Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

31 may 2014

“El franquismo dura demasiado”................................................. Juan Cruz

Raimon desea para Cataluña una solución confederal "dentro de España y dentro de Europa".

Raimon, en el despacho de su domicilio en Barcelona. / Sofía Moro

Lo que sorprende de este Raimon (Raimon Pelegero, Xátiva, 1940) es de qué manera se ha defendido de las solemnidades de la edad.
En algún lugar de su cara, en su risa, está el muchacho que cantó Al ventencima de una vespa y convirtió aquella canción sencilla (“al vent del mon, i tots, tots plens de llum…”) en un himno de varias generaciones de españoles de todas partes.
Con Joan Manuel Serrat y otros músicos ayudó a que esa lengua catalana que el franquismo quiso reducir a la nada formara parte de la educación sentimental de los que hablamos castellano.
 Esa canción en concreto, y luego Diguem no, eran para decir no.
Transmitían inconformismo y esperanza.
Además, Raimon rebuscó en la poesía catalana, desde Ausiàs March a Salvador Espriu. Alcanzó tonos sinfónicos que lo fueron convirtiendo en un personaje en el que ya se fija la literatura y la música.
Poco antes de esta conversación (que tuvimos el 1 de abril pasado, antes de que sus declaraciones sobre el independentismo lo pusieran en un primer plano en el que no quiere estar por eso) le habían otorgado el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes
. La profesora Anna Sallés explicó que ese premio se le daba por su “papel capital en la difusión de la lengua y la cultura catalanas”
. A él mismo ese premio, que le entregarán el 10 de junio, le produjo “una enorme sorpresa”.
 Y no es raro que se sorprendiera, más raro es que lo diga; pues en los últimos tiempos, antes de estos reconocimientos, que incluyen uno del Círculo de Bellas Artes, Raimon seguía siendo un mito para muchos, pero desde otros sectores había sobre él un silencio que, como dice una de sus canciones, resulta “antiguo y muy largo”.
 Pero el silencio se interrumpió y ahora ya hablan del cantante de Xàtiva hasta donde antes no le hacían ni el menor caso.
A él le da igual, ríe. Escucha como si sus ojos se defendieran del viento de la vespa. En su casa blanca, rodeado de recuerdos que incluyen muestras de sus amigos Tàpies o Miró, Raimon habló del padre, en primer lugar.

