Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

13 dic 2018

Vestidos de Lady Di acabaron en una tienda de segunda mano por 200 libras

La compradora anónima de uno de los trajes descubrió el origen de la prenda cuando vió un documental sobre la princesa de Gales. 

El traje se acaba de subastar por 150.000 libras.

Diana de Gales durante una visita oficial a Canadá en 1983.
Diana de Gales durante una visita oficial a Canadá en 1983.

 Puede resultar pura ficción pero dado lo que ha ocurrido uno puede llegar a imaginar a personas del entorno familiar de la princesa Diana de Gales diciendo después de su muerte: “Limpiad todo y haced lo que queráis con sus vestidos”. 

Sus hijos eran demasiado pequeños entonces para tomar este tipo de decisiones y, como han llegado a manifestar muchos años después de aquellos funerales que impactaron a medio mundo, la desaparición de su madre les dejó sumidos en un estado se shock en el que los armarios de Lady Di no estaban con seguridad entre sus prioridades.

El caso es que algunos de los vestidos de la princesa, incluidos modelos que utilizó en cenas de gala de visitas oficiales, acabaron en una tienda de segunda mano de Hereford, una localidad inglesa situada a 26 kilómetros de la frontera de Gales.

 El descubrimiento se ha hecho público tras conocer la historia de cómo había llegado uno de los trajes de fiesta de la princesa Diana a la sala de subastas Kerry Taylor, una noticia divulgada por el sitio web ITV News.

 En concreto se trata de un vestido blanco que Lady Di utilizó en 1986 durante el banquete organizado por Issa vin Salman Al Khalifa, el emir de Bahréin, durante una gira que realizaron los entonces herederos británicos por Oriente Medio.

 La leyenda cuenta que durante ese encuentro la princesa llegó a preguntarle al emir cuál sería su reacción si su hijo se casara con una británica alta y rubia.

 Y que él contestó diplomáticamente: “Estaría muy celoso”. 

El caso es que el vestido llegó a la tienda de segunda mano en algún momento y años después una compradora de quien se desconoce su nombre lo adquirió por unas 200 libras (algo más de 222 euros).
 Lo quería para el baile de Saint-Hubert pero cuando se dio cuenta de que era demasiado grande para ella lo relegó al fondo de su armario hasta que años después ve un documental sobre Diana Spencer y se da cuenta de quién era la propietaria original de la prenda olvidada en su guardarropa.
 El traje finalmente acabó en la casa de subastas que lo compró por 2.280 libras (unos 2.500 euros) y que lo ha vendido recientemente por 155.000 libras (más de 172.000 euros).
Los príncipes de Gales durante el banquete ofrecido en Barhéin en el que Lady Di lleva el vestido que ahora ha sido subastado.
Los príncipes de Gales durante el banquete ofrecido en Barhéin en el que Lady Di lleva el vestido que ahora ha sido subastado. Getty Images
La casa de subastas ha desvelado que el vestido llegó a la tienda de segunda mano a través el ama de llaves de una amiga cercana de la princesa Diana y que saben que la misma persona dejo otros vestidos diseñados por Bruce Oldfield para ella.
 Según el portavoz de la casa de subastas, hay más personas de la pequeña ciudad inglesa de Hereford que “tienen en sus armarios otros vestidos de la princesa Diana y no lo saben.
 Pequeños tesoros escondidos en los armarios que pueden significar una sorpresa económica si se ofrecen al mejor postor.
Al menos el desarrollo de la historia hace suponer que puede que fuera la misma princesa quien regalara algunas de las prendas de su armario a sus amistades después de usarlas.

El año ‘horribilis’ de las Campos.................Maite Nieto

La presentadora y sus dos hijas viven sus momentos más bajos con la reaparición del cáncer de Terelu y el ocaso profesional de la matriarca.

María Teresa Campos, con su hijas Carmen y Terelu.
María Teresa Campos, con su hijas Carmen y Terelu. GTRES

 

