Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

22 ago 2017

Jesulín de Ubrique: “Solo hablo con revistas que me pagan”

El torero responde así cuando se le pregunta por el estado de salud de su esposa María José Campanario.

María José Campanario y el torero Jesulin de Ubrique en Málaga el pasado 28 de julio.
María José Campanario y el torero Jesulin de Ubrique en Málaga el pasado 28 de julio.


Uno de los culebrones del verano en la llamada prensa del corazón es la enfermedad que sufre María José Campanario, esposa del toero Jesulín de Ubrique, que le ha llevado a permanecer ingresada en una clínica de Málaga. 
 Campanario intentó en un inicio ocultar su estancia en el centro hospitalario para después admitir que estaba siendo tratada por los problemas que sufre derivados de la fibromialgia que padece.
Campanario, según algunas fuentes, está fuertemente medicada desde hace tiempo y tiene problemas para llevar una vida normal. Telecinco ha añadido en varios de sus programas que la odontóloga además sufre una depresión y está obsesionada con Belén Esteban, madre de la hija mayor de Jesulín de Ubrique
De ahí, dicen, que incluso se haya teñido de rubio
.
María José Campanario y el torero Jesulín de Ubrique en Málaga en julio. 
María José Campanario y el torero Jesulín de Ubrique en Málaga en julio.
El torero ha sido visto entrando y saliendo de la clínica en la que se trata a su esposa y también en su finca.
 Abordado por los periodistas en busca de información, Jesulín de Ubrique ha respondido: "Yo solo hablo con las revistas que me pagan". 
Todo parece indicar, por tanto, que el secretismo que rodea al estado de salud de su pareja quedará claro vía exclusiva.
Poco antes de ser ingresada María José Campanario, el 7 del julio pasado, la pareja había anunciado su deseo de volverse a casar, un gesto que fue interpretado como una manera de hacer caja con una exclusiva. 
 La pareja ha vendido siempre sus acontecimientos personales a la revista ¡Hola!.

 

Secretos desvelados de la vida salvaje de David Bowie

El primero de los cuatro libros que verá la luz este otoño sobre el cantante habla de su adicción al sexo y a la cocaína.

David Bowie, en el Radio City Music Hall en Nueva York en 2002.
David Bowie, en el Radio City Music Hall en Nueva York en 2002. Getty Images

 

 
David Jones no quiso ser artista o simplemente un músico, David Jones siempre quiso ser una estrella
Era la única forma de no volver a ver esa miseria que vio de pequeño.
 Y la acabó siendo, una estrella llamada David Bowie. 
 “Vi gente desfavorecida a mi alrededor y niños que iban al colegio con zapatos rotos, niños pobres.
 Me impactó de tal forma que pensé que nunca iba a pasar hambre o estar en el lado equivocado de la sociedad”, le dijo una vez el cantante a Dylan Jones, exdirector de la edición británica de la revista GQ y autor de la próxima biografía David Bowie: A Life, uno de los cuatro libros que se publicarán sobre el cantante este otoño.

“David Bowie era su propia creación, su propia obra de arte.
 Era un chico del Brixton [distrito al sur de Londres] de la posguerra con su mirada puesta en el mundo”, relata Jones, quien ya había escrito un libro anterior sobre Bowie y su transformación en Ziggy Stardust.
 “Toda su carrera profesional era un mito, una leyenda e invención”, dice y con la sucesión de anécdotas e historias explicadas en esta nueva biografía añade material a la leyenda, pero también verdades puesto que son todos testimonios y recuerdos recogidos de más de 180 personas que lo conocieron, “amigos, rivales, amantes y colaboradores”.

“Descubrí cosas sobre él en los años setenta que me sorprendieron”, cuenta Dylan Jones.
 Cuando parecía que sabíamos todo sobre Bowie. 
“Sus extravagancias sexuales y narcóticas dejan a los Rolling Stones como amateurs”. Y, además, empezó muy pronto.
La cantante Dana Gillespie, por ejemplo, recuerda cómo siendo su novia en los sesenta cuando ella tenía 13 o 14 años, y Bowie dos más que ella, él ya le engañaba tanto con hombres y mujeres. 
Fue el momento en el que el cantante intentaba encontrar su identidad y cambiaba de imagen cada 18 meses.
 Paseaba por Carnaby Street, recogiendo las bolsas de basura llenas de ropa que tiraban las tiendas.
 Influenciado por la lectura de Starman Jones, El retrato de Dorian Gray y todas las películas, libros y música que le había enseñado su medio hermano Terry, David Bowie saciaba su incansable curiosidad y su necesidad constante de mejorar, pero también los usó primero como una forma de huir de aquella miseria de Bromley y, más tarde y el resto de su vida, de escapar de la locura que sobrevolaba su familia materna y a la que sucumbió su hermano Terry.

