Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

26 abr 2018

Lee aquí el inicio del cuento infantil que Delibes olvidó quemar

El relato inédito del escritor se publica en 'La bruja Leopoldina y otras historias reales', acompañado con sus propios dibujos.


Primera página del cuento 'La bruja Leopoldina'.
Primera página del cuento 'La bruja Leopoldina'.

"Existió una bruja muy dañina, que llevaba por nombre Leopoldina". 
Así comienza el cuento inédito que Miguel Delibes escribió cuando solo tenía 18 años.
 "Las rimas son regulares.
 A mi padre le daría un ataque si se enterase de que lo he publicado", explica entre risas Elisa Delibes, la hija del escritor vallisoletano, encargada de presentar este jueves en la Biblioteca Nacional La bruja Leopoldina y otras historias reales, libro que incluye este cuento, además de Mi vida al aire libre y Tres pájaros de cuenta, los relatos más autobiográficos del autor.
Cuando el autor de Cinco horas con Mario murió en 2010 a causa del cáncer, su hija Elisa creó la Fundación Miguel Delibes y comenzó a revisar todos los documentos, cuadernos y artículos que su padre guardaba en el despacho de su casa.
 "Tenía unas carpetas enormes e iba metiendo todo dentro, era ordenado pero a la vez terriblemente desorganizado", cuenta.
 No esperaba encontrar nada porque su padre era una persona tan perfeccionista y exigente que, todo lo que no le gustaba, lo quemaba.

 Sin embargo, de pronto se topó con un cuaderno de hule de hojas cuadriculadas con algunos dibujos y bocetos de personas hechos a lápiz, que estaban datados en junio de 1939, justo al final de la Guerra Civil.
 "Debía ser tan inofensiva para él, que se le olvidó quemarla". 

Y del blanco y negro de los primeros grabados, surgieron de repente unas hojas repletas de color.
 Se trataba de una bruja subida a una escoba que vuela entre las estrellas mientras la luna la observa extrañada. 
En la esquina inferior izquierda, con una minúscula letra, su padre había comenzado un relato con esta hechicera nocturna como protagonista. "Era como si entre tanta tristeza, resurgiera el color y la alegría tras la guerra", explica Elisa y reconoce que el texto no es muy bueno pero que tiene un valor autobiográfico increíble ya que le acerca a una época entrañable de su padre en la que comenzaba tímidamente en su faceta de escritor.


La bruja Leopoldina


Existió una bruja muy dañina
Que llevaba por nombre Leopoldina.
Todas las noches, a eso de las doce,
sin oírse el más leve roce
—y con grandes pantuflas a la moda—
levantaba su vuelo con la escoba.
Al llegar a una casa muy hermosa
rodeada de rosas:
«¡Adentro, mi escobita! ¡Arrea!
¡Entra por la chimenea!».
De esta manera la bruja decía
y la escobita fiel la obedecía...
... como un perro de presa,
y se colaba, hasta aterrizar encima de una mesa.
Una vez abajo, la bruja se apeaba
y toda la casa deprisa fisgaba
y las cosas que encontraba de algún valor
las iba cargando en su fiel escobón.
cuando ya tenía su buen montoncito
abandonaba la casa por igual camino.
Como quiera que este hecho repetía
a la misma hora durante tres días.
alarmándose la dueña de la casa
y Perico se dijo: «A ver qué pasa»
Entre las casas sobre las que planea la bruja, se observa la palabra MAX.
 Esta es la primera vez que Delibes utiliza el seudónimo, que posteriormente imprimiría en cada uno de sus dibujos hasta 1958. "Significa que mi madre ya había entrado en la vida de mi padre para ese entonces", explica la también profesora de literatura porque MAX procede de la M, de Miguel, la A de Ángeles y la X de la incógnita del futuro.
Dos años después de comenzar este cuaderno, empezó a trabajar para el diario El Norte de Castilla como caricaturista, por lo que son de los primeros dibujos que se conocen del autor de La sombra del ciprés es alargada
 "Él siempre dijo que con formación habría sido pintor. Pero que eligió ser novelista porque así podía ser autodidacta", recuerda su hija. El cuento, que tan solo tiene seis páginas, está copiado en el libro tal y como aparece en el cuaderno del escritor, con los dibujos, su letra y la firma que acompaña a cada dibujo.
 "Lo gracioso es que él nunca nos contaba cuentos. Los padres de esa época no se dedicaban a sus hijos", bromea Elisa y admite que no cree que haya más escritos inéditos de su padre porque "por pudor, destruía todo".

 

 

Cleptomanía.......................................... Luz Sánchez-Mellado

Por el resto, en el pecado lleva la penitencia.

Cristina Cifuentes. VÍDEO: ATLAS
No vas con esa intención.
 Para nada, en absoluto, ni muchísimo menos.
 Vas al híper a llenar la nevera, o al súper a por un olvido, o al centro comercial a darte un capricho.
 Porque tú lo vales, porque te aburres, porque te deslomas a currar y te ganas tus cuartos, porque no tienes perrito que te ladre, o el que tienes te ladra demasiado. 
Vas a lo tuyo, vamos.
 Pero, de repente, ves de golpe la ocasión y el peligro. 
 Unas gafas sin alarma, una crema sin chivato, un top de topos igual pero distinto a los 45 que tienes.
 Nada ni muy barato, porque para eso no te pones, ni muy caro, porque entonces te crees que tiene un chip invisible para delatar a los chorizos, igual que te crees lo del cloro que tiñe de rojo el pis para delatar a quien orina en la piscina. 
Total, que sopesas un rato los pros y los contras: no lo necesitas, pero lo deseas; no debes, pero quieres;
 no te merece la pena, pero te llama por tu nombre y apellidos.Y lo trincas.
Te suben las pulsaciones a punto de nieve, te brota el sudor al baño María, rezas para que no salte la alarma y, en efecto, 99,9 de cada 100 veces no suena y te da un subidón que te mueres minuto y medio.
 Hasta que un día salta y quieres morirte viva. 
Entonces viene una chica que podría ser tu hija y te dice que le enseñes el bolso y tú te indignas y lo niegas todo y dices que lo trincado es tuyo y que si, con la pintaza que gastas, se cree ella que vas a caer tan bajo. 
Hasta que te tumba la evidencia, pagas y, humillada hasta el ADN, juras no repetirlo.
 Será trastorno obsesivo compulsivo, carencia emocional, taras de pija.
 Es ridículo, patético, cutrísimo, pero es humano.
 Por eso, cuando vi a Cifuentes dimitir de blanco virgen, cual mártir de la decencia, me invadió a la vez el escándalo y la empatía.
 No será esta pecadora quien arroje otro bote de colágeno a su lapidación por ese motivo.
 Por el resto, en el pecado lleva la penitencia.