Cuando en marzo de 2017 Telecinco canceló Qué tiempo tan feliz, el programa que presentaba cada fin de semana María Teresa Campos desde hacía ocho años, parecía que había llegado el gran cataclismo a la vida de una presentadora acostumbrada a tener a sus pies a la audiencia y a las cadenas de televisión por las que había pasado.
 Sin embargo, la sucesión de adversidades solo acababa de empezar.
En mayo, la periodista sufrió un ictus mientras su pareja, Edmundo Bigote Arrocet participaba como concursante en Supervivientes, un reality de la misma cadena que dio por finalizado su programa, pero con la que había firmado un contrato de larga duración que, según un comunicado de Mediaset, “permitirá a la periodista seguir vinculada al grupo con nuevos proyectos”.
Teresa Campos superó el ictus sin que le dejara secuelas, su hija Terelu anunciaba en mayo que estaba curada del cáncer que padecía y Carmen Borrego abandonaba definitivamente el anonimato de un trabajo tras las cámaras para convertirse en otro personaje más de la cadena en la que trabajan las tres y que se empeñó en convertir sus vidas personales en carne de reality.
  Así nació Las Campos, madre e hijas abriendo las puertas de su intimidad para enseñar cómo vivían, cómo discutían, quién trabajaba en su casa y con qué cara se levantaban por las mañanas. El año 2017 acabó con una reunión en la casa materna a la que convocaron a periodistas de todos los medios para presentar nuevas entregas de Las Campos, que las situaban en distintos escenarios del mundo, el primero, Nueva York. 
El nuevo programa que Teresa Campos quedaba aparcado en favor del intento de convertirlas en las Kardashian españolas.
Terelu Campos, con su madre, llegando al hospital donde fue operada.
Terelu Campos, con su madre, llegando al hospital donde fue operada. GTRESONLINE
La audiencia siguió respondiendo al morbo de ver a madre e hijas en acción, pero muchos profesionales comenzaron a preguntarse a qué se debía que el trío se aviniera a exponer su intimidad si podían seguir viviendo de sus respectivas profesiones. 
Volvieron a arreciar los comentarios sobre sospechas que siempre habían estado ahí, pero nunca se han concretado: la matriarca tira de sus hijas y sin ella sus trabajos y su nivel de vida pende de un hilo.
 La periodista dijo entonces que lo hacía para divertirse.
 La semana pasada, su hija Carmen Borrego confesó en una entrevista publicada en Semana que "se ha arrepentido de hacerlo". Y añadió "Si algo se ha ganado mi madre durante tantos años es el respeto".
 Y sobre Las Campos, arreciaron las críticas e incluso la mofa.

2018 ha superado las expectativas del clan Campos y no precisamente para bien.
 Teresa Campos no ha conseguido un programa propio con el que volver a la televisión y no parece que haya planes para que se materialice algún proyecto.
 La edad no perdona y los espectadores reclaman sangre nueva que consumen a ritmo desmesurado. 
Terelu Campos y Carmen Borrego, pasada la pasión televisiva por ver su vida pasar, prácticamente se limitan a aparecer como colaboradoras en Sálvame y los programas satélite de los que se nutre (léase realities diversos de la cadena amiga de la familia).
Y si el clavo de no tener un programa con el que despedirse de sus seguidores se ha hundido profundamente en el ánimo de la matriarca, nada ha afectado más al ánimo de la familia que la reaparición del cáncer en la vida de Terelu. 
 En pocos meses se ha sometido a tres intervenciones quirúrgicas. Primero para extirpar el nuevo tumor de mamá que apareció por sorpresa cuando daba la enfermedad por olvidada; después para realizarse una doble mastectomía preventiva y más tarde para solucionar complicaciones causadas por esta intervención.
 El rostro de la hija mayor de la presentadora refleja todo el dolor y sufrimiento que está pasando durante estos meses, y su larga ausencia de la televisión ha aumentado el interés por conocer cualquier detalle sobre la evolución de su enfermedad y sobre el estado de ánimo tanto de ella como de su madre y su hermana.

A todo esto se han sumado dos nuevos frentes: la casa en la que María Teresa Campos invirtió gran parte de sus ahorros y que ahora quiere vender, sin éxito, para conseguir dinero en efectivo, y la traición de María, la empleada de hogar que llevaba trabajando 15 años en su casa, que la ha denunciado por despido improcedente, y que espera su oportunidad para vender al mejor postor los secretos de la familia. 
 Sobre este conflicto María Teresa Campos ha sido muy explícita. Según su versión, María a quien consideraba de su total confianza, se marchó de vacaciones y no volvió. 
La denuncia ha sido la guinda de un conflicto que no entienden: “Es lo más grande que podía pasarme”, dijo la presentadora a la revista Diez Minutos, “Por ella habría puesto las manos en el fuego”. 
Respecto a venta de la casa, parece que la operación se frustró en el último momento.
 Un contratiempo importante a tenor de las noticias que apuntan a que la periodista y presentadora ya ha alquilado otro chalé, mucho más pequeño, y quiere reducir sus gastos para sanear su economía y no tener que hacer uso de su patrimonio ante la proximidad del final del contrato que firmó en 2017 con Mediaset.
En cualquier caso, nada es comparable con el caos sentimental en el que ha caído la familia a causa de la enfermedad de Terelu Campos. “He llegado a pensar que mi hermana perdía el conocimiento de dolor”. “La soledad de mi hermana, con lo que tiene encima, me desgarra”. “He visto llorar a mi madre sin consuelo cuando bajaban a mi hermana al quirófano”. 
Son algunas de las frases de la entrevista que concedió Carmen Borrego a la revista Semana, que desvelan el bajo momento por el que están pasando.
 

Pocas veces se había oído algo así entre un diputado de Podemos y otro del PP en el Congreso: "No sé si me voy a arrepentir, pero..."

Nos ha emocionado a todos.

