Cuando el libro ¿Y tú qué clase de madre eres? de Paula Daly cayó en mis manos pensé: ¿Otro libro de autoayuda para mujeres atribuladas obligadas a ser superwoman,
que nos sentimos cansadas, agotadas en esta época en la que nos ha
tocado vivir, donde, a pesar de que la tecnología facilita la vida como
nunca antes lo había hecho, estamos extenuadas, persiguiendo esa utópica
conciliación entre vida laboral y familiar que nos está llevando al
límite? NO, GRACIAS.
Pero cuando comprobé que está editado en la fabulosa colección Roja y Negra que dirige Rodrigo Fresán mi interés se elevó a la enésima potencia.
La autora, la británica Paula Daly, fisioterapeuta antes de alcanzar el éxito con su debut en el género gracias a esta novela, defiende la escritura sobre gente normal en circunstancias extraordinarias.
La escritora novel declaró en una entrevista que le gusta escribir sobre gente como ella, de mujeres como ella. Intentó imaginarse una situación del tipo ¿qué es lo peor que podría pasar?
Y concluyó que la peor pesadilla para una madre y un padre es la desaparición de un hijo.
Pero cuando comprobé que está editado en la fabulosa colección Roja y Negra que dirige Rodrigo Fresán mi interés se elevó a la enésima potencia.
La autora, la británica Paula Daly, fisioterapeuta antes de alcanzar el éxito con su debut en el género gracias a esta novela, defiende la escritura sobre gente normal en circunstancias extraordinarias.
La escritora novel declaró en una entrevista que le gusta escribir sobre gente como ella, de mujeres como ella. Intentó imaginarse una situación del tipo ¿qué es lo peor que podría pasar?
Y concluyó que la peor pesadilla para una madre y un padre es la desaparición de un hijo.
¿Dónde está Lucinda? Se preguntan los habitantes de Troutbeck, un
idílico pueblo inglés del distrito de los Lagos.
La historia comienza cuando Lisa Kallisto, una mujer trabajadora y madre de tres hijos, descubre con horror que Lucinda, amiga de su hija Sally, ambas adolescentes, desaparece cuando estaba a su cargo.
Lucinda es hija de Kate, a la que nuestra protagonista quiere porque es su amiga, pero a la que envidia porque representa todo a lo que Lisa aspira y siente que nunca podrá alcanzar: ser una madre modélica y una mujer perfecta
. Cuando Lucinda desaparece, Lisa, agobiada por el sentimiento de culpa, se implica en su búsqueda de la mano de la agente de policía Joanne Aspinall, que investiga otros casos de desapariciones de adolescentes en la zona. Y hasta aquí puedo contar.
¿Y tú qué clase de madre eres? se ha convertido en una de las novelas del año.
Y lo consigue con varios ingredientes: por un lado, con grandes dosis de realidad. Todas nos podemos identificar con los problemas de Lisa.
Y sí, no es una errata, he escrito TODAS, porque a diferencia de otras autoras del género como Donna Leon, Anne Holt, Sue Grafton o Batya Gur, por mencionar solo a unas pocas, ésta es una novela escrita para mujeres.
No es que quiera disuadir al género masculino de que se acerque a la obra, en absoluto. Seguro que la disfrutarán
. Pero el lenguaje y los problemas de la protagonista son más cercanos a la otra mitad de la población. Como muestra, el comienzo de la novela:
“Me levanto más cansada de lo que me acosté. He dormido cinco horas y media y, tras apagar el despertador por tercera vez, levanto la cabeza
. Así de cansada estoy, y ni siquiera sé por qué. Ya sabéis a qué clase de cansancio me refiero… A menudo me siento como si formara parte de una macroexperimento social. Como si alguna lumbrera hubiera decidido reunir a todas las mujeres del mundo occidental para hacer un estudio a escala mundial: '¡Vamos a educarlas! ¡Vamos a darles un trabajo en condiciones para que se sientan realizadas! ¡Vamos a ver qué pasa luego cuando procreen. ¡Veremos por dónde explota la cosa!”.
Pero además de un lenguaje y problemas cercanos, la fantástica trama, urdida sobre la cuestión de que las apariencias engañan -y donde la pederastia, los celos, el adulterio, la bigamia y otros problemas psicológicos severos gravitan-, atrapa al lector desde la primera a la última página.
La novela nos adentra en la mente de tres personajes principales:
Lisa Kallisto, mujer trabajadora, feliz esposa y madre, aunque agobiada por los problemas de la vida cotidiana.
Lisa nos cuenta en primera persona su historia, a ratos con grandes dosis de humor, especialmente cuando ironiza sobre sus “defectos”.
Pero sobre todo nos conmueve cuando comparte con nosotros su enorme sentimiento de culpa por haber fallado de una forma tan estrepitosa: si hay algo peor que perder a un hijo es perder a la hija de tu mejor amiga.
La otra protagonista es la agente de policía Joanne Aspinall, una mujer soltera, eficiente y concienzuda en su trabajo, que vive con su excéntrica tía y a la que martiriza un problema físico que le hace estar llena de complejos y dificultades
. “Al principio de entrar en la Unidad de Investigación, no le resultó nada fácil compaginar el trabajo con la vida diaria.
