Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

28 abr 2014

ADIÓS A TITO VILANOVA » “Estamos contigo Adri”

El Juvenil B, donde juega el hijo de Tito, se une al último adiós del Camp Nou

El seleccionador Del Bosque y el presidente del Atlético, Enrique Cerezo, entre las personalidades que se acercaron al estadio.

 

Los jugadores del Barça, en el minuto de silencio. / David Ramos (Getty )

El Barcelona cifró ayer en 52.999 las personas que pasaron por el espacio memorial dispuesto por el club en el Camp Nou para rendir homenaje a la memoria de Tito Vilanova. A las ocho de esta noche, una misa que se celebrará en la Catedral pondrá fin a los actos oficiales en recuerdo del que fuera jugador, entrenador y técnico del club azulgrana.
La esposa del difunto, Montse, acompañada por sus hijos, Carlota y Adrià; y los más íntimos amigos de la familia se acercaron por la mañana al estadio, como hicieron también miles de personas, que guardaron cola para rendir un homenaje anónimo, el último en el Camp Nou, a alguien que ha dejado una huella imborrable.
Los expresidentes Sandro Rosell, Joan Laporta y Enric Reyna también quisieron darle un último adiós ante la foto y el ramo de 100 rosas que recuerda la Liga de 100 puntos conseguida por el Barça bajo la dirección de Tito (en la temporada 2012-2013), en la zona de tribuna, por donde pasaron para manifestar su condolencia personalidades del calibre del seleccionador nacional, Vicente del Bosque, o del presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo.
Como ellos, también quisieron despedirse de Tito los componentes de la sección de baloncesto del club antes del partido que disputaron contra el Fuenlabrada, así como el conjunto de fútbol sala de la entidad, recién llegado de Bakú (Azerbaiyán), donde el sábado se proclamó campeón de Europa.
Al margen de la visita de la familia Vilanova, uno de los momentos más emotivos de la jornada lo protagonizó el equipo del Juvenil B del Barça, en el que juega Adrià, el hijo Tito.
 Posteriormente, el conjunto compareció en el partido que disputó contra el Mollet (que terminó con victoria por 2-0) con una camiseta en la que se podía leer Estem amb tu Adri (Estamos contigo Adri). Garcia Pimienta, entrenador del filial y amigo personal del técnico fallecido, admitió que su recuerdo acompañará por siempre como un ejemplo a todos los futbolistas de la cantera.
Por otra parte, los jugadores del primer equipo saltaron al campo del Villareal con brazalete negro.
 El equipo local lo hizo vestido con una camiseta en la que se podía leer Per sempre Tito (Por siempre Tito).

Un 'thriller' doméstico escrito para mujeres................................................Ana Lorite Gómez

