Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 abr 2013

Yo no vine aquí para..............

Yo no vine aquí para contar mi vida, ni para que la aplaudieran ni para que la pagasen. Este es quizás el más hondo orgullo, al que no tienen acceso ni los predicadores ni los corrientes.

Lo que hago aquí es lo que parece. La vida ocurre en otra parte, también fuera de mí, que soy lo que la suspira.

Parte de algo, tan lejos y dispar como el charco de la luna, o la loma de los volcanes de las nubes. Y las nubes -esto sí se sabe- son y no son, a la noche y en altamar, donde nadie las mira.

No hay misterio mayor que el agua en que se mece la mano.
 O el aire, siempre sentido, nunca tomado.
(Del Diario Virtual de Jose Carlos Cataño)

El FMI insiste en rebajar sueldos públicos y despedir a 2.000 funcionarios en Chipre


Anastasiades, en los actos de homenaje a los fallecidos en la guerra contra los ingleses, este lunes en Nicosia. / Yiannis Kourtoglou (AFP)

El pánico que aparentemente no provocó el primer acuerdo del Eurogrupo, ni el rechazo al mismo del Parlamento chipriota; el acuerdo de rescate definitivo, el control de capitales o la quita a los grandes depósitos podría desbocarse este martes si, como está previsto, la Bolsa de Chipre reanuda su actividad tras más de dos semanas cerrada.
 En la última sesión, el 15 de marzo, el 59% de los movimientos en el parqué de Nicosia correspondieron a las acciones del Laiki Bank y el Banco de Chipre; 15 días después, el primero está en vías de liquidación y el segundo, conminado a una profunda reestructuración que puede llevarse por delante hasta el 60% de los grandes depósitos.
Pero en un día festivo y caluroso como este lunes, en el que los chipriotas conmemoran el inicio de la lucha armada contra el poder colonial británico, en 1955, la atención pública no repara en los grandes movimientos de capital, sino en algo más próximo: qué flecos quedan por cerrar con la troika y cómo pueden sustanciarse en sus economías.
 Según el diario Politis, entre las medidas de ajuste que aún se discuten están un recorte salarial del 5% a los funcionarios y el despido de 2.000 empleados del Ministerio de Educación. Varios medios griegos y chipriotas atribuyen ambas condiciones a un segundo memorándum previsto por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para apretar las clavijas a Chipre y evitar una deriva tan perniciosa de la crisis como la de Grecia.
Aunque este domingo el presidente del país, el conservador Nikos Anastasiadis, había anunciado que no se tocarían los sueldos ni habría recortes de plantilla en la Administración —el porcentaje de trabajadores del sector público supone alrededor del 20% del total—, el ministro de Finanzas, Mijalis Sarris, ha modulado el mensaje de Anastasidis en declaraciones a medios locales: el objetivo es salvar puestos de trabajo, como los de 400 docentes pendientes de suprimir, aunque para ello haya que bajar los sueldos por encima del 3% ya previsto el pasado año. Es decir, un mínimo del 5%, aunque se especula con que el recorte pueda llegar al 20%.
Contradicciones al margen —la crisis ha disparado una carrera contrarreloj de anuncios y desmentidos—, las autoridades de la isla prevén cerrar el acuerdo con la troika esta misma semana, para acudir con los deberes hechos a la reunión del Eurogrupo del 12 de abril y recibir el primer tramo de ayuda en la primera quincena de mayo.