—Ha cantado tanto a su madre. ¿Y el padre?
—Ah, el pare. Está en He passejat por València, sol.
 Murió cuando yo tenía 20 años; mi madre murió con 93, eran de la misma edad. Ya no me esperaban cuando nací.
Me contaron que mi padre había sido presidente del ramo de la madera de la CNT, en Xátiva. Los propios ceneteros le requisaron los muebles que había producido. Y después los nacionales le requisaron las máquinas
. Le jodieron unos y otros.
El pare fue a la cárcel. “Mi madre había dejado de hacer hijos a los cuarenta.
 Como mi padre entraba y salía de la cárcel un día quedó embarazada. Debí ser un niño del amor, ¡sales de la cárcel y haces fiesta, ja ja! Un juez lo sacó, ‘este hombre no tiene ningún cargo”.
El padre murió antes de Al vent.
—Los amigos creían que era una traducción del inglés
. Yo estaba con Andrés Mori, un asturiano que estudiaba en Valencia, conmigo. Tenía una vespa y le dije que me llevara a Xàtiva. Al regresar me vinieron los versos.
—Entonces no se cantaba en catalán.
—Muy poco. Toda la información era en castellano, yo leía a los poetas del 50, Valente, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún… Conocí a Pepe Hierro. Y a los 22 años empecé a leer a Espriu.
 Y le puse música. Era algo que nos habían negado, no existía.
 Después leí a Joan Fuster, en catalán. Descredit de la realitat.
</CF>—Quizá lo que distingue al franquismo es que esa lengua fuera prohibida.
—Entre otras cosas.
A mi madre la quisieron rapar en la posguerra porque se quejó del alcalde. La amenaza estaba ahí.
—Pero lo de la lengua fue muy salvaje.
Hemos vivido un cierto espejismo. La clase dirigente no supo hacer sólida una convivencia democrática real
—Te decían que era un dialecto infecto, era la lengua vernácula de los esclavos…
 Venías del pueblo y te hablaban en castellano, eso los hacía considerarse superiores.
 Una de las bromas que se decían en Valencia era que a partir de las 30.000 pesetas de sueldo se cambiaba de piso, de muebles ¡y de lengua, ja, ja, ja
! Cuando llegué a Barcelona mi sorpresa fue ver a gente elegante que hablaba catalán de manera más normal; ese tipo de gente en Valencia hablaba castellano.
—Ahora ya se acabó el franquismo. ¿Se acabó?
—Yo lo que creo es que dura demasiado. Yo veo que todavía hay ramalazos muy fuertes.
—¿Dónde los ve?
—En el actual Gobierno hay ramalazos de franquismo y mira lo que ha dicho Rouco sobre las amenazas de guerra civil, ¡es muy fuerte!
—¿Le decepciona el proceso democrático que hemos vivido?
—Hemos vivido, no todos, un cierto espejismo.
 En el 76 todavía me prohibía Fraga en Madrid. Entre 1979 y 1982 se nota que murió Franco, los canales de televisión estatal eran los más libres, había cantantes de las distintas lenguas.
 Ya no. Creo que en la vida política la clase dirigente no supo hacer sólida una convivencia democrática real.
—Esa desilusión llega hasta ahora y tiene efecto en Cataluña.
—Tengo la impresión de que en España no se sabe qué pasa aquí, no de lo que pasa ahora, también de lo que sucedía antes
. No ha habido una presencia de los medios de comunicación y esa desinformación ha impedido que la gente sepa que aquí se estaba produciendo un movimiento independentista, que ese movimiento ha venido para quedarse y eso se tiene que afrontar, se ha de buscar un modo de solucionarlo
. Es un problema real
. Creo que eso explica gran parte de la situación actual. Para mucha gente en España fue una sorpresa la primera manifestación, de 2012. Pero para gente de aquí también fue una sorpresa.
—¿Lo fue para usted?
—Para mí no, porque las consecuencias de 2006 [el no constitucional al Estatut] fueron muy fuertes. Me sorprendió la magnitud de la manifestación, pensaba que sería importante porque la gente estaba cabreada, pero se unían muchas cosas, estaban las primeras consecuencias de la crisis, el PP había pedido firmas en toda España contra el Estatut, Alfonso Guerra salió del Parlamento diciendo: “Nos lo hemos cepillado bien cepillado”. ¿A qué jugamos?
—Eso es. ¿A qué jugamos?
