Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

25 abr 2018

Cifuentes escucha cantar el ‘Gaudeamus’...............Por JUAN CRUZ

La presidenta de la Comunidad de Madrid ha pasado un calvario del que no ha querido aliviarse hasta este mediodía.

 

Cristina Cifuentes, en una imagen de archivo en la Asamblea de Madrid. En vídeo, declaraciones de Ángel Gabilondo tras publicarse el vídeo del supuesto robo. ©GTRESONLINE
 
Una de las escenas más patéticas (hasta este miércoles por la mañana, cuando se la ve, supuestamente, robar en un supermercado) que ha vivido Cristina Cifuentes en su lucha por seguir agarrada al poder, a su lado o detrás, fue cuando tuvo que escuchar en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares el Gaudeamus igituR con el que acabó la ceremonia de entrega del premio Cervantes al nicaragüense Sergio Ramírez
.
Ella estaba sola, rodeada de gente
. Tuvo que apresurarse para seguir el paso del presidente Mariano Rajoy, se vio ausente, acompañada de la sonrisa que ahora exhibe sin besos volados, junto a la reina Letizia, flanqueada por el alcalde de Alcalá de Henares, ante un auditorio que, como ella, escuchaba el famoso himno universitario.
Se dice de los listos que saben Latín. 
Es posible que Cifuentes, tan lista como para aprobar sin estudiar, sepa Latín, por tanto habrá podido deletrear en ese querido idioma las palabras que se iban cantando ante tan docta cámara universitaria.
 Ella estaba allí como presidenta de la Comunidad de Madrid, con ese atributo fue admitida en la mesa. 
Antes y después su compañero de charlas informales, de saludos protocolarios, fue su compañero de partido, Mariano Rajoy, a cuya falda simbólica se asió como una niña busca la protección de su madre. 

El patio donde los Reyes y el premiado se soltaron la tensión de todo este tipo de protocolos tuvo a Cristina Cifuentes como el blanco (el azul, vestía de azul) de todas las miradas: ¿con quién habla?, ¿quién le hace caso? ¿ya se fue?
 Había en torno a su figura la sensación de soledad que producen los seres humanos sobre los que cae una sospecha.
 Los que miran se dicen que no deben mirar y los que son mirados son en demasía conscientes de por qué los miran. Y el encuentro de los ojos sonroja, siempre pasa
Esta mujer ha pasado un calvario del que no ha querido aliviarse hasta este mediodía. 
 En el caso de lo que ocurrió en Alcalá de Henares era simplemente invitada a sentarse en lo más alto.
 Y no se quiere perder el trago de presidir la entrega de premios con la que la Comunidad celebra el 2 de mayo. Ella ha sufrido porque le gusta.
 Pero el momento en que nos fijamos más en ella, en esa soledad que eligió cuando decidió desafiar la verdad sobre su máster y sus relaciones con la comunidad universitaria, fue cuando ante tanto catedrático ilustre, en el seno de la metáfora más perfecta de lo universitario, empezó a sonar el Gaudeamus igitur.
  Las miradas buscaron entonces sus labios finos, su sonrisa invariable, y ante ese disparo de nieve que fue el himno ella se mantuvo incólume, blanca sobre el azul de su vestimenta.
 No abrió la boca, claro, y el texto cantado era en Latín, como siempre.

Pero en el español que se celebraba, ese español de Cervantes que se habla en el mundo y que habían elogiado ministro, premiado y rey, lo que dice en una de sus estrofas el Gaudeamus es: 
“Viva la Universidad/ vivan los profesores./ Vivan todos y cada cual/ de sus miembros, resplandezcan siempre”.
Ella ha tenido el arrojo de poner contra las cuerdas, para defender su máster falso y luego para decir que aprenderlo no le importaba en realidad, el prestigio de una universidad en concreto y, con ella, a toda la comunidad que se identifica con ese canto que ella escuchaba como quien oía llover.
Fue un momento patético y ella debió saberlo, porque seguro que sabe Latín.
 
 

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