David Bowie y su pareja Iman.
David Bowie y su pareja Iman. Cordon Press
“Como casi todos nosotros, se preocupó por volverse loco, pero claramente nunca le pasó, a pesar de sus esfuerzos”, dice su amigo, el escritor Hanif Kureishi, en la crítica sobre esta nueva biografía, que describe como la más completa publicada hasta ahora.
Está toda su vida, desde Bromley a su final en Nueva York junto a la mujer que cambió su vida, Iman.
  Están las anécdotas para melómanos, como el viaje que compartió con John Lennon a Hong Kong en el que buscaron un restaurante donde comer sesos de mono, pero Lennon acabó bebiendo sangre de serpiente y metiéndole a Bowie en la boca un huevo de 1.000 días cocinado en orina de caballo; o como cuando Paul McCartney lo invitó a su casa, pero claramente celoso de su éxito no salió a recibirle y mandó a su mujer, Linda.

Pero también habla de su reconocida bisexualidad, y de cómo uso el sexo como un arma o medio para conseguir todo lo que quería, todo aquello que necesitó para convertirse en una estrella.
 Como a Lindsay Kemp, el mimo que dice haberle enseñado todo sobre cómo moverse en el escenario y con la que mantuvo un affaire, y recuerda levantarse una mañana y encontrarse a Bowie teniendo relaciones en la habitación de al lado con su mejor amiga.

Annie Lennox y David Bowie.
Annie Lennox y David Bowie. Cordon Press

Más seductor que sexi

“David era magnético. 
Más seductor que sexi”, dice Tony Zanetta, que llevó sus negocios en los setenta. 
Decía que se había acostado con más de 1.000 mujeres y algunas de las groupies que conocieron ese carisma seductor cuentan sus historias.
 Como Lori Mattix que perdió su virginidad con Bowie cuando tenía 15 años. O Josette Caruso que descubre al menos un límite sexual que puso: acostarse con un cadáver.
 “¿Por qué pensarían que me puede interesar algo así?”, recuerda que le dijo sorprendido.
Su fama le precedía, las orgías que organizaba en los setenta con su mujer Angie, sus años en Los Ángeles en los que consumía siete gramos de cocaína al día y por lo que llegó a pesar 43 kilos.
 Solo evitó las drogas psicodélicas por el miedo a desatar la esquizofrenia. 
Toda su vida intentando huir de la locura, pero rozándola con los dedos. 
Solo conocer a Iman en 1990 le evitó acabar en ella.
 

La vida de los Trump estrangula el presupuesto del Servicio Secreto


Coordinado por NICOLÁS ALONSO

El equipo que protege al presidente y a su entorno, con problemas de fondos debido a su excepcional carga de trabajo.

Trump, Melania y Barron este domingo en Maryland.
Trump, Melania y Barron este domingo en Maryland. AFP
La amplitud y el dinamismo de la familia Trump están a punto de ahogar al Servicio Secreto, el órgano policial federal encargado de la seguridad del presidente y de su entorno.
 Los hombres de negro que protegen a los Trump han tenido que trabajar tantas horas para velar por todos ellos que según los cálculos de su director, Randolph Alles, el 30 de septiembre se quedarán sin dinero para pagar las horas extra de 1.100 de sus 6.500 agentes, que ganan unos 160.000 dólares anuales.
El magnate Donald Trump ha estado acostumbrado toda su vida a viajar a donde quiere y cuando quiere sin pedir permiso ni echar cuentas, pero el coste de resguardar la vida de un empresario no tiene nada que ver con el de blindar a todo un presidente de EE UU y a sus hijos.
Cada paso de ellos requiere activar un mecanismo que garantice seguridad absoluta.
 No hay termino medio. "El presidente tiene una gran familia y nuestras responsabilidades están establecidas por ley. No puedo cambiar eso, no tengo flexibilidad para ello", explicó Alles al diario USA Today.
Los pudorosos lamentos de Alles tienen como propósito alertar al Congreso para que apruebe una ampliación presupuestaria que permita pagar las horas extras de todo el personal.
 El director del servicio necesita que el límite salarial de los agentes suba al menos hasta 187.000 dólares.
 Y aún así no le daría para liquidar las horas extra acumuladas por 130 agentes veteranos.