Poemas de Anne Sexton

«Yo sé, madre, yo sé». Algunos poemas de Anne Sexton

Querida Linda,
Estoy a la mitad de un vuelo a St. Louis para dar una conferencia. Estaba leyendo una historia en el New Yorker que me hizo pensar en mi madre y, sin darme cuenta, sola, en el asiento, susurré: «Yo sé, madre, yo sé» –encontré  una pluma, y pensé en ti– que algún día volarás sola a alguna parte, que quizás yo ya haya muerto, y desearás hablar conmigo.
Yo quiero hablar. (Linda, quizás no estés volando, quizás estés en la mesa de tu cocina tomando té, alguna tarde cuando tengas 40. En cualquier momento) y quiero decirte:
Primero, que te amo.
Dos, que nunca me decepcionaste.
Tres, yo sé. Yo estuve ahí alguna vez. Yo también tuve 40 con una madre muerta que todavía me hace falta.
Éste es mi mensaje para la para la Linda de cuarenta. No importa lo que pase, siempre serás mi pajarito, mi Linda Gray. La vida no es fácil. Es terriblemente solitaria. Yo lo sé. Ahora tú también lo sabes –en donde estés, Linda, hablándome. Pero yo tuve una buena vida –escribí infeliz– pero viví a capa y espada. Tú también, Linda –vive al límite. Te amo, mi Linda, a los cuarenta, y amo lo que haces, lo que encuentras, lo que eres. Sé tú misma. Pertenece a aquellos que amas. Háblale a mis poemas y a tu corazón  –estaré en los dos: si me necesitas. Mentí, Linda. Yo también amé a mi madre y ella me amó a mí, ella nunca me sostuvo pero la extraño, tanto, que tuve que negar que alguna vez la amé –o ella a mí, ¡pero qué tonta, Anne! ¡Así es![1]

Anne Sexton (1928-1974) le escribiría esta carta a su hija, Linda, unos años antes de suicidarse. Nació en Massachusetts en 1928 y a los 19 años se casó con Alfred Muller Sexton. Gran parte de su vida luchó contra  un trastorno mental  que la llevó a internarse en numerosas ocasiones en hospitales psiquiátricos; y aunque paradigmática, su incursión en la poesía fue parte de una terapia médica que la llevó a ganarse el Pulitzer en 1969.
Estudió en el taller de John Holmes, y  posteriormente con Robert Lowell, donde conoció a Silvya Plath; junto a estos dos últimos poetas fue considerada una poeta confesional. 
En alguna ocasión, Sexton dijo que si algo la había influenciado en la vida había sido el libro Heart’s Needle de W.D. Snodgrass, quien también fuera alumno de Lowell y fundador de esta corriente, cuyo título, adjudicado a M.L. Rosenthal por su ensayo «Poesía como confesión»,  repudió hasta morir en el año 2009.  Snodgrass escribió este libro para su hija después de divorciarse y pelear su custodia, fue un trabajo revolucionario que mostró por primera vez la intimidad del hombre frente a su medio. A diferencia de los poetas modernistas que abordaron los problemas de la modernidad como espectadores, a través de la figura del flâneur, el caminante que va aprehendiendo su entorno a través de la observación, la poesía de Snodgrass profundiza en los problemas de la masculinidad en ese contexto moderno.
Autoras como Anne Sexton y Silvya Plath representan esta trasgresión del poeta a partir de su condición de mujeres suburbanas
. La poesía confesional podría entenderse como una suerte de transmutación de la condición del poeta con su poesía. Sin embargo, no se trataba de reducir la experiencia a un asunto de intimidad –nadie  puede negar que la poesía, en su construcción, lo sea–; se trataba, sin esta consciencia de su vocación confesional, de romper con los paradigmas de lo que se podía contar o no en un poema. Ambas poetas lo logran, con un trabajo mayoritariamente autobiográfico, abordando temas tabúes como el aborto, el divorcio, la masturbación, etc.
Anne Sexton construyó un personaje y se mimetizó con él. Quizás ésta sea una de las razones por las que tanto críticos como lectores vieron en su poesía una derivación de su propio desbordamiento.
 A ella, como a cualquier otro poeta, también hay que leerla entre líneas. Personalmente creo que su categorización como poeta confesional ha hecho que muchos detractores apuesten por la literalidad de su obra. A diferencia de  Snodgrass o del mismo Lowell, la poesía de Sexton enciende todo el trayecto y más que en la supuesta arbitrariedad de su construcción, es en el origen del incendio poético donde debemos prestar atención.
Algunos de sus poemas más conocidos y controversiales son: «La balada de la masturbadora solitaria» y «La celebración de mi útero». Sin embargo, en esta muestra decidimos presentar: «Rezando en un boing 707», «Dice el poeta al analista», «Divorcio», «Descalza» y «Vieja», porque consideramos que estos poemas nos abren la puerta de algunas de sus mayores obsesiones: la lucha con su madre, su relación con Dios, su matrimonio fallido, la imposibilidad de aprehender su entorno, el caos que esconde la cotidianidad y su cuerpo como condicionante.
En 1974, Anne Sexton se suicidó  en el garaje de su casa. Ése no fue su primer intento. La poesía la sostuvo en una lucha que libró para silenciar una voz interior que la perturbó siempre. A pesar de la fuerza de sus versos, logró esconder esa fragilidad y su escaso apego por la vida en la contundencia de su yo poético. Como recordaría al final de su vida, hasta los 28 años Anne «tenía una especie de yo enterrado que desconocía si sabía hacer algo más que salsas y cambiar pañales. Era una víctima del sueño americano».
Al leer su biografía y revisar su obra, pareciera que el lector se convierte en un espectador, una suerte de voyerista que participa en una consulta psiquiátrica donde el paciente entra en catarsis; pero a diferencia de éste, el lector sí puede entrar y salir de ese laberinto de angustias personales con solo cambiar la página. Fue en esta travesía en la que Anne dejó de distinguir el personaje creado en sus poemas para fusionarse con ellos, en donde se sumió en un naufragio personal. Ya lo anticipaba a su hija Linda: «Algún día volarás sola a alguna parte […] quizás yo ya haya muerto, y desearás hablar conmigo […] La vida no es fácil. Es terriblemente solitaria. Yo lo sé.»
Beatriz Estrada Moreno


