Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

30 oct 2016

“La vida de las actrices de Hollywood no tiene nada que ver con la nuestra”........................Ana Fernández Abad

Hablamos con Emma Suárez y Bárbara Lennie, protagonistas de Las Furias, sobre cine, feminismo, salarios y cómo es la vida de una actriz en España. 

“La vida de las actrices de Hollywood no tiene nada que ver con la nuestra”
Bárbara Lennie lleva quimono de GUCCI, joyas de SUÁREZ, bolso de DIOR y sandalias de JIMMY CHOO. Emma Suárez luce quimono de GUCCI, joyas de ANSORENA y zapatos de DOLCE & GABBANA.
Foto: Félix Valiente
Se conocieron hace casi 10 años, en México, mientras rodaban Todos los días son tuyos.
 «Emma me abrió las puertas, fue generosa conmigo, me introdujo en este oficio de una manera muy bonita», rememora Bárbara Lennie. 
Entonces tenía 22 años, su carrera estaba despegando. Ahora atesora un Goya –por Magical Girl– y una temporada plagada de estrenos.
 «Me parece una de las mejores actrices que hay en estos momentos», dice de ella Emma Suárez, quien vive un gran año, con la posible candidatura de Julieta, de Pedro Almodóvar, a los Oscar. 
Ese momento dulce que ambas atraviesan las hace volver a coincidir en un rodaje.
 Y no en uno cualquiera. 
 Forman parte del elenco de Las Furias, un drama coral sobre una familia –los Ponte Alegre– y sus secretos, el debut cinematográfico del director teatral Miguel del Arco.




“La vida de las actrices de Hollywood no tiene nada que ver con la nuestra”

Hablamos con Emma Suárez y Bárbara Lennie, protagonistas de Las Furias, sobre cine, feminismo, salarios y cómo es la vida de una actriz en España.

“La vida de las actrices de Hollywood no tiene nada que ver con la nuestra”
Bárbara Lennie lleva quimono de GUCCI, joyas de SUÁREZ, bolso de DIOR y sandalias de JIMMY CHOO. Emma Suárez luce quimono de GUCCI, joyas de ANSORENA y zapatos de DOLCE & GABBANA.
Foto: Félix Valiente


Tanto Emma como Bárbara han trabajado antes con él. 
Suárez en Deseo –ahora preparan un nuevo montaje, Refugio, que llegará en abril al teatro María Guerrero de Madrid–, y Lennie en incontables ocasiones. Es su amiga y una de sus actrices recurrentes. «Sé cómo escribe, lo que le gusta, hemos creado juntos muchas veces. 
 Entender el mundo de un director es fundamental», desgrana.
 Esta vez se han enfrentado a un nuevo lenguaje, a un cambio de medio: «Ha sido bonito poder acompañarle en esta primera experiencia cinematográfica, verle igual de volcado, de ilusionado, pero también con muchas más incógnitas y más perdido que cuando hacemos teatro».
 Para Suárez, «es un director de actores magnífico, que hace fácil trabajar con él porque te da mucha información sobre los personajes».
Bárbara luce cazadora, bermudas, abrigo y botas de GIVENCHY y joyas de BÁRCENA.
Bárbara luce cazadora, bermudas, abrigo y botas de GIVENCHY y joyas de BÁRCENA.
Foto: Félix Valiente
Ese oficio, la industria del cine español, que ella describe como «un trabajo de resistencia total», genera sus prioridades particulares, señalan. Coinciden las dos al afirmar que los actores solo desean trabajar, ni más ni menos
. Las reclamaciones de Hollywood –como la igualdad salarial entre hombres y mujeres a la que Patricia Arquette dedicó su discurso al recibir el Oscar por Boyhood y de la que Robin Wright se ha convertido en abanderada tras exigir cobrar lo mismo que su compañero Kevin Spacey en la serie House of Cards– se antojan muy lejanas desde Madrid.
 «No estoy pendiente de los cachés o de lo que ingresan los compañeros.
 Creo que aquí nos tenemos que adaptar a las circunstancias, a lo que hay, si queremos trabajar», reflexiona Emma Suárez
. Y Bárbara Lennie coincide: «Esa lucha no existe así, abiertamente, en España.
 Somos un sistema muy diferente, ellos tienen una manera de hablar del dinero y de sus contratos mucho más abierta, es un mercado mucho más poderoso, los contratos son leoninos.
 Es un mundo tan diferente al nuestro…
 Pero habrá diferencias salariales, seguramente.
 Yo no sé cuánto cobra un compañero que podría estar en el mismo estatus que yo.
 No lo sé, pero creo que me lo empezaré a preguntar».
Tampoco sienten cercanas cruzadas como la de Julia Roberts y Kristen Stewart, que en el pasado Festival de Cannes pisaron descalzas la alfombra roja en protesta por la etiqueta que exige tacones a las intérpretes.
 «Me parece estupendo que cuenten lo que pasa, que las mujeres tenemos que ir con los tacones, o que critiquen esa cámara para poner los dedos y enseñar las uñas… Pero creo que las preocupaciones de las actrices medias españolas no tienen tanto que ver con las de las actrices medias estadounidenses, porque aquí es muy difícil trabajar, acceder a pruebas, hacer una película… Nuestras realidades no son las mismas», explica Lennie.
 Y Suárez recalca la idea: «Es otro mundo, nosotros no tenemos una industria tan importante. 
Aquí lo que queremos es hacer películas; por ese motivo en muchas ocasiones te tienes que adaptar al tipo de producción en el que participas».

