Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

26 feb 2017

Lo que no se vio del encuentro Awada – Preysler

Mauricio Macri, Juliana Awada, Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en su encuentro en la Casa de América


Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa disfrutaron este jueves de una velada junto a Mauricio Macri y su esposa, Juliana Awada, amigos de la pareja.
 El Premio Nobel y el presidente de Argentina fueron los protagonistas de una charla coloquio en la Casa de América en la que conversaron sobre la democracia y el futuro de Iberoamérica.
Isabel y Juliana no quisieron perderse el evento y, tras haber quedado juntas para comer, acudieron a la cita.
 Escoltadas por una multitud de agentes de policía y varios coches de guardaespaldas, las dos salieron del mismo coche a las puertas de la Casa de América, lugar en el que se reunieron con sus respectivas parejas, quienes habían llegado con antelación.
 En todo momento se pudo apreciar la complicidad entre ellas, fruto de la excelente relación de amistad que mantienen.
Isabel Preysler y Juliana Awada
Isabel Preysler y Juliana Awada a su llegada a la Casa de América (Gtres)
La cita tuvo lugar a las cinco de la tarde. 
A su llegada, los cuatro posaron juntos durante escasos diez segundos, lo que dificultó el trabajo de los reporteros y fotógrafos allí presentes.
 Tras el encuentro, que duró aproximadamente una hora, Isabel Preysler y Vargas Llosa se limitaron a dar las gracias a su salida, sin apenas responder a las preguntas de los medios de comunicación.

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa a su salida de la Casa de América (Gtres)
El bullicio formado a las puertas de la Casa de América hizo que ambos tuvieran un pequeño percance con los coches.
 El Premio Nobel se despistó y se equivocó de vehículo ante la advertencia de Isabel de que el coche al que se iba a subir no era el suyo.
 “¡Mario! ¡Mario! Ese no es”, exclamó. Acto seguido era ella quien cometía el mismo error al abrir la puerta de otro coche que tampoco era el suyo. 
Esta vez era Mario quien advertía a la ‘Perla de Manila’ de su confusión.
 Finalmente, la pareja encontró su vehículo y se marchó junta.
 

Confidencias de estilo Isabel Preysler, Juliana Awada y las dos versiones chic del look pantalón

Isabel Preysler y Juliana AwadaSu amistad es conocida por todos y ese es, precisamente, uno de los motivos por los que el encuentro entre Isabel Preysler y Juliana Awada ya estaba dando que hablar en los últimos días.
 El coloquio sobre Iberoamérica celebrado en la Casa de América, tenía dos protagonistas indiscutibles: Mario Vargas Llosa y Mauricio Macri.
Sin embargo, ellas han conseguido brillar con luz propia gracias a la expectación que genera su presencia en cualquier acto, pero sobre todo por su inconfundible estilo. Ambas escogieron un outfit armado desde un pantalón, pero cada una de ellas puso su ‘savoir faire’ para no competir frente a los focos.

Isabel Preysler, Juliana Awada y las dos versiones chic del look pantalón

Isabel Preysler y Juliana Awada / Gtres

Ambas escogieron un outfit armado desde un pantalón, pero cada una de ellas puso su ‘savoir faire’ para no competir frente a los focos.
Isabel Preysler y Juliana Awada
Con una espléndida sonrisa y el aire depurado que siempre la caracteriza, Isabel Presyler optó para la ocasión por una chaqueta de punto color beige con doble abotonadura carey, que combinó a la perfección con el pantalón de pinzas negro y cartera sobre con detalles de brillo.
 El maquillaje en tonos nude y el cabello midi con ligeras ondas naturales redondearon un estilismo con el que Isabel volvió a demostrar que es toda una reina.
Por su parte, Juliana Awada, una de las protagonistas de estilo de la semana (con permiso de doña Letizia), escogió la luminosidad de un total outfit en blanco plagado de tendencias.
 El pantalón tobillero, combinado con una especial camisa blanca con detalle de tul fruncido en la abotonadura y un spring coat del mismo color, resultaron perfectos con un bolso tote de asa media en color camel y zapatos de salón a tono.
 Con un maquillaje sobrio, Awada lució una perfecta coleta baja armada desde una raya en medio para un look beauty que redondeó un estilismo de diez.
 Imposible decantarse por una de ellas.