Daly
Paula Daly.
Cuando el libro ¿Y tú qué clase de madre eres? de Paula Daly cayó en mis manos pensé: ¿Otro libro de autoayuda para mujeres atribuladas obligadas a ser superwoman, que nos sentimos cansadas, agotadas en esta época en la que nos ha tocado vivir, donde, a pesar de que la tecnología facilita la vida como nunca antes lo había hecho, estamos extenuadas, persiguiendo esa utópica conciliación entre vida laboral y familiar que nos está llevando al límite? NO, GRACIAS.
Pero cuando comprobé que está editado en la fabulosa colección Roja y Negra que dirige Rodrigo Fresán mi interés se elevó a la enésima potencia.
La autora, la británica Paula Daly, fisioterapeuta antes de alcanzar el éxito con su debut en el género gracias a esta novela, defiende la escritura sobre gente normal en circunstancias extraordinarias.
 La escritora novel declaró en una entrevista que le gusta escribir sobre gente como ella, de mujeres como ella. Intentó imaginarse una situación del tipo ¿qué es lo peor que podría pasar?
 Y concluyó que la peor pesadilla para una madre y un padre es la desaparición de un hijo.
¿Dónde está Lucinda? Se preguntan los habitantes de Troutbeck, un idílico pueblo inglés del distrito de los Lagos.
 La historia comienza cuando Lisa Kallisto, una mujer trabajadora y madre de tres hijos, descubre con horror que Lucinda, amiga de su hija Sally, ambas adolescentes, desaparece cuando estaba a su cargo.
 Lucinda es hija de Kate, a la que nuestra protagonista quiere porque es su amiga, pero a la que envidia porque representa todo a lo que Lisa aspira y siente que nunca podrá alcanzar: ser una madre modélica y una mujer perfecta
. Cuando Lucinda desaparece, Lisa, agobiada por el sentimiento de culpa, se implica en su búsqueda de la mano de la agente de policía Joanne Aspinall, que investiga otros casos de desapariciones de adolescentes en la zona. Y hasta aquí puedo contar.
¿Y tú qué clase de madre eres? se ha convertido en una de las novelas del año.
Y lo consigue con varios ingredientes: por un lado, con grandes dosis de realidad. Todas nos podemos identificar con los problemas de Lisa.
Y sí, no es una errata, he escrito TODAS, porque a diferencia de otras autoras del género como Donna Leon, Anne Holt, Sue Grafton o Batya Gur, por mencionar solo a unas pocas, ésta es una novela escrita para mujeres.
 No es que quiera disuadir al género masculino de que se acerque a la obra, en absoluto. Seguro que la disfrutarán
. Pero el lenguaje y los problemas de la protagonista son más cercanos a la otra mitad de la población. Como muestra, el comienzo de la novela:
 “Me levanto más cansada de lo que me acosté. He dormido cinco horas y media y, tras apagar el despertador por tercera vez, levanto la cabeza
. Así de cansada estoy, y ni siquiera sé por qué. Ya sabéis a qué clase de cansancio me refiero… A menudo me siento como si formara parte de una macroexperimento social. Como si alguna lumbrera hubiera decidido reunir a todas las mujeres del mundo occidental para hacer un estudio a escala mundial: '¡Vamos a educarlas! ¡Vamos a darles un trabajo en condiciones para que se sientan realizadas! ¡Vamos a ver qué pasa luego cuando procreen. ¡Veremos por dónde explota la cosa!”.
Pero además de un lenguaje y problemas cercanos, la fantástica trama, urdida sobre la cuestión de que las apariencias engañan -y donde la pederastia, los celos, el adulterio, la bigamia y otros problemas psicológicos severos gravitan-, atrapa al lector desde la primera a la última página.
La novela nos adentra en la mente de tres personajes principales:
 Lisa Kallisto, mujer trabajadora, feliz esposa y madre, aunque agobiada por los problemas de la vida cotidiana.
 Lisa nos cuenta en primera persona su historia, a ratos con grandes dosis de humor, especialmente cuando ironiza sobre sus “defectos”.
 Pero sobre todo nos conmueve cuando comparte con nosotros su enorme sentimiento de culpa por haber fallado de una forma tan estrepitosa: si hay algo peor que perder a un hijo es perder a la hija de tu mejor amiga.
La otra protagonista es la agente de policía Joanne Aspinall, una mujer soltera, eficiente y concienzuda en su trabajo, que vive con su excéntrica tía y a la que martiriza un problema físico que le hace estar llena de complejos y dificultades
. “Al principio de entrar en la Unidad de Investigación, no le resultó nada fácil compaginar el trabajo con la vida diaria.
 Ella no era un detective como los de las películas, que nunca desconectan, que beben como cosacos, desacatan las órdenes de sus superiores y terminan perdiendo a su familia por culpa del trabajo”.
  Las partes que protagoniza la inspectora están escritas en tercera persona, según la autora, para proporcionar cierto alivio al lector, demasiado imbuido en la angustia culpable de Kallisto.
Y la tercera voz, la del pedófilo, escrita en cursiva en la novela. Perturbardor, escalofriante, nauseabundo…  “La niña pasa por delante de su coche, y a él se le acelera el pulso. Un estremecimiento de placer le recorre el cuerpo al ver que, momentáneamente, ralentiza el paso.”
 Y aunque el tema de la desaparición de niños y de la pedofilia sea algo demasiado trillado en el género que nos ocupa, el desenlace de la obra consigue dejarnos perplejos.
¿Y tú qué clase de madre eres? es un trhiller doméstico, lleno de sorpresas, donde el suspense llega hasta el final.
 Muy recomendable.

“Rubia, te hago de todo”...............................pues arreglame la fontaneria de la cocina.....o pintáme las puertas....no deja de ser una alida inteligente ..

