Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

30 jun 2018

Quince años tiene mi amor-Dúo Dinámico

Fingid y reíd.................................................... Joaquín Reyes

Era mi noche, como suele decirse. Pero en las pausas, lejos de oírse risotadas, lo que reinaba eran respiraciones y cuchicheos.



El Dúo Dinámico durante una actuación en Campello (Alicante).
El Dúo Dinámico durante una actuación en Campello (Alicante). 

Estaba encima el escenario. 
Mi boca despachaba —como si fuera una ametralladora del humor— ingeniosísimas bromas: ¿Por qué cuando dices: tienes un chicle, la gente te responde: “que si quiero o que si tengo”?; ¿Por qué lo llaman juego de café si son tazas y platos?... etcétera.
 No escatimaba, además, en gestos y ademanes; además, se me entendía bastante bien —teniendo en cuenta que soy manchego— estaba absolutamente sobrio.
 Era mi noche como suele decirse. Pero en las pausas, que con tanto mimo dejaba para que la gente riera a mandíbula batiente, lejos de oírse risotadas, lo que reinaba eran respiraciones y cuchicheos. Nada más.
 Entonces a mi mente acudieron imágenes de catástrofes naturales y de colaboradores de Sálvame, e incluso me acordé de una película que vi de niño donde a los incautos protagonistas les perseguía Yul Brynner con los ojos rojos. O sea, que regular mal.

Mentiría si dijese que no me afectó un poquillo, pero mantuve la compostura y terminé el show sin escatimar ni un minuto

. Lo que sí hice una vez me bajé del escenario fue agarrar a uno de esos bastardos de la pechera y pedirle explicaciones.
 —¿Por qué diablos no os habéis reído? ¿Qué pasa? ¿Es que no entendéis las jodidas bromas?
— No es eso, señor Joaquín…
— Entonces, ¿qué es?
— Pues que el monólogo que ha interpretado usted, nos lo sabemos de principio a fin.
Tócate las narices, por eso no se reían.

 Entonces, ¿qué pasa: que tengo que escribir bromas nuevas? ¡Así de fácil! ¡Me cago en la leche! ¿No son conscientes de que, casi con total seguridad, no serían ni de lejos lo graciosas que son estas? ¿Quieren bromitas de chichinabo? ¿Eso es lo que quieren? ¿Que me hunda? ¿Que beba a solas? ¿Que dé portazos? ¿Que estampe objetos contra las paredes? ¿Quieren que me comporte de una manera errática?
Estos chistes son geniales. Vale que los escribí en 2001, pero tampoco ha pasado tanto tiempo.
 El Dúo Dinámico, lleva 70 años cantando Quince años tiene mi amor, por ejemplo, y la gente no les dice “¡Ey, Dúo Dinámico cántanos otra, que esa ya nos la sabemos!”.
 No, joder, no se lo dicen ni de coña. 
Así es que, si os sabéis mis bromas, disimulad y fingid, y haced como que os reís.
 No seáis tan egoístas y pensad un poco en mí también.
De nada.

 

Salir de la zona de confort........................... Boris Izaguirre

En este momento emergente, los protagonistas son los que entienden el poder de lo inesperado.

 Diego Armando es un hombre acabado, Maradona es un mito que alimenta redes.

Maradona gesticula durante el partido del Mundial que enfrentó a Argentina con Nigeria, en San Petersburgo.  

