El maquillaje, con su carga subversiva, forma parte de la esencia de la
humanidad desde la edad del bronce.
Asociado al embellecimiento y el
enaltecimiento de la juventud, también ha servido de camuflaje y ha
formado parte de rituales. Espejo del estatus social y del nivel de
emancipación, en nuestro mundo globalizado, continúa marcando la
diferencia. Este es un viaje a través de su historia.
El maquillaje, con su carga
subversiva, forma parte de la esencia de la humanidad desde la edad del
bronce.
Asociado al embellecimiento y el enaltecimiento de la juventud,
también ha servido de camuflaje y ha formado parte de rituales.
Espejo
del estatus social y del nivel de emancipación, en nuestro mundo
globalizado, continúa marcando la diferencia.
Este es un viaje a través
de su historia.
ActualizadoMiércoles 13 de abril de 201612:26
NUEVA York, 1912.
En una gran manifestación para reclamar el derecho al voto, las sufragistas desfilan con los labios pintados de brillante rojo.
La imagen, a primera vista, se aleja de lo que medio siglo después
caracterizaría a las nietas de aquellas mujeres, las luchadoras
feministas que se rebelaron contra el maquillaje y la ropa interior.
Pero el gesto de las abuelas no era menos combativo: aquellos labios
reclamaban el derecho a pintarse de forma llamativa y explícita sin que
por ello fueran colocadas en la categoría de actrices o en la de chicas
de mala vida.
Tres años después, cinco Estados habían otorgado el derecho al voto a
las mujeres en Estados Unidos (aún habría que esperar hasta 1918 para
que las británicas lo obtuvieran) y la invención de las barras labiales
de color metió el rouge en el bolso de las mujeres. El carmín
portátil y de fácil uso llegó, esta vez sí, para quedarse. Porque lo
cierto es que aunque las barras que hoy se comercializan tienen su
antecedente directo en la patente de 1915, las primeras que se conocen
fueron descubiertas en las tumbas del Antiguo Egipto.
Entraron
el 8 de enero y salieron la noche del 14 de abril, aniversario de la
República, habiendo soltado por sus orificios todo tipo de deyecciones
los unos de los otros.
Laura Matamoros y Jordi González, en 'Gran Hermano VIP'.
Paren rotativas: Laura Matamoros, una morenaza de 23 años, ganó anoche la cuarta edición de Gran Hermano VIP, el reality de Telecinco en que una purrela de ¿famosos?
contienden, perdón, conviven encerrados en una casa hasta que solo
queda uno.
¿Que quién? Sí, hombre, una de los cuatro hijos de Kiko
Matamoros con su primera esposa.
¿Qué quién? Sí, mujer, el cuñado de Mar
Flores, la exmodelo que se acaba de separar de Javier Merino.
¿Qué
quiénes? Vale, dejémoslo en una canterana de la cadena, que hay que
explicároslo todo.
Lo de Telecinco es como lo de los cuentos. Si ponemos
en duda que el lobo feroz le habla Caperucita porque los lobos no
hablan, no hay relato.
Y si nos tomamos lo de VIP al pie de la letra,
porque ni Dios conoce a la ganadora, no hay programa.
Entraron el 8 de enero, con el roscón de Reyes obstruyéndoles aún en el
intestino grueso, y salen la noche del 14 de abril, aniversario de la
República, habiendo soltado por sus orificios todo tipo de deyecciones
los unos de los otros, hasta el punto de que el sustantivo llano
bisílabo “mierda” fue, quizá, el más pronunciado.
De eso se trataba,
mayormente. De que ellos se expusieran de cabo a rabo al escarnio,
perdón, escrutinio público, y de que nosotros lo viéramos, evaluáramos
sus dones y faltas, y decidiéramos soberanamente quien aguantó mejor el
tipo en esa pelea de gallos y gallinas.
Estando en semejante foro Rosa
Benito, Raquel Bollo –¿que quiénes?, vale ya, si seguís preguntando,
rompo la baraja- Rappel, que nadie dude de que hubo lances de gran
altura dialéctica y de la otra.
En ese sentido, cabe destacar la
capacidad de innovación lingüística del elenco de este año al incorporar
el vocablo “mueble” –dícese del concursante que no da espectáculo y se
limita a despatarrarse en el sofá todo el santo día- como el mayor
insulto entre la concurrencia.
