Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

15 oct 2017

A 30 años del ‘lunes negro’.............................J.oaquín Estefanía

El acierto económico dura una generación y luego se cometen parecidos errores.

A 30 años del ‘lunes negro’
Esta semana se cumplen tres décadas de una de las caídas más estrepitosas de las Bolsas de valores.
 El 19 de octubre de 1987 Wall Street vio reducir su valor un 22,6%, 550.000 millones de dólares. 
Se vendieron más de 600 millones de acciones en una sola jornada. Ni siquiera se produjo una devaluación semejante durante el crash de 1929. 
 Tan sólo en diciembre de 1914, con motivo del estallido de la Primera Guerra Mundial, el índice Dow Jones se hundió más: un 24,39% en una única jornada.
El lunes negro de 1987 fue un cisne negro, en la terminología de Nassim Taleb:
 un acontecimiento imprevisto con las consecuencias de un terremoto, sólo que debido a la acción del hombre. 
Aunque a posteriori se han intentado desarrollar explicaciones acumulativas de lo sucedido (enorme déficit público del reaganismo, subida de los tipos de interés, una nueva tecnología de la Bolsa que conectaba el mercado al contado de Nueva York con el mercado de derivados de Chicago, el estallido de una burbuja especulativa,…) lo cierto es que apenas se habían notado síntomas de inquietud hasta la semana anterior.
 Entre los días 14 y 16 de octubre de ese año, el Dow Jones se había dejado más de un 10%, lo que dio pie a la revista Time para titular su portada “Masacre de octubre de Wall Street”. Masacre, la que vendría después.
Habló Ronald Reagan, que estaba cerca de finalizar su segundo mandato: 
“Hay que mantener el rumbo. No creo que nadie deba espantarse porque todos los indicadores económicos son estables”. 
Alan Greenspan, que hacía pocos meses que había sido nombrado presidente de la Reserva Federal, cuenta en sus memorias que las palabras de Reagan tenían la intención de tranquilizar, pero que a la vista de los acontecimientos “recordaban peligrosamente a la declaración del [presidente] Herbert Hoover tras el viernes negro [de 1929] cuando dijo que la economía era ‘sólida y próspera” (La era de las turbulencias. Ediciones B).

Teniendo en cuenta precisamente las lecciones de 1929, la acción de Greenspan se centró en dos aspectos: primero, evitar que cerrase Wall Street como fruto del pánico (“un estado caótico en que las empresas y los bancos dejan de realizar los pagos que se deben entre ellos y la economía se para en seco”);
 y segundo, actuar como prestamista de última instancia, proveyendo a los agentes de todo tipo de liquidez.
 Funcionó: en contra de los temores generalizados, la economía americana aguantó bastante bien; creció a un ritmo anual del 2% durante el primer trimestre de 1988 y a una tasa acelerada del 5% durante el segundo trimestre. 
El crecimiento del PIB entró en su quinto año consecutivo.
¿Por qué tiene interés este aniversario? 
Porque aquello fue como una tormenta en un cielo estrellado. Sin avisar.
 Y por una de estas reflexiones que hacía de vez en cuanto el viejo Galbraith, cuando recordaba que la sabiduría económica solo dura una generación y luego se vuelven a cometer los mismos errores. Un poco antes del crash, había escrito:
 “Llegará el día de rendir cuentas, cuando el mercado descienda como si nunca fuera a detenerse”.

 

Que nadie venga a decirme que tengo la obligación de mojarme

Que nadie venga a decirme que tengo la obligación de mojarme

Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier

Estábamos paseando P. y yo por Lisboa y me salió del alma decir: 
“Creo que en otra vida fui un príncipe lisboeta”.
 Acto seguido rectifiqué: “Se me ha ido la pinza. Seguro que fui alguien un pelín más tirado”.
 P. estuvo rápido –como siempre- y salió en mi ayuda: “Serías un príncipe pero callejero, como el príncipe Harry”. “Ahí le has dado”, exclamé
. Nos encanta Harry de Inglaterra por su pinta de canalla divertido y adoramos Lisboa por diversos motivos cada uno. 
Voy con los míos que para eso escribo yo esta columna.
No me gustan las ciudades que se declaran modernas o que presumen de ser tecnológicamente avanzadas.
 Me siento desubicado y patoso. 
Pero Lisboa tiene algo que me empuja a pensar que es mi lugar en el mundo. Hay gente que ama el futuro –por ejemplo, P.- y otra, como yo, que se ha quedado anclado en el pasado.
 De ahí que disfrute tanto en la capital de Portugal. 
No ha sucumbido a los excesos de la globalización. Paseas por sus calles y conservan todavía su identidad
No me sucede con otras capitales europeas: se parecen tanto unas a otras que te da igual estar en Viena o en París.
 Pero en Lisboa se ha detenido el tiempo o a lo mejor es que saben administrarlo mejor. 
Veo a gente disfrutar en los cafés, sonriendo al pasear y respondiendo con amabilidad cuando les preguntas.
 He pateado las mismas calles infinidad de veces pero todavía me emociona reconocer los mismos sitios que llevo viendo desde hace más de veinte años.
 El lunes tuvimos la suerte de que hiciera buen tiempo y acabamos en la playa de Caparica. Nuestro país estaba patas arriba y nosotros disfrutábamos de un maravilloso día de sol y de las frías aguas del Atlántico. 

