Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

6 abr 2020

La respuesta de este vecino a la cacerolada contra el Gobierno que han visto más de 1,5 millones de personas

"¡Vergüenza me daría dividir a nuestro pueblo así en un momento tan difícil!".

Este sábado por la noche, a las 21:00 horas, muchos vecinos se asomaron a sus ventanas y balcones con una cacerola en la mano y un cubierto en la otra para protestar contra la gestión de la crisis del coronavirus que está llevando a cabo el Gobierno de Pedro Sánchez

No fue tan mayoritaria como la que se produjo hace unas semanas, pero sí que se ha hecho viral una imagen de la cacerolada que muy pocos de los que salieron a protestar se esperaban. 
Se trata de la respuesta que dio Iago Moreno, un joven sociólogo que se asomó a su balcón para contestar a los que protestaban: 
 

″¡Os callasteis con los recortes, os callasteis con la corrupción del monarca, os callasteis con la Gürtel, con la Lezo, con la Púnica, con los ERE y con todos los casos de corrupción de la clase política del bipartidismo!

 ¡Y ahora salís a darle bien fuerte a la cacerola! ¡Vergüenza! ¡Vergüenza me daría dividir a nuestro pueblo así en un momento tan difícil! 

¡Porque eso es lo que sois, gente de la más baja ralea moral!

 ¡Se os tenía que caer la cara de vergüenza, hombre ya, que lo recuerde toda España! 

¡Que jamás lo olviden, que en este momento de nuestra historia estabais haciendo esto! ¡Mientras Holanda nos insulta, mientras la UE sigue haciendo lo mismo de siempre, robar nuestra soberanía, acabar con los derechos de la clase trabajadora que vosotros dejasteis privatizar; vosotros venís aquí a hacer el tonto con una cacerola! 

¡Pues muy bien, señores, es lo que os queda!”.  

l vídeo, publicado este sábado por la noche por el propio Moreno, ha logrado en menos de 24 horas más de 1,5 millones de reproducciones, con más de 20.000 retuits y superando los 60.000 ‘me gusta’.

¿Por qué han desaparecido 20 millones de clientes de móvil en China?

Las explicaciones van de lo conspirativo a lo razonable, pero ninguna es tranquilizadora para las telecos.

¿Adónde fueron 20 millones de clientes chinos de telefonía? Ese es el acertijo para los inversores de las tres grandes telecos del país, que perdieron un número récord de usuarios en febrero. Las explicaciones van de lo disparatado a lo más verosímil. Ninguna es especialmente tranquilizadora.

Puede no parecer para tanto.

 Después de todo, el número de abonados de las tres cayó de 1.600 millones en enero a 1.580 millones en febrero. 

Para China Mobile, de lejos la más grande con más de 900 millones de cuentas, una pérdida neta de más de 7 millones parece un error de redondeo. 

Aun así, eclipsa la caída de enero, 860.000. 

También es la primera vez que las tres registran pérdidas de usuarios de móviles al mismo tiempo, al menos en una década. 

No sorprende que los teóricos de la conspiración se apresuraran a relacionarlo con el virus, sugiriendo que podría revelar el número real de muertes.
 El jefe de China Unicom, Wang Xiaochu, piensa que se debe a cancelaciones de clientes con varias cuentas. 
Suena más probable. Muchos consumidores en cuarentena podrían inclinarse por el uso de wifi en lugar de los planes de datos extra de las cuentas de móvil normales.
 Pero dado el número de personas confinadas, el número de cuentas perdidas conforme a esa hipótesis podría haber sido mucho mayor.
Otras razones sensatas son el regreso de los trabajadores migrantes a sus provincias de origen y el abandono de sus planes de telefonía. Una publicación de Hong Kong especuló que tenía que ver con el llamado ejército del agua: cuentas falsas desplegadas por las empresas para ganar usuarios o recibir buenas reseñas, que podrían haberse tomado un descanso durante la pandemia.

Cualquiera que sea la causa, no es alentadora para los inversores. La pequeña posibilidad de que pueda indicar el comienzo de un cambio de comportamiento es preocupante. 
Y si el descenso es puntual, será una razón más para dudar de las métricas chinas.
Que haya más clientes móviles, o usuarios activos mensualmente en WeChat, que toda la población en edad de trabajar es otro de los grandes misterios chinos.

El Gobierno quiere hacer test a todos los sectores esenciales para buscar contagiadores asintomáticos

Sanidad repartirá un millón de test entre las comunidades, mientras prepara centros para las cuarentenas de los positivos.

