Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

31 ene 2017

La aterradora historia (real) de Slenderman de la que todos hablan pero pocos se atreven a ver

Un documental sobre las niñas que apuñalaron a otra por miedo a una criatura ficticia. El primer caso de mito del terror creado en Internet, una especie de Hombre del Saco con tentáculos.

Trailer de 'Beware the Slenderman'
Slenderman es un ser antropomórfico de entre dos y cuatro metros de largo.
 Sus extremidades son larguísimas y su rostro es una máscara pálida sin facciones, sin ojos, sin orejas, sin boca.
 En la espalda esconde seis tentáculos con los que ataca a sus víctimas. 
Es invisible a voluntad y, por eso, muy pocas veces ha podido ser fotografiado o grabado en vídeo.
 Se mueve en las sombras y acecha a niños y adolescentes sin que nadie se ponga de acuerdo en si es una presencia protectora o una amenaza.
Lo crean ustedes o no, hay muchos adolescentes que creen a pies juntillas en la existencia de este personaje que, en realidad, fue creado en 2009 por un usuario, Victor Knudsen bajo el Nick de ‘Victor Surge’, del foro Something Awful para participar en un hilo de imágenes retocadas con Photoshop
La bola fue creciendo hasta convertir al personaje en un meme y de ahí a material para creepypasta, un tipo de relato de terror de género colaborativo.
 Una vez convertido en personaje literario y en personaje de Fanfic, el salto al mito y a la creencia de la existencia real del personaje fue un paseo en calesa, sobre todo cuando la red está inundada de vídeos, fotos y testimonios de internautas que alimentan la idea de que Slenderman vive entre nosotros.

"Slenderman es el primer personaje creado en Internet que ha quedado instalado en el folklore popular y que abrió la puerta a otros mitos digitales"

A estas alturas de siglo XXI se puede decir que Slenderman es el primer personaje creado en Internet que ha quedado instalado en el folklore popular y que abrió la puerta a otros mitos digitales.
 Si teníamos alguna duda de cómo se habían creado personajes y mitos populares como El Hombre del Saco, La Chica de la curva o La Santa Compaña solo tenemos que echar un vistazo al fenómeno de Slenderman: millones de mentes modelan la creencia añadiéndole una infancia, una adolescencia, nuevos rasgos, nuevos datos, incluso residencia o, lo que es más importante, una marca propia.
 ¿No tienen Batman y Superman un logo? El de Slenderman es una equis tachando un círculo.
 El mito, ya de por sí retorcido, tomó un giro tétrico el 31 de mayo de 2014. Morgen Geyser y Annisa Weier, dos niñas de 12 años residentes en Waukesha (Wisconsin), se conocen e intiman cuando comienza el curso.
 Crean una amistad muy especial, ya que Annisa no es muy popular y no tiene amigos y Morgen tampoco cuenta con muchas amistades excepto la de Payton Leutner a la que, en las últimas fechas, está dejando de lado. 
 Annisa y Morgen tienen una imaginación desbordante y, ambas, comparten aficiones literarias comunes: son fans de los creepypastas y de la literatura de terror.
 Entre ellas estalla una amistad que retroalimenta sus fantasías.
Las amigas deciden asesinar a la otra niña aprovechando el barullo del cumpleaños de Morgen, ya que las tres van a dormir en la misma casa para hacer una fiesta de pijamas.
 Van un parque que tiene una zona boscosa cercana y con la excusa de que van a jugar al escondite, la llevan a la zona más profunda y allí le asestan 19 puñaladas con un cuchillo de cocina.
 Las autoras dejan en estado agonizante a la víctima y se escapan del lugar del crimen.
 Payton se arrastra hasta una carretera cercana donde es recogida por un ciclista a la que narra los hechos y es trasladada a un hospital donde le salvan la vida.
Mientras todo esto ocurre, Morgen y Annisa son detenidas por un policía al que le resulta sospechosa la presencia de dos niñas tan pequeñas caminando solas por el arcén de la Interestatal 94.
 Annisa le cuenta al policía que acaban de asesinar a Payton Leutner y que se dirigían a la Reserva Natural de Nicolet donde se encuentra la mansión de Slenderman para reunirse con él.
 Los antecedentes y los precedentes de este caso criminal tan extraño son narrados con todo lujo de detalles y mucha pericia por Irene Taylor Brodsky en su documental Beware the Slenderman que acaba de estrenar la cadena HBO en nuestro país.

