Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

28 ago 2011

Leonid Afremov painting "Magic of the Night"

Todas las nubes concluyen en la noche.


MIRO pasar las nubes sobre el cerro, deshilachándose con solo sentir el arrebol en el vientre, juntándose después en un color de calamar, sin miedo a la deriva que las lleva no saben a dónde.

Todas las nubes concluyen en la noche. La que más sol soportaba durante el día a veces enseña su marca de hoguera. Es un resplandor, breve y modesto, en medio de la oscuridad. Todas las demás bogan obedientes,  anónimas e incoloras.

Pobres nubes, pasto de las corrientes y de las miradas. Finalmente, ellas solas en el cielo sin nada.

Los borrachos en el interior del Okay se tambalean y recuperan el pulso para dar el estoque a la bola en el billar. En la pantalla del televisor, mujeres mueven el cuerpo y la boca, cabellos como si fueran ciertos.

¿Es cierta la vida?

Todas las noches se las llevan las nubes. Todos los ojos. Toda la vida.

Barcos fondeados a la estiba en Port Moresby, barcos con las amuras rojas, oxidadas a la vista de Dar es Salaam, barcos sin nadie a bordo y pura carga frente a los rascacielos de Hong Kong. Barcos que a veces vuelven del naufragio como el destello de poniente en la nube sorprendida. Barcos con las olas crecidas y bravas en la quilla, como si los mares siguieran girando.

Mis vecinos de abajo, los polacos, hablan con Cracovia.

En una de estas vueltas de la tierra se te terminará la cuerda. Te irás a lo que ansiaste, cuando eso menos que nunca ha existido. Te irás como las nubes que se echan sin luz a la noche, los barcos en el mar detenido.

Sonriente, la mariposa juega sola

Sonriente, la mariposa juega sola
conquistando quiméricas nubes
que, al tocarlas, se le desvanecen;
evaporándole la risa insegura
en infinitas melancolías inciertas.
Ella sobrevuela lenta mi vida
siguiendo, sin exactitud ni lógica,
imprecisas coordenadas móviles,
marcadas por mis ojos y letras
¡Luego dirán que yo la retuve!
¡Mentira!: Yo quería volar como ella;
adentrarme en la extensa biblioteca
de sus verbos en el infinito azul,
para leer en sus labios aquel
que sirva de soporte a la querencia
que no me cabe en mi mismo,
y que por sus labios, en sueños
lógicos en lo ilógico, se esparce.
Sus labios, sus ojos, el sueño...
La mariposa es el sueño que gira
sobre mi cielo en el vuelo más largo
y hacia él, sin prisa ni tiempo,
fluyo como la luz por el universo.

¡tanto duele el desamor!,

Se me duerme el corazón,
¡tanto duele el desamor!,
y el tiempo no me da para más.
Aun así, sigo con este poemario
con el que intento pronunciar
las siete letras completas
de tu verdadero nombre.
Sé que existe, desnudo,
y te lo escribo al margen:

Crece aquí de forma tenue.

Aún lo mantengo oculto.

Ríete, pero toma consistencia.

Largo trecho ya llevamos hecho.

Oye casi completa su armonía.

Tú le quitas al final este ropaje.

Ahora sí que estás completa.

Yo no voy a cantarlo.
Lo convertiré en una canción;
en una ausencia más entre otras
que cubres con forma abreviada
con sólo cinco y escuetas letras
que suenan como una aldaba.
Cinco, sólo cinco, que son llave
para poder un día llamarte.
Una cueva donde esconder
miles de inquietudes invisibles,
y la sinrazón del verbo amado.

Siete letras escondidas
en disfraz de cinco.

Siete de condesa,
que si con Ava iba descalza,
tú con cinco, ¿qué escondes?

¿Un deseo en un diario inútil?

¿Tras la ventana tus ojos azules?

¿El amor, la nostalgia, la sonrisa?

¿Aquel lugar precioso que nos quedó
y que todavía lo llaman París?

Si para algunos bien valía una misa,
contigo me bastaría con una mesa
y con una buena botella de vino
que hiciera caer en el olvido
la falsa faz que te ponen los versos,
y ten ponga cara a un orgasmo,
apoteósico, fuera de los sueños.

Se me duerme el corazón,
la muerte está en mi interior,
pero encontré tu nombre sin más.