—Ahora también da la impresión de que la vida en Cataluña está fuera de la Constitución.
 Cualquier cosa que se propone es inconstitucional, se acepta el diálogo, pero se impone el cumplimiento de la ley y si no el diálogo no cabe…
 No es a mi juicio una manera de intentar arreglar las cosas. La segunda manifestación demostró que esto no era un suflé. Pero no he visto que se reaccione como creo que se tendría que reaccionar.
—¿Cómo?
Este Miró que guarda Raimon fue portada de 'Quan l'aigua es queixa' (1979)
—Que se deje votar la consulta en cuestión, eso no va contra nadie. “Hablemos de todo menos de la consulta”, se dice
. Bueno, ¿entonces dónde estamos? El Parlamento catalán está mayoritariamente a favor, las encuestas dan alrededor de un 80% a favor de que se consulte.
 Pues entonces lo que hay que hacer es tratar de hacer política.
 Si impides eso ya no se puede hacer política.
—Usted ha dicho que se siente incómodo.
—No es que me sienta incómodo, me siento con una cierta inquietud, no veo un camino claro. No sé por dónde se va ni por dónde se puede salir
. Creo que el hecho de que el Gobierno del PP reaccione así impide que pueda haber más margen. Crean el problema del catalán en las escuelas, cuando no había problema alguno
. Cualquier movimiento que hacen es a recentralizar.
 Dicen que Cataluña es la locomotora, y lo que hacen es pararla… Además, en ciertos sectores de aquí, no hemos notado una preocupación por parte de los amigos progres de fuera por estos asuntos, parece como si no supieran dónde situarse.
—¿Cree que esto acabará mal?
—Mi perplejidad es absoluta. No tengo ni idea de cómo puede acabar, pero lo que veo es que si hay un problema hay que afrontarlo. Lo que hizo Artur Mas es ver que en la calle estaban los que le tenían que votar
. Desde la aparición de Convergència nunca se había planteado el independentismo.
 Surge cuando ve Mas que en la calle están sus votantes.
—¿Cómo terminaría bien?
—Con una solución confederal, dentro de España y dentro de Europa; una solución con la que la gente se sienta a gusto.
 Que ese Estado propio que piden sea federal o confederal
. Y que se vote. Eso sería acabar bien. Mi deseo personal sería un tipo de confederación. Tampoco creo que la independencia sería algo trágico o mortal, ¡no pasa nada!
 No le pedirían el pasaporte a nadie, estaríamos dentro de Europa
. No ocurriría eso que decía García Margallo, que Cataluña estaría por la estratosfera por los siglos de los siglos. Confederal, pero tampoco lo tengo tan claro
. Lo que veo es que se tienen que arreglar los problemas que existen, no se puede estar todo el día con la ley, la ley. La ley cambia cada dos por tres, no la usemos como si fuera de mármol.
—Premi d’Honor de les Lletres Catalanes
. Qué honor.
—Mucho. Fueron premiados gente que me hizo: Vicent Andrés Estellés, Joan Fuster, Espriu, Jordi Rubió, Enric Valor, Francesc Mira… Y ahora yo.
Me decían que no podrían dármelo porque no entraba en la categoría de Letras
. ¡Al menos entraría en el de las letras de canciones…, ja ja ja!
—“El hombre que dice no”. ¿Qué le inclina a cantar Diguem no ahora?
—La situación es muy compleja
. Cambia el sistema, el capitalismo no tiene tope. En 1989 desapareció el otro polo de la humanidad como unas virutas a las que les acercas una cerilla y se van todas al carajo
. ¿Cómo vas a decir todo eso cantando? Diría no a la dinámica de los partidos, más preocupados por ellos que por el país; diría no a la mezquindad con que se trata a la sanidad pública, a la educación, a la cultura
. ¡En nombre de Europa! ¡Ellos no hacen Europa!
—Cantó usted que del hombre mira siempre las manos…
—¡Y mira ahora lo que hacen las manos de muchos! ¡Meterlas en la caja!
Raimon ríe; es la hora del almuerzo y en casa van a comer pasta
. Annalisa, su mujer, y él, se conocieron cuando ella vino de Italia.
 Sus canciones de amor son para ella, y ya la risa de los dos ha terminado siendo la misma risa.
"Al vent....la cara al vent, no diguem No, he dexat en Xativa al carrer Blanc......Raimon no te olvidamos ni queremos que nadie te olvide....