Un trabajador de supermercado preparando una entrega a domicilio en Igualada. En vídeo, a lo largo de hoy se completará el reparto del millón de test rápidos adquiridos. RUBÉN LUCÍA (VÍDEO: ATLAS)

José Marcos 

El Gobierno tiene en el punto de mira a los portadores del coronavirus que no presentan síntomas y trabajan en sectores esenciales.
 Sanitarios, empleados de residencias de ancianos, policías, transportistas, personal de la cadena de alimentación… Forman parte de un flujo de transmisiones silenciosas del coronavirus que quiere cortar para que, llegado el momento de desescalar las medidas de distanciamiento social, no haya rebrotes.

Para ello, hay dos acciones en marcha: en primer lugar, hacer test masivos a esta población que localicen todos esos casos.
 En segundo, preparar infraestructuras que sirvan para aislar a los positivos que no requieran hospitalización y que no contagien a las personas cercanas. 
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha pedido el domingo a los presidentes autonómicos que le envíen antes del 10 de abril un listado de infraestructuras públicas y privadas para alojar a los contagiados que no requieran hospitalización. 
Esto incluye también a los “positivos asintomáticos”, siempre que los médicos lo aconsejen, según ha dicho el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien no descarta que se articule incluso la obligatoriedad de este aislamiento:
 “Supongo que una voluntariedad manifiesta si fuese precisa sería algo factible.
 Si no, se estudiarían todas las opciones legales, porque el principio fundamental es mantener la salud pública. 
Con exquisito respeto de los derechos fundamentales”.

 

Es un dispositivo similar a los llamados hospitales arca de Noé, que China usó con éxito para aislar casos leves y frenar el virus. 
Según explicó previamente María José Sierra, del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, preparar estas infraestructuras es una de las medidas de la siguiente fase en la crisis, en la que tras la detección precoz de todos los casos con los primeros síntomas tiene que llegar un aislamiento.
 “A veces no se puede hacer en los domicilios; se están poniendo encima de la mesa todo tipo de opciones y una sería algún tipo de instalaciones”, dijo.
 El ministro de Sanidad, Salvador Illa, que compareció junto a Marlaska, añadió que estas infraestructuras de aislamiento estarían a disposición de los ciudadanos que las necesiten y que “deseen” recurrir a ellas.
La estrategia es, desde esta misma semana, comenzar a hacer test masivos en los servicios esenciales. 
Es la manera, señaló Illa, en la que se podrá ir volviendo a la vida normal, “con toda la prudencia”, minimizando el riesgo de que haya nuevos picos. 
El ministro aseguró que el Gobierno ha encargado cinco millones de test serológicos que servirán como primer cribado.
 Este tipo de pruebas, que detectan anticuerpos en sangre, tiene una sensibilidad del 64% para una persona que acaba de iniciar síntomas y del 80% después del séptimo día de infección. Complementarán a los de reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés), que seguirán siendo “la base de la estrategia”. 
Illa señaló que su departamento está haciendo las gestiones para incrementar en un 50% la capacidad de estos test, de los que, insistió, se realizan entre 15.000 y 20.000 al día.
Parece ya olvidada la estrategia fallida de realizar también pruebas antigénicas rápidas, un tercer tipo, del que se llegaron a encargar 650.000 unidades, pero que tuvieron que ser devueltas por ineficaces.
 No hay mención a ellas en el nuevo plan. 
Sanidad ya tiene en su poder un millón de test serológicos que repartirá desde hoy mismo a las comunidades autónomas, y otro millón llegará en los próximos días.
Más adelante, explicó Sierra, se hará un muestreo poblacional para averiguar la prevalencia de personas que han pasado la enfermedad, ya sea con o sin síntomas.
 El Instituto Nacional de Estadística y el Instituto de Salud Carlos III ya están trabajando en la muestra de esta especie de encuesta serológica.

Rebajar el confinamiento

Esto solo se puede hacer mediante ese tipo de test de los que el Gobierno ha encargado cinco millones, ya que son los que detectan la presencia de anticuerpos generados tras pasar la enfermedad. Aunque no hay una certeza científica de hasta qué punto estas personas quedan inmunizadas ni durante cuánto tiempo, los expertos sí asumen que generan una protección contra la enfermedad de, al menos, meses.
 El resultado será clave para hacerse una idea de la prevalencia que ha tenido la Covid-19 en la población y continuar tomando decisiones sobre cómo rebajar el confinamiento. 
Antoni Trilla, epidemiólogo y asesor del Gobierno en la crisis, explicó a EL PAÍS que incluso se plantean hacer pasaportes sanitarios para que quienes hayan superado la enfermedad puedan hacer vida normal.