***

Poemas de Anne Sexton


Praying on a 707

Mother,
each time I talk to God
you interfere.
You of the bla-bla set,
carrying on about the state of letters.
If I write a poem
you give a treasurer’s report.
If I make love
you give me the funniest lines.
Mrs. Sarcasm,
why are there any childrem left?

They hold up their bows.
They curtsy in just your style.
They shake their hands how-do-you-do
in the same inimitable manner.
They pass over the soup with parsley
as you never could.
They take their children into their arms
like cups of warm cocoa
as you never could
and yet and yet
with your smile, your dimple we ape you,
we ape you further…
the great pine of summer,
the beach that oiled you,
the garden made of noses,
the moon tied down over the sea,
the great warm-blooded dogs…
the doll you gave me, Mary Gray,
or your mother gave me
or the maid gave me.
Perhaps the maid.
She had soul,
being Italian.

Mother,
each time I talk to God
you interfere.
Up there in the jet,
below the clouds as small as puppies,
the sun standing fire,
I talked to God and ask him
to speak of my failures, my successes,
ask him to morally make an assessment
He does.

He says,
you haven’t,
you haven’t.

Mother,
you and God
float with the same belly
up.


Rezando en un boing 707

Madre,
cada vez que le hablo a Dios
tú te entrometes.
Sales con tus bla bla blas en bloque,
otra vez con el asunto de las cartas.
Si escribo un poema
tú das un reporte contable.
Si hago el amor
me das las frases más graciosas.
Señora Sarcasmo,
¿por qué no te queda ningún hijo?

Ellos se aguantan sus reverencias.
Ellos se agachan con tu estilo.
Ellos se estrechan las manos –como-estás-tú
en esa misma forma inimitable.
Ellos se saltan la sopa con perejil
como tú nunca pudiste.
Ellos llevan a sus hijos en sus brazos
como tazas de chocolate caliente
como tú nunca pudiste
y todavía, todavía
con tu sonrisa, con tu hoyuelo, te imitábamos
te imitábamos a lo lejos…
el gran pino del verano,
la playa que te bañó de aceite,
el jardín hecho de narices,
la luna atada sobre el mar,
los grandes perros de sangre caliente…
la muñeca que me diste, Mary Gray,
o que tu madre me dio
o que me dio la crida.
Quizás fue ella.
Ella tenía un alma,
y era italiana.

Madre,
cada vez que le hablo a Dios
tú te entrometes.
Arriba en el avión,
bajo las nubes tan pequeñas como cachorros,
el fuego postrado en el sol,
hablé con Dios y le pedí
platicarle mis fracasos y mis éxitos,
le pedí que me hiciera un juicio moral
como lo hace.

Él dice
no has hecho,
no has hecho.

Madre,
tú y Dios
flotan con el mismo vientre
arriba.



