Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

25 abr 2018

Un verso suelto en caída libre............................. Rubén Amón..

El vídeo captado en el supermercado degenera la trama del máster a un escándalo no político sino social, de tal forma que Cifuentes no ha podido contener el ridículo ni el escarnio.



Un verso suelto en caída libre

El vídeo captado en el supermercado degenera la trama del máster a un escándalo no político sino social, de tal forma que Cifuentes no ha podido contener el ridículo ni el escarnio

Cristina Cifuentes ha dimitido.
 Es lo que pretendía Mariano Rajoy como salvaguarda del Gobierno de Madrid, pero el ni la presidenta ni el presidente hubieran sospechado un desenlace tan abrupto ni acaso grotesco.

El vídeo captado en el supermercado degenera la trama del máster a un escándalo no político sino social, de tal forma que Cifuentes, expuesta a las sombras de su pasado, no ha podido contener el ridículo ni el escarniO.
En realidad, Cifuentes (Madrid, 1964) venía descarriada de serie hasta el extremo de haber perfilado una idiosincrasia propia en el Partido Popular.
 Militaba en él desde los 16 años, pero la precocidad no ha implicado sustraerse a la incomodidad y la rebeldía, bien porque se declaraba agnóstica o discutía el énfasis democristiano del PP, bien porque se definía republicana o bien porque contradecía el dogmatismo antiabortista de sus compañeros. 
Tanto se definía ella como el nuevo PP, tanto el viejo conspiraba contra su insolencia y recreaba escenas de vudú.
Podían consentírsele sus opiniones porque Cifuentes, con dos coletas y verso libre, aportaba garantías electorales a la fortaleza de Madrid -accedió a la presidencia de la Comunidad en junio de 2015 - pero el escándalo del máster fantasma le ha sorprendido sin apenas aliados en el erial de la casa madre. 
María Dolores de Cospedal, la secretaria general, es una excepción. Y un motivo de controversia para la propia “Cifu”, pues la división del PP en familias y clanes mal avenidos convierte a los protectores de unos en enemigos de los otros, mirando de reojo el camino que señala el líder supremo con su dedo de César pontevedrés: arriba o abajo.
Mariano Rajoy ha antepuesto el Gobierno de Madrid a la ambiciosa carrera de su presidenta.
 Supone la operación ceder, transigir, a las presiones de Ciudadanos, pero Cifuentes no valía una misa ni un ejercicio extremo de solidaridad, menos aún cuando ella misma había colocado tan alto el umbral de la ejemplaridad: 
“Corrupción cero. 
 Levantar alfombras. Regenerar la vida política caiga quien caiga”, proclamó en un discurso premonitorio.
 Y contradictorio con las imágenes del vídeo viral que la sorprende robando unos productos de belleza en un súper de Vallecas (2011).
Asumía Cifuentes los términos de su propia ejecución para regocijo de los camaradas que la consideraban insolidaria con el partido.
 No ya porque ella misma oponía el modelo de Madrid a la falta de transparencia de Génova, sino porque desafiaba el tabú marianista de las primarias. 
Que fueron su manera de llegar al cargo de presidenta del PP madrileño en 2017, el camino de asumir todo el poder y el modo de limpiar los vestigios del aguirrismo.
Se entiende así que se atribuyera a la batería del fuego amigo la filtración corrosiva del máster.
 Cifuentes tenía más enemigos dentro del PP que fuera.
Y de muy diferentes orígenes, pues la aversión cenital de Soraya Sáenz de Santamaría, munición en la pugna contra Cospedal, cohabitaba con los recelos de Esperanza y con la venganza que le habían prometido Ignacio González, predecesor en el puesto de Cifuentes, 
y Francisco Granados, consejero plenipotenciario en el apogeo nauseabundo de la Púnica.