 

Iliá Ehrenburg, el hombre que lo vio todo........................................................................................ Ricardo San Vicente


Iliá Ehrenburg. / RIA Novosti

Gente, años, vida es la edición completa y definitiva de las memorias de Iliá Grigórievich Ehrenburg, escritor, periodista, figura destacada de la vida cultural y política de la URSS
 . La obra —que ya conoció una edición española parcial, y, claro está, censurada, en los años sesenta— es un libro memorable por diversas razones
. Para empezar, por ofrecer un recorrido detallado y sugerente por el siglo XX hasta los años sesenta. Constituye, por tanto y en primer lugar, con todas las limitaciones de la época, un itinerario personal por la experiencia soviética.
 En segundo lugar, la publicación periódica en la revista literaria Novi Mirde estas memorias representó para los soviéticos una auténtica ventana al mundo exterior, hasta entonces prácticamente desconocido
. Gracias a Ehrenburg, los lectores viajaron a la dorada época del París de principios del siglo XX y a sus protagonistas: políticos (Lenin, Trotski), artistas, escritores, poetas, editores (Ribera, Modigliani, Picasso, Hemingway, Joyce).
 Pero antes el autor nos describe con detalle y lirismo contenido sus primeros pasos en la lucha revolucionaria junto a los bolcheviques en una Rusia donde el zarismo se hacía pedazos.
 De esta época le vienen los contactos que permiten explicar, tal vez, por qué sobrevivió a los peligros de la historia soviética.
Pues la supervivencia durante los pavorosos años del estalinismo es tal vez el rasgo más característico de este hombre, cuyas memorias bien podría haber titulado “Confieso que he (sobre)vivido”.
Después de pasar largos años exiliado en París, al estallar la revolución de 1917, el autor regresa a Rusia y su relato se detiene en el desarrollo y los protagonistas de la hecatombe.
 En su recorrido por esta época surgen los retratos de políticos y sobre todo artistas, Voloshin, Mandelstam, Maiakovski, Esenin…
 Tras varios años en la URSS, en 1921 decide y, lo más insólito, consigue abandonar el país para “dedicarse a la literatura” e instalarse en Europa como ciudadano soviético.
 Si antes de la revolución se había ganado la vida, entre otros oficios conocidos, como corresponsal para algunos periódicos rusos —recogiendo por ejemplo el desarrollo de la Primera Guerra Mundial—, entonces se dedica al periodismo al servicio de los órganos de prensa soviéticos.
 En estos años, sin abandonar la poesía, se adentra en el terreno de la prosa.
 Y alcanza un relativo éxito con sus novelas Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito y sus discípulos (1921) o La vida agitada de Lásik Reitswantz (1928), tal vez sus mayores logros literarios.
Así pues, ya tenemos las tres vertientes de este hombre orquesta: el político, el escritor y el periodista.
 El político cercano a los bolcheviques, el poeta lírico y social y el novelista desigual, primero mordaz y vanguardista y finamente instaurador de un peculiar realismo crítico, muy cercano al realismo socialista.
 Facetas que combina y que no abandonará nunca: se halle en Moscú, en el frente de Gandesa, en Berlín, en Viena o en el París ocupado, seguirá escribiendo poesía, seguirá mandando sus crónicas y seguirá tomando partido, navegando viento a favor con su tiempo y a veces anunciando la llegada de nuevos aires, ya sean de tormenta o de bonanza, como ocurrió con la novela El deshielo, que llegará a dar nombre en la URSS al periodo de relativa tolerancia de los años cincuenta y sesenta.
Contribuyó activamente a la creación de esa actitud romántica y solidaria de los soviéticos hacia el “heroico pueblo español”
Ante el ascenso del fascismo y el triunfo de Hitler, contribuye activamente, impulsado por las autoridades soviéticas, a unir a los antifascistas europeos.
 Será el alma del Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, en el que, junto a Gide, Aragon o Malraux, intervendrán Borís Pasternak e Isaac Bábel (ambos merecen extensos retratos y reflexiones sobre su obra y trágica suerte), y contribuirá activamente a la realización del II Congreso Internacional de Escritores, en Valencia, ya en plena guerra civil española.
Su interés y amor por España, como explica en sus memorias, le viene ya de la primera época parisiense.
 Es parte de la formación del joven poeta absorber y hacer suyo todo el bagaje poético del pasado y de otras tierras del que la poesía española es una muestra notable.
Después de Francia, España se convirtió en el país más próximo al corazón del periodista, y su pueblo, en un pueblo hermano.
 Sus crónicas respiran un sentimiento sincero de fraternidad con el pueblo español.
 Tras un primer viaje por toda España tras la proclamación de la República, durante la Guerra Civil pasará largos periodos en los diversos frentes, hasta el final de la contienda: “Será tu impulso, corazón! / Quemado y rojo Aragón. / Ni un árbol ni un matojo, / rocas tan solo y bochorno. / Lo darías todo por un sorbo! / Balas, polillas diminutas. / Has de correr y conseguir llegar… / Y recordar cómo de niño te llamaba tu mamá. / Las piedras rojas. El humo azul. / Un cañoneo breve; el crepitar / de las ametralladoras, que callan luego. / Fue aquí, guerra, donde te encontré. / Sueño profundo, sopor del mediodía. / Extremo de desesperación es Aragón” (1938).