Bárbara, con vestido de tafeta de DELPOZO, pendientes de WEMPE, brazalete de BÁRCENA y zapatos de LIU JO. Emma viste abrigo capa de DELPOZO, pendientes de WEMPE, brazalete de BÁRCENA y zapatos de LIU JO.

Bárbara, con vestido de tafeta de DELPOZO, pendientes de WEMPE, brazalete de BÁRCENA y zapatos de LIU JO. Emma viste abrigo capa de DELPOZO, pendientes de WEMPE, brazalete de BÁRCENA y zapatos de LIU JO.

 

Nacho Duato: “Berlín tiene algo de provinciano, me esperaba más”.......................... Luis Doncel

El bailarín no será renovado al frente del Staatsballet, el más importante de Alemania

Ataca a sus críticos, sus sucesores y al alcalde de la capital alemana.

Nacho Duato entra canturreando en su austero despacho del Staatsballet.
 El coreógrafo y bailarín valenciano (Valencia, 1957) está satisfecho con la acogida del público a su Cascanueces, con el que ha tratado de “quitar el polvo” de los clásicos.
 Pero al director del ballet más importante de Alemania se le nota dolido con los políticos que lo nombraron, con los críticos y, en general, con el trato recibido desde que llegó a Berlín en 2014.
 El último mal trago se lo propinó el alcalde, Michael Müller, que en septiembre convocó una rueda de prensa para anunciar la no renovación de su contrato en 2019 y su sustitución por Sasha Waltz y Johannes Öhman.
A Duato no le agrada recordar ese momento. Se queja de que le han cortado las alas en un año decisivo. 
“Yo estaba de acuerdo en irme en 2019, pero les pedí que no lo anunciaran todavía.
 Con esta sensación de inestabilidad, mucha gente no viene a hacer audiciones. 
Pero todos sabemos que tenían que decirlo antes por las elecciones berlinesas [celebradas pocos días después de la rueda de prensa]. Y porque si no, no firmaba esa señora que querían cueste lo que cueste”.
 También reprocha al alcalde no haber asistido a ninguno de sus espectáculos y fiarse solo de las –muy malas- críticas.
Müller sí fue al estreno del Cascanueces, ¿no? 
“Sí, y le di la bienvenida. Hay gente que infravalora a los bailarines.
 Se creen que somos tontos. Y de tontos, nada”, asegura con una media sonrisa.