***









Traducción de Beatriz Estrada Moreno





 

Anne Sexton, a vida o muerte

Anne Sexton tumbada en un patio de piedra. / ian cook (time life pictues / getty images)

Con Anne Sexton siempre se empieza por el final.
 No es fácil librarse del ritual de muerte que la poeta interpretó el 4 de octubre de 1974, cuando se puso el abrigo de piel que había heredado de su madre, se bebió dos vodkas y con un tercero en la mano entró en el garaje de su casa, encendió el motor y la radio de su Cougar rojo y se quitó la vida. Poco importaba su enorme talento, su fama, su belleza, el éxito de su obra en el ámbito literario y académico
. Tampoco sus dos hijas. Años antes le había reprochado a su amiga Sylvia Plath (ambas habían coincidido en un taller de poesía de Robert Lowell, donde los versos fluyeron tanto como los martinis) que le hubiese robado la gran idea. “¡Ladrona!”, escribió Sexton. “¿Cómo te has metido dentro, / te has metido abajo sola / en la muerte a la que deseé tanto y tanto tiempo?”.
Sin embargo, las casi 1.000 páginas que componen sus obras completas, que mañana llegan a las librerías españolas editadas en un solo volumen por Linteo Poesía, traducidas y estudiadas durante dos años por José Luis Reina Palazón en la colección de poesía dirigida por Antonio Colinas, empiezan por donde se debe, por el principio.
Anne Gray Harvey nació el 9 de noviembre de 1928 en el seno de una familia burguesa de Massachusetts. Hija de un exitoso fabricante de lanas, era la pequeña de tres hermanas.
Siempre vivió en buenos barrios de Boston. Decidió dejar los estudios para casarse. Su primer contacto con la depresión fue en el posparto de su primera hija.
Y entre principio y fin un ciclón poético, sexual, doméstico, alcohólico, familiar, médico, químico… Sexton hija, Sexton madre, Sexton mujer.
 “La característica de su lírica es el uso del material autobiográfico y su precisa transformación en materia poética”, explica José Luis Reina Palazón. El traductor apunta cómo su poesía muestra desde muy pronto “un comportamiento contradictorio desarrollado desde la niñez”. Por un lado, es una mujer atractiva, alegre y fuerte. Por otro, una mujer convencida de que sufre “un dolor insoportable”, lo que la convierte irremediablemente en un ser marginal.
 Ahí entra la enfermedad mental y su tabla de salvación: la poesía.
Sexton fue una mujer reconocida y premiada en su tiempo, becada para escribir sus libros, profesora titular en la Universidad de Boston, ganadora del Pulitzer y luego jurado del prestigioso premio…
Su poesía confesional la convirtió en una de las escritoras más famosas de su país.
Para quien no la conozca son muy recomendables los vídeos en los que aparece en su casa en 1966. Cuando Sexton recita Menstruación a los 40 años tiemblan los relamidos jardines del sueño americano.
Delgada y alta como una modelo, teatral, con sus ojos azules y su pelo negro, su voz de fumadora se pega a la piel como el sudor en verano.
 Su amiga la escritora Maxine Kumin relata que al conocerla en un taller de poesía le llamaron la atención las pulseras, los tacones y el perfume francés
. Su poesía se regodeaba en los tabúes del cuerpo femenino y ella, siempre intensa, no dejaba indiferente a nadie. “Quien acude al don de Anne Sexton no puede salvarse de su mensaje amenazador”, escribe Reina Palazón.
“Ese mensaje amenazador”, explica por teléfono el traductor, “es la duda entra la vida y la muerte que la acompañó durante toda su existencia.
 Esa dualidad se la expresó en una carta a Saul Bellow y él le respondió con una cita de Herzog: ‘Con un gran aliento, atrapado y mantenido en su pecho, combatió su tristeza por su solitaria vida. ¡No llores, idiota! Vive o muere, pero no envenenes todo…”. Cita que Sexton usaría para abrir su celebrado Vive o muere (1966), en el que ella se decide claramente por la vida.
“Pero el desequilibrio psicológico, que arrancó en el primer posparto, creando en ella una horrible mala conciencia, la siguió acompañando.
 Ni siquiera su triunfo total, que llegó después de este libro, los cuatro honoris causa que recibió, o la capacidad de convocatoria de sus recitales, fueron suficientes”.
Anne Sexton escribió que los suicidas tienen un lenguaje especial: “Como carpinteros quieren saber qué herramientas.
Nunca sin embargo por qué construir”. En Cartas para el Doctor Y, que dejó inédito hasta después de su muerte, invoca tozuda su única suerte: “Muerte, / necesito mi pequeña adicción a ti, / necesito esa vocecita que, / hasta cuando asciendo desde el mar, / toda una mujer, completa, / dice mátame, mátame”.