Al cierre de esta edición, la RAE estaba
estudiado llevar tal acepción al Diccionario en su próxima sesión
plenaria.
Belén Esteban y Laura Matamoros.
Total, que después de 14 semanas conspirando entre cámaras,
cuchicheos y cuchillos voladores, los Grandes Hermanos salen como
entran. Casi, casi, como los Grandes Cuñados del Congreso de los
Diputados.
Entraron sin Gobierno y salen sin Gobierno después de tres
meses de entradas y salidas, dramones, invectivas, coqueteos,
reconciliaciones, puñetazos en la mesa, maniobras de aproximación,
rupturas, recelos, y toneladas de postureo.
Eso sí, los concursantes de
la casa de Guadalix le llevan ventaja a los de la Casa del Pueblo.
Sacaron a centenares de personas a la calle a apoyarles, mientras aún
está por ver algún día, en algún sitio una triste concentración de
cuatro gatos metiéndoles prisa a los padres de la patria para formar
Gobierno.
Pues eso, que Laura Matamoros, una belleza morena de 23 años, ganó anoche Gran Hermano VIP,
en reñida competencia con Carlos Lozano, un presentador con mejores
siglos a la espalda.
Dentro de una semana, nadie se acordará de nadie.
Pero que no cunda el desánimo. El jueves que viene empieza Supervivientes, siguiendo el Gran Juego de la Oca de Telecinco: De reality a reality y tiro porque me llevan los audímetros.
"No sabía
que Urdangarin estaba detrás del Valencia Summit", declara el
expresidente valenciano como testigo en el juicio que se celebra en
Palma de Mallorca.
Francisco Camps antes de declarar en el caso Nóos.Tolo Ramón | ATLAS
El expresidente valenciano Francisco Camps
ha asegurado que no supo que Iñaki Urdangarin estaba detrás de las
jornadas Valencia Summit hasta que estalló el escándalo.
Camps, que este
viernes ha defendido su gestión en el juicio por el caso Nóos
que se celebra en Baleares, ha explicado que acudió a la inauguración
de unas jornadas sobre ciudad y deporte en 2004 y 2005 sin saber
siquiera que se trataba de las Valencia Summit.
"He sabido luego que el
evento se llamaba Valencia Summit.
Yo fui a la inauguración de un
congreso sobre deporte y ciudad", ha dicho
. Este evento, del que se
hicieron tres ediciones, costó 3,1 millones de euros que fueron abonados
por la empresa del Gobierno valenciano, Ciudad de las Artes y las
Ciencias, y la fundación Valencia Turismo del Ayuntamiento de Valencia.
"Del Valencia Summit no tenía referencia alguna", ha dicho Camps.
¿Sabía que Urdangarin estaba detrás?, le han preguntado. "Realmente no",
ha manifestado el expresidente valenciano que se ha desvinculado
totalmente de las jornadas Valencia Summit y de la manera en la que se
gestó el proyecto Juegos Europeos..
"¿Quién va a contarme a mí lo que cuestan las convenciones, los
decretos...?
La actividad era constante.
Era imposible [que me
informasen del detalle de los Valencia Summit]", ha recalcado Camps, que
ha negado, tal y como declaró Diego Torres, haberse reunido en el
palacio de la Zarzuela con los socios de Nóos y la entonces alcaldesa Rita Barberá.
Los únicos encuentros que ha admitido con Iñaki Urdangarin han sido los
realizados en actos protocolarios y una reunión oficial en el Palau de
la Generalitat a la que acudió también el presidente del Comité Olímpico
Español (COE).
Respecto al convenio de Juegos Europeos, que se presupuestó en seis
millones de euros aunque solo se pagaron 382.000 euros, el expresidente
valenciano ha insistido en que tenía el aval del Comité Olímpico Español
y ha defendido la validez del proyecto.
"Los Juegos Europeos no se han
anulado, el proyecto en Valencia se abortó porque el alcalde Alberto
Ruiz Gallardón nos pidió que no hubiese ninguna otra candidatura
distinta a las de Madrid 2012 y 2016".
Camps ha defendido el trabajo realizado para los Juegos Europeos, aunque
ha sido incapaz de dar detalle alguno sobre las actuaciones realizadas.
