante el revuelo que se formó, Jada publicó un comunicado en Facebook para aclarar los malentendidos y dar un significado unívoco a sus palabras: 
“Will y yo hacemos lo que queremos, porque confiamos el uno en el otro.
 Esto no significa que tengamos una relación abierta… Significa que tenemos una relación adulta”.

  Tilda Swinton
La vida de la actriz británica han sido tan poco convencional como las películas que protagoniza. 
Tilda estuvo casada con el dramaturgo John Byrne, padre de sus gemelos, Honor y Xavier, con quien sigue manteniendo una excelente relación, y se publicó en reiteradas ocasiones que compartía casa en Escocia con él y con su actual pareja Sandro Kopp, un visual artist alemán 18 años más joven que ella. Ganadora de un Oscar a mejor actriz de reparto por Michael Clayton en 2008, Tilda, consciente de la leyenda que arrastra, despejaba las dudas de una vez por todas en una reciente entrevista en Il Corriere:
 “Hay un divertido y difuso malentendido: no he vivido nunca con dos hombres.
 De John me separé amistosamente hace 14 años, se ha vuelto a casar y vive a muchas horas de distancia de mí. Con Sandro llevo once años. 
No es extraño en familias grandes como la nuestra quedar como buenos amigos”
Dolly Parton
La emblemática cantante de country lleva más de 50 años casada con Carl Thomas Dean y, en 2007, hizo unas declaraciones que parecían indicar que la suya era una relación abierta: 
 “Si nos somos infieles no lo sabemos, así que si así es, es bueno para los dos.
 Ni él ni yo querríamos saberlo”, publicaban en The Independent. Aunque cuando la presentadora Oprah Winfrey le preguntó si era cierto, se salió por la tangente y dijo que sus palabras se habían sacado de contesto: 
“Dejamos que cada uno sea lo que quiere ser, pero le mataría si supiera que está con alguien y él haría lo mismo conmigo”
El pasado mes de noviembre, dio una pista sobre el secreto del éxito de su matrimonio en la revista People
“Viajo un montón, pero también disfrutamos cuando estamos juntos y las pequeñas cosas que hacemos”.
 Beyoncé y Jay-Z
En numerosas ocasiones se publicó que esta pareja, una de las más poderosas de la industria musical, podría tener una relación abierta, pero los acontecimientos demostraron que no era así.
 De todas formas, el rapero admitió haberle sido infiel a su mujer y por ese motivo buscaron ayuda profesional: 
“Quiero tener las herramientas emocionales para mantener mi familia unida. 
Hemos hecho el esfuerzo de ir a terapia y nos queremos.
 Creo que estamos en una situación mejor ahora.
 Todavía estamos trabajando en ello, comunicándonos y creciendo. Y estoy orgulloso del padre y marido que soy por todo el esfuerzo que se ha hecho”, confesaba el año pasado a David Letterman, mientras que Beyoncé, unos meses más tarde, en el número de septiembre de Vogue USA, se sinceraba sobre cómo habían superado la crisis:
 “Procedo de un linaje de mujeres que han sufrido rupturas sentimentales, abuso de poder y desconfianza. 
Solo cuando fui consciente de ello pude resolver los conflictos de mi relación”.

. Shirley MacLaine
La inolvidable protagonista de Irma la dulce y El apartamento fue toda una pionera en este sentido, al igual que su marido, el empresario Steve Parker, con quien se casó en 1954 y de quien se divorció en 1982: 
“Nadie lo entendía en ese momento, pero lo hicimos.
 Él vivía en Japón y yo estaba en América trabajando, y esto y lo otro… Nos encontrábamos de vez en cuando y éramos grandes amigos, además de viajar juntos algunas veces.
 Creo que esa es la base para que un matrimonio dure mucho. Yo era muy abierta para esas cosas y él también”, desvelaba a la revista People en 2016.
 Al mismo tiempo confesaba con gran ironía tener ahora otro tipo de relaciones: “Estoy aprendiendo con mis perros lo que es ser posesivo.
 Los adoro, pero tuve que contratar a una nanny para que se ocupara de ellos porque he estado trabajando mucho últimamente”, afirmaba la actriz, quien admitía que se habían encariñado con su cuidadora y la prestaban más atención que a ella.
 “Es duro, no estoy bromeando”, concluía la actriz de Downton Abbey.
 Mila Kunis y Ashton Kutcher
Cuando comenzaron a salir, ambos decidieron que no querían ningún tipo de compromiso y que no se iban a casar nunca. Sin embargo, la actriz cambió de opinión bastante pronto: “Descubrimos que cada vez que intentábamos vernos con otra gente, al final nos llamábamos y acabábamos quedando porque queríamos más. 