El alcalde de Buenos Aires defendió los halagos groseros y después se arrepintió.

 

Campaña contra el acoso verbal de la artista Tatyana Fazlalizade / EFE

Una polémica se ha desatado en Argentina por los piropos que muchos varones de este país tradicionalmente lanzan a las mujeres en las calles. Mientras que en sitios como España los halagos callejeros y espontáneos a la belleza femenina en general han pasado de moda, en la vía pública de Argentina son frecuentes y a veces llegan a tornarse groseros
. El asunto no merecía antes demasiado debate público, pero este año cobró fuerza porque una organización no gubernamental, Acción Respeto, difundió el pasado día 7 con afiches en las calles y mensajes en las redes sociales una campaña a propósito de la llamada Semana Internacional contra el Acoso Callejero, que organiza la ONG Stop Street Harassment en todo el mundo.
El alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, se metió en la discusión y dijo en una entrevista de radio este martes: "En el fondo, a todas las mujeres les gusta que les digan piropos. Aquellas que dicen que no, que 'me ofende', no les creo nada
. Porque no hay nada más lindo que te digan: 'Qué linda sos'. Por más que te digan alguna grosería, como 'qué lindo culo que tenés'. Pero está todo bien"
. En Argentina, culo es mala palabra y se suele usar cola para referirse al trasero.
 El comentario de Macri, tercero en las encuestas para las elecciones presidenciales de 2015, despertó el repudio del Instituto Nacional contra la Discriminación del Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner.
La campaña de hace dos semanas apuntaba contra los piropos ordinarios que desconocidos les sueltan a las argentinas cuando caminan por la acera
. Varios afiches los reproducían: "Te rompería el orto (culo) hasta que sangres", "¡Cómo te chuparía las tetas, morocha (morena)", "Gordita, te hago todo menos upa (alzar en brazos)", "¡Qué culito, mi amor!", "Rubia, te hago de todo", "Mami, si te agarro, te hago otro hijo", "Mamita, con esas tetas me salen dientes de leche nuevos", "Ay, hermosa, con esa boquita..."
. Después de cada frase, la campaña decía: "Si te incomoda leerlo, imagináte escucharlo".
Al mismo tiempo, la Universidad Abierta Interamericana, de Buenos Aires, difundió una encuesta que decía que el 72,4% de las mujeres argentinas había recibido recientemente al caminar por las calles algún silbido, grito o palabra vulgar
. De ese 72,4%, el 59,2% confesó haberse sentido incómoda, intimidada o violentada, pero el 76,2% reaccionó en silencio, el 6,3% sonrió y el 13,5% respondió con un insulto.
 El 42,9% de las encuestadas dijo que sentía temor de caminar sola por la calle y el 56% que cruzaba de acera antes de toparse con un grupo de muchos varones.
El 72,4% de las mujeres argentinas ha recibido al caminar por las calles algún silbido, grito o palabra vulgar, según la Universidad Abierta Interamericana
Apenas el 6,6% de los hombres sondeados reconoció que pronunciaba piropos ofensivos en las calles. De esa minoría, el 57,1% dijo que a las mujeres les gustaba escucharlos.
Algo similar opinaba hasta el martes el alcalde de Buenos Aires, que llegó a la política después de una carrera como empresario y presidente del Boca Juniors.
 "Vos le preguntás a las mujeres escandinavas, a las inglesas y lo que más les gusta de los italianos con los que conviven por cercanía, y les pasaría lo mismo con nosotros, que somos parecidos a los tanos (apodo argentino para los italianos), es esta cosa de piropear, de mirar a la mujer"
, dijo Macri a la emisora FM Masters, de la ciudad sureña de Ushuaia.
"Si yo veo una mujer linda hoy, desde un lugar casi como un observador pasivo retirado, capaz (quizá) que le digo (un piropo).
 La verdad es que no hay nada más lindo que la belleza de la mujer, ¿no? Es casi la razón por la que los hombres respiramos", dijo Macri, que a los 55 años va por su tercer matrimonio y tiene cuatro hijos.
 En 2009, El País le preguntó si se parecía al exprimer ministro de Italia Silvio Berlusconi, que en aquel tiempo aún no había sido condenado en la justicia por fraude tributario, y Macri respondió: "A mí me faltan las chicas de 18 años".
Mi hija me llamó por el tema del piropo, pido disculpas
Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires
El Gobierno de Fernández rechazó los dichos del alcalde.
"Repudiamos que Macri diga que una mujer disfrute cuando la acosan en la calle.
 Tendría que pensar qué le pasaría si eso le ocurre a su esposa o hija", dijo el interventor del Instituto Nacional contra la Discriminación, Pedro Mouratian.
 "Las mujeres se sienten inseguras, violentadas cuando se las acosa en la calle. En nuestro país tenemos leyes para prevenir este tipo de violencias. No me sorprende esta nueva actitud del jefe de Gobierno de la ciudad, porque para el último Día de la Mujer la campaña que impulsó se basó en una imagen de la mujer ubicada solo en el ámbito doméstico, estereotipada, lejos del lugar real que hoy ocupa", añadió Mouratian.
Una diputada de la nueva coalición de centroizquierda Frente Amplio Unen, Victoria Donda, se sumó a un repudio que se propagó por las redes sociales.
"A él le gustará que lo traten como una cosa en la calle... Nos tiene que pedir disculpas porque además es un dirigente político que tiene una responsabilidad, y hay que ser muy cuidadoso. En Argentina las mujeres todavía están en una situación de desprotección y desigualdad por parte del Estado
. El problema es que del 'algo lindo' a la grosería hay un paso, y de hecho lo demostró Macri". También cuestionó al alcalde por decir que no les cree a las mujeres que se reconocen ofendidas con los piropos: "
Es la idea de que las mujeres somos todas unas histéricas.
Yo no tengo ninguna visión clerical de la vida, estoy bastante lejos
. Pero es indispensable entender en Argentina que a las mujeres nos tienen que tratar como personas". Donda apoyó en 2007 la llegada al poder de una mujer como Fernández, pero dos años después se distanció de ella.
 La lucha contra la violencia de género y la despenalización del aborto han sido dos de las banderas de la diputada, una de las que se oponen a una eventual alianza del Frente Amplio Unen con Propuesta Republica (PRO) de Macri para derrotar a los peronismos kirchnerista y opositor.
Al igual que con otros de sus dichos y políticas, y a diferencia del estilo empecinado de Berlusconi, Macri acabó por arrepentirse de lo expresado.
 Este miércoles envió un mensaje por la red social Twitter: "Mi hija me llamó por el tema del piropo, pido disculpas".