Mientras almorzábamos en un chiringuito le dije a P.: “No nos engañemos. 
 Esto que estamos viviendo es mentira. 
Cuando lleguemos a Madrid volveremos al frío y a la gabardina. 
 Hoy es verano pero mañana caminaremos hacia el frío”. Y no sólo al meteorológico, me faltó añadir. De repente todo se ha vuelto más frío y más triste.
Recibo mensajes durísimos reprochándome que no me haya manifestado sobre lo que está sucediendo.
 Y yo me pregunto: ¿para qué? ¿para recibir insultos de la gente que no esté de acuerdo conmigo? Pues sinceramente, no me da la gana. 
Ya no. Estoy harto.  
Harto de que no nos escuchemos. Harto de no valorar la opinión de los que no piensan como nosotros. 
Harto del pensamiento único. Harto de que nos hayamos olvidado de reflexionar y de que consideremos de que lo único válido es lo que nosotros pensamos. 
Que nadie venga a decirme que tengo la obligación de mojarme. No. Se acabó.
 Entre todos hemos construido una sociedad en la que no tiene cabida el diálogo. Si no nos importa la opinión del otro ¿para qué sirve que alguien popular se manifieste?
 Para fomentar el odio entre sus detractores, para nada más. 
Y llega un momento de tu vida en el que lidiar con eso ya no te compensa.
 Y te encierras en casa y vives tu tristeza en soledad. O compartiéndola solo con tus amigos.
Siento que me están estafando muchas horas de mi vida y lo malo es que no sé a quién pasarle la factura de la alegría que me están robando.

La Mala Educación y no tener modales

Belén Esteban anuncia quién NO estará invitado a su boda.

La de San Blas tiene ya más o menos claro con quién quiere compartir el día más feliz de su vida, que durará muy poco.

Ni Kiko Matamorosos ni Paz Padilla

Ni Kiko Matamorosos ni Paz Padilla

Belén es clara y rotunda y ya ha dicho a quién piensa invitar y a quién no en su futura boda con Miguel, de la que aún no hay fecha. "De aquí, vendrán todos, menos Kiko Matamoros y Paz Padilla.
 Yo quiero invitar a los míos, que sea un día de alegría y felicidad". Está claro que las palabras que le dedicó Matamoros a Belén, entre ellas que estaba peleada con la inteligencia, han hecho mella en la de San Blas.
 Por lo que respecta a Paz, parece que Belén no la considera "de los suyos". 
El año pasado Paz invitó a Belén a su boda en el último momento, pero Belén declinó asistir porque vió que la presentadora la invitaba por compromiso.
Pues sería un honor para ti. Ordinarios hay muchos y con algo de saber estar muy pocos. Tu eres de los 1ºs maja 

El hijo de Raquel Bollo cantará en la boda

El hijo de Raquel Bollo cantará en la boda

Claro que, tirándole de la lengua, salieron más nombres de colaboradores o excolaboradores que no estarán invitados, como Rosa Benito o Jesús Manuel. "¿Cómo voy a invitar a Jesús Manuel, si no me mira a la cara?", preguntó Belén. 
Quien sí irá es Raquel Bollo. 
Además, me dijo que en mi boda cantaría su hijo Manuel".

 

El original look de invitada

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El original look de invitada con el que Tamara Falcó sorprendió en Marbella

La hija de Isabel Preysler acertó en la boda de Luis Yanguas y Maud Von Schreeb con un diseño español hecho a medida


El pasado 8 de octubre Tamara Falcó sorprendió en la boda de Luis Yanguas y Maud Von Schreeb con un favorecedor look de entretiempo.
 Por primera vez optó por una creación del español Mario Coello, al que ella misma ha bautizado en su cuenta de Instagram como su “nuevo diseñador favorito”.
 Se trata de un cuerpo con tirantes transparentes que simula un falso efecto nude en la zona de los hombros y está realizado pétalos de tul en relieve, que parecían flotar en el escote. 
Un diseño que el modisto valenciano ha querido realizar también a través de un boceto exclusivo para Hola.com.

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Un look hecho a medida

El vestido pertece a la colección primavera-verano 2017, pero desde la firma trabajaron a contrarreloj para que la creación estuviera perfecta a tiempo. 
De ahí que Tamara haya agradecido en su cuenta de Instagram la labor conjunta de este diseñador junto con el taller especializado en desfiles y trajes a medida 3 puntadas y la estilista Cristina Reyes. "Mil gracias por haber hecho lo imposible en tiempo récord", decía.
 Como complementos, el otro gran protagonista fue un tocado con forma de plato en buntal de color nude, crin nude alrededor del ala con flores de terciopelo y seda en tonos azul y buganvilla con plumas de oca también en nude
Un accesorio de la firma Mimoki que se realizó a medida con los colores personalizados según el gusto de Tamara. 
Su precio es de 290 € y se pondrá en venta en tienda la próxima semana.
 

En cuanto a los zapatos, optó por unas sandalias de tiras nude de la firma Aquazurra.
 Como joyas, evitando recargar el look, eligió unos elegantes pendientes de Casilda Finat MC en tonos claros que van a la perfección con todo el estilismo al presentar también formas florales de inspiración étnica.
 Se trata del modelo Jade (mide 4 cm de largo por 2,5 de ancho, aprox) y está confeccionado con piedras cristal (50 €).