Hasta que descubrí que me ponía nerviosa y acabé hablando con él para decirle que no quería vivir más esa situación”, afirmó en el programa The Howard Stern Show en 2016. Un relato que bien podría ser la versión real de la película Con derecho a roce que la propia actriz había protagonizado con Justin Timberlake cinco años antes.

Ethan Hawke
La fidelidad no ha sido una de las características que definan al actor de Gattaca, en cuyo rodaje conoció a su primera mujer, Uma Thurman, de quien se se separó en 2003 y se divorció dos años más tarde.

 Una ruptura traumática en medio de especulaciones de que la causa había sido la relación de Ethan con la que hoy es su mujer, Ryan Shawhughes y que había sido niñera de sus hijos, aunque el protagonista de Boyhood mantuvo que su matrimonio se terminó por otras causas.
 En 2013, en una entrevista concedida a Mr Porter, se mostraba claramente partidario de las relaciones abiertas: 
“La fidelidad sexual no puede ser lo único en lo que se base tu relación.
 La gente tiene una visión muy infantil de la monogamia y la fidelidad… En lugar de reconocer que nuestra especie no es monógama”.

. Mo’Nique
La ganadora de un Oscar como mejor actriz de reparto por Precious desveló en 2006 que ella y su marido, Sidney Hicks, mantenían relaciones sexuales con otras personas y que habían conseguido que su matrimonio funcionara.
 Una década más tarde, la actriz dejó claro que la idea había partido de ella e hizo algunas precisiones en un podcast para los que la criticaban: 
“La gente no lo entendía. Creía que se trataba de intercambios de parejas y orgías. 
Había individuos muy vehementes que metían a Dios en sus opiniones”.
 Su marido, a quien conoció en el instituto, antes de embarcarse en otro matrimonio que fracasó, comparte sus puntos de vista:
 “Nos metimos en esto porque sabíamos que íbamos a estar con alguien que te iba a permitir ser ser quien eres. 
Una de las cosas más románticas que puedes tener en una pareja es ser honesto el uno con el otro. 
Nosotros lo somos”.



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Cambios en la comunicación................................Boris Izaguirre..

Por más elegante que sea la tecnología, los deseos siempre desnudan tanto a un rey como al más millonario.

Fotografía publicitaria de Paulina Rubio para el programa de talentos 'La Voz'.
Fotografía publicitaria de Paulina Rubio para el programa de talentos 'La Voz'.

 

Estamos muy atentos a cómo se desarrolla el divorcio de Jeff Bezos, uno de los reyes de la tecnología y el hombre más rico del mundo por ser el fundador de Amazon.
 Bezos anunció su divorcio a través de un comunicado en Twitter que estaba redactado con la sofisticación que ofrece la neuro oratoria.
 Ninguna palabra sobraba ni resultaba altisonante. 
Era optimista y laudatorio para su ahora exesposa. 
Bezos sabe todo lo que se compra, comunica y vende en las redes gracias a su empresa, que también produce películas y vende comida orgánica.
 El comunicado optimizó la empatía antes que la tristeza o el escándalo que siempre asociamos ante un divorcio de esta escala. Calculado, como todo lo tecnológico, para desviar cualquier crisis que pudiera afectar a Amazon.
 Aunque no consiguió evitar que inmediatamente después, la prensa rosa tradicional publicara las fotos de su nuevo amor, una latina sexy con cuerpo de “voy a triturar tu matrimonio”.
 Eso no cambia: por más elegante que sea la tecnología, los deseos siempre desnudan tanto a un rey como al más millonario.

Sin duda hay que apuntarse a lo de comunicar a través de las redes sociales, si todo debe estar expuesto, mejor que lo expongas tú mismo. 
 El miércoles viajaba junto a Tamara Falcó y su perrita Jacinta en tren de regreso a Madrid, cuando su móvil enloqueció. La bombardeaban con mensajes como “Tamara first lady”. “Tamara presidenta”. 
Susana Uribarri, que habló en italiano casi todo el trayecto, se vio obligada a ejercer de representante investigadora para desentrañar qué originaba esos mensajes.
 Susana detectó que Lecturas había publicado que Tamara estaba “muerta de amor por  Albert Rivera”, el candidato de Ciudadanos que esta semana comunicó, de manera mas clasicorra que Bezos, es decir, sin explicarlo mucho, que había terminado su noviazgo.

