Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

2 may 2014

El PP se desangra en Madrid


A un año de las elecciones autonómicas y municipales, una encuesta de Metroscopia para EL PAÍS destaca que el PP perdería la mayoría absoluta tanto en la Comunidad de Madrid (donde gobierna desde 1995) como en el Ayuntamiento de la capital (1991), si bien en el primer caso, PSOE e IU (31 y 27 diputados, respectivamente) necesitarían a UPyD (18 parlamentarios) para arrebatar el poder al PP (53 diputados). En cambio, en el Consistorio solo se requeriría la suma de los concejales obtenidos por PSOE e IU (15 y 14, respectivamente) para dejar a los populares en la oposición (21 ediles). UPyD (7 concejales) no sería decisivo.
El informe Clima Político y Social en la Comunidad y en el municipio de Madrid (1.200 entrevistados telefónicamente en la región y otros 600 en la capital) señala que el PP, con un 61% de participación (7,3 puntos menos que en los comicios de 2011), con una intención de voto del 36,7%, perdería de haber elecciones ahora 19 de sus actuales 72 escaños, mientras que el PSOE se dejaría cinco por el camino: de 36 a 31 (21,3% de papeletas).
El gran salto sería protagonizado por IU —de 13 a 27 diputados (18,8%)— y UPyD —de 8 a 18 —12,7% de votos—. La encuesta indica que un 10,5% de papeletas se quedarían en blanco o se repartirían entre diferentes partidos, ninguno de los cuales obtendría representación.

Los especialistas de Metroscopia destacan la valoración que de los líderes regionales y municipales hacen los votantes
. Así, explican: “Los del PP aprueban la gestión del presidente González (64% de respaldo), desaprueban la de la alcaldesa Botella (54% de rechazo), mientras que los votantes del PSOE desaprueban la labor opositora de Gómez (49% de rechazo y 36% de respaldo), pero aprueban la de Lissaveztky (47% y 38%)”.
El informe señala también que Ana Botella carece prácticamente de apoyos entre los ciudadanos, con independencia del partido al que voten: el 79% la desaprueba. Su único punto de apoyo es que una amplia mayoría de los votantes del PP piensa que la situación general de la ciudad es buena (58%) y que está bien gestionada (60%).
La encuesta —realizada entre el 24 y 28 de abril y con un margen de error de +-2.9 puntos— recuerda que la trasposición de los resultados se ha hecho con un parlamento de 129 diputados. Con un número menor de parlamentarios, los resultados no variarían.
Sí, en cambio, si subiese la participación. Rondando el 60%, PP y PSOE salen claramente perjudicados, porque solo les votan los “fieles”.

Mario Bunge: “Hoy día la ciencia asusta tanto a la izquierda como a la derecha”

Uno de los pensadores contemporáneos más destacados, reflexiona sobre la educación,la economía, la comunicación e Internet

El premio Príncipe de Asturias de Humanides opina que "la búsqueda de información hace que todo sea más rápido, pero obstaculiza la creatividad y la imaginación"

El filósofo y profesor argentino Mario Bunge, fotografiado esta semana en Madrid. / samuel sánchez

Mario Bunge (Buenos Aires, 1919), es “un filósofo de la ciencia curioso”.
 Estudiante primero de física y luego de filosofía, doctorado con una tesis sobre cinética del electrón relativista, fue profesor en Argentina, de donde emigró por motivos políticos en 1963.
 Tras pasar tres años dando clase en varios países, en 1965 llegó a Canadá.
 En la universidad McGill de Montreal enseñó y hoy sigue siendo profesor emérito. Bunge visita Madrid de paso para Génova porque, subraya, “de allí es mi señora”.
 En Génova pasará dos meses, corrigiendo la versión inglesa de sus memorias: “Voy viendo que hay pasajes muy locales que quiero cambiar.
 Espero publicarlas en septiembre”.
Serán las memorias de un lúcido testigo del siglo XX, un observador atento de la realidad analizada bajo el prisma materialista que le define, combatiendo las escuelas filosóficas “que no ayudan a buscar la verdad”, las doctrinas que anulan al ser humano y, de paso, las falsas ciencias, de la homeopatía al psicoanálisis, siempre con grandes dosis de razón y de humor. Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y Comunicación en 1982, sus libros están publicados en España por Gedisa y por Laetoli.

