Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

31 ago 2012

Cássia Eller - Malandragem

Cassia Eller - O segundo sol (ao vivo)

AMOR BAJO EL ESPINO BLANCO' Zhang Yimou ha vuelto

Zhou Dongyu, en la película.
Aunque nunca se haya ido, con Amor bajo el espino blanco Zhang Yimou está de vuelta.
 El que perdura en las tripas, el que desequilibra a partir de la (aparente) sencillez expositiva, el que alarga la secuencia a base de miradas, sonrisas y lágrimas, sin que se le pueda acusar de empalagoso; porque lo que cuenta es terrible y tiene un poso de verdad histórica, política, humana. No el Yimou de la última década, el pomposo en la forma y casi incomprensible en el fondo, con el que hacía falta ir al cine con un esquema previo para poder seguir sus hilos argumentales y a sus personajes; el de Hero, La casa de las dagas voladoras y La maldición de la flor dorada, el de las ínfulas godardianas de Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos.
Hablar ahora de la China de la Revolución Cultural tiene mucho de contrarrevolucionario y de contracultural. Aunque a Yimou, un mito en su país, nunca le haya molestado demasiado la censura, las presiones siempre están ahí. En el país del Politburó, el que se abre a un cierto capitalismo mientras se agarra a un cierto maoísmo, contar una historia de amor prohibido en la China de los campos de trabajo, de la reeducación, de la persecución del capitalismo hasta la cárcel o la muerte, tiene mucho de provocación.
 Y, sin embargo, los jerarcas políticos parecen haberse quedado con la preciosidad de historia que se cuenta, con su simbolismo, con su sencilla poética, con su grandeza disfrazada de rutina. Aquí, además, se puede elucubrar con la política. De modo que la película, con una estructura que fluye como un río a base de capítulos unidos por clásicos fundidos a negro, tiene valor doble: el de la delicadeza y el del coraje.

La interpretación fallida de Clint Eastwood


Clint Eastwood en su intervención en la Convención republicana. / BRENDAN SMIALOWSKI (AFP)
El actor y director Clint Eastwood apareció por sorpresa en la Convención republicana para dar uno de los últimos discursos de la noche. Eastwood había anunciado su apoyo a Mitt Romney hace solo unos días a pesar de que su participación en un elaborado spot publicitario hace unos meses había despertado rumores de que era seguidor de Obama.
"Recuerdo cuando Obama ganó las elecciones hace cuatro años y hablaba de cambio y esperanza y Yes, We Can. La gente encendía velas, lloraban, Oprah Winfrey lloraba. Yo también lloré la noche que Obama aceptó la nominación de su partido", afirmó Eastwood. "Ahora hay 23 millones de personas sin trabajo".
Eastwood, que protagonizó una escena a medio camino entre el discurso y la interpretación, habló junto a una silla vacía, simulando una conversación con el presidente Obama.
 El efecto fue extraño y Eastwood acabó ofreciendo unas palabras que pueden perjudicar a cualquiera de los dos candidatos
. A Obama por perder, supuestamente, su apoyo.
 Y a Romney por contar con un orador inefectivo.
El actor, de 82 años, criticó también al vicepresidente Joe Biden y repasó varios momentos de la presidencia del demócrata, como la promesa de cerrar Guantánamo, su rechazo a la guerra de Irak o su tibio apoyo a la de Afganistán: “Usted pensaba que estaba bien, ¿no? Más o menos...”
“Creo que es el momento de que venga otra persona y resuelva este problema", afirmó Eastwood.
"Señor presidente, ¿cómo lidia usted con las promesas que no ha podido cumplir? conozco a gente de su propio partido que están decepcionados por Guantánamo. Yo nunca pensé que fuese buena idea que los abogados se convirtieran en presidentes. ¿No sería mejor un empresario?"
El discurso del actor fue interrumpido en repetidas ocasiones por el auditorio, que le recibió en pie nada más aparecer en el escenario frente a una imagen de él con un sombrero de cowboy
. Y en especial gustaron sus referencias al descontento que ha ido acumulando con el presidente Obama.
"Este país nos pertenece a ti, a mí, a nosotros.
Ni siquiera a los políticos, los políticos son nuestros empleados", declaró entre aplausos. "Cuando alguien no sabe hacer su trabajo, debemos dejarle marchar".
Como ejemplo de la extraña sensación que dejó el discurso de Eastwood, varios periodistas norteamericanos se apresuraron a afirmar en Twitter que era “uno de los momentos más extraños que habían vivido en una convención”, como escribió el analista de The Daily Beast, Howard Kurtz
. Los usuarios también respondieron ante la aparición de una cuenta llamada “el Obama invisible” y en la que se suceden las bromas a raíz de las palabras del actor.