Los críticos son otros de sus caballos de batalla. 
Dice que las reseñas negativas no le molestan. “Al contrario, me dan marcha”.
 Pero sí protesta por haber sido recibido “de uñas” desde el primer momento. Y por las mentiras.La prensa le acusa de carecer de una visión para una compañía con un presupuesto anual superior a 11 millones de euros y de estar poco presente en Berlín.
 “¡Esa es una de las mentiras! Estoy todo el día aquí. 
No sé qué más puedo hacer. ¿Limpiar el estudio en lugar de la chica turca que viene por las mañanas? 
También escriben que el último estreno fue un aburrimiento. Y fue un éxito apabullante.
 No sé qué es lo que quieren”. Cuando habla, se refiere a un “ellos” indeterminado que parece englobar a todos los que le están haciendo su estancia más dura.
 “Que no se preocupen, que ya me voy en 2019”, les reta.
 Y recuerda que llegó a Berlín porque le ofrecieran el puesto varias veces. 
“A mí me llamaron. No vine a quitar nada a nadie”.
 Pese a todo, dice no arrepentirse de su experiencia alemana. “Todo esto no interfiere en mi trabajo. Vengo cada mañana con muchas ganas”
Los sentimientos encontrados reaparecen al hablar de Berlín. Admite que es una ciudad maravillosa -“la única de Alemania donde podría vivir”-. Pero también una cierta decepción. “Tiene algo de provinciano. 
Me esperaba un poquito más. Esto no habría pasado ni en Londres ni en París”. ¿A qué se refiere con “esto”? “El nombramiento de Waltz, por ejemplo. 
Es una estrella local, pero no internacional”, responde.
No lo tendrá fácil Waltz. Su nombramiento ha desatado una guerra en el Staatsballet, cuyos bailarines se oponen con uñas y dientes al desembarco de una coreógrafa de danza contemporánea en un ballet clásico.
 Ya han recogido más de 18.000 firmas contra la berlinesa. “Es muy raro poner a dos personas a dirigir la compañía.
 Me parece una animalada. Aunque en el fondo es una buena decisión. Ninguno de los dos podría hacerlo solo.
 No tienen la experiencia suficiente”, dispara Duato, que además sugiere la posibilidad de que Waltz acabe renunciando. “Ya es difícil dirigir una compañía con los bailarines a tu lado. Imagínate en contra”.
Hacer pensar
Dos años y medio antes de irse, el hombre que dirigió la Compañía Nacional de Danza durante 20 años, defiende el legado que dejará en Berlín. 
“La afluencia de público no ha bajado. Y se ha rejuvenecido. Pero lo más importante es poder hacer pensar al público. 
Y contradecir esa idea de que los bailarines somos unos frívolos”.
Desde Berlín, Duato ve un panorama desolador en España. “Es bochornoso que tenga que gobernar Rajoy, el de Luis sé fuerte, con un partido imputado.
 En Alemania sería impensable”, dice.
 Y, pese a sus conocidas simpatías por la izquierda, asegura que los políticos de derecha que ha tratado son más cultos. “Van más al teatro, leen más, han viajado más. Son más pijos.
 Menos Jorge Semprún, con el primero que trabajé. Era otra cosa”. La política cultural no se salva de sus críticas. 
“Solo Berlín se gasta más en danza que toda España. Madrid es la única capital de Europa que no tiene un teatro con compañía propia”.

 
 

 

El país de los paganos y de los hippies.................................................... Linda Von Burg (Tages-Anzeiger)

Las elecciones están pasando por Estados Unidos como un huracán. Excepto en la Isla Orcas.

Vista de la Isla Orcas desde Eastsound.