Estamos muy atentos a cómo se desarrolla el divorcio de Jeff Bezos, uno de los reyes de la tecnología y el hombre más rico del mundo por ser el fundador de Amazon.
 Bezos anunció su divorcio a través de un comunicado en Twitter que estaba redactado con la sofisticación que ofrece la neuro oratoria.
 Ninguna palabra sobraba ni resultaba altisonante. 
Era optimista y laudatorio para su ahora exesposa.
 Bezos sabe todo lo que se compra, comunica y vende en las redes gracias a su empresa, que también produce películas y vende comida orgánica.
 El comunicado optimizó la empatía antes que la tristeza o el escándalo que siempre asociamos ante un divorcio de esta escala. Calculado, como todo lo tecnológico, para desviar cualquier crisis que pudiera afectar a Amazon
Aunque no consiguió evitar que inmediatamente después, la prensa rosa tradicional publicara las fotos de su nuevo amor, una latina sexy con cuerpo de “voy a triturar tu matrimonio”.
 Eso no cambia: por más elegante que sea la tecnología, los deseos siempre desnudan tanto a un rey como al más millonario.
Sin duda hay que apuntarse a lo de comunicar a través de las redes sociales, si todo debe estar expuesto, mejor que lo expongas tú mismo.
 El miércoles viajaba junto a Tamara Falcó y su perrita Jacinta en tren de regreso a Madrid, cuando su móvil enloqueció.
 La bombardeaban con mensajes como “Tamara first lady”. “Tamara presidenta”. Susana Uribarri, que habló en italiano casi todo el trayecto, se vio obligada a ejercer de representante investigadora para desentrañar qué originaba esos mensajes. Susana detectó que Lecturas había publicado que Tamara estaba “muerta de amor por  Albert Rivera”, el candidato de Ciudadanos que esta semana comunicó, de manera mas clasicorra que Bezos, es decir, sin explicarlo mucho, que había terminado su noviazgo.
Rivera y Falcó tienen casi la misma edad y, siempre según la nota de Pilar Eyre, Tamara se habría enamorado del candidato en la cena que le habrían ofrecido en la casa de su madre, Isabel Preysler. Tamara me miró fijamente. 
“Yo no fui a esa cena”, empezó. “Y me parece absurdo eso de que yo me muera por Albert. ¿Por qué no puede ser lo contrario, que el titular diga que es él quien se desvive por mí?.”
 Miró un momento por la ventana hacia la noche helada y continuó. “¿Tú no dirías que es micromachismo?
 Siempre tiene que ser la chica la que está en condición inferior?”.
Tamara Falco, en Madrid, el pasado diciembre. 
Tamara Falco, en Madrid, el pasado diciembre. Getty Images

No me dio tiempo a responder porque encendió su móvil y empezó un comunicado mediante un Instastory subrayando que no había estado en la cena mencionada.
 Cuando terminó me miró casi divertida. “Me fastidia que ahora no podré ir a sus mítines porque no me dejarán en paz”.
 Le di la razón y también los fotógrafos que la esperaban a la salida de la estación y que me miraron con indiferencia y sin levantar sus cámaras al ver que ella no me acompañaba.
 Tamara había escapado por otra puerta, burlando a la prensa que la perseguía.
La persecución más intensa es la tecnológica.
 Está en todas partes. 
Tanto en la confesión de Kiko Rivera sobre sus adicciones debidas a su estilo de vida como DJ tecno como en las grabaciones del excomisario Villarejo
Esa noche mi marido optó por ver un nuevo episodio de Black Mirror, la perturbadora serie que nos enfrenta a los peligros de la sociedad tecnológica.
 Yo preferí disfrutar de la cuarta entrega de los castings a ciegas de La Voz porque pertenezco a la plataforma defensora de los estilismos y estrategias de Paulina Rubio en televisión.
 Esa noche llevaba el mismo tono de rosa en los párpados y en los labios.
 Aprovechaba cada pausa en su discurso para aumentar esa tensión escénica que ninguno de sus compañeros jueces puede repetir. Engancha y, como si fuera un GPS, te lleva por donde ella quiere. Y pese a la ferocidad con la que sus compañeros —es la única mujer en el jurado— le arrebatan candidatos y lanzan proclamas populistas, Paulina no se exaspera y, exactamente igual que Bezos o Macron, comunica con voz firme y quebrada. 
“Vengo de muy lejos, del otro lado del océano, para invitarte a que estés en mi equipo”. 
Ni una palabra de más. Ni una pestaña menos. 
Quise enviarle un whatsapp: 
Amiga, le van a copiar el discurso y el estilismo en el partido de Albert Rivera.