OTROS JÓVENES (Y ASESINOS) ESPAÑOLES 
Morgen y Annisa intentaron matar a Payton Leutner para honrar a Slenderman y convertirse en sus sirvientas, en una especie de agentes del mito que, según sus seguidores, se encargan de hacerle el trabajo sucio.
 Ambas confiesan los hechos a la policía sin guardarse nada, contando todo con inocencia infantil, esperando ser eximidas de responsabilidad, como si el asunto solo fuera una trastada que se les ha ido de las manos (¿Quién se comió la tarta que se enfriaba en el alfeizar? ¿Quién rompió la ventana del vecino de un balonazo?). 
Esperando, o eso da la sensación, que la policía crea en la existencia de Slender Man y que se ponga en marcha para detener al verdadero culpable. 

Trailer de 'Beware the Slenderman'

OTROS JÓVENES (Y ASESINOS) ESPAÑOLES 
Morgen y Annisa intentaron matar a Payton Leutner para honrar a Slenderman y convertirse en sus sirvientas, en una especie de agentes del mito que, según sus seguidores, se encargan de hacerle el trabajo sucio. 
Ambas confiesan los hechos a la policía sin guardarse nada, contando todo con inocencia infantil, esperando ser eximidas de responsabilidad, como si el asunto solo fuera una trastada que se les ha ido de las manos (¿Quién se comió la tarta que se enfriaba en el alfeizar? ¿Quién rompió la ventana del vecino de un balonazo?). Esperando, o eso da la sensación, que la policía crea en la existencia de Slender Man y que se ponga en marcha para detener al verdadero culpable. 
Lejos de ser un cuento moral, y el documental actual tiende a serlo, Beware of the Slenderman cuenta los hechos con una frialdad arrebatadora, usando los testimonios de los familiares de las niñas y transmitiendo a la perfección todos los sentimientos contradictorios que les produce el amor hacia las crías y el hecho de que hayan cometido un crimen tan horrible para honrar a un personaje ficticio. El documental se convierte en un juego de muñecas rusas en el que vamos descubriendo más y más detalles del caso mientras aprendemos la fuerza de los mitos e intentamos comprender todos los rasgos de personalidad de ambas crías. 
De paso, nos advierte de que el escalón generacional y las nuevas tecnologías no se llevan bien y que, por descontado, Internet ha roto la barrera entre la realidad y la ficción.


 

 

 

Antonio Banderas se recupera de un “pequeño susto” que le llevó al hospital

El actor fue ingresado el jueves pasado en un centro médico británico tras sufrir un "dolor agónico" en el pecho mientras hacía ejercicio.

Antonio Banderas, en Moscú. Cordon Press

 Como ya es una costumbre en Antonio Banderas sus redes sociales han sido el medio que el actor malagueño ha escogido para comunicarse con su público.

 Esta vez lo ha hecho para asegurar que ya está recuperado de un "pequeño susto" que sufrió la semana pasada, cuando empezó a sentir un fuerte dolor de pecho y fue ingresado en el hospital.

 Una imagen de él sonriente y acompañado de su pareja Nicole Kimpel en medio de un parque acompaña el tuit: "Disfrutando de la naturaleza tras un pequeño susto".

 Banderas se recupera en su casa, en el condado de Surrey, al sur de Inglaterra, después de que fuera trasladado el jueves pasado en ambulancia al St Peter's Hospital, en el municipio de Chertsey, tras sufrir un "dolor agónico" en el pecho mientras hacía ejercicio, informó este lunes el diario británico The Sun. El equipo médico del hospital lo mantuvo en observación hasta asegurarse de que se encontraba estable y fuera de peligro, por lo que recibió el alta y regresó a su casa acompañado de su novia, Nicole Kimpel.


