Yo no soy artista, pero usted también es periodista, colega.
Hay
oficios que no los da la carrera, sino la práctica.
Lo estudié porque
no hay cosa que interese más que el alma humana.
Eso me llevó a ser
actriz, a escribir libros, canciones… Todo lo que hago tiene que ver con
esa curiosidad.
¿Curiosa, que no cotilla?
Nada.
De hecho, cuando me cuentan un cotilleo, contesto: ¿esto por qué me lo
cuentas?
Nunca nadie me supo contestar. Es una pregunta letal para los
cotillas.
La he buscado en Google y lo primero que sale es ‘Ana Milán, pareja’. ¿Por qué cree que sucede eso?
Supongo
que hay gente a la que le interesa porque tiene una vida tan triste que
tiene que leer la de los demás.
Te puedo asegurar que he tenido parejas
muy interesantes, pero no más que los libros que he escrito, las series
que he hecho, las películas, las funciones…
Si te quieres perder esa
parte de mí puedes quedarte con esos primeros resultados de Google, no
importa.
La cita de su bio de Twitter dice: “Ella es la secuela de mil guerras”. ¿Qué guerras?
Uf,
muchas. Vivo sola desde los 16 años, con un carácter muy libre. Ser
libre y mujer ahora se entiende más.
Tengo 46 años. Todo lo que soy me
lo debo a mí misma y todo lo que no soy, a mis padres.
Salí demasiado
pronto como para que me terminaran de hacer. Entonces, me fui haciendo
yo.
Mis guerras han sido también las de otros.
Mis guerras han sido
algunos amores, mi hijo... Ser madre es la cosa más difícil del puto
planeta.
¿Cómo coño se es madre acertando? Que me lo expliquen.
No hay
nada que haya hecho peor que ser madre.
¿Ha hecho una encuesta científica o se lo dice usted solita?
Yo
solita, porque la autocrítica la practico mucho.
He sido una soberbia
porque me he pasado la vida pensando que cuando fuera madre lo haría
muchísimo mejor que la mía.
Ahora que mi hijo es mayor de edad, sabe
Dios que ojalá pudiera llegarle al tobillo.
Ha dicho Dios. ¿Qué Dios? ¿El que está en el cielo?
Creo
en Dios, Dios.
Pero mi Dios está en las pequeñas cosas, parafraseando
al libro.
No imagino un Dios vigilando desde arriba, castigando o
imponiendo ningún pecado original.
Los pecados, sobre todo si son
originales, los cometes a partir de los 40.
¿Qué pasa a los 40?
A los 40 le das la vuelta al jamón.
Igual no es la mejor parte del cuento, pero sí te encuentras trozos muy sabrosos.
¿Sin noticias de la crisis de la mediana edad?
Hay
un momento… Yo tengo un lunar debajo de la teta izquierda y una mañana
no estaba.
Pensé que se había ido. Pues no, estaba debajo. Tenías que
levantar la teta para ver el lunar.
Ese día no salí de casa y creo que
me bebí una botella de vino blanco a lo largo del día.
Ahí terminó mi
crisis de los 40: asumí que ese lunar solo lo iban a ver unos cuantos
privilegiados.
Y usted, cada día, al ducharse.
Todo
se cae, pero hay un montón de cosas que suben.
Yo la vida me la quiero
gastar. Consideramos que hay demasiada belleza en la juventud
. Y de esto
tienen la culpa muchas revistas femeninas porque yo, personalmente, me
acostaría con muchas más señoras de 40 que de 20. Físicamente, hablo.
Porque así como somos la generación que peor hemos educado a nuestros
hijos, también somos la que dejamos de ser nuestras madres para lo bueno
y para lo malo.
Mi madre era una señora mayor con mi edad. Y yo me miro
y digo: pues no estoy mal.
¿Hay una segunda edad del pavo al enamorarse a los 45?
Quita,
quita. La edad del pavo para ellos, que se la coman, pobrecitos: no
tienen que pagar hipoteca, pero tienen que ser adolescentes.
No, ese
subidón es otra cosa, y cuanto más mayor eres, mayor es el subidón.
¿Esa curva no se aplana?
En
absoluto. Eres más consciente del milagro que supone enamorarse. A los
20 con que sea guapo… A los 25 con que tenga moto… A los 30 lo quieres
listo.
A los 40 quieres que tenga todo. Con lo cual, cuando sucede, sale
la filarmónica en Berlín en pleno.
Y lo que dure, dure. ¿No?
Sabina
es el que mejor lo ha dicho: el amor es eterno mientras dura. Otra cosa
es que queramos hablar de matrimonios, de uniones y sociedades.
Ojalá
me hubiera durado, no sé, mi primer amor hasta hoy. No fue así.
Lejos de
estar espantada, me parece que he tenido la oportunidad de conocer a
grandes hombres que me han enseñado grandes cosas.
¿En esas tesituras, pasamos de escondernos de los padres a escondernos de los hijos?
Yo
no lo he hecho porque he procurado tener una relación honesta con
Marco.
Cuando me ha preguntado cosas comprometidas le he dicho la
verdad.
Me escondí mucho de mis padres y por eso no he querido
esconderme de nadie más, mucho menos de alguien a quien le pago el
colegio.
Hace 10 años que dejó de emitirse Cámera Café. ¿Cómo sería Victoria de la Vega hoy?
Victoria
era una tía competente rodeada de incompetentes y se defendía atacando.
Supongo que sería más comprensiva, pero básicamente igual. Victoria
morirá matando.
¿Puede ser su peor enemiga? Usted, digo, no Victoria.
Solo
una puede ser su peor enemiga.
Llevo tres meses que solo escucho a
Leiva, no me preguntes por qué, pero hace tres meses que yo soy Leiva.
Él empieza una canción diciendo: “¿Quién va a salvarme de mi cabeza?”.
¿Quién coño te salva de tu cabeza cuando tienes un pensamiento
golpeándote las paredes del cráneo como un átomo y diciéndote: no has
sido bastante, no estás suficientemente guapa, no has estado brillante,
deberías haber estado así?
Solo una puede ser su mayor enemiga, porque
no te puedes mandar a la mierda, como puedes mandar a alguien que te
hiera.
Ahí tan apabullante, me da que ha llorado lo suyo.
Yo
he llorado para embotellar. Ahora, también he reído para exportar.
Me
he pasado la vida riéndome, pero, hostias que si he llorado... Mucho.
¿Qué es lo primero que va a hacer cuando todo esto pase?
Pasear. Yo solo quiero salir a pasear.
¿Viven sus padres para ver esto?
Mi
padre murió hace 10 años.
Mi madre, la pasada Nochevieja. Llevo todo el
confinamiento pensando: qué bien mamá, que no estés viviendo esto.
Mi
madre padeció un largo proceso de alzhéimer que nos hirió mucho a la
familia porque ella era muy indispensable.
Siempre generó una dulzura
increíble en casa y eso es exactamente lo que ahora echo de menos. Esa
dulzura.