 

Maradona gesticula durante el partido del Mundial que enfrentó a Argentina con Nigeria, en San Petersburgo. Getty
 
 
Me encantan los Mundiales de fútbol, porque pasan cosas. Se mezcla lo deportivo con el azar, la vida, el respirar. Corea del Sur destronando a Alemania.
 Ese Maradona, puestísimo, que se infla de emoción ante el gol de Messi que salvó a Argentina de regresar a casa con las manos vacías. 
 El momento Maradona es desagradable porque es la coronación de un divismo insaciable.
 Le arrebata el titular al deportista con un aparatoso gesto de histrión.
 Pero en este momento emergente, los protagonistas son los que entienden el poder de lo inesperado.
 Diego Armando es un hombre acabado, Maradona es un mito que alimenta redes y engorda rodeado de gente equivocada.
 Basta ver ese vídeo, donde lo trasladan al interior de una sala VIP del estadio donde se desmayó y, una vez apoyado en una butaca y atendido por paramédicos rusos, uno de sus acompañantes se come varios canapés viendo la escena tan pancho.
Es posible que tus amistades reflejen parte de ti. Maradona está endiosado y abotargado, todo en él es una sobredosis. Y solo pueden acompañarle personas que sepan aprovecharse de eso. 
Maradona es detestado por la oposición venezolana, por ejemplo, porque se ha dejado acariciar la panza tanto por Chávez como por Maduro. 
A los fans de Maluma, el nuevo ídolo musical colombiano, les incomodó la acaramelada imagen del cantante junto al astro argentino en un avión privado. 
 Después de alojarse en el hotel Four Seasons de Moscú, al autor de Felices los 4 le sustrajeron joyas por un valor de 700.000 euros.
 Ese es el problema del bling-bling, que como tienes que ponerte todas las joyas juntas, viajar se convierte en un riesgo.
 Le robaron casi tanto como a Kim Kardashian en París el año pasado y puede deberse no solo a la ostentación sino a la permanente exhibición en Instagram.
 Esta juventud no sigue el consejo de las antiguas estrellas del glamour exagerado, como Zsa Zsa Gabor, que igualmente jamás llevaba pocas joyas pero las que llevaba nunca eran auténticas. 
De hecho, las fabricaba su madre en un taller de Hollywood y las verdaderas se guardaban en el banco.
 Lo que pasa es que en la época de Zsa Zsa, llevar joyas significaba que te las regalaban hombres poderosos.
 Hoy en día el poder de un logo, de una marca es una revalidación de ti mismo.
 Ser nuevo rico ya no está mal visto y tiene que ser exhibido como la brillante realización de tus sueños.
 Un vicio del que no podemos desprendernos. 

Retrato de estudio de la actriz Zsa Zsa Gabor realizado entre 1950 y 1955.
Retrato de estudio de la actriz Zsa Zsa Gabor realizado entre 1950 y 1955. Getty Images
Brillos y vicios hay en todas partes.
 Y, como no, en el PP también empiezan a aflorar unos cuantos gracias al escándalo de las afiliaciones hinchadas como el ego de Maradona. 
Parece que siguen afiliadas personas que ya no están vivas, algo que en realidad no debe sorprender mucho en un partido político, porque si le eres fiel a una ideología aquí, también deberías serlo en el más allá. 
Bromas aparte, Pablo Casado, el aspirante con la sonrisa ilimitada, ha sabido aprovechar el regate para convertirse en el hombre bisagra, es decir, ese elemento imprescindible que estará sujetando la puerta de Cospedal o de Sáenz de Santamaría, porque como no habrá mayoría, cualquiera que gane lo necesitará. 
Pablo, seguramente por los másteres que ha hecho, sabe adelantarse y hacerse necesario. 
 
Lo escuché una mañana muy jovial y congeniando con Pepa Bueno, encantado de llamarla Pepa y confesando, en plan tierno que a sus mítines no viene mucha gente. Distendido pero concreto.
 Y mientras tanto Soraya, que ya debería tener una serie de televisión al estilo de Paquita Salas, insiste en que todo el tema de los afiliados hinchados es algo a lo que debe responder el aparato del partido, que es Cospedal y del que ella, en plan infanta Cristina o Ana Mato, no sabe nada. Mal, Soraya, mi amor (que es como debería llamarse el serial), es como que si no te hubieras dado cuenta de que las cosas no es que están cambiando, es que han cambiado. Soraya corres peligro de no transmitir un mensaje renovado.
 Haz como Paula Echevarría, que en Pronto revela que con la edad, “me gusta salir más de mi zona de confort. Divertirme, tirarme al suelo y comer polvo y tierra”. ¡Esta entrevista deberían hacerla suya Soraya y Begoña Gómez, la esposa del presidente Sánchez! 
 Estamos en la era de abandonar la zona de confort.
 Y comer polvo. Y tierra.
 


