Sanidad repartirá un millón de test entre las comunidades, mientras prepara centros para las cuarentenas de los positivos.
Un
trabajador de supermercado preparando una entrega a domicilio en
Igualada. En vídeo, a lo largo de hoy se completará el reparto del
millón de test rápidos adquiridos. RUBÉN LUCÍA (VÍDEO: ATLAS)
El Gobierno tiene en el punto de mira a los portadores del
coronavirus que no presentan síntomas y trabajan en sectores esenciales.
Sanitarios, empleados de residencias de ancianos, policías,
transportistas, personal de la cadena de alimentación… Forman parte de
un flujo de transmisiones silenciosas del coronavirus que quiere cortar para que, llegado el momento de desescalar las medidas de distanciamiento social, no haya rebrotes.
Para
ello, hay dos acciones en marcha: en primer lugar, hacer test masivos a
esta población que localicen todos esos casos.
En segundo, preparar
infraestructuras que sirvan para aislar a los positivos que no requieran
hospitalización y que no contagien a las personas cercanas.
El
presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha pedido el domingo a los
presidentes autonómicos que le envíen antes del 10 de abril un listado
de infraestructuras públicas y privadas para alojar a los contagiados
que no requieran hospitalización.
Esto incluye también a los “positivos
asintomáticos”, siempre que los médicos lo aconsejen, según ha dicho el
ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien no descarta que
se articule incluso la obligatoriedad de este aislamiento:
“Supongo que
una voluntariedad manifiesta si fuese precisa sería algo factible.
Si
no, se estudiarían todas las opciones legales, porque el principio
fundamental es mantener la salud pública.
Con exquisito respeto de los
derechos fundamentales”.
Es un dispositivo similar a los llamados hospitales arca de Noé,
que China usó con éxito para aislar casos leves y frenar el virus.
Según explicó previamente María José Sierra, del Centro de Coordinación
de Alertas y Emergencias Sanitarias, preparar estas infraestructuras es
una de las medidas de la siguiente fase en la crisis, en la que tras la
detección precoz de todos los casos con los primeros síntomas tiene que
llegar un aislamiento.
“A veces no se puede hacer en los domicilios; se
están poniendo encima de la mesa todo tipo de opciones y una sería algún
tipo de instalaciones”, dijo.
El ministro de Sanidad, Salvador Illa,
que compareció junto a Marlaska, añadió que estas infraestructuras de
aislamiento estarían a disposición de los ciudadanos que las necesiten y
que “deseen” recurrir a ellas.
La
estrategia es, desde esta misma semana, comenzar a hacer test masivos
en los servicios esenciales.
Es la manera, señaló Illa, en la que se
podrá ir volviendo a la vida normal, “con toda la prudencia”,
minimizando el riesgo de que haya nuevos picos.
El ministro aseguró que
el Gobierno ha encargado cinco millones de test serológicos que servirán
como primer cribado.
Este tipo de pruebas, que detectan anticuerpos en
sangre, tiene una sensibilidad del 64% para una persona que acaba de
iniciar síntomas y del 80% después del séptimo día de infección.
Complementarán a los de reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por
sus siglas en inglés