Es conocida su perspicacia y saber en lo que se refiere a los grandes cataclismos.
Tuvo muy clara conciencia del peligro que acechaba a la joven República española y pudo intuir, ante la incredulidad de sus amigos parisienses, la revuelta de los golpistas.
 (Al igual que en su momento intuyó y anunció la inminente invasión nazi de la URSS, como más tarde, tras la muerte de Stalin, la llegada del “deshielo”).
Las páginas dedicadas a España y a los españoles, independientemente de las diversas lecturas que se puedan hacer hoy, ayudan a recordar incluso a los lectores españoles las raíces y la dimensión de la tragedia española
. Junto con Mijaíl Koltsov (político y periodista soviético asesinado por Stalin a quien Iliá Ehrenburg dedica también uno de sus retratos), el autor contribuyó muy activamente a la creación de esta actitud entre romántica y solidaria de los soviéticos hacia el “heroico pueblo español”
. Sobre la presencia soviética en la guerra civil española, el autor lógicamente se detiene en la aportación de las Brigadas Internacionales, de los militares y traductores soviéticos, pasando de puntillas en la activa y a veces sangrienta intervención soviética en los asuntos españoles.
 Por otro lado, hoy es bien sabido que, al igual que las celebraciones con motivo del centenario de la muerte de Pushkin, la lejana y romántica contienda española servía de pantalla para poner en sordina los famosos Procesos de Moscú, juicios que se llevaron por delante en 1937 a lo que quedaba de la oposición a Stalin; entre ellos, al amigo y protector de Ehrenburg, Nikolái Bujarin (a cuyo juicio se vio obligado a asistir).
Para el autor, la contienda española era el preámbulo del gran asalto del fascismo en Europa. Al margen de la poca estima que Ehrenburg sentía por los alemanes desde la Primera Guerra Mundial, el autor de La caída de París sentía con sus vísceras la llegada de la explosión nazi. Y en los momentos de mayor desconcierto moral e ideológico de los gobernantes soviéticos, ante la inesperada invasión de los nazis en 1941,
 Ehrenburg fue de los primeros, armado de su máquina de escribir, en lanzarse al combate contra el invasor. Las crónicas, artículos y soflamas de Vasili Grossman e Iliá Ehrenburg fueron tal vez los únicos pedazos de papel que no se empleaban para liar los pitillos en el frente. La popularidad de Ehrenburg se extendía por todos los frentes de la Unión Soviética y llegaba hasta las trincheras alemanas.
 Sus crónicas periodísticas, escritas en los diversos campos de batalla, eran célebres por su carácter incendiario, que tanto daba ánimos a los soldados soviéticos como cubría de odio (y tal vez pavor) al invasor
. Ambos escritores contribuyeron a crear el célebre Libro negro, obra que no vería la luz en la URSS hasta la perestroika.
 Al extermino que los nazis practicaron contra los judíos dedica el autor las páginas más emotivas, junto con las engendradas por la guerra civil española, de este magnífico libro. (Y en la última parte, no publicada en Rusia hasta los noventa, el autor vuelve al tema del antisemitismo y el racismo, esta vez soviético).
Hay varios hechos históricos sobre los que el autor se mueve como quien camina sobre la cuerda floja.
 Pero el que hace referencia al final de Stalin y de su tiranía merece siquiera un breve comentario
. A finales de 1952 se hizo público “el compló de las batas blancas”, según el cual, siguiendo el viejo modelo de las purgas iniciadas por Stalin, algunos médicos —la mayoría de origen judío— se habían propuesto asesinar a la cúpula del partido.
 Entonces, a algunos prohombres con apellidos judíos se les conminó a firmar una carta en que se venía a decir que, a pesar del merecido castigo que debía caer sobre los culpables y sus inductores, no todos los judíos rusos eran desleales.
 Pues bien, Ehrenburg fue de los pocos que se negaron a firmar esta carta (a diferencia de Vasili Grossman, que recogerá fielmente este vergonzoso episodio en su novela Vida y destino). Pero no solo hizo esto Ehrenburg, sino que redactó una carta de respuesta a Stalin, el verdadero instigador de la operación, mostrando al gran dictador el carácter contraproducente tanto de la carta que se les proponía firmar como del hecho de que se persiguiera a unos ciudadanos por su origen. Afortunadamente Stalin resolvió con su oscura muerte el previsible final de esta historia…
Pero lo que me gustaría subrayar, además de mostrar lo abominable del mundo del estalinismo, es el contraste que se dibuja entre el estilo de una carta, que es un auténtico ejercicio de servilismo, y el hecho fantástico de que su autor, tal vez el único capaz de hacerlo entonces en toda la URSS, muestra valientemente su oposición a la voluntad del tirano, poniendo así su cabeza a merced del hacha… Humillación y valentía.
En cuanto a la calidad literaria del texto español, en primer lugar hemos de subrayar la esforzada labor realizada por la traductora Marta Rebón, que ha logrado transmitir el estilo del autor y proporcionar la información necesaria para situar personajes y hechos que el lector tal vez ignore. Como en el caso de Herzen y tal vez tras los pasos de Chéjov,
