Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 ago 2011

Rockybenouze -The partisan (Leonard Cohen cover)

Chica (material) para todo

Madonna prepara nuevo disco, lanza una línea de ropa y estrena película .
.Aunque muchos lo hayan olvidado, Madonna, antes, se dedicaba a cantar.
Ahora regresa al estudio de grabación para preparar un disco para finales de año. Pero la música ya no es su única labor, o no la más importante.
El año 2011 será ajetreado para la cantante de Detroit, dado que The Weinstein Company ha anunciado que comercializará W.E., su segunda película como directora.
Es una sorpresa que una distribuidora de tal renombre haya aceptado hacer negocios con alguien con tantos fracasos en el cine.











Y es todavía más inesperado que estrene el filme en diciembre, en plena carrera por los Oscar.
 A finales de año, en los innumerables pases que serán antesala de los premios, Madonna rivalizará con el esperado biopic de Margaret Thatcher protagonizado por Meryl Streep y con su exmarido, el actor Sean Penn, que promocionará This must be the place, dirigida por Paolo Sorrentino.
Es un listón alto.
 Las pasadas incursiones de la ambición rubia en el cine han sido, salvo escasas excepciones, estrepitosas calamidades.






Su nueva película, que ya está terminada, se titula W.E. por las iniciales de la estadounidense divorciada Wallis Simpson y su marido, el rey Eduardo VIII, que abdicó en su hermano Jorge VI para casarse. La película El discurso del rey, sobre la vida del monarca, ha logrado cuatro oscars este año.






"Madonna une, de forma hermosa, presente y pasado en W.E. Es un largometraje inteligente y un impresionante debut como directora", ha dicho el distribuidor Harvey Weinstein.
Se equivoca: será su segunda película como directora, después de Filth and Wisdom, de 2008.
Entonces la propia Madonna se comparó nada menos que con Luchino Visconti, Pier Paolo Pasolini y Jean-Luc Godard. Fue un completo fracaso de público. A la crítica la dejó fría.





A pesar de haber regresado a Nueva York tras su divorcio del cineasta británico Guy Ritchie, Madonna sigue sin ser muy apreciada en su país natal desde que se aventuró en los pantanosos terrenos de la política al criticar la guerra de Irak en 2003. Desde entonces ni uno solo de sus singles ha llegado al número uno.






Resignada, parece, se ha dedicado a otras cosas. La filantropía no le ha salido muy bien. La única tarea de su ONG, Raising Malawi, era construir una escuela para huérfanos en aquel país. Tras cinco años de planes y recaudación de fondos, el proyecto se abandonó en enero. Luego el FBI llamó a la puerta de otra organización con la que colaboraba, Success for Kids, vinculada a la Cábala, una oscura fe de afiliación judía.






Entre la religión, el altruismo, el cine y la falta de proyectos musicales [su último disco de estudio, de abril de 2008, apenas vendió medio millón de copias en EE UU] Madonna busca mantener los ingresos.
La solución es una línea de ropa y cosméticos en los grandes almacenes Macy's. Es curioso que decidiera darle el nombre de Material Girl, canción de la que ha renegado en decenas de ocasiones porque la pintaba como una cantante superficial.
Debe de haber pensado que no es para tanto, después del apelativo que le ha dedicado el cantante Morrisey en una entrevista con la revista Billboard: McDonna.

Ya no quiere ser mayor

Ya no quiere ser mayor




Le gustaba jugar a ser mayor, pintarse los labios y subirse a los zapatos más altos para llegar a tocar la Luna con los dedos. Contaba los días que faltaban para soplar las velas de su tarta de cumpleaños y pedir un deseo con los ojos cerrados, una muñeca nueva, un vestido de princesa... Besaba ranas de peluche y soñaba despierta con que su príncipe azul apareciese por la puerta montando un espléndido corcel blanco.

Le gustaba jugar a ser mamá, enfermera, profesora... y cuando se acostaba sus pies se movían como queriendo bailar al son de un vals.

Y llegó el día en el que sus juegos de ser mamá o enfermera cobraron realismo, tenía responsabilidades y carecía de tiempo que dedicarle a sus muñecas. Los zapatos altos sólo le daban dolor de pies y la Luna ya le parecía inalcanzable.