"El presidente de una comunidad autónoma no está pendiente del trabajo
que hacen un grupo u otro de personas", ha insistido Camps, "pero si el
presidente actual de la Generalitat Valenciana quisiese volver a poner
la candidatura de Juegos Europeos encima de la mesa podría hacerlo por
el trabajo que se hizo.
Se lo digo de buena fuente".
El
exministro se vio desbordado por la abundancia de pruebas en su contra,
contra las que fue incapaz de aportar una explicación convincente.
Es que tampoco sabe hablar como buen Pepero solo da ordenes no dialogos.
José Manuel Soria, en una imagen de archivo.GORKA LEJARCEGI / EL PAÍSNo es E.T. aunque igual podría serlo.....mi caaaaaaasa, mis hotelesssssssssss mi salmónnnnnnn
La última vez que EL PAÍS pudo hablar con el ya exministro José Manuel Soria,
este jueves a primera hora de la tarde, sonaba como un boxeador
noqueado, intentando dar con las cuerdas para buscar apoyo y consciente
de que ya sonaba el conteo para su KO definitivo.
"Me he sobreexpuesto, al querer dar de inmediato explicaciones que no tenía",
intentaba explicar. "Hace 20 años que dejé los negocios y me volqué en
la política.
No tengo ni idea de dónde ha salido todo eso. Le estoy
pidiendo a mi hermano que me aclare todo cuanto antes, porque necesito
contar algo".Eso cuenta "argo"
Alguien le había avisado 15 días antes de que su nombre figuraba en los papeles de Panamá.
Su convencimiento —o su prepotencia— de que no había nada contra él,
le llevó a no reaccionar. Fue avisado de nuevo, dos días antes de la
publicación
. No hizo nada, más allá de negarlo.
Una mínima prudencia le
hubiera obligado a rastrear en los papeles de su pasado empresarial para
tener algo a lo que agarrarse.
El lunes estallaba finalmente la primera de las noticias que acabarían por acorralar al ministro, amigo personal del presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y hombre fuerte de ese Ejecutivo. El Confidencial y La Sexta Noticias publicaban
que el nombre y la firma de Soria aparecían en un documento salido del
despacho panameño Mossack Fonseca, origen de las filtraciones.
El exministro figuraba como administrador de la sociedad UK Lines
Limited, inscrita en el registro de Bahamas, un paraíso fiscal, en
septiembre de 1992. Junto a su nombre estaban los de Tomás Poggio y
Méndez Fernández de Lugo.
El nombre de Soria se borró del documento dos meses después, en
noviembre de 1992. Una carta dirigida al despacho aseguraba que se
trataba de un error.
Le sustituyó como administrador de la sociedad Luis
Alberto Soria, su hermano, hasta la disolución de la sociedad en 1995.
¿Quién envió esa carta advirtiendo del error? Canal Trust Company
Limited, una compañía fiduciaria dedicada a gestionar sociedades.
Fue
creada por BBV Privanza, una división del banco BBV que fue investigada
y, en parte, desmantelada, después de un complejo proceso judicial.
Entre sus accionistas figuraban BIBJ Nominees Limited y BBJ Management
Limited.
Soria parecía estar muy seguro de su inocencia.
Ese mismo lunes, desde Lanzarote, improvisaba una rueda de prensa
en la que anunciaba que nunca había tenido empresa alguna, ni en Panamá
ni en ningún paraíso fiscal.
Explicaba, además, que había dado órdenes a
su abogado para que iniciara los trámites para solicitar una comisión
rogatoria al país caribeño y reclamara cualquier información existente
sobre su persona.
Así de rotundo se mostraba en la defensa de su inocencia, y nadie en el Gobierno dudó de su palabra.
Al día siguiente, sin embargo, surgían nuevos documentos. Soria
figuraba como secretario, entre 1991 y 1997, de una sociedad con el
mismo nombre que la anterior, UK Lines Limited, pero en esta ocasión
registrada en el Reino Unido.
Las explicaciones de Soria comenzaban a perder consistencia a
chorros.
El exministro aseguró que no sabía que había sido secretario de
esa sociedad, ni mucho menos que fue su padre, Manuel Soria Segovia,
quien había fundado la compañía junto a otro socio
Y en Lanzarote aprovechando el solito para estar más moreno y allí estaba gratis, porque Soria en Canarias todo se lo daban gratis. . Estuvo al frente de
ella hasta su fallecimiento en 1990, cuando le sustituyó su hijo.