J. M. Coetzee y Paul Auster muestran sus cartas en Buenos Aires

El Nobel sudafricano y el narrador estadounidense leen parte de su intercambio epistolar en el acto central de la Feria Internacional del Libro.

J. M. Coetzee (izquierda) y Paul Auster, durante el diálogo que mantuvieron en la Feria del Libro de Buenos Aires. / Cortesía FEL Buenos Aires/Oscar A. Verdecchia

¿De qué hablan dos escritores cuando nadie los mira? ¿Qué cuentan cuando no trabajan en sus libros? ¿Cómo forjan una amistad hasta el hueso, viviendo en dos ciudades tan distantes como Nueva York y Adelaida?
 Algunas pistas sobre estas cuestiones deslizaron el Nobel surafricano J.M. Coetzee y el narrador estadounidense Paul Auster, ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2006, el domingo por la noche, ante más de mil espectadores devotos que empezaron a hacer fila seis horas antes de la cita. ¿La ocasión?
 Su presentación en el acto central de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que festeja por todo lo alto sus primeros 40 años.
Publicitado como un diálogo, el encuentro fue en realidad una lectura compartida de una exquisita selección de las cartas que ambos autores cruzaron entre 2008 y 2011, publicadas en Aquí y ahora (Anagrama & Mondadori).
 Y comprobó que conversan por escrito sobre preocupaciones tan variopintas como fieles a sus obsesiones literarias.
El azar, uno de los grandes temas de Auster, esa “mecánica de la realidad” que educa en la idea de que cualquier cosa puede suceder en cualquier momento (motor de El cuaderno rojo, su libro de relatos reales), abrió la noche.
“¿Cuántas posibilidades había, me pregunté, de conocer a alguien en un festival francés de cine, y luego, solo unos días después, encontrarme otra vez con él en una feria del libro de Chicago?”, reflexionó el autor de La trilogía de Nueva York, al leer una carta de diciembre de 2008.
 El asombro se multiplicaría cuando a esos encuentros con Charlton Heston –actor “rígido, poco convincente y presuntuoso”, de ideas políticas “abominables” –, siguió el tercero de la semana, en un hotel de Manhattan. “¿Cómo debo interpretar esto, John? ¿Te pasan a ti estas cosas, o es solo a mí?”
No, a Coetzee no le pasan cosas así
. Cuando su amigo Paul le escribe sobre deportes –béisbol, fútbol– y exalta “los placeres de la competición”, él piensa en el ajedrez, es decir, más que en el esfuerzo físico en el intelectual.
 Así lo contó esa noche, mientras afuera sus palabras eran seguidas en pantalla gigante –sentados sobre el pasto, botellines de agua en mano y en perfecto silencio–, por quienes no lograron uno de los 950 asientos de la sala Jorge Luis Borges.