No quería cumplir años, ni soplar velas... los párpados le pesaban tanto que dejó de maquillárselos y el carmín se le corría sin que nadie besase sus labios.

No había nadie que dibujase un corazón en su espalda mientras dormía y no se despertaba con una sonrisa en la cara… observaba su arrugada piel a trasluz mientras se balanceaba en su mecedora.
Ya no quiere ser mayor.

El carisma de Uri Caine

El pianista deslumbra con su fusión de géneros en el Alcázar de Segovia .
Han pasado ya un par de décadas desde que el pianista de jazz Uri Caine y su grupo recrearon la música de Mahler a su manera, en un proceso de adaptación de los grandes compositores a los lenguajes avanzados de la modernidad. El músico de Filadelfia se adentraría con similar capacidad de fascinación en Wagner, Bach, Schumann, Beethoven, Mozart o Verdi.
Uri Caine era considerado un autor de culto desde las raíces populares.
Hace dos o tres años decidió dialogar con el flamenco y montó un espectáculo en Granada con la cantaora Carmen Linares sobre los desastres de la guerra. Una vez más sorprendió gracias a sus inagotables búsquedas y a su insobornable rigor.








Carmen Linares y la cantante de 'soul' Barbara Walker pusieron la voz


El último espectáculo de Uri Caine se estrenó hace unos meses en una fábrica abandonada de Stuttgart y se presentó en España el pasado sábado en el patio de armas del Alcázar de Segovia, dentro del Festival de Verano de la ciudad castellana. Versa sobre las lamentaciones nocturnas de Jeremías y en él se dan cita, alrededor del pianista, la cantaora Carmen Linares, la cantante americana de soul Barbara Walker, la clásico-contemporánea Cristina Zavalloni, el cuarteto de violas de gamba Il Suonar Parlante, con el gran Vittorio Ghielmi de maestro de ceremonias, el saxofonista Achille Succi y el guitarrista flamenco Salvador Gutiérrez. Un cartel de lujo para una ceremonia nada convencional.



Porque nada convencional es alternar los lamentos, quejíos y expresividades más encendidas de universos tan distintos como los que representan el soul, la experimentación clásica y el flamenco, y más si se enmarcan en un proceso de diálogo e improvisaciones con un cuarteto de violas de gamba y el piano inclasificable de Uri Caine
. Hasta cierto punto, el saxofón y la guitarra introducían mensajes cómplices con el soul y el flamenco.
Eran unos instantes de reposo, pues enseguida encontrábamos al piano dialogando con la guitarra o a las cantantes entre sí.
 Todo ello con una alegría y una complicidad entre los músicos que acabó contagiándose. El público se mostró primero un poco distante -o tal vez, desconcertado-, pero a partir de unas bulerías de Carmen Linares rompió aguas y se integró en el espectáculo aplaudiendo todos los números y pasándolo francamente bien.



El concierto -cantado en hebreo, inglés y español- no siempre mantuvo las mismas dosis de genialidad, pero incluso los altibajos que se producían como consecuencia de los riesgos que adquirían los músicos eran comprensibles y hasta atractivos. El inspirado guitarrista Salvador Gutiérrez -una incorporación respecto al estreno en Stuttgart- fue determinante en el lucimiento de Carmen Linares por seguiriyas, tientos, peteneras y martinetes. La gran dama del cante flamenco estuvo soberbia en expresividad, estilo, dominio de los palos y adaptación al lenguaje contemporáneo.
Barbara Walker se mostró irresistible de principio a fin con un sentido prodigioso del ritmo y Cristina Zavalloni cautivó en todo momento con sus hallazgos sonoros y lingüísticos.
El cuarteto de violas de gamba -en el que milita el sevillano Fahmi Alqhai- quedó un poco en segundo plano por problemas técnicos de sonido, pero mostró una calidad ejemplar, al igual que Achille Succi.
Ni que decir tiene que el trabajo de dirección de Uri Caine fue impecable, así como sus intervenciones desde el piano.
Después del concierto, el músico americano se encontraba feliz.
 Es más, a avanzadas horas de la noche se le pudo sorprender repartiendo generosos abrazos a sus músicos y cantantes en la plaza Mayor de Segovia. Eran la consecuencia de un concierto mágico.