Han implicado Granados a Cifuentes en la trama de la corrupción con más palabras que pruebas. 
Y ha recordado en sede parlamentaria y judicial que la ya ex presidenta de la Comunidad no podía ser ajena a las cañerías desde sus responsabilidades, implicaciones y antigüedad en el partido

Cifuentes, licenciada en Derecho, madre de dos hijos, había sido once años diputada regional -1991-2011- y había desempeñado el cargo de secretaria de asuntos internos del PP, aunque la travesía del anonimato a la popularidad se lo proporcionaron sus años de carisma y beligerancia en el puesto de delegada del Gobierno y en la coyuntura de las grandes movilizaciones. 
Y no sólo por el hito callejero del 15M.
 También por la elocuencia del balance con que se resolvió la Marcha de la Dignidad de 2014: 20 detenidos, 100 heridos, 67 de ellos policías.
Trataron de caricaturizarla sus adversarios como la sheriff del Partido Popular a cuenta de sus veleidades policiales, pero es posible que su sentido castrense del orden -es hija de un general de artillería- contribuyera a perfilar la propia heterogeneidad del personaje. 
 Cifuentes se multiplicaba en las tertulias.
 Se exponía a los medios. 
 Convertía la oscuridad del puesto en un trampolín a la alta política, sobrepasando incluso el contratiempo de un gravísimo accidente de moto que pudo acabar con ella en 2013.
La redimieron su constancia, su perseverancia. 
Una mujer de instinto. Más superficial que profunda.
 Implacable, exigente.
 Y más mandona que autoritaria.
 Había encontrado en el presidencialismo el propio camino de ejercitación política, de forma que Madrid se le antojaba la meta volante a la Moncloa.
 Liberal y progre a la vez. 
Una candidata “moderna” cuya notoriedad en la vida pública no se explica sin las manos de arcilla de su Pigmalión, Marisa González.
 Había sido la aliada de Gallardón en la construcción de una reputación de político moderno, transversal.
 Y se apreciaba un trabajo similar en la fama mediática de Cifuentes, pero ni Marisa ni Cristina han sido capaces de gestionar la proyección incendiaria de una anécdota -el hurto del súper- ni el laberinto argumental del máster.

Los episodios no representa en sí mismos una catástrofe política, mucho menos en proporción a los escándalos de corrupción al uso en el partido, pero lo han terminado siendo el encubrimiento, la mentira y la intoxicación, de tal forma que el verso suelto ha sido víctima de la arrogancia, de la unanimidad de los medios, del calendario político, de un desenlace esperpéntico y de no haber construido un clan, una familia, que pudiera defenderla en el trance de la extremaunción.


 

 

Rajoy: este escarnio nos lo podía haber ahorrado

Se esperaba una dimisión limpia o una moción de censura, pero triunfó la tercera vía: la humillación sacada de los cajones de mugre.

Cristina Cifuentes.
Manejábamos hasta ahora dos escenarios posibles para un desenlace seguro: el desenlace era la salida de Cristina Cifuentes de la presidencia de la Comunidad de Madrid y del horizonte del PP; desde hace semanas era un cadáver político.
 Los caminos, por el contrario, eran alternativos. 
O presentaba la dimisión tras el caso del máster fraudulento en la Universidad Rey Juan Carlos forzada por Mariano Rajoy, el presidente de su partido; o se sometía a una moción de censura en la que Ángel Gabilondo, catedrático de tacha impecable, presentaba su candidatura en nombre del PSOE con el apoyo de Podemos y Ciudadanos, que cumplía así su compromiso de no permitir el engaño y la corrupción de los miembros de gobiernos que apoya.
La ecuación no era complicada. El regate estaba situado.
 Dos opciones.
 El cadáver de Cifuentes era un hecho, y Mariano Rajoy dirigía los tiempos, como suele.
 Lo más probable, tal y como se especulaba conforme a su carácter y andadura, es que apurara los plazos hasta que no hubiera más remedio y, a cinco minutos del triunfo de la moción de censura, forzara su sustitución por otro presidente de la Comunidad de Madrid que Ciudadanos pudiera apoyar.
 Iba a ser la fórmula para salvar este importante gobierno para un PP en horas bajas y satisfacer al mismo tiempo la casi parálisis habitual de Rajoy.

Pero ha triunfado la tercera vía, la que nadie esperaba y la que el presidente nos podía haber ahorrado a los ciudadanos. 
Desde algún cajón mugriento en algún despacho oscuro salió un vídeo que creían destruido con una humillación registrada:
 la de una líder política, entonces vicepresidenta de la Asamblea de Madrid, pillada como adolescente robando un par de cremas.
 La única diferencia es que los adolescentes no eligen cremas antiedad.
 Pero están en otra edad: la del desafío, la del riesgo, la de la aventura. 
No nos extenderemos aquí en la lectura patológica que tiene el robo por parte de una adulta que además tiene un buen sueldo.