Dentro de esta estrategia, los hospitales arca de Noé pueden ser una ayuda, sobre todo si el aislamiento domiciliario no da garantías de no infectar a la familia. 
“Tiene sentido en casos concretos: cuando hay una persona a la que dan el alta en el hospital y no quiere volver a la vivienda porque todavía puede estar eliminando el virus unos días, cuando hay un miembro contagiado y el resto no ha pasado la enfermedad…”, explica Fernando Rodríguez Artalejo, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid. Ildefonso Hernández, catedrático de la Universidad Miguel Hernández y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, explica que para los casos asintomáticos es muy difícil que estos centros se empleen de forma masiva, pero que sí pueden ser importantes en “personal clave”, como los sanitarios o los que están en “instituciones sociales cerradas”, como residencias.
Una fuente de La Moncloa asegura que la intención no es para nada obligar a las personas a aislarse en esos recintos y que se buscará el sentido común. “Si vive una persona joven y sola seguramente no será necesario, pero si la vivienda se comparte con un anciano, será recomendable”, explica esta fuente.
La posibilidad de la hospitalización obligatoria ya existe en la legislación, siempre que la apruebe un juez.
 Se ha usado en decenas de ocasiones en los últimos 20 años para internar en centros sanitarios a enfermos de tuberculosis multirresistente a medicamentos, una variedad de la enfermedad extremadamente peligrosa y con difícil cura. 
La Ley de Medidas Especiales en Salud Pública, de 1986, establece que las autoridades podrán adoptar medidas de hospitalización cuando haya un “peligro para la salud de la población”.


Las ‘arcas de Noé’ que funcionaron en China

Durante los peores momentos de su epidemia, Wuhan llegó a contar con 16 hospitales provisionales (fangcang, como se les denominaba en mandarín), instalados en polideportivos, centros de conferencias y otros espacios amplios, para tratar a los casos más leves y aislar a los asintomáticos hasta que bien desarrollaran la enfermedad o bien dieran negativo en las pruebas, para evitar que se convirtieran en un posible foco de infección.
 Estos hospitales, muy sencillos y que se abrieron entre finales de enero hasta mediados de febrero, llegaron a acoger a un total de unos 13.000 pacientes.
 El 10 de marzo se cerraron los dos últimos, que en total trataron a casi 1.700 enfermos, informa Macarena Vidal Liy.
Los casos asintomáticos en Wuhan se descubrían cuando quedaban bajo observación por haber estado en contacto con enfermos confirmados, haber trabajado en centros de cuarentena o en otros lugares de alto riesgo de contagio.
 Una vez se les identificaba, quedaban aislados durante dos semanas y pasaban a contarse como casos confirmados si llegaban a desarrollar síntomas. 

 

5 abr 2020

El más inquieto de los cantautores

El más inquieto de los cantautores

Muere Luis Eduardo Aute a los 76 años.

 Retirado de la circulación desde 2016, ejerció de pintor, poeta y cineasta, aunque alcanzó su mayor popularidad con un cancionero intimista 

Luis Eduardo Aute. En vídeo, sus mejores canciones. MIGUEL GENER (VÍDEO: EPV)