 Ehrenburg sabe fundir en su prosa, a veces irónica y siempre concisa y fluida, la precisión del documento con dosis de medido lirismo, sabe reunir su condición de periodista y testimonio presencial con la de escritor, del artista consciente de la importancia de las palabras, de la textura formal de la narración y de su objetivo.
Una novela suya, ‘El deshielo’, dio nombre
en la URSS al periodo de relativa tolerancia de los años cincuenta y sesenta
Sobre los compromisos que el autor contrae con su conciencia y las concesiones que se vio obligado a hacer a su tiempo y sus dueños, además de todo lo que tuvo que dejar en el cajón —que hoy se ha recuperado en esta edición— y, sobre todo, lo que se llevó por delante la autocensura: el doloroso peso de sus raíces judías, el silencio obligado ante la evidente y repetida traición de los ideales socialistas perpetrada por el poder, así como su comportamiento durante la orgía antisemita emprendida por Stalin que solo la muerte de este logró detener, su actividad como mensajero soviético de la paz, mientras la URSS se armaba hasta los dientes, etcétera
. Sobre todo ello se podría escribir y discutir interminablemente.
De modo que citemos, a modo de respiro, las palabras del propio autor: “Sesenta y siete años es ya un profundo otoño de la vida, aunque escribo estas líneas en un día de mayo.
 Ya reverdecen los pobos y bajo mi ventana florecen las nevadillas y el azafrán. Me gusta la primavera, como también me gustaba de niño; de modo que a través de todas mis experiencias no he perdido el más preciado de los dones, el de la esperanza”.
Es cierto, una vez más, que la esperanza es lo último que se pierde.
 Pero en este caso, este natural sentimiento se torna casi sarcasmo, a tenor de la farsa en que se convirtió su país pocos años después de la muerte de Ehrenburg, un hombre que recorrió su tiempo y su vida entre el temor y la esperanza, con la convicción sincera de que un nuevo mundo esperaba a la humanidad.
 Y, vistas las cosas como se desenvuelven por nuestras tierras hoy, y ya no hablemos de lo que ocurre por los extremos orientales de Europa, las palabras de Ehrenburg, es cierto que enunciadas en un mundo desconocido para el lector español, suenan casi como el acíbar en la miel de nuestros sueños.
Leyendo este libro, uno no puede dejar de plantearse mil preguntas: sobre nuestro pasado, sobre la vida de estos idealistas —de entre los que hubo víctimas, verdugos, más víctimas, o ambas cosas a la vez y unos pocos afortunados supervivientes—, no puede uno no pararse a pensar en el azar de la historia, que, vaya por Dios, favorece más a los cínicos o sencillamente malvados que a los románticos, cuya única fortuna es tal vez escribir unas memorias y morir a tiempo…
Y uno se pregunta si valen las medias verdades, como las que giran en torno a la guerra civil española, si se puede destacar con gesto compasivo la orientación sexual de un pensador como Gide para descalificarlo políticamente, o subrayar el “infantilismo” de un poeta como Pasternak para, resaltando su condición de genio lírico, descalificar su novela, gestada, con acierto o no, durante largos años
. Y sin embargo, las medias verdades de Ehrenburg son más que eso, son la expresión de una época, de unos anhelos y, lo que es peor, de un sueño que se reveló tan sangriento como estéril.
 En este sentido, a modo de complemento para estas memorias, es decir, para llenar los espacios vacíos que deja Ehrenburg, recomiendo la lectura de la biografía de Joshua Rubenstein Lealtades enmarañadas. Vida y época de Iliá Ehrenburg (Siglo XXI, 2012).
Para acabar, y casi en respuesta al desasosiego que desde la distancia (en el espacio y el tiempo) provoca la lectura de este apasionante libro, citemos las palabras de Nadezhda Mandelstam, la viuda del poeta, que en su segundo libro de memorias escribe: “Entre los escritores soviéticos él fue y siguió siendo un mirlo blanco.
 Fue con la única persona con la que mantuve relaciones todos aquellos años
. Sin poder hacer nada, como todos, sin embargo intentaba hacer algo por la gente. Gente, años, vida es en realidad el único libro que desempeñó un papel positivo en nuestro país. Gracias a este libro, sus lectores, principalmente la pequeña intelligentsia técnica, conocieron decenas de nombres.
 Al leerlo seguían avanzando más rápido y más lejos, y, con la ingratitud que caracteriza a los humanos, al instante daban la espalda a quien les había abierto los ojos.
 Pero, de todos modos, una multitud asistió a sus funerales, y yo me fijé en que entre la multitud asomaban los rostros de buenas personas.
Era una muchedumbre antifascista, y los soplones, a los que habían mandado en masa a la ceremonia, destacaban mucho entre aquellas caras. Ehrenburg hizo su trabajo, y esta labor fue ardua y desagradecida.
 Tal vez fue justamente él quien despertó a aquellos que se convertirían en lectores del samizdat”. Es decir, a los primeros brotes de la disidencia soviética, el embrión del movimiento que finalmente minó los cimientos de la URSS.
Por todo ello, a pesar de las medias verdades, de los claroscuros y los sentimientos encontrados, Gente, años, vida se nos antoja una pieza valiosa para entender nuestro sobrecogedor siglo XX.