Antes de la dimisión de Cifuentes, aún hoy se han oído "fuentes" cercanas a la presidenta sugiriendo que a quién no le ha saltado la alarma alguna vez en una tienda. 
Será por alarmas.
 Pero esta versión ha durado poco rato. En pocas horas, esta vez Cifuentes se ha ido. 
Víctima, dice, de una campaña de acoso, pero dimitida al fin.
El espectáculo ha llegado a su fin. 
Dramático, shakespeariano, de mutua destrucción asegurada
 Que el presidente del Gobierno sepa sin embargo que en su cadena de reacciones lentas, de mirar hacia otro lado ante la corrupción, esta vez tampoco le ha salido bien. 
Que nos lo podía haber ahorrado.
 ¿Aprenderá para la próxima vez? Porque lo que ya hemos aprendido nosotros es que, en el PP, siempre hay una próxima vez.

 

 

Cifuentes escucha cantar el ‘Gaudeamus’...............Por JUAN CRUZ

La presidenta de la Comunidad de Madrid ha pasado un calvario del que no ha querido aliviarse hasta este mediodía.

 

Cristina Cifuentes, en una imagen de archivo en la Asamblea de Madrid. En vídeo, declaraciones de Ángel Gabilondo tras publicarse el vídeo del supuesto robo. ©GTRESONLINE
 
Una de las escenas más patéticas (hasta este miércoles por la mañana, cuando se la ve, supuestamente, robar en un supermercado) que ha vivido Cristina Cifuentes en su lucha por seguir agarrada al poder, a su lado o detrás, fue cuando tuvo que escuchar en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares el Gaudeamus igituR con el que acabó la ceremonia de entrega del premio Cervantes al nicaragüense Sergio Ramírez
.
Ella estaba sola, rodeada de gente
. Tuvo que apresurarse para seguir el paso del presidente Mariano Rajoy, se vio ausente, acompañada de la sonrisa que ahora exhibe sin besos volados, junto a la reina Letizia, flanqueada por el alcalde de Alcalá de Henares, ante un auditorio que, como ella, escuchaba el famoso himno universitario.
Se dice de los listos que saben Latín. 
Es posible que Cifuentes, tan lista como para aprobar sin estudiar, sepa Latín, por tanto habrá podido deletrear en ese querido idioma las palabras que se iban cantando ante tan docta cámara universitaria.
 Ella estaba allí como presidenta de la Comunidad de Madrid, con ese atributo fue admitida en la mesa. 
Antes y después su compañero de charlas informales, de saludos protocolarios, fue su compañero de partido, Mariano Rajoy, a cuya falda simbólica se asió como una niña busca la protección de su madre. 

El patio donde los Reyes y el premiado se soltaron la tensión de todo este tipo de protocolos tuvo a Cristina Cifuentes como el blanco (el azul, vestía de azul) de todas las miradas: ¿con quién habla?, ¿quién le hace caso? ¿ya se fue?
 Había en torno a su figura la sensación de soledad que producen los seres humanos sobre los que cae una sospecha.
 Los que miran se dicen que no deben mirar y los que son mirados son en demasía conscientes de por qué los miran. Y el encuentro de los ojos sonroja, siempre pasa
Esta mujer ha pasado un calvario del que no ha querido aliviarse hasta este mediodía. 
 En el caso de lo que ocurrió en Alcalá de Henares era simplemente invitada a sentarse en lo más alto.
 Y no se quiere perder el trago de presidir la entrega de premios con la que la Comunidad celebra el 2 de mayo. Ella ha sufrido porque le gusta.
 Pero el momento en que nos fijamos más en ella, en esa soledad que eligió cuando decidió desafiar la verdad sobre su máster y sus relaciones con la comunidad universitaria, fue cuando ante tanto catedrático ilustre, en el seno de la metáfora más perfecta de lo universitario, empezó a sonar el Gaudeamus igitur.
  Las miradas buscaron entonces sus labios finos, su sonrisa invariable, y ante ese disparo de nieve que fue el himno ella se mantuvo incólume, blanca sobre el azul de su vestimenta.
 No abrió la boca, claro, y el texto cantado era en Latín, como siempre.