Desaparecidos de segunda....................................... Rebeca Carranco.

Hace tres años que no se sabe nada de Caroline del Valle, de 14 años.

 A diferencia de otros, su caso no ha suscitado grandes coberturas mediáticas.

La madre de Caroline enseña una foto de su hija en el móvil.
La madre de Caroline enseña una foto de su hija en el móvil.
El vídeo emboba por la vida que transmite. 
Se la ve bailando, removiendo la larga cola de caballo y dando palmas entre risas, en las calles de la Zona Franca, donde vive, el último lugar de Barcelona sin metro.
 Su abuela se pasó los años limpiando, su madre ha saltado de un trabajo a otro y su padre tiene el turno de noche en la Seat.
 Caroline del Valle es una niña de barrio.
 Desde el 15 de marzo de 2015 está desaparecida. 
Los Mossos la dan por muerta.
¿Le suena su nombre? A mí, que pertenezco al desangelado mundo de los sucesos, también me cuesta retenerlo.
 Su familia ya no sabe qué hacer para que la cara de Caroline, que tenía 14 años cuando desapareció, salga por televisión, llene páginas en los diarios, corra por las ondas de la radio, con su nombre pronunciado como toca, Carolain, en honor a la niña rubia de la película Poltergeist, de los ochenta, que acaba abducida por una televisión.
Lo que sea para tener una pista del paradero de una menor que se esfumó cuando dejaba atrás la niñez de barrio: de ir a dormir a casa de su tía y quedarse con sus primas a llenar el móvil de selfies con Las Nalgonas, su nuevo grupo de amigas; de llevar bien la escuela a estar despistada y suspender; de dar brincos por el barrio a darlos en la discoteca; 
de decir la verdad a mentir para pasarse la noche en la Zona Hermética de Sabadell.
 ¿Pero quién no se ha escapado alguna vez por una ventana para ir al pub de moda cuando aún no se tiene edad para casi nada?

Isabel Movilla asegura que algunas de las nuevas compañías de su hija Caroline se dedicaban a robar móviles a jóvenes que salían tan traspuestos de las discotecas de la Zona Hermética por el alcohol que ni se enteraban.
 Y que por eso se echaron a correr por las calles del polígono industrial la madrugada del 15 de marzo al ver llegar a los Mossos.
Caroline estaba con ellos y también salió a la carrera con la noche y el frío encima.
 Desde entonces su familia la busca incansablemente.
 Han ido a cualquier lugar donde alguien ha creído verla. Han pateado las discotecas buscando su cara entre adolescentes. 
“Yo creo que estaba planeado, que es algo de tráfico de personas y que la tienen en contra de su voluntad”, sostiene infatigable Isabel, sobre el posible paradero de Caroline.
 No le convence la hipótesis de los Mossos de que alguien la mató y ocultó su cadáver.

La madre de Caroline enseña una foto de su hija en el móvil.
La madre de Caroline enseña una foto de su hija en el móvil.

¿Le suena su nombre? A mí, que pertenezco al desangelado mundo de los sucesos, también me cuesta retenerlo.
 Su familia ya no sabe qué hacer para que la cara de Caroline, que tenía 14 años cuando desapareció, salga por televisión, llene páginas en los diarios, corra por las ondas de la radio, con su nombre pronunciado como toca, Carolain, en honor a la niña rubia de la película Poltergeist, de los ochenta, que acaba abducida por una televisión.