La última afiebrada partida de ajedrez que jugó, encorvado hasta el amanecer a bordo del barco que lo llevaba por primera vez a los EE. UU., alejó a Coetzee de esa práctica, y lo convenció de que competir supone “un estado de posesión en el que la mente se ofusca”
. Hoy abraza “una visión ideal” en la que “uno se reprime de infligir la derrota a un oponente porque la derrota es algo vergonzoso” y humillante, imponerla.
Milimétricamente atildado, profesor de literatura, abstemio, vegetariano, tímido profesional, ganador de varios premios Booker y del Nobel en 2003, autor de doce novelas, entre ellas las memorables Vida y obra de Michel K y Desgracia,
  Coetzee es un académico a la vieja usanza, que eligió Australia para vivir en 2002.
 Auster, en cambio, “tiene calle”, como se dice aquí
. Luce sus excesos: el tabaco fumado, el alcohol disfrutado y la leyenda de haber sido marino en un barco petrolero y poeta hambreado en París, sobreviviendo de traducciones, allá por los 70.
 Leído en más de 40 idiomas, conoce el periodismo, ha trabajado para cine y filmado él mismo. Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) rara vez concede entrevistas y casi siempre por escrito
. Auster (New Jersey, 1947) las da, aunque luego, confiesa, no recuerda lo que dice en ellas.
Coetzee prefiere hablar en sus libros y quedar al margen de las interpretaciones de la crítica sobre los temas recurrentes de sus novelas y ensayos, cuestionadores del apartheid durante la vigencia del régimen, y en los cuales no se edulcora la violencia, el bien y el mal nunca se encuentran en estado puro y la memoria, el deseo, la vejez y los secretos del oficio de narrar se desmenuzan con una prosa tan incisiva como elegante.
Ese contrapunto funciona y las cartas que eligieron releer el domingo lo despliegan.
 Así, si para Coetzee una palabra como “mandrágora”, gracias a la poesía y a Keats, “evoca éxtasis y muerte”, la Calle 55 connota “anonimato”.
 Para Auster, en cambio, la sola mención de esa calle neoyorquina desata una catarata de imágenes placenteras: desde un encuentro erótico juvenil en el hotel St. Regis hasta un almuerzo con la actriz Vanesa Redgrave, que interpretaría un papel en su película Lulu on the Bridge.
 “Cada calle, cada casa, cada habitación tiene una vívida existencia real en mi cabeza”, contó Auster. Incluso, cuando lee: “Tiendo a poner los personajes en lugares que conozco personalmente.”
 Coetzee es menos detallista:
“No tengo mucha idea de cómo es ninguno de los personajes adultos de mis novelas, por ejemplo, de qué clase de infancia tuvieron, igual que no tengo ni la menor idea de lo que les va a pasar después de que termine el libro.”
Favorito de muchos lectores argentinos, Coetzee brindará mañana una conferencia para acompañar la salida de El ayudante, de Robert Walser, uno de los once títulos de su Biblioteca Personal, editados exclusivamente en el país por el sello El hilo de Ariadna, con prólogos suyos
. Pero eso será esta tarde, a las 19. Aún resuenan en el aire sus últimas palabras del domingo, que son también las dos emocionantes líneas que cierran el libro de cartas
: “El mundo sigue enviándonos sorpresas
. Y nosotros seguimos aprendiendo. Fraternalmente, John.”