Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

26 may 2011

Sí. Por buena y por mujer

O de como a nadie le avergüenza enarbolar el argumento geográfico para seleccionar al jefe del FMI, pero a casi todos incomoda el factor de género.







Hemos leído incontables argumentos geográficos para defender o atacar la candidatura de Christine Lagarde al frente del FMI.
Desde que se fundó este organismo y el Banco Mundial, EEUU y las potencias europeas sellaron el pacto tácito de repartirse ambos cargos: un europeo al frente del Fondo, un americano al frente del banco.
La emergencia de países latinoamericanos y asiáticos hace justo revisar ese criterio añejo y de poner patas arriba el reparto de poder en todos los organismos internacionales.






Pero mientras unos y otros gastan ríos de tinta con razones a favor y en contra del criterio geográfico, hay un factor que sólo la propia Lagarde y Elena Salgado parecen defender sin compejos: el hecho de que es una mujer. El hecho de que da vergüenza contemplar las fotografías de los órganos de poder de todo el mundo. ¿Se imaginan si esas fotos fueran mayoritariamente de mujeres la que nos habría caído por llevar al mundo al desastre económico que aún vivimos? Por ello Salgado fue explícita cuando defendió la candidatura de Lagarde: "Tiene méritos, tiene capacidad, y además es una mujer. Y la ley nos obliga en España a defender la paridad hasta que se corrija la ausencia de mujeres en los cargos". Nos obliga la ley.






Ayer, Lagarde recogió el guante con contundencia: "Aportaré toda mi experiencia como abogada, como directora de empresa, como ministra y como mujer". No olvida Christine Lagarde su exilio en Estados Unidos cuando, al iniciar sus entrevistas de trabajo en Francia en busca de un puesto en un bufete, un jefe le advirtió de que su condición de mujer significaba que nunca iba a llegar a ser socia. Adiós a Europa, se dijo entonces Lagarde. Tuvieron que pasar 25 años valiosos para que ella regresara y pudiera hacer valer sus méritos. Esa era la igualdad de oportunidades en la vieja Europa.


.Y quiero recordar esto hoy porque el debate de las cuotas y de la defensa de las mujeres al frente de cargos en política o empresa cae aún muy mal en España, es incómodo. La defensa de la paridad desató contra Zapatero las críticas más rancias en la prensa de derechas en España, hasta el punto de que el presidente ofreció a las fieras la cabeza de Bibiana Aído para aplacar una voracidad nunca aplacable. Y cerró ese frente. Cuántas tonterías publicó La Razón y otros parecidos sobre ¡escandalosos cursos de sexualidad en colegios públicos españoles, incluida masturbación! Parecíamos haber vuelto al franquismo, si es que alguna vez nos habíamos ido.


En la reciente campaña, Mariano Rajoy defendió a la mujer que vale frente a las mujeres cuotas, añadiendo gasolina a la hoguera de este país nuestro, facilitándonos un poco más la vida a todas las que tenemos que afrontar la sospecha de ser mujeres cuota o de ser mujeres que no llegamos no vayan a pensar que somos mujeres cuota. Veneno puro.






Y el PSOE estaba tan perdido que ni para este asunto ha añadido argumentos esta vez. El hecho de que Bruselas, Francia, los nórdicos y hasta la propia Italia nos empiecen a superar en el debate de cuotas ha pasado aquí casi desapercibido.






La defensa del factor mujer en el caso de Lagarde no debe darnos vergüenza: es buena, tiene méritos, y es mujer. Eso es en sí mismo un avance para el mundo. ¿O no lo fue que un negro llegara a la Casa Blanca? Y eso no quiere decir que llegara por negro, sino por su capacidad de conquista.






Hay un momento en la historia en que la negritud te puede ayudar en lugar de frenar si se dan todas las demás condiciones. Y debe llegar ese momento en la historia en que el factor mujer también ayude en lugar de frenar si se dan todas las demás condiciones. Y se dan.






No nos dé vergüenza.






Y no hay que ser mujer para defender el factor mujer.

Nada me extrañaría que una de las canciones incluidas sea La estatua del jardín botánico, de Radio Futura. No creo que abunden, fuera del ámbito de los cantautores, canciones como ésta:

La estatua del jardín botánico, de Radio Futura.



Un día más me quedaré sentado aquí

en la penumbra de un jardín tan extraño

Cae la tarde y me olvidé otra vez 









de tomar una determinación









Esperando un eclipse









me quedaré









Persiguiendo un enigma









al compás de las horas









Dibujando una elipse









me quedaré









entre el sol y mi corazón









Junto al estanque me atrapó la ilusión









escuchando el lenguaje de las plantas









Y he aprendido a esperar sin razón









Soy metálico en el Jardín Botánico









Con mi pensamiento sigo el movimiento









de los peces en el agua


































Carla Bruni, centro de atención en el G-8

Un amigo íntimo de Nicolás Sarkozy declara a la prensa belga que el supuesto bebé que espera la primera dama francesa es un niño .- La primera dama centra las miradas en la cumbre de líderes mundiales .
Las mujeres de los líderes mundiales han posado hoy para la foto de familia en Deauville (Francia) durante la cumbre del G-8 que se celebra en la localidad. Sin embargo, el centro de las miradas está siendo Carla Bruni-Sarkozy.
Su protagonismo no se debe a que sea la anfitriona del resto, sino a que en las imágenes ya queda más que confirmado su embarazo.