“La reina Letizia es una inspiración para mí”......................... Mábel Galaz ......

Juliana Awada, primera dama de Argentina, asegura que disfruta la moda pero no es lo más importante en un viaje de Estado.

Juliana Awada y la reina Letizia, el pasado día 23 en el Palacio Real. Getty Images
Juliana Awada (Buenos Aires, 1974) abandonó ayer España con su marido, el presidente de Argentina, Mauricio Macri, después de su viaje oficial.
 Entre un acto público y otro, la primera dama tuvo tiempo de hacer alguna escapada discreta como al Museo Thyssen de Madrid, donde acudió acompañada de su amiga Carolina Herrera, la hija de la diseñadora venezolana. 
Visitaron la exposición Ultramar: Fontana, Kuitca, Seeber, Tessi, una selección de pinturas de artistas de Argentina encuadrada en el marco de la feria de arte contemporáneo Arco, que tiene a este país como invitado.
 También compartió tiempo con Isabel Preysler. Poco después respondió a unas preguntas al diario EL PAÍS mediante cuestionario.
Pregunta. ¿Qué balance hace de su visita a España?
Juliana Awada junto a Carolina Herrera hija.
Respuesta. El balance de esta visita es muy positivo, me llevo recuerdos increíbles y me voy muy agradecida.
 En especial con los Reyes Felipe y Letizia, que han sido muy amables y nos recibieron con gran calidez, pero también con las personas con las que me fui encontrando a lo largo de la semana: Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, Carolina Herrera hija, los artistas que están exhibiendo en Arco, los que fueron parte de la cena de gala en el Palacio Real de Madrid y quienes participaron de nuestra recepción en el Palacio Real de El Pardo.
 Cada conversación fue un aprendizaje, una oportunidad de representar a la Argentina con gran entusiasmo y compromiso.
 Fue un viaje muy especial, que habla de la nueva etapa que estamos viviendo en nuestro país. 
Una etapa de cambio, en la que los argentinos miramos al futuro y al mundo con optimismo.
P. ¿Cómo afronta su papel como primera dama de Argentina?
R. Es un rol que asumo con mucha responsabilidad, porque significa acompañar a mi marido en el camino que eligió, que es el de trabajar cada día para que más argentinos puedan vivir mejor. No hay vocación más grande que la de servicio, y de eso se trata ser presidente, especialmente en un país en el que hay tantas personas con necesidades y sueños por cumplir.

P. ¿Cuáles son sus objetivos?
R. Como primera dama, en primer lugar, me ocupo de nuestra familia y de apoyar a Mauricio para que pueda llevar adelante su compromiso con los argentinos.
 Pero, sabiendo que desde este rol se puede generar un impacto positivo, también me gusta recorrer espacios de primera infancia, hogares, comedores y centros de salud en distintas provincias.
 Es llevar esperanza y generar conciencia para que los argentinos seamos un gran equipo ayudando a los demás.
P. ¿Cómo han sido estos días al lado de la reina Letizia, a la que ya conocía?
R. Me ha encantado tener la oportunidad de volver a compartir unos días junto a la reina Letizia.
 Es una mujer excepcional y una verdadera inspiración para mí. 
Su inteligencia y su mirada sobre todos los intereses que compartimos, como la salud, la primera infancia y el rol de la mujer en la sociedad, son muy lúcidas y he aprendido de ella a cada momento.
 
Juliana Awada, durante su visita al Museo Thyssen de Madrid.
P. Durante estos días se ha comparado sus estilismos hasta el milímetro.


R. Con respecto a la moda, la disfruto y es muy importante como fuente de trabajo alrededor del mundo, pero no es lo fundamental en una visita de Estado como esta.
 Lo más importante es el acercamiento entre dos países hermanos que van a trabajar juntos para que ambas naciones crezcan y se sigan desarrollando.
 Tenemos mucho por hacer juntos.
P. Dicen que es una mujer tímida, pero se enfrenta ahora a una exposición pública como primera dama.
R. Lo hago con humildad. 
Si hoy tengo exposición es porque mi marido ha sido elegido para liderar a mi país en un momento fundamental de su historia. 
Esto me llena de orgullo y si tenemos que vivir una vida más expuesta por eso lo tomo como algo que tengo que hacer y trato de llevarlo con la mayor naturalidad posible.
 Soy una persona sobre todo optimista, no me quedo en la queja, trato de ver lo positivo de esa exposición pública como es por ejemplo con algunas acciones que emprendo llamar la atención sobre temas que creo que tenemos que ser conscientes como sociedad: temas de primera infancia, vida saludable y educación.

 

¿Está loco Trump?............................. Moisés Naím...

El actual presidente de EE UU exhibe síntomas propios de una personalidad narcisista.

Donald Trump en el Despacho Oval de la Casa Blanca, este viernes. EFE

 

Llevo años estudiando el poder y a quienes lo tienen o lo han tenido. 
Mi principal conclusión es que, si bien la esencia del poder -la capacidad de hacer que otros hagan o dejen de hacer algo- no ha cambiado, las maneras de obtenerlo, usarlo y perderlo han sufrido profundos cambios.
 Otra observación es que la personalidad de los poderosos es tan heterogénea como la humanidad misma. 
Los hay solitarios y gregarios, valientes y cobardes, geniales y mediocres. 
Sin embargo, a pesar de su diversidad, todos tienen dos rasgos en común: son carismáticos y vanidosos.
 Según la Real Academia Española, carisma es "la especial capacidad algunas personas para atraer o fascinar".
Los líderes carismáticos inspiran gran devoción e, inevitablemente, los aplausos, la adulación y las loas inflan su vanidad.
 Es fácil que la vanidad extrema se convierta en un narcisismo que puede ser patológico. 
 De hecho, estoy convencido de que uno de los riesgos profesionales más comunes entre políticos, artistas, deportistas y empresarios exitosos es el narcisismo.
 En sus formas más moderadas, este narcisismo, el encanto consigo mismo, es irrelevante.
 Pero, cuando se vuelve más intenso y domina las actuaciones de quienes tienen poder, puede ser muy peligroso. 
 Algunos de los tiranos más sanguinarios de la historia mostraron formas agudas de narcisismo y grandes empresas han fracasado debido a los delirios narcisistas de su dueño, por ejemplo.

 


La Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos ha desarrollado criterios para diagnosticar el narcisismo patológico.
 Lo llama “Desorden de Personalidad Narcisista” (DPN) y, según las investigaciones, las personas que lo padecen se caracterizan por su persistente megalomanía, la excesiva necesidad de ser admirados y su falta de empatía.
 También evidencian una gran arrogancia, sentimientos de superioridad y conductas orientadas a la obtención del poder. Sufren de egos muy frágiles, no toleran las críticas y tienden a despreciar a los demás para así reafirmarse.
 De acuerdo al manual de la organización de psiquiatras estadounidenses, quienes sufren de DPN tienen todos o la mayoría de estos síntomas:
1)Sentimientos megalómanos, y expectativas de que se reconozca su superioridad.
Algunos de los tiranos más sanguinarios de la historia mostraron formas agudas de narcisismo
2)Fijación en fantasías de poder, éxito, inteligencia y atractivo físico.
3)Percepción de ser único(a), superior y formar parte de grupos e instituciones de alto status.
4)Constante necesidad de admiración por parte de los demás.
5)Convicción de tener el derecho de ser tratado(a) de manera especial y con obediencia por los demás.

6)Propensión a explotar a otros y aprovecharse de ellos para obtener beneficios personales.
7)Incapacidad de empatizar con los sentimientos, deseos y necesidades de los demás.
8)Intensa envidia de los demás y convicción de que los demás son igualmente envidiosos respecto a él (ella).
9)Propensión a comportarse de manera pomposa y arrogante
Y ahora hablemos de Donald Trump.
   
Trump, durante una rueda de prensa en Washington, el 16 de febrero. AP
No hay duda de que el actual presidente de Estados Unidos exhibe muchos de estos síntomas.
 ¿Pero lo inhabilita eso para ocupar uno de los cargos de mayor responsabilidad de nuestro planeta? Un grupo de psiquiatras y psicólogos cree que sí. Enviaron una carta a The New York Times en la cual señalan:
“Las palabras y las acciones del señor Trump demuestran una incapacidad para tolerar puntos de vista diferentes a los suyos, lo cual le lleva a reaccionar con rabia.
 Sus palabras y su conducta sugieren una profunda falta de empatía. Los individuos con estas características distorsionan la realidad para adaptarla a su estado psicológico, descalificando los hechos y a quienes los transmiten (periodistas y científicos).
 En un líder poderoso, estos ataques tenderán a aumentar, ya que el mito de su propia grandeza parecerá haberse confirmado.
 Creemos que la grave inestabilidad emocional evidenciada por los discursos y las acciones del señor Trump lo incapacitan para desempeñarse sin peligro como presidente”.
"El antídoto contra una distópica edad oscura trumpiana es político, no psicológico”
Esta carta es, por supuesto, muy controvertida. 
No solo por la posición que toma con respecto al presidente Trump, sino también porque viola el código de ética de la Asociación Americana de Psiquiatría.
 El código mantiene que no se puede diagnosticar a nadie –especialmente a una personalidad pública- a distancia. 
La evaluación en persona es indispensable. 
Sin embargo, en la carta los firmantes sostienen: “Este silencio ha llevado a que no hayamos podido ofrecer nuestra experiencia a periodistas y miembros del Congreso preocupados por la situación en tan críticos momentos.
 Tememos que haya demasiado en juego para seguir callando”. Alexandra Rolde, una de las psiquiatras que firmó la carta, le dijo a la periodista Catherine Caruso que su propósito y el de sus colegas no era diagnosticar a Trump, sino enfatizar rasgos de su personalidad que les preocupan.
Rolde no cree que se deba hacer un diagnóstico sin haber examinado al paciente, pero opina que es apropiado hacer ver cómo la salud mental de una persona puede afectar a otros o limitar su capacidad para desempeñarse adecuadamente.

Otros psiquiatras no están de acuerdo:
 “La mayoría de los aficionados que se han metido a hacer diagnósticos se han equivocado al etiquetar al presidente Trump con un desorden de personalidad narcisista. 
Yo escribí los criterios que definen este desorden y el señor Trump no encaja en ellos.
 Él puede ser un narcisista de categoría mundial, pero eso no lo convierte en enfermo mental, ya que no sufre de la angustia y la discapacidad que caracterizan un desorden mental. 
El señor Trump genera severas angustias en otras personas, pero él no las sufre y, más que penalizado, ha sido ampliamente recompensado por su megalomanía, egocentrismo y falta de empatía”.
Quien esto escribe es el médico psiquiatra Allen Francis, director del grupo de trabajo que elaboró la cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Desórdenes Mentales (D.S.M. IV).
 La sorpresa es que el doctor Francis va más allá de su especialidad. “Los insultos psiquiátricos son una manera equivocada de contrarrestar el ataque del señor Trump a la democracia. 
 Se puede, y se debe, denunciar su ignorancia, incompetencia, impulsividad y afanes dictatoriales.
 Pero sus motivaciones psicológicas son demasiado obvias como para que tengan algún interés, y analizarlas no detendrá su asalto al poder.
 El antídoto contra una distópica edad oscura trumpiana es político, no psicológico”.
Una de las conclusiones del doctor Francis es fácil de compartir y otra menos.
 La fácil de aceptar es que más importante que la salud mental del presidente es la salud política del país.
 La capacidad de las instituciones para resistir los intentos de Trump de concentrar el poder es la batalla más importante que se libra en Estados Unidos.
 Sus resultados tendrán consecuencias mundiales.
 La otra conclusión de Francis es que la estabilidad mental de Donald Trump es irrelevante.
 No estoy de acuerdo. Trump lleva pocas semanas en la Casa Blanca y su conducta ya es causa de justificada alarma.
 Los problemas y frustraciones del presidente se van a agudizar. 
Y eso no es bueno para su salud mental.