Gente, años, vida (Memorias 1891-1967). Iliá Ehrenburg. Traducción de Marta Rebón. Acantilado. Barcelona, 2014. 2.060 páginas. 55 euros.

Otra batalla para Concha Velasco........................................................................Mábel Galaz

Ordenadas sus finanzas y superado su divorcio, la artista disfrutaba de una buena racha de trabajo y tranquilidad personal hasta que se ha topado con un nuevo obstáculo: el cáncer.

La actriz Concha Velasco. / ÁLVARO GARCÍA

A Concha Velasco no le gusta que la sonrisa se desdibuje de su cara.
 Sabe que le sienta bien.
Es una mujer coqueta, tanto que siempre lleva los labios pintados de rojo, incluso para andar por casa.
 Por ello, solo en contadas ocasiones se ha roto en público, aunque decenas de veces sus personajes la han obligado a hacerlo en el escenario.
 “Recuerdo cuando murió mi madre.
 Yo estaba llorando todo el día, y vino un compañero de trabajo y me dijo: ‘¡Qué fea estás!’.
No me acuerdo, no sé si le pegué o estuve a punto. La mueca del dolor es terrible cuando es verdad y hay que dejar a la gente que la saque”, relató en una entrevista con este periódico.
La semana pasada volvió a ocurrir.
Supo que debía enfrentarse a un linfoma y se derrumbó, sufrió un ataque de pánico.
 Ahora, ya más reposada la noticia, se arrepiente de ese momento de descontrol en el que cayó, impropio de quien se sabe carne de espectáculo
. Concha Velasco tiene ante sí otro obstáculo a superar y está convenci da de que lo va a conseguir, ella que se ha curtido en mil batallas: artista con un padre militar, madre soltera, roja en la España de Franco… y despechada y arruinada por un marido del que se acabó divorciando, pero al que todavía sigue recordando con cariño años después de su muerte.
Hace cuatro años, Concha llevó al teatro La vida por delante y ella, que lo cuenta casi todo, aseguró que estaba ordenando sus cosas
. Acababa de cumplir 70 años, pensaba en jubilarse y echaba cuentas.
 Tras 52 años de profesión, con un centenar de películas, obras de teatro de gran éxito y personaje habitual de las televisiones, su cuenta corriente debía de estar bastante saneada.
 Pero no. Ella lo explicó cuando se separó de Paco Marsó.
Incluso antes dio algunas pistas, como cuando el matrimonio se vio obligado a desprenderse de su chalé en la urbanización madrileña de La Moraleja, el sueño de su vida, por la mala administración de su marido.
Hija de militar, madre soltera, roja en la España de Franco, a la actriz nada le ha sido fácil
No fue la última vez que tuvo que mudarse
. Poco después tuvo que echar mano de su plan de pensiones para reunir 50.000 euros y evitar quedarse en la calle tras recibir una notificación de embargo.
 Ahora vive en un piso pequeño en el barrio madrileño de Sanchinarro, sola y llena de recuerdos, pero cerca de sus hijos Manuel y Paco.
 En esa casa se ha atrincherado estos días intentando digerir la noticia de que el cáncer ha llamado a su puerta.
 Para ello cuenta con el apoyo no solo de los suyos, sino de decenas de amigos, compañeros y admiradores.
 En las últimas horas no deja de recibir mensajes de apoyo. “Son tantos que no quiero destacar ninguno. Estoy abrumada por tantas llamadas e impresionada por el cariño de la gente”, narra.