Algunas obras clave

Tecnología, ciencia y filosofía (1963).
Seudociencia e ideología (1985).
Crisis y reconstrucción de la filosofía (2002).
Intuición y razón (2005).
Tratado de filosofía (2008).
Las seudociencias, ¡vaya timo! (2010).
Pregunta. ¿Puede haber filosofía fuera de la ciencia?
Respuesta. Puede
. La mayor parte de los filósofos no saben nada de ciencia, pero están varios milenos atrasados y no pueden profundizar en cuestiones importantes, que han sido ya respondidas por la ciencia, como por ejemplo qué es la vida, la psique, la justicia…
P. Usted ha dicho que la ciencia y la técnica son los motores del desarrollo ¿Cómo está afectando la crisis a la producción de conocimiento?
R. De una doble manera. Primero se han reducido en casi todas partes los fondos para la investigación y, segundo, hay una crisis ideológica y hoy la ciencia asusta tanto a la izquierda como a la derecha
. Antes los únicos enemigos de la ciencia estaban en la derecha; hoy hay muchos izquierdistas que confunden la ciencia con la técnica y creen que es ante todo una herramienta en manos de las grandes empresas.
P. ¿Aprenderemos algo de esta crisis?
R. Los golpes no enseñan nada, no creo que aprendamos de esta crisis, sobre todo si los gobiernos siguen pidiendo consejo a los economistas que contribuyeron a crearla, a los partidarios de políticas sin regulación.
P. Usted ha dicho que la técnica, a diferencia de la ciencia básica pero a semejanza de la ideología, no siempre es moralmente neutral ni por lo tanto socialmente imparcial.
 ¿Cuál es su juicio global sobre la actual expansión de las tecnologías de la información y sus aplicaciones?
R. Todo avance técnico tiene aspectos positivos y negativos, desde el teléfono celular al iPad, que han facilitado la adquisición de información pero están destruyendo la sociedad, que se está aislando cada vez más.
 Están teniendo un efecto desolador, por ejemplo se leen menos libros cada vez.
 Antes los estudiantes dedicaban 25 horas semanales a estudiar, pero ahora ya son 15 y dentro de unos años serán 10 o 5
. Las bibliotecas están vacías.
P. ¿El avance y la facilidad de la comunicación es positivo para la investigación?
R. La búsqueda de información hace que todo sea más rápido, pero obstaculiza la creatividad y la imaginación.
 Antes, cuando uno no encontraba algo en la biblioteca tenía que inventarlo o reinventarlo, exigía más esfuerzo, ahora se exige menos y eso no es bueno.
P. En la biología contemporánea hay una fuerte tendencia a la genomización que lleva al determinismo genético. ¿Qué opina de ello?
R. Los biólogos auténticos no son deterministas genéticos.
 Hoy se habla de epigenética, el estudio de las transformaciones que va sufriendo el genoma por la acción del ambiente.
 Se creía que el genoma estaba blindado contra el ambiente pero hoy sabemos que puede combinarse químicamente y que esas mutaciones pueden heredarse.
 Sabemos que una rata separada de su madre tendrá una progenie socialmente inadaptada.
P. ¿Es una nueva forma de determinismo genético?
R. No, no es determinismo. Hay dos determinantes, los genes y la experiencia
. Es como preguntar qué longitud tiene una cancha de fútbol. Lo que importa no es solo la longitud, es también la anchura, el área, lo mismo pasa con lo heredado y lo aprendido.