Como ya es una costumbre en Antonio Banderas sus redes sociales han sido el medio que el actor malagueño ha escogido para comunicarse con su público.
 Esta vez lo ha hecho para asegurar que ya está recuperado de un "pequeño susto" que sufrió la semana pasada, cuando empezó a sentir un fuerte dolor de pecho y fue ingresado en el hospital. 
Una imagen de él sonriente y acompañado de su pareja Nicole Kimpel en medio de un parque acompaña el tuit:
 "Disfrutando de la naturaleza tras un pequeño susto".
Banderas se recupera en su casa, en el condado de Surrey, al sur de Inglaterra, después de que fuera trasladado el jueves pasado en ambulancia al St Peter's Hospital, en el municipio de Chertsey, tras sufrir un "dolor agónico" en el pecho mientras hacía ejercicio, informó este lunes el diario británico The Sun
El equipo médico del hospital lo mantuvo en observación hasta asegurarse de que se encontraba estable y fuera de peligro, por lo que recibió el alta y regresó a su casa acompañado de su novia, Nicole Kimpel.
El actor confirmó al rotativo que sufrió un "episodio sin importancia", al tiempo que dio las gracias al cuerpo médico del St Peter's Hospital y al resto de profesionales que lo atendieron en el centro. 
Tras ver que su ingreso ha sido recogido por varios medios de comunicación, el intérprete, de 56 años, ha querido dejar constancia en la Red de que se encuentra bien.
Banderas se mudó a Reino Unido en 2015 para comenzar un nuevo proyecto profesional y empezó a estudiar Diseño en el prestigioso Cental Saint Martin's College de Londres, en el que se formaron figuras como John Galiano y Stella McCartney.
 El malagueño vive junto a su pareja, la ejecutiva holandesa Nicole Kimpel, en una mansión en el condado de Surrey, a poco menos de una hora de la capital británica, valorada en 2,4 millones de libras (3,4 millones de euros).
Después de su divorcio de Melanie Griffith, tras casi dos décadas de relación, el actor empezó una relación con Kimpel, de 37, con la que comparte una de las 200 casas prefabricadas de lujo diseñadas por el estudio alemán Huf Haus.
 La mansión, fabricada en cristal y madera, y que tiene media hectárea de jardín, cinco habitaciones, sauna, gimnasio y sala de cine, será el hogar de la pareja durante los próximos cuatro años, el tiempo que tardará Banderas en finalizar sus estudios de moda en la capital británica. 

 

Tener pocos amigos no es de ser rancio, sino más listo que el resto

Una larga lista de amistades nos hace sentir importantes; un reducido grupo, felices.

 Es lo que prefieren los más inteligentes.

 Y los expertos les dan la razón.

Desde que irrumpieran las redes sociales hace una década, el modo en que nos relacionamos con otras personas ha cambiado.
 Si no hace tanto, hablar con un familiar que se encontraba en el extranjero era una odisea e implicaba dejarse parte del sueldo en el proceso, ahora es posible hacerlo desde cualquier parte del mundo y a cualquier hora de manera gratuita, siempre que se disponga de una conexión a Internet. 
También es posible saber cómo le va a ese amigo del colegio al que hace años que no ve, y a aquel compañero de trabajo del que se acabó distanciando.
Está claro que ahora nos relacionamos más, tenemos más amigos (aunque sean virtuales), pero ¿es eso lo mejor para nuestra felicidad? Sherry Turkle, directora en el MIT de la Iniciativa para la tecnología y el yo, asegura en su libro Juntos pero solos: ¿Por qué cada vez esperamos más de la tecnología y menos de nosotros mismos? (2011) que "aunque estemos conectados de manera continua, nos sentimos cada vez más solos y nuestro miedo a la intimidad crece a marchas forzadas".
En la charla de TED que ofreció un año después de la publicación de este ensayo y que tituló ¿Conectados, pero solos?, Turkle reiteró que “acabábamos escondiéndonos de los demás a pesar de estar constantemente conectados a ellos”.
 Según ella, en este tipo de interacciones nos sentimos constantemente reforzados en nuestros actos (o con respecto a nuestra apariencia), y así es imposible conocernos, lo que resulta muy poco enriquecedor.