Nervios de cómica

Concha Velasco desveló su estado de ánimo antes de recibir el Goya de honor de la Academia de Cine en enero de 2013.
 “Los nervios son siempre necesarios. No se fíen de esa gente que dice estar siempre tranquila”, aseguró.
 “No hay nada que me guste más que estar en un escenario y con un premio Goya. Era el que me faltaba”. Ella que dice que comenzó a trabajar “antes de que Franco fuera sargento”.
Concha siempre se ha agarrado a la vida, pero sorprende repasar la cantidad de veces que ha hablado de la muerte
. Hace tiempo contó que tiene apartados 6.000 euros para su funeral y que ya ha dado instrucciones de cómo debe desarrollarse. “Todos nos vamos a morir, pero a mí me cuesta mucho admitirlo. Uno de mis mayores motivos de angustia, con seis o siete años, era pensar en que cuando fuera vieja me tenía que morir”.
 También habló de la soledad: “Me educo para estar sola, y una vez que lo haces, te educas para morir”.
Pero la luchadora se halla de nuevo preparada para la batalla.
 En unos días entrará otra vez en el quirófano —la tercera operación desde abril— para un asunto más grave que su apendicitis.
 Y luego comenzará con las sesiones de quimio. Ya está pensando qué pañuelo se pondrá, un rasgo más de su coquetería.
Estos días mantiene a ratos la sonrisa gracias a su nieto.
 La foto del pequeño vestido de jugador del Real Madrid le acompaña siempre en los camerinos, como el diario que comenzó a escribir cuando era jovencita siguiendo el ejemplo de su madre, esa a quien dijo: “Mamá, quiero ser artista”.
 Toda una declaración en una familia vallisoletana con un padre militar para quien los cómicos no estaban muy bien vistos.
Concha actuó en La Granja ante Franco porque era “todo un honor”. “Luego maduré y evolucioné, tal como iba evolucionando mi país, y cuando llegó la democracia opté por el socialismo”, recuerda. Siempre combativa, lo fue cuando hubo que defender los derechos de su profesión y también cuando se la requirió para hacer campaña electoral con el PSOE.
El diario que escribe Concha se llena de letras, sobre todo cuando los problemas acechan.
 Así que estos días seguro que está más activo que nunca.
 Eso sí, hace tiempo que ordenó que sea destruido cuando ella falte.
También tiene cerca ahora un ordenador. Ha llegado al mundo de Internet ante la insistencia de sus hijos.
Y consultando su tableta ha visto la repercusión del anuncio de su enfermedad, realizado vía exclusiva remunerada en ¡Hola! La cómica ha querido hacer una aparición cuidada en las formas y en la estética —con un nuevo corte de pelo y nuevo tono—, antes de desmaquillarse los labios para entrar en el quirófano.
 Eso sí, previamente ha anotado en su diario que el próximo mes de septiembre volverá a los escenarios, siempre que su Dios así lo quiera.

 

Iglesias: “En año y medio podríamos presentar un gabinete de gobierno”.............................................. Marién Kadner


Pablo Iglesias en una rueda de prensa en Madrid. / GERARD JULIEN (AFP )

El primer elegido de Podemos al Parlamento Europeo, Pablo Iglesias, ha apostado este viernes por defender a la formación como una alternativa real de Gobierno:
"Podemos no ha nacido para ser una fuerza testimonial. Nuestro voto no es un voto de protesta, es un voto de cambio de lo viejo por lo nuevo".
 A lo que ha añadido, en la primera rueda de prensa después del logro electoral del domingo: "En año y medio podríamos presentar un gabinete de Gobierno".
Con un 8% de los votos emitidos en las elecciones europeas, lo que convierte a Podemos —en tan solo cuatro meses de existencia en la cuarta fuerza más votada en España, Iglesias ha insistido en lo que ya dijo tras las elecciones:
 “Nuestro resultado es prometedor, pero no es suficiente”. La intención es, según ha explicado, convocar un congreso fundacional del partido en otoño.
 Al ser preguntado sobre la viabilidad de la formación para gobernar, ha defendido: “
Ya les gustaría a los principales partidos políticos tener unos miembros tan bien preparados".
Ninguna formación, ha afirmado Iglesias, ha enviado una comunicación oficial a Podemos para comenzar las negociaciones.
No obstante, el número uno ha tendido la mano a otros partidos políticos "de izquierda".
 Ha repetido, como hacía en los mítines, la idea de Julio Anguita persona a la que admira, según insiste: “Programa, programa, programa. A partir de ahí se podrá pactar”.

Iglesias ha afirmado que cree que Podemos tiene hoy más apoyos que el día de la cita con las urnas. Aunque se ha mostrado satisfecho con la implantación territorial del partido, así como con la diversidad de franjas de edad que, dice, le han votado: "Nos ha faltado pista [de despegue], no teníamos la atención de algunos medios de comunicación…”, ha criticado.
A pesar de las cábalas que se aireaban el pasado domingo en la sede (alquilada) de Podemos sobre el dinero que recibirían después del logro electoral, este viernes el partido ha hecho hincapié en que recibirán la suma justa para recuperar "los 150.000 euros" que se gastaron en la campaña.
En cuanto a las referencias veladas a Podemos del expresidente del Gobierno Felipe González en las que tachaba de "catastrofe" una "alternativa bolivariana", Iglesias ha contestado:  "Me parece patético que la figura del que ahora es consejero delegado de Gas Natural haya quedado reducida a la de algunos tertulianos de este país".
 Y ha defendido "algunas políticas redistributivas" que se han llevado a cabo en países latinoamericanos y que "cuentan con éxito reconocido".
!!!PODEMOS!!!!!