 Es inútil nacer con una gran carga genética si se nace en un desierto, un desierto cultural o político que haga imposible la búsqueda de ideas nuevas.
P. Cajal, con cierta ironía, escribió que el ser humano tiene una glándula de creer que se va extinguiendo poco a poco pero que aún sigue presente. ¿Qué opina usted del auge de las falsas ciencias?
R. Hay algo paradójico. Cuanto mayor es la educación de una persona tanto más dispuesta esta a creer en seudociencias, porque se entera de su existencia.
 La paradoja es que la educación, tal y como está, en vez de hacer que la gente piense en forma científica hace que se vuelva más supersticiosa
. Es muy común encontrar especialistas científicos que se hacen tratar por psicoanalistas o por homeópatas.
Se enseñan ideas, pero no a discutirlas; la enseñanza sigue siendo dogmática”
P. ¿Qué se puede hacer?
R. Hay que cualificar la manera de enseñar, que sigue siendo muy dogmática. Se enseñan ideas pero no se enseña a discutirlas
. La finalidad de la educación es educar, no evaluar.
 Claro que necesito saber si el trabajo ha sido eficaz o no, hace falta alguna manera de evaluar, pero no con los exámenes, que solo valoran la memoria y hacen que el proceso de aprendizaje sea aterrador en vez de ser agradable y hasta excitante.
P. Hay un cierto rechazo actual de la sociedad hacia la ciencia, en cuestiones como las vacunas. ¿A qué se debe?
R. Es parte de la rebelión de los ineducados.
 Hay dos clases de rebeldes, los que saben algo y los que no saben nada y se rebelan contra todo y creen que todos los organismos del Estado, incluso las escuelas, son parte de una conspiración para dominar a la gente
. Es la noción del saber entendido solo como un arma política.
 Se puede utilizar como arma política, pero la ciencia tiene una finalidad, estimular y satisfacer la curiosidad.
P. ¿Qué les diría a quienes consideran que la historia, la sociología o la psicología no son ciencias?
R. La historia es mucho más científica que la cosmología
. El buen historiador busca y da evidencia de prueba, a diferencia de los cosmólogos fantasistas, como Hawking.
 La historia es la más científica de las ciencias sociales.
P. ¿Y la economía?
R. Es una semiciencia.
P. ¿Cómo imagina el mundo en el 2050?
R. No me animo, no soy profeta
. Puede que siga degradándose, puede ser que encuentre un camino más razonable.
 En este momento la situación mundial está muy mal, el mundo está dominado por un imperio, como lo estaba el mundo mediterráneo a final del imperio romano, y ese imperio se está expandiendo.
P. ¿Será más rápida la ciencia resolviendo problemas, como la degradación ambiental, por ejemplo, o la degradación correrá más?
R. El mito moderno es que las tecnologías de la información nos van a salvar, que mejorarán la sociedad y salvarán la naturaleza, pero es un mito completo.
Con un ordenador no se cultiva el trigo, aunque conviene que el tractor tenga reguladores electrónicos, pero los grandes avances en la agricultura se deben a la genética y a la ingeniería, que ha construido máquinas mejores.
P. Entonces, ¿se atreve a hacer un pronóstico?
R. Me dan rabia los profetas porque confunden sus deseos con las posibilidades.
 Para hacer predicciones hacen falta leyes y no tenemos leyes de evolución de la sociedad.