La policía tiene en el punto de mira a uno de los amigos de Caroline.
 El joven declaró que ella se cansó de correr, le recomendó que se escondiese debajo de un coche, y él siguió dando zancadas.
 Tras la estampida, el grupo de menores se fue reencontrando. El sospechoso de los Mossos llegó en último lugar, tras dos horas desaparecido. 
Iba manchado de barro y dijo que estuvo escondido. En todo ese rato no llamó a nadie.
 Caroline ya no apareció.
En Estados Unidos se acuñó en 2006 el missing white woman syndrome (el síndrome de la mujer blanca perdida), según el cual la desaparición de una mujer joven, guapa, blanca y de clase alta tiende a convertirse en un boom mediático frente a otros casos que pasan inadvertidos. 
Caroline es blanca, es guapa, es joven, pero no proviene de una familia acomodada. 
Un año después de que ella se esfumase, desapareció Diana Quer, que sí reúne todos los requisitos.
 El periodista Paco Lobatón, del irrepetible Quién sabe dónde, asegura en su libro Te buscaré mientras vivas (Aguilar) que no recuerda “ningún impacto de tal magnitud” desde la desaparición de las niñas de Alcàsser, Miriam, Toñi y Desirée, en 1992.
El abogado de la madre de Caroline, Manuel Navarrete, cree que los medios deciden exclusivamente a qué se le dedica más atención. He abusado y he pedido opinión a un grupo de periodistas de sucesos.
 “Hay muchos ingredientes distintos, pero ni siquiera cumpliéndolos todos puede anticiparse el estallido”, explica Guillem Sánchez, de El Periódico, que cree que existe “un factor X” relacionado “con la identificación que propician víctima, asesino o familiares”. 
Anna Punsí, de la Ser, añade elementos pragmáticos, como la “proximidad del lugar donde ocurre con los centros de trabajo de los medios” o la implicación que tenemos en la búsqueda: “Después, durante el desenlace, la familia ya no puede alejar a los medios”.
Toni Muñoz, de La Vanguardia, recurre al contexto informativo: “El día que hay una moción de censura ya puedes publicar quién mató a Kennedy que nunca va a ser mediático”.
 Carol Espona y Gemma Guzmán, las que tienen más experiencia a sus espaldas en TVE y RNE, respectivamente, subrayan el interés que pueda tener la policía en contar los avances de una investigación como un elemento básico para que la historia siga viva. 
Y todos coinciden en el origen social. “Parece que se asume como más normal que una persona pobre sea más propensa a que le pase cualquier hecho criminal.
 En cambio, cuando es una familia poderosa o de clase alta, sorprende y se pone el foco mediático”, resume Muñoz. 

En el libro Laëtitia o el fin de los hombres (Anagrama) —un relato poliédrico y sosegado sobre el asesinato de una joven en 2011, que abrió las heridas en Francia y que fue oportunamente utilizado por Nicolas Sarkozy— su autor, Ivan Jablonka, lo resume así: “La noticia de un caso emerge, nace en la conciencia pública porque se encuentra en la intersección de una historia, de un terreno mediático, de una sensibilidad y de un contexto político”. 
Y lo compara con las Historias trágicas, de François de Rosset, de 1614, relatos de sucesos que nacieron mucho antes que los medios de masas y Ana Rosa Quintana.
 Historias que “más que alimentar la perversidad del lector, la purgan, como una catarsis, ayudándolo a superar los traumas del tiempo y a domesticar la muerte”.
Isabel lleva ahora el pelo teñido de caoba, como Caroline. 
En su mirada está la mirada de su hija, a la que no renuncia a encontrar. “Se debe a si tienes padrinos o si no los tienes, además del morbo”, explica sobre el tortuoso segundo plano de la desaparición de Caroline, a la que a su entender también se han dedicado pocos esfuerzos policiales. 
Ella lo ve así: “Si eres una familia como la nuestra, como miles de familias españolas, trabajadoras y de clase obrera, lo que piensan es que se ha escapado y que ya vendrá”.