Lo mismo vale, por supuesto, para la seguridad de su esposa Melania y el hijo de ambos, Barron. Ambos han seguido viviendo este año en Nueva York para que el tímido y espigado chiquillo terminase el curso en la ciudad a la que está acostumbrado y donde tiene a sus amigos.
 Esto supuso desdoblar el coste de protección del matrimonio presidencial, con Trump en la Casa Blanca.
Y por encima de todo, el mayor gasto proviene de los antojos de fin de semana del presidente, que mantiene sus hábitos de multimillonario pero ahora a cuenta del erario público y de los dolores de cabeza contables del señor Alles. 
Trump gusta de evadirse de su odiado Washington yéndose del viernes al domingo a su club de golf de Bedminster (Nueva Jersey) o –más que a ningún otro lado– a su mansión y club de élite de ricos Mar-a-Lago, en la costa dorada de Florida.
Trump ha agravado un problema que ya existía. El director Allen ha precisado que los apuros de presupuesto del Servicio Secreto vienen de "una decáda atrás".
Con Trump el Servicio Secreto está protegiendo las 24 horas del día a 42 personas, incluidos 18 miembros de su familia. En total: 11 personas más que con Obama.
 La familia del presidente supone una carga mayor porque continúa con sus dinámicas de vida empresarial, pero ahora siendo objeto de vigilancia prioritaria para la seguridad nacional.
 El día a día de los niños de oro del presidente –Ivanka, Donald Jr., Eric y Tiffany– tiene que estar escrupulosamente protegido de cualquier amenaza.

 

  

Juana Rivas, detenida al comparecer en los juzgados de Granada



La madre granadina desapareció el 26 de julio con sus dos hijos para no entregarlos al padre.

Juana Rivas, la madre granadina de dos niños que se esfumó el 26 de julio para no entregar a sus hijos al padre, ha llegado este martes a los juzgados de Granada para comparecer ante el juez después de que se decretara una orden de busca y captura contra ella por desobedecer al juez.
 La mujer llevaba 26 días ilocalizable para no entregar a sus dos hijos menores al padre, Francesco Arcuri, condenado en 2011 por malos tratos.
 Rivas ha jugado al despiste esta mañana y su hermana ha entrado por la puerta principal de los juzgados mientras ella entraba por otra entrada para evitar a las cámaras y la prensa.
 Una vez dentro del edificio, la madre de Maracena ha sido detenida.

"Ningún maltratador es un buen padre", gritan a las puertas de los juzgados el centenar de personas concentradas a las puertas de los juzgados en apoyo a Juana Rivas.
 En los juzgados, el titular del Juzgado de Instrucción 2 de Granada está en estos momentos decidiendo al respecto de la situación en la que debe permanecer Rivas, si decreta su ingreso en prisión tras desobedecer sus anteriores decisiones, o por el contrario la deja en libertad con medidas cautelares.
 La abogada de Rivas ha abandonado a las 11.30 los juzgados sin su defendida, por lo que Rivas está de momento en el Juzgado de Instrucción 2 mientras se resuelve su situación procesal.