Pocas veces se había oído algo así en el Congreso de los Diputados. Por desgracia, porque es un gesto noble que ha sido ampliamente aplaudido por todos los presentes.
Sucedió el pasado miércoles de la mano del parlamentario por Santa Cruz de Tenerife de Podemos Alberto Rodríguez, que piropeó a un diputado de otro partido diferente.
 Nada más y nada menos que del Partido Popular: a Alfonso Candón.
"Bueno, llevo un rato pensándomelo y como sé que esto queda grabado... Y queda para la historia y para los anales de este país... No sé si me voy a arrepentir.
 Quedará en el diario de sesiones", ha dicho Rodríguez al subir a la tribuna de la cámara baja este miércoles.

"Nunca pensé que fuese a decirle algo así a alguien en esta cámara y menos a un diputado del PP: lo vamos a echar de menos", 
ha dicho mirando sin dejar ni un segundo de sonreír el parlamentario canario a Alfonso Candón, que abandona el Congreso para formar parte del grupo popular en el Parlamento andaluz.
"Le voy a decir algo. Creo que es de las cosas más bonitas que se le pueden decir a alguien", ha continuado Alberto Rodríguez, para sorpresa del resto. 
"Es usted buena persona y le pone calidez humana a este sitio", ha concluido su despedida de Candón, mientras el resto de parlamentarios ha elogiado sus palabras de la mano de una intensa ovación. 

 

12 dic 2018

Las reinas y princesas también heredan la ropa de la familia

Victoria de Suecia, Máxima de Holanda y la reina Letizia son algunas personalidades de la realeza que han recuperado vestidos que ya usaron sus antecesoras.

De izquierda a derecha: la reina Letizia, Máxima de Holanda y Victoria de Suecia.

De izquierda a derecha: la reina Letizia, Máxima de Holanda y Victoria de Suecia. 

 

Heredar el armario de los progenitores parece que está a la orden del día entre los miembros de la realeza. 
La última, y la más habitual, ha sido Victoria de Suecia, que en los premios Nobel celebrados la noche del lunes ha lucido el mismo traje que vistió su madre, la reina Silvia de Suecia, 23 años antes en el mismo evento.
 El diseño, de Nina Ricci, es un vestido palabra de honor que combina el rosa en el corpiño, el dorado en un fajín y el gris con acabado satinado en una voluminosa falda con una gran lazada en la espalda.
 Además del vestido, la princesa Victoria, igual que lució entonces la reina Silvia en 1995, llevó la banda y la orden de la familia real sueca.
Este no es el primer guiño de Victoria de Suecia a su progenitora. El año pasado, en 2017, la princesa hizo al menos tres apariciones públicas luciendo ropa que había pertenecido a la reina de Suecia. En abril, la princesa llevó un vestido azul marino con topos rojos y lazo al cuello de Yves Saint Laurent que su madre se puso en 1980. Unos meses después, en Nueva York, Victoria de Suecia escogió el vestido fucsia que la reina llevó en un posado de Drottningholm en 1984; y en agosto, la princesa eligió el mismo vestido amarillo pastel con rayas en rojo y gris que su madre lució casi 40 años antes, justo un año después de tenerla a ella.
Una costumbre que parece asentarse entre otras familias reales.
 En España, la reina Letizia homenajeó en enero a doña Sofía llevando por primera vez ropa de su vestidor.
 Fue para la celebración del 80 cumpleaños de don Juan Carlos con un almuerzo en la Zarzuela cuando doña Letizia decidió rescatar del armario de doña Sofía un traje que la reina emérita había lucido 34 años antes
Se trata de un vestido gris hasta la rodilla de manga larga y abullonada con rayas finas y un lazo anudado a un lado del cuello que la esposa de don Juan Carlos lució durante una visita al centro de rehabilitación médico-psicopedagógico Dionisia Plaza, en la localidad madrileña de Aravaca, en noviembre de 1984. 

La reina Letizia en Zarzuela, por el 80 cumpleaños de don Juan Carlos, y a la derecha, la reina Sofía en 1984. 
La reina Letizia en Zarzuela, por el 80 cumpleaños de don Juan Carlos, y a la derecha, la reina Sofía en 1984.
Máxima de Holanda, en 2004, y a la derecha, su hija Alexia, el paado abril.
Máxima de Holanda, en 2004, y a la derecha, su hija Alexia, el paado abril.
Un caso parecido es el de Máxima de Holanda, aunque en lugar de reciclar el armario de su suegra, la reina Beatriz, son sus hijas quienes han vestido prendas que ella ya había lucido antes y, además, las tres en el mismo día, durante la celebración del 51 cumpleaños del rey Guillermo de Holanda el pasado abril.
La mayor y futura heredera al trono, Amalia de Holanda, recicló una chaqueta beige del armario de la reina que combinó con su conjunto de dos piezas en tonos naranjas. La princesa Alexia, por su parte, vistió la misma falda negra midi y la cazadora vaquera que su madre lució en 2004, cuando acompañó a su marido, entonces príncipe Guillermo, al Día de la Reina
. Y, por último, la más pequeña, la princesa Ariane, utilizó la chaqueta de punto beige que la monarca ha lucido en varias ocasiones.