Diego A. Manrique

  El artista se hallaba retirado de la circulación, tras sufrir un infarto en 2016 y superar dos meses en coma y viajes al extranjero en busca de posibles curas.
 En los últimos tiempos, recibió homenajes en forma de conciertos multitudinarios en Madrid y Barcelona, con figuras procedentes de varias generaciones: pocos cantautores gozaban de un respeto tan amplio.
Había nacido en 1943, en Manila (Filipinas), entonces ocupada por los japoneses. 
Gracias a sus pasaportes españoles, la familia Aute se libró de muchos de los horrores de la ocupación.
 Luis Eduardo tenía recuerdos de contemplar la entrada de las tropas estadounidenses, sin saber que aquellos jeeps eran una avanzadilla que finalmente le llevaría a sumergirse en el embriagador planeta Hollywood. 
Poliglota y voraz, Luis Eduardo se quedó asombrado al viajar a la España franquista, marcada por el provincianismo y las carencias. Superada la frustración inicial, descubrió que le atraían muy diversas disciplinas: alternaba la pintura, con exposiciones bien acogidas, y la participación en voluntariosos conjuntos de rock and roll como Los Sonor y Los Tigres;
 hacer cine ya era tarea más complicada, más allá de los experimentos con cámaras caseras.
Por aquello del dibujo, hubo un intento de convertirle en aparejador.
 Inútil: completó su formación cultural en París, a partir de 1963, con interminables sesiones de cine y mil besos robados. 
Admiraba la chanson francesa pero el impulso para poner manos a la obra le llegó a través de Bob Dylan y el folk angloamericano. Sus primeras canciones cayeron en manos de Massiel, la chica rebelde del momento, qué llevó al éxito Rosas en el mar. 
No eran exactamente canciones de protesta, aunque transmitían un desasosiego existencial que no pasó desapercibido (Raphael le respondería con un despectivo Digan lo que digan).
Fichado por RCA para grabar sus propias composiciones, Aute triunfó —incluso, internacionalmente— con una letanía titulada Aleluya nº 1.
  Pudo suponer el principio de una carrera musical pero no se sentía a gusto ni con los arreglos orquestales ni con los compromisos profesionales: en 1968 anunció que lo dejaba, para centrarse en la pintura, la poesía y los cortometrajes.
 Sin embargo, discretamente continuó esbozando temas —incluyendo Las cuatro y diez— que fueron difundidos a partir de 1972 por su amiga Rosa León.
 ¿Hemos dicho que tenía una sensibilidad especial para trabajar con las cantantes? 
También cedió material a Marisol, Mari Trini o Ana Belén.
Fue el novelista José Manuel Caballero Bonald, a la sazón productor discográfico en la multinacional Ariola, quien le convenció para que volviera a grabar, eximiéndole del enojoso compromiso de hacer promoción. 
Aprovechó esa libertad para facturar la primera de sus trilogías,

Canciones de amor y muerte, un envite aliviado por discos satíricos como Babel (1975) o ya directamente humorísticos, como Forgesound (1977). 

 Implicado en las movilizaciones por las libertades democráticas, se desprendió del miedo a actuar y se convirtió en una de las voces características de la Transición; Rosa León ya había estrenado en 1975 Al alba, su escalofriante evocación de los últimos fusilamientos del franquismo.

Aún sin dejar de trabajar para el cine y la televisión, Aute se tomó muy en serio el oficio de cantautor. 
Rockero de origen, Luis Eduardo no tuvo problema en encontrar un grupo eléctrico ajustado a sus necesidades: 
 Suburbano, con Luis Mendo y Bernardo Fuster. 
A partir de 1980, fichado por Movieplay, profundizó en el erotismo y desarrolló una faceta costumbrista muy popular, con piezas tipo Pasaba por aquí o Una de dos. 
Tenía una vena competitiva que se materializó en jugadas brillantes como Entre amigos (1983), un doble elepé que estableció un modelo ahora casi obligado:
 los éxitos y los temas de culto reunidos en un paquete grabado en directo, con participación de famosos compañeros.
A mediados de los ochenta, volvía a firmar con Ariola y nuevamente practicó los difíciles equilibrios entre discos caros y ventas inciertas.
 Todavía podía colocar en listas éxitos como La belleza o Slowly pero se esforzaba igualmente en búsquedas personales. Experimentaba con productores como Suso Saiz y Gonzalo Lasheras: a diferencia de tantos colegas, se sentía cómodo explorando en el sonido digital. 
Una inquietud que le llevó a revisar su repertorio en la serie discográfica Auterretratos.

Hombre lúcido y reflexivo, Aute sabía que sus inquietudes particulares le alejaban del éxito convencional. 
También entendía que su generosidad no siempre había sido correspondida por sus antiguos compañeros de viaje.
 Cuando todo le agobiaba, volvía al refugio del taller casero, donde siempre había trabajo por hacer.
Imposible resumir su poliédrica obra, aunque su página de Wikipedia lo intenta.
 Su trayectoria está repleta de discos atípicos, películas imposibles (fue candidato al Goya por el largo de animación Un perro llamado Dolor), aventuras hedonistas.
 A partir de los noventa, estrechó sus lazos con Hispanoamérica, con giras como a medias con Silvio Rodríguez
Culto, curioso, comprometido: encarnaba el prototipo del artista de su tiempo.