Pero en el español que se celebraba, ese español de Cervantes que se habla en el mundo y que habían elogiado ministro, premiado y rey, lo que dice en una de sus estrofas el Gaudeamus es: 
“Viva la Universidad/ vivan los profesores./ Vivan todos y cada cual/ de sus miembros, resplandezcan siempre”.
Ella ha tenido el arrojo de poner contra las cuerdas, para defender su máster falso y luego para decir que aprenderlo no le importaba en realidad, el prestigio de una universidad en concreto y, con ella, a toda la comunidad que se identifica con ese canto que ella escuchaba como quien oía llover.
Fue un momento patético y ella debió saberlo, porque seguro que sabe Latín.
 
 

Un vídeo de un supuesto hurto de Cifuentes en un supermercado fuerza su dimisión

Las imágenes de 2011 muestran a la presidenta madrileña vaciando su bolso ante un guarda jurado.

 


Cristina Cifuentes fue conducida en 2011 al cuarto de los servicios de seguridad de un supermercado madrileño como sospechosa de haber sustraído unos botes de crema cosmética, cuando era vicepresidenta de la Asamblea de Madrid.
 Un vídeo difundido por OKDiario muestra a la actual presidenta de la Comunidad de Madrid vaciando un bolso ante un guarda jurado, enseñando algunos productos y contando una cantidad de dinero.
 La difusión del vídeo ha forzado la dimisión de Cifuentes como presidenta madrileña, tras el escándalo sobre el máster que supuestamente obtuvo de manera irregular en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
La presidenta había convocado esta mañana a su equipo más próximo para abordar la renuncia al cargo, que la dirigente del PP ha dicho que tenía previsto anunciar tras el Dos de Mayo, fiesta de la Comunidad de Madrid.
 
La grabación es del 4 de mayo de 2011, cuando Cifuentes era número dos de la Asamblea de Madrid, cuya sede de Vallecas se encuentra muy cercana al establecimiento.
 Fuentes cercanas a Cifuentes han admitido que la persona que aparece en el vídeo es ella, mientras que fuentes policiales aseguran que el hurto es cierto, pero que no hay minuta (acta policial) oficial del incidente.

La que entonces era vicepresidenta de la Asamblea de Madrid fue escoltada por un vigilante de seguridad de un hipermercado Eroski hasta una zona reservada del local, ante la sospecha de que hubiese robado productos cosméticos.
 La web OkDiario ha divulgado el vídeo, con una información en la que se asegura que Cifuentes "fue cazada robando" el 4 de mayo de 2011 en la perfumería de un hipermercado del Puente de Vallecas.
De acuerdo con esta información, la presidenta de la Comunidad de Madrid, sustrajo dos botes de crema antiedad de uno de los lineales y fue descubierta por una dependienta, que avisó a seguridad.
Pero viendo su cara con arrugas , esa crema no cumplió con su función.
 Así que no se jueguen su carrera por la cosmética barata.
Los vigilantes, que no identificaron a Cifuentes como número dos de la Asamblea de Madrid, le reclamaron la mercancía, pero ella, que en un momento de la grabación los saca del bolso y se los muestra al personal de seguridad, argumentó que eran de su propiedad y ya los llevaba en el bolso cuando entró al establecimiento, según la información del citado diario digital.
 
Fue en este punto cuando el vigilante llamó a la policía, ante la negativa de Cifuentes de abonar los frascos de crema.
 La policía se personó en el supermercado alertada por sus responsables, pero no llegó a detener a Cifuentes porque esta pagó los 40 euros de las cremas, según fuentes policiales consultadas por EL PAÍS.
 La ya expresidenta madrileña ha dicho que el supuesto hurto "fue una cosa involuntaria. Me llevé por error unos productos por 40 euros, los aboné y no tuvo más trascendencia. 
 Me di cuenta y aboné los 40 euros" que costaban las cremas. También ha dicho que hace unos años "fue chantajeada" con ese vídeo.
El supermercado, por tanto, dio el asunto por zanjado, mientras la comisaría de Puente de Vallecas nunca llegó a requerir las imágenes, según las citadas fuentes policiales, que añaden que no existe acta de la intervención de aquel día en el súper.
 Las fuentes consultadas indican que el vídeo del supuesto hurto no fue puesto a disposición de la policía
 Recuerda Cristina los espejos se rompen cuando alguien más bello se mira en él. El de usted ya no la quiere.....quiere a BlancaNieves...