Las casas son pequeñas y hechas de madera, el revoque aguanta bajo el agua salada.
 Todo aquel que salga del ferry que lleva a Isla Orcas nota la diferencia. "No tenemos mucho que ver con el mundo exterior, tenemos nuestro propio país", asegura un joven de 20 años llamado Matthew Masters. 
Por eso aquí también se dice que quien toma el ferry a tierra firme va a Estados Unidos.
La isla pertenece al archipiélago de San Juan, y tiene aproximadamente 4.000 habitantes en invierno.
 En verano puede alcanzar los 10.000. No solo está cerca de Canadá geográficamente, sino también culturalmente.
 No se cierran ni las casas ni los coches. La calle principal se abre camino entre un paraje accidentado de árboles que se extienden hasta donde la vista puede alcanzar y de praderas vírgenes.
 No hay ninguna pancarta electoral en los márgenes de la calle ni se celebra ningún acto electoral.
 Con lo único que hay que tener cuidado en las calles es con los corzos.
San Juan es el condado del estado de Washington que más vota a los demócratas. La mayor parte de los habitantes son muy liberales. "Aquí hay más hippies y paganos que cristianos", cuenta Masters. Eso se puede ver especialmente en la zona de Eastsound.
 Aquí junto a la bandera estadounidense ondea la bandera arcoíris, símbolo de la comunidad homosexual. Y las tiendas venden esterillas de yoga, música esotérica o comida orgánica.
Debates políticos: Falsa alarma
Matthew Masters.
No hay debates políticos en la isla. Las opiniones ya están formadas y los habitantes están de acuerdo.
 "Es impresionante lo unida que está la comunidad aquí. Nos ayudamos los unos a los otros y estamos de acuerdo en las cuestiones políticas", aclara el veinteañero. "Pero a veces también puede llegar a ser aburrido", confiesa
"Si Bernie Sanders siguiera en la carrera, yo y todos mis amigos le votaríamos", explica el joven Matthew Masters, que trabaja a tiempo parcial como barista y como mozo de establo.
 Es la primera vez que va a votar en unas elecciones presidenciales. Al principio estaba eufórico con Sanders. Ahora dará su apoyo a Hillary Clinton.
 A regañadientes. "Pero Donald Trump no puede ser elegido de ninguna de las maneras", afirma enérgicamente. Su familia, vecinos y amigos piensan lo mismo.

"Hacen lo que quieren"
Mucha gente de la Isla Orcas no irá a votar.
 Uno de esas personas es Ryan Rancourt. Él y su perra bull dog viven juntos fuera de la transitada calle principal.
 La política no le interesa. Tampoco sabe cómo va el proceso electoral.
 "Nunca he votado. Solo nos dicen tonterías", añade el artesano de 37 años.
No lo dice ni enfadado ni decepcionado, simplemente para él la política es irrelevante.
Rancourt enseña orgulloso lo que lleva años construyendo en su casa: una casa en un árbol y una sauna.
 "Lo más importante en la vida es ser feliz, los políticos a pesar de todo hacen lo que quieren", afirma el señor de 37 años.
 "Son ricos y lo único que quieren es aumentar su riqueza". 
Y su voto no podría cambiar eso.
 


 

Premiar y castigar.................................................................... Boris Izaguirre