Ella no era un detective como los de las películas, que nunca desconectan, que beben como cosacos, desacatan las órdenes de sus superiores y terminan perdiendo a su familia por culpa del trabajo”.
Las partes que protagoniza la inspectora están escritas en tercera persona, según la autora, para proporcionar cierto alivio al lector, demasiado imbuido en la angustia culpable de Kallisto.
Y la tercera voz, la del pedófilo, escrita en cursiva en la novela. Perturbardor, escalofriante, nauseabundo… “La niña pasa por delante de su coche, y a él se le acelera el pulso. Un estremecimiento de placer le recorre el cuerpo al ver que, momentáneamente, ralentiza el paso.”
Y aunque el tema de la desaparición de niños y de la pedofilia sea algo demasiado trillado en el género que nos ocupa, el desenlace de la obra consigue dejarnos perplejos.
¿Y tú qué clase de madre eres? es un trhiller doméstico, lleno de sorpresas, donde el suspense llega hasta el final.
Muy recomendable.
La historia comienza cuando Lisa Kallisto, una mujer trabajadora y madre de tres hijos, descubre con horror que Lucinda, amiga de su hija Sally, ambas adolescentes, desaparece cuando estaba a su cargo.
Lucinda es hija de Kate, a la que nuestra protagonista quiere porque es su amiga, pero a la que envidia porque representa todo a lo que Lisa aspira y siente que nunca podrá alcanzar: ser una madre modélica y una mujer perfecta
. Cuando Lucinda desaparece, Lisa, agobiada por el sentimiento de culpa, se implica en su búsqueda de la mano de la agente de policía Joanne Aspinall, que investiga otros casos de desapariciones de adolescentes en la zona. Y hasta aquí puedo contar.
¿Y tú qué clase de madre eres? se ha convertido en una de las novelas del año.
Y lo consigue con varios ingredientes: por un lado, con grandes dosis de realidad. Todas nos podemos identificar con los problemas de Lisa.
Y sí, no es una errata, he escrito TODAS, porque a diferencia de otras autoras del género como Donna Leon, Anne Holt, Sue Grafton o Batya Gur, por mencionar solo a unas pocas, ésta es una novela escrita para mujeres.
No es que quiera disuadir al género masculino de que se acerque a la obra, en absoluto. Seguro que la disfrutarán
. Pero el lenguaje y los problemas de la protagonista son más cercanos a la otra mitad de la población. Como muestra, el comienzo de la novela:
“Me levanto más cansada de lo que me acosté. He dormido cinco horas y media y, tras apagar el despertador por tercera vez, levanto la cabeza
. Así de cansada estoy, y ni siquiera sé por qué. Ya sabéis a qué clase de cansancio me refiero… A menudo me siento como si formara parte de una macroexperimento social. Como si alguna lumbrera hubiera decidido reunir a todas las mujeres del mundo occidental para hacer un estudio a escala mundial: '¡Vamos a educarlas! ¡Vamos a darles un trabajo en condiciones para que se sientan realizadas! ¡Vamos a ver qué pasa luego cuando procreen. ¡Veremos por dónde explota la cosa!”.
Pero además de un lenguaje y problemas cercanos, la fantástica trama, urdida sobre la cuestión de que las apariencias engañan -y donde la pederastia, los celos, el adulterio, la bigamia y otros problemas psicológicos severos gravitan-, atrapa al lector desde la primera a la última página.
La novela nos adentra en la mente de tres personajes principales:
Lisa Kallisto, mujer trabajadora, feliz esposa y madre, aunque agobiada por los problemas de la vida cotidiana.
Lisa nos cuenta en primera persona su historia, a ratos con grandes dosis de humor, especialmente cuando ironiza sobre sus “defectos”.
Pero sobre todo nos conmueve cuando comparte con nosotros su enorme sentimiento de culpa por haber fallado de una forma tan estrepitosa: si hay algo peor que perder a un hijo es perder a la hija de tu mejor amiga.
La otra protagonista es la agente de policía Joanne Aspinall, una mujer soltera, eficiente y concienzuda en su trabajo, que vive con su excéntrica tía y a la que martiriza un problema físico que le hace estar llena de complejos y dificultades
. “Al principio de entrar en la Unidad de Investigación, no le resultó nada fácil compaginar el trabajo con la vida diaria.
Ella no era un detective como los de las películas, que nunca desconectan, que beben como cosacos, desacatan las órdenes de sus superiores y terminan perdiendo a su familia por culpa del trabajo”.
Las partes que protagoniza la inspectora están escritas en tercera persona, según la autora, para proporcionar cierto alivio al lector, demasiado imbuido en la angustia culpable de Kallisto.
Y la tercera voz, la del pedófilo, escrita en cursiva en la novela. Perturbardor, escalofriante, nauseabundo… “La niña pasa por delante de su coche, y a él se le acelera el pulso. Un estremecimiento de placer le recorre el cuerpo al ver que, momentáneamente, ralentiza el paso.”
Y aunque el tema de la desaparición de niños y de la pedofilia sea algo demasiado trillado en el género que nos ocupa, el desenlace de la obra consigue dejarnos perplejos.
¿Y tú qué clase de madre eres? es un trhiller doméstico, lleno de sorpresas, donde el suspense llega hasta el final.
Muy recomendable.
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