Carla Bruni, ante la prueba del algodón


Francia da por hecho el embarazo de Carla Bruni


Carla Bruni no irá a Cannes "por motivos personales"


El padre de Sarkozy confirma que Carla Bruni está embarazada


Bruni ha aparecido para las imágenes vestida con un vestido corto, blanco y muy veraniego y un abrigo negro abierto.
 Y esta vez no ha podido ocultar su incipiente barriguita, que no hacía más que tocarse.
De hecho, varias de las esposas de los mandatarios mundiales miraban y sonreían a la primera dama mientras se tomaban las imágenes. Sin embargo ni Bruni, ni Sarkozy, ni fuentes del gobierno francés han confirmado la noticia.






Además, ayer un íntimo amigo del presidente francés, Nicolás Sarkozy se convirtió en el último protagonista del culebrón del supuesto embarazo de Carla Bruni. Jacques Séguéla ha declarado a la prensa belga que la primera dama espera un niño.
Séguéla, que es director de una de las agencias de publicidad más grandes de Europa, fue quién presentó a la pareja durante una cena en su casa.





Los rumores de embarazo comenzaron a principios del mes de mayo. La revista francesa Voicì publicaba que estaba embarazada de gemelos. Las últimas fotos tomadas de Bruni alientan estos comentarios. La primera dama se deja ver con ropa suelta, con abrigos de entretiempo y abusa de colores oscuros más que nunca. Incluso se sabe que ha dejado de fumar.






Días después, en una entrevista realizada por los lectores del diario Le Parisien no quiso contestar de forma clara a las preguntas sobre el tema.
"Si me lo permite, no responderé a todas esas preguntas de familia", le explicó Bruni a la lectora del diario francés que se atrevió a preguntarle acerca del que sería el primer hijo de la pareja presidencial.
 Sin embargo, no cerró del todo el tema: "Si estuviéramos en un café las dos, se lo diría francamente".
Según relataron los asistentes a la entrevista, Bruni estuvo jugueteando constantemente con un pañuelo para taparse la barriga.






Y cuando "el secreto de estado" parecía a buen recaudo, Bruni decidió no acudir a la presentación de su última película en Cannes, pese a rodar Medianoche en París bajo las órdenes de Woody Allen. Así lo aseguró en la emisora de radio francesa RML, donde explicó que no acudiría "por motivos personales", aunque también "por razones profesionales".
 "Soñaba con ello (...) y lo lamento", dijo Bruni, de 43 años. Su marido, Nicolás Sarkozy volvió a confirmar hace poco que Bruni no puede viajar en avión.



Este sería el primer embarazo en común de la pareja, aunque tanto Carla Bruni como Nicolas Sarkozy ya tienen descendencia de sus relaciones anteriores.
Ella, uno de 10 años del filósofo Raphael Enthoven, y él tiene tres hijos, dos de 26 y 24 años (que le hicieron abuelo en enero de 2010), fruto de su matrimonio Marie-Dominique Culioli y uno de 14 con su segunda mujer, Cecilia Ciganer-Albeniz.

Viento sur en la Filarmónica de Viena

En el espectacular desfile de grandes orquestas de visita por Madrid en las dos últimas temporadas de Ibermúsica, por su 40º aniversario, no podía faltar la Filarmónica de Viena.
 Se presentó el lunes con una imagen insólita: una mujer como concertino.
En una formación integrada tradicionalmente por una mayoría aplastante de hombres, la presencia en un puesto de tanta responsabilidad de la violinista búlgara Albena Danailova era, como mínimo, impactante por inusual.
Bien es verdad que uno de los concertinos habituales, Rainer Honeck, era el solista del concierto para violín de Alban Berg. Ambos estuvieron espléndidos.








Una de las señas de identidad de la Filarmónica de Viena es que no tiene un director titular fijo. En la actual gira, en la que visita también Saarbrücken los días 26 y 27, y Leipzig el 28, dentro del Festival Internacional dedicado a Mahler, se ha puesto al frente Daniele Gatti, uno de esos directores italianos que, como Claudio Abbado, Fabio Luisi o Riccardo Chailly, están fascinados por el repertorio centroeuropeo y lo han incorporado a sus trayectorias en lugar preferente.
Tal vez quieren aportar a la música más seria un concepto emocional asociado al sur.






Daniele Gatti es un director voluntarioso, cuidadoso del detalle, brillante e irregular. Con un mecanismo de relojería tan preciso como el de la Filarmónica de Viena puede arriesgar, pues, al fin y al cabo, tiene una impresionante belleza de sonido asegurada y una respuesta artística sin fisuras.
 El peligro de Gatti es que se guste a sí mismo excesivamente, y se adorne innecesariamente perdiéndose en continuidad y tensión global lo que se gana en exquisitez de matices. Hubo, en cualquier caso, dos movimientos excepcionales en los conciertos del lunes y martes que, dadas las circunstancias de búsqueda permanente del ideal sonoro, se pueden situar como plenamente conseguidos.
Uno fue el vitalísimo Allegro con brio de la Tercera sinfonía de Beethoven, por su incontenible alegría rítmica, y otro, quizá la cumbre estética de estos conciertos, el adagio final de la Novena de Mahler, llevado con una intensidad expresiva de las que cortan la respiración.

El resto de movimientos se mantuvo a un notable nivel, pero sin llegar a alcanzar la redondez de estos momentos privilegiados.



Recibida con frialdad en las dos sesiones -en casi todas las salas de conciertos europeas se recibe con aplausos a la totalidad de los músicos, y no a los 12 primeros como en Madrid-, la Filarmónica de Viena volvió a sentar cátedra por la belleza del sonido, la maestría de la cuerda, la delicadeza del viento-madera y, en general, la manera de hacer música en conjunto, con un diálogo entre secciones verdaderamente deslumbrante.
El primer día obsequiaron al público con un vals de Strauss y en la sala se llegó al delirio. En el segundo, con el adagio mahleriano final no procedía ningún añadido. La emoción estaba en el ambiente.