Eugenia Martinez de Irujo, en la entrega de los premios 'Elle Magazine'.
Sin buscarlo, el lunes me encontré sentado al lado de Baltasar Garzón.
 Como muchas celebridades, resulta bastante más guapo en persona que en la tele. No le dije eso, porque me choca cuando me lo dicen a mí.
 Él estaba más relajado que yo, esperando pacientemente los discursos de las premiadas en la gala anual del Club de las 25, presentada por Rosa María Calaf.
 Miraba con frecuencia mi reloj porque también estaba convocado en otra entrega de premios. “¿Vas a entregar o recoger?”, me preguntaron, y Garzón se mostró atento.
 Lo juzgué elegante y profesional, es el recurso en el que Isabel II está más entrenada: mostrar interés, que no es lo mismo que interesarse realmente.
 “En Madrid todo es simultaneo, se juntan los juicios y los premios. Muy español”, avancé. “Premiar y castigar”, concluí.
 “Cuánta razón”, dijo el juez estrella, sonriendo con unos dientes que son más chispeantes de cerca que en los periódicos. “Cuánta razón”, repitió.
cos. “Cuánta razón”, repitió.
El juez Baltasar Garzon y Boris Izaguirre durante los premios del Club de las 25 Madrid. gtres online
Con razón o no, sin castigo pocas veces hay premio.
 Y es un calvario intentar ir a todo, un hábito que no he conseguido erradicar, quizá por la adrenalina del corre corre. 
En los premios Club de las 25 estaba como invitado, en los de la revista Interiores, presentados por Máxim Huerta, debía entregar un galardón al célebre diseñador Karim Rashid.
 Igual que en los juicios hay acusados y fiscales, en las ceremonias de premios hay entregadores y galardonados. Una idea que viene de los Oscar pero que en las galas de premios que se dan en Madrid adquiere aires de festival y de colegueo masivo. 
Viéndolo bien, en los macrojuicios también anida el colegueo.
 Siempre hay matices y personalidad en la manera en que se presentan los premios.
 Los del Club de las 25 era todo progresista, ¡la política estaba en el aire! 
Y el salón lleno de pelos de colores. Recordé a mis padres pero con ese glamour europeo que aporta el hotel Palace con sus columnas y sus lámparas de cristal.
 En los discursos de agradecimiento de los decoradores de Interiores también había mensaje, pero mucho más empresarial.Sin duda mi premio favorito fue al mejor material versátil. Y el discurso favorito fue el minimalista de una sola frase de Javier Mariscal: “El interior es lo más bello”. Rashid felicitó a los españoles por mantener el optimismo en tiempos de incertidumbre cuando ya se respiraba ese aire tranquilo de saber que, por fin, tenemos gobierno y eso parece calmar mucho las siempre nerviosas aguas del interiorismo.
Aguas minerales y aguas enriquecidas. Uno de los decoradores comentó que en los últimos meses ciudadanos venezolanos han comprado 35 edificios en el centro de Madrid, eso supone mucha rehabilitación, mucha decoración y mucha tela. 
El barrio de Salamanca se ha convertido en Little Venezuela.
 El mismo decorador explica que Madrid es un 30% más barato que Miami para los venezolanos enriquecidos meteóricamente en los últimos años.
Aguas minerales y aguas enriquecidas.
. Al día siguiente, un expresidente de Caja Madrid declaró que las tarjetas black se hicieron más oscuras y refinadas cuando llegó el señor Blesa a la institución. 
Y esa misma noche, la revista Elle cumplió 30 años en España convocando, ¿cómo no?, a unos premios, sin comida, con Sara Carbonero y Ramón Arangüena y toda una constelación de invitados y premiados servidos en bandeja.
 Después de la aparición de Gwyneth Paltrow, Elizabeth Hurley y Olivia Palermo la parte posterior de la chaqueta de Eugenia Martínez de Irujo aportaba humor y toda una declaración de principios: Je m’en fous. 
Me da igual, pero pareciera que hay una agencia que lleva a estas señoras a todos los premios de revistas.
 He visto a Olivia Palermo recoger más premios en nuestra ciudad que a Michael Phelps ganar medallas olímpicas. Yo mismo le entregué uno de la revista Marie Claire.
 Con tanta experiencia como cursilería, Olivia recoge sus trofeos con dos frasecitas y voz de que es la primera vez. Paltrow se lanzó a hablar castellano con esa alegre incongruencia con la que hablamos inglés cuando nos venimos arriba y terminó agradeciendo con un ligeramente populista: “¡Viva la madre que me parió!”, que cosechó la mayor ovación de la noche. 
Hurley fue, sin duda, la que mejor inglés habló, académica y un poquito reivindicativa al recordar la importancia de las revistas femeninas en la lucha contra el cáncer de mama. 
Solidaridad y glamour, palabrotas y escotes, Garzón, todo forma parte del ritual de premiar y castigar.