 
 

Del Blog de Paco Goir .....Escrito con Sentido.........Bahía un poema precioso....

BAHÍA




Está llegando el momento,
por eso quiero que sepas
cuán grande es el cariño
con que te esperamos, hija.
Hay tanto amor manifiesto
en los ojos de tu madre
cuando prolijamente dobla
la ropita que vas a lucir,
es tanta la ilusión
mientras preparamos
el pequeño trozo de hogar
donde dormirás cada noche...
Ella sabe que queda poco
porque dentro de su vientre
ya no paras de crecer
en este prodigio de gestación
que sacude cada día
sus extraños estados de ánimo
que tan exhausta la dejan.
Ayer vimos con asombro
latir tu cuerpo diminuto,
34 semanas y 2,700 kilos
de emocionante vida nuestra
son la prueba ostensible
de que pronto te tendremos
y podremos acariciar la magia
del terciopelo que florece
encarnado en tu piel de Bahía.






1 may 2014

Una historia de España (XXIII)

Una historia de España (XXIII)

Llegados a este punto de la cosa, con Carlos V como monarca y emperador más poderoso de su tiempo, calculen ustedes las dimensiones del marrón: el mundo dominado por España, cuyo manejo recaía en la habilidad del gobernante, en el oro y la plata que empezaban a llegar de América y en la impresionante máquina militar puesta en pie por ocho siglos de experiencia bélica contra el moro, las guerras contra piratas berberiscos y turcos y las guerras de Italia.
 Todo eso, más la chulería natural de los españoles que se pavoneaban pisando callos sin pedir perdón, suscitaba mal rollo incluso entre los aliados y parientes del emperador; con el resultado de que los enemigos de España se multiplicaban como tertulianos de radio y televisión. Vino entonces a éstos -a los enemigos, no a los tertulianos-, como caído del cielo, un monje alemán llamado Lutero que había leído mucho a Erasmo de Rotterdam -el intelectual más influyente del siglo XVI- y que empezó a dar por saco publicando 95 tesis que ponían a parir las golferías y venalidades de la Iglesia católica presidida por el papa de Roma.
 La cosa prendió, el tal Lutero no se echó atrás aunque se jugaba el pescuezo, se montó el pifostio que hoy conocemos como Reforma protestante, y un montón de príncipes y gobernantes alemanes, a los que les iban bien ahí arriba los negocios y el comercio, vieron en el asunto luterano una manera estupenda de sacudirse la obediencia a Roma, y sobre todo al emperador Carlos, que a su juicio mandaba demasiado.
 De paso, además, al crear iglesias nacionales se forraban incautándose de los bienes de la iglesia católica, que no eran granito de anís. 
Entonces formaron lo que se llamó Liga de Esmalcalda, que lió una pajarraca bélico-revolucionaria de aquí te espero; que al principio ganó Carlos cuando la batalla de Mühlberg, pero luego se le fue complicando, de manera que en otra batalla, la de Insbruck -que ahora es una estación de esquí cojonuda-, tuvo que salir por pies cuando lo traicionó su hasta entonces compadre Mauricio de Sajonia. 
Y claro. Al fin, cuarenta agotadores años de guerras contra el protestante y el turco, de sobresaltos y traiciones, de mantener en equilibrio una docena de platillos chinos diferentes, minaron la voluntad del emperador -era demasiado peso, como dijo Porthos en la gruta de Locmaría-
. Así que, cediendo el trono de Alemania a su hermano Fernando, y España, Nápoles, los Países Bajos y las posesiones americanas a su hijo Felipe, el fulano más valeroso e interesante que ocupó un trono español se retiraba a bailar los pajaritos a su Benidorm particular, el monasterio extremeño de Yuste, donde murió un par de años después, en 1558. 
La pega es que nos dejaba metidos en un empeño cuyas consecuencias, a la larga, resultarían gravísimas para España; hasta el punto de que todavía hoy, en el siglo XXI, pagamos las consecuencias.
 Primero, porque nos distrajo de los asuntos nacionales cuando los reinos hispánicos no habían logrado aún el encaje perfecto del Estado moderno que se veía venir.
 Por otra parte, las obligaciones imperiales nos metieron en jardines europeos que poco nos importaban, y por ellos quemamos las riquezas americanas, nos endeudamos con los banqueros de toda Europa y malgastamos las fuerzas en batallas lejanas que se llevaron mucha juventud, mucho tesón y mucho talento que habría ido bien aplicar a otras cosas, y que al cabo nos desangraron como a gorrinos.
 Pero lo más grave fue que la reacción contra el protestantismo, la Contrarreforma impulsada a partir de entonces por el concilio de Trento, aplastó al movimiento erasmista español: a los mejores intelectuales -como los hermanos Valdés, o Luis Vives-, en buena parte eclesiásticos que podríamos llamar progresistas, que fueron abrumados por el sector menos humanista y más reaccionario de la Iglesia triunfante, con la Inquisición como herramienta. 
Con el resultado de que en Trento los españoles metimos la pata hasta el corvejón.
 O, mejor dicho, nos equivocamos de Dios: en vez de uno progresista, con visión de futuro, que bendijese la prosperidad, la cultura, el trabajo y el comercio -cosa que hicieron los países del norte, y ahí los tienen hoy-, los españoles optamos por otro Dios con olor a sacristía, fanático, oscuro y reaccionario, al que, en ciertos aspectos, sufrimos todavía.
 El que, imponiendo sumisión desde púlpitos y confesionarios, nos hundió en el atraso, la barbarie y la pereza. El que para los cuatro siglos siguientes concedió pretextos y agua bendita a quienes, a menudo bajo palio, machacaron la inteligencia, cebaron los patíbulos, llenaron de tumbas las cunetas y cementerios, e hicieron imposible la libertad. 
Continuará