La juez del Juzgado de Primera Instancia 3 de Granada ha acordado este martes, como nueva medida de protección de los hijos, la retirada del pasaporte de los menores, así como la prohibición de salida de los menores del territorio Schengen, sin autorización del padre o sin autorización judicial, medida solicitada también por Fiscalía, una vez oídas el lunes a las dos partes.
 La restitución de los menores al padre es la principal medida de protección ya adoptada, con anterioridad a la vista sucedida ayer entre la juez española y las defensas de las dos partes.
La juez ha desestimado las restantes medidas solicitadas por el padre de los menores. 
Son los tribunales italianos los competentes en resolver otros aspectos, como puede ser la patria potestad de los progenitores, según el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.
En un mensaje telefónico, Francisca Granados había señalado que en esta comparecencia, prevista a las 11.00 en los juzgados de Caleta, en Granada capital, "más que nunca, Juana nos necesita", y "tenemos que ser muchas y muchos".
Rivas ha contado durante este tiempo con un amplio respaldo social y político. 
Incluso el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, o la de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se han pronunciado a su favor. 
Pero, en los últimos días, tras el segundo rechazo del Constitucional a su recurso de amparo, crecieron las voces que le reclamaban que debía entregarse, algo que han valorado también sus asesoras, puesto que se enfrenta a la posibilidad de acabar en prisión o de perder temporalmente la patria potestad de sus hijos.



El Juzgado de Instrucción 2 de Granada dictó orden de detención y presentación en sede judicial el pasado 8 de agosto, después de no acudir a la citación prevista en el marco de las diligencias penales que la investigan por una posible sustracción de menores.
 Los hijos tienen 11 y tres años.
La mujer tampoco acudió este lunes a la citación del Juzgado de Primera Instancia número 3 de Granada para dirimir sobre las medidas extraordinarias y urgentes en protección de los menores solicitadas por Arcuri, que sí acudió.
 También se presentó la letrada de oficio de Juana Rivas en Granada, María Castillo Pozo, quien, tras la comparecencia, transmitió a los medios un mensaje de la mujer de Maracena en el que consideraba que "como madre, es la única" que debe "proteger" a los dos menores de edad ante la "desprotección" que, en su opinión, están padeciendo.
Las asesoras de Rivas mantienen desde el inicio del caso en 2016 que es víctima de los "errores judiciales" que han puesto en peligro a sus hijos, como ella misma señaló en una carta hecha pública recientemente.
 La mujer viajó con sus hijos en mayo de 2016 a Granada desde Carloforte (Italia), donde residía con su expareja y los menores desde 2013. 
A los dos meses de llegar, en julio de ese año, presentó una denuncia por violencia de género contra Arcuri que acaba de llegar a los juzgados italianos, más de un año después.
Tras su marcha, y después de que le comunicara a Arcuri que no iba a volver, el padre de los niños la denunció por sustracción internacional. 
Tras el pronunciamiento de la justicia italiana, que resolvió que los menores debían ser devueltos con el padre, el juzgado de Primera Instancia de Granada dictó una sentencia en el mismo sentido, que después ratificó la Audiencia Provincial de Granada y contra la que el Constitucional rechazó amparar a Rivas, que acudió al Alto tribunal en dos ocasiones. 
Rivas y su entorno sostienen que la lentitud en la tramitación de la denuncia por malos tratos, que la juez rechazó inicialmente al considerar que quedaba fuera de su jurisdicción y debía ser denunciado en Italia,  ha perjudicado a su causa porque el asunto no se ha tratado como un caso de violencia de género, pese a que la primera juez que pidió la entrega de los niños sí lo consideraba en su sentencia.
La mujer también tildó de “chapuza” el trabajo de la psicóloga de familia que atendió a los menores porque “no estaba preparada para trabajar con niños que han sufrido maltrato”, según señaló en la carta que se hizo pública.
 El informe de esta psicóloga, que tanto el Juzgado de Primera Instancia como la Audiencia Provincial consideraron válido, señalaba una “vinculación afectiva y segura del menor con ambos progenitores”.
 Uno de los argumentos esgrimidos en los distintos recursos es que el hijo mayor de Juana Rivas (el menor, de tres años, no fue analizado por su corta edad) tenía que haber sido atendido por un equipo “técnico y multidisciplinar especializado”, tal como recoge el artículo 2.5 de la Ley de Protección Jurídica del Menor, en lugar de la psicóloga de familia.
Por su parte, Francesco Arcuri, al que han dado la razón todos los tribunales hasta la fecha, asegura que su expareja se marchó “por capricho” y niega que le haya pegado “jamás” a ella o maltratado a sus hijos. 
Añade que aceptó la condena del año 2009 por "lesiones en el ámbito familiar", con tres meses de prisión y una orden de alejamiento de ella de un año y tres meses, para poder ver a su hijo (en esa época solo había nacido el mayor).