Todo tiene un límite

La ciencia ha llegado a medir con cuántas personas se puede uno relacionar.
 Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Indiana Bloomington (EE UU) analizó durante seis meses las conversaciones de Twitter de más de un millón y medio de personas, y concluyó que “los usuarios podían mantener un máximo de 100 a 200 relaciones estables”. 
Eso está en sintonía con la teoría del antropólogo y psicólogo Rubin Dunbar, que en los años noventa calculó que los seres humanos podíamos llegar a tener un máximo de 150 contactos off line…, de los cuales solo cinco eran cercanos.
El citado Dunbar recurría a una metáfora financiera para explicar cómo nos relacionamos con nuestros amigos en relación con su número. 
“Supone una inversión de tiempo.
 Si consigues tener conexiones con más gente, acabas distribuyendo tu capital social fijo de una manera más escasa, así que el capital medio que le dedicas a cada persona es menor”.
 La intimidad conlleva un nivel de compromiso y de confianza y para eso hace falta tiempo”, explica la psicóloga Jara Pérez, responsable de Therapy Web.
 “El ser humano necesita el contacto físico; un buen ejemplo es el de los bebés, que lo necesitan casi tanto como el alimento para poder desarrollarse”.
Este cambio de paradigma en nuestra manera de relacionarnos afecta a la solidez de los lazos que conservamos fuera de Internet, por eso es importante aprender a gestionar el tiempo pensando en qué nos va a hacer más felices.
 “Si no lo hacemos corremos el peligro de dedicar demasiado tiempo a las interacciones con nuestros contactos para luego darnos cuenta de que, después de todo ese esfuerzo, son solo eso, contactos, y que no tenemos la confianza ni el nivel de compromiso suficiente para que cubran nuestras necesidades como amigos.
 Por eso es fundamental seguir alimentado nuestras verdaderas amistades: estas son las que cubren las necesidades básicas para lograr un mayor bienestar”, aconseja Pérez.

Popularidad vs felicidad

Pero suponga que se decanta por sus relaciones virtuales y logra conseguir el éxito y la popularidad que tanto anhela.
 Aun así, ese nuevo estatus acabará afectando su autoestima.
 Una agitada vida social y las redes sociales "nos ayudan a controlar la imagen que les ofrecemos a los demás y es muy fácil que esta sea una representación pulcra en la que todo es positivo aunque, por supuesto, no sea cierto.
 La sociedad no le hace un hueco a las zonas más negativas de nosotros mismos: no queremos ver nuestras partes más oscuras y escondemos los sentimientos que no son socialmente aceptables como la envidia o el miedo”, relata Pérez. 
Nuestro reducido grupo de amigos cercanos nos quiere tal como somos, con nuestras luces y sombras.
 Quizá por eso, según un estudio publicado el pasado 2016 en la revista British Psychological Society, las personas inteligentes prefieren rodearse de menos amigos.
Como dice la psicóloga Jara Pérez, “debemos mantener esas amistades que nos devuelven una imagen de nosotros mismos ajustada a la realidad; amigos que son capaces de confrontarte y de decirte que no tienes razón o que estás actuando de manera egoísta”. 
Tener pocos amigos, en definitiva, no significa valorar poco la amistad, sino rentabilizarla al máximo.



 

 

La cuenta que recuerda a judíos asesinados en el Holocausto que no consiguieron visado en EE UU

Los pasajeros del St. Joseph tuvieron que volver a Europa después de ser rechazados por Cuba y por EE UU.


Viajeros al bordo del St. Louis
Viajeros al bordo del St. Louis.

Me llamo Eva Dublon.
 Estados Unidos me rechazó en la frontera en 1939.
 Me mataron en Auschwitz.
Russel Neiss, creador de la cuenta de Twitter junto al rabino Charlie Schwartz, explica a Verne que la idea de rememorar a los pasajeros que cruzaron el Atlántico a bordo del barco St. Louis surgió la noche del 26 y el robot que prepararon empezó a tuitear a primera hora del 27, antes de que Trump firmase su orden ejecutiva.
 Con 252 mensajes -uno para cada víctima documentada por el Museo del Holocausto, tuiteados cada cinco minutos a lo largo de la jornada-, han alcanzado más de 70.000 seguidores.
“Nuestro objetivo era poner en marcha un pequeño proyecto para honrar a las víctimas del Holocausto”, cuenta Neiss.
 “Creo que la gente conectó porque cuando se recuerda que los refugiados no son hordas difusas sin cara que intentan invadirnos y cambiar nuestras vidas, sino gente normal cuya vida pende de un hilo, quieren hacer lo correcto”, opina. 
Algunos de sus tuits, muchos de los cuales tienen fotos de las víctimas, acumulan miles de retuits.
 El más compartido, el de un niño pequeño llamado Joachim Hirsch que murió en el campo de exterminio de Auschwitz, lleva más de 41.000 retuits.
Me llamo Joachim Hirsch. Estados Unidos me rechazó en la frontera en 1939.
 Me mataron en Auschwitz
Neiss, ingeniero informático de 33 años, recuerda que su abuelo fue el único superviviente de su familia “porque los países de todo el mundo se negaban a acoger a la gran cantidad de refugiados que había huido para salvar sus vidas”.
La historia del St. Louis ilustra bien esa imagen de puertas cerradas.
 El barco zarpó del puerto de Hamburgo el 13 de mayo de 1939. Desde la Noche de los Cristales rotos del 9 de noviembre de 1938, el Gobierno de Adolf Hitler, que todavía no había comenzado con la aniquilación masiva de judíos, les empujaba a emigrar del país. Los 937 pasajeros se dirigían a Cuba con la esperanza de obtener asilo.
 El Gobierno de Federico Laredo les impidió desembarcar y después de negociaciones admitió a 28 pasajeros (cuatro españoles, dos cubanos y 22 judíos que tenían visas estadounidenses).

Ver imagen en Twitter
Me llamo Joachim Hirsch. Estados Unidos me rechazó en la frontera en 1939.
 Me mataron en Auschwitz
Neiss, ingeniero informático de 33 años, recuerda que su abuelo fue el único superviviente de su familia “porque los países de todo el mundo se negaban a acoger a la gran cantidad de refugiados que había huido para salvar sus vidas”.
La historia del St. Louis ilustra bien esa imagen de puertas cerradas.
 El barco zarpó del puerto de Hamburgo el 13 de mayo de 1939. Desde la Noche de los Cristales rotos del 9 de noviembre de 1938, el Gobierno de Adolf Hitler, que todavía no había comenzado con la aniquilación masiva de judíos, les empujaba a emigrar del país. Los 937 pasajeros se dirigían a Cuba con la esperanza de obtener asilo.
 El Gobierno de Federico Laredo les impidió desembarcar y después de negociaciones admitió a 28 pasajeros (cuatro españoles, dos cubanos y 22 judíos que tenían visas estadounidenses).
St. Louis Manifest
Me llamo Leopold Dingfelder. Estados Unidos me rechazó en la frontera en 1939. Me mataron en Auschwitz.
Algunos pasajeros enviaron telegramas al presidente Franklin D. Roosevelt para solicitar asilo, pero nunca recibieron respuesta. 
El Departamento de Estado informó a un pasajero que debían esperar sus turnos en las listas de espera, de varios años, para solicitar asilo. 
“La Gran Recesión había dejado a millones de estadounidenses sin trabajo y temerosos de tener competencia con los pocos empleos disponibles. 
También había dado fuelle al antisemitismo, la xenofobia, el nacionalismo y el aislacionismo”, según la web del Museo del Holocausto de EE UU.
Cuando se le pregunta a Neiss si esa cita le recuerda a los Estados Unidos de hoy, responde: “No. Esos no son los Estados Unidos que yo conozco. 
El país que reconozco está en las caras y las acciones de la gente que ha salido a las calles este fin de semana. Gente normal.
 Gente de todas las razas, religiones y edades.
 Inmigrantes nuevos y personas que llevan generaciones aquí, que se han puesto en pie por los valores de nuestros padres fundadores y de los que han luchando por la libertad y la justicia para todos”.
Me llamo Werner Stein. Estados Unidos me rechazó en la frontera en 1939. Me mataron en Auschwitz
El 6 de junio de 1939 el St. Louis dio media vuelta para volver a Europa. Reino Unido, Países Bajos, Bélgica y Francia dieron asilo a los pasajeros.
 Los que se quedaron en Reino Unido, salvo uno que murió en un bombardeo, sobrevivieron a la guerra.
 De los demás, 254 murieron. 
El fin de semana del 28 y 29 de enero de 2017 cientos de miles de estadounidenses se concentraron en las calles y en los aeropuertos contra el portazo de Trump a los demandantes de asilo, al grito de “Refugees Welcome” (bienvenidos refugiados) y "Let them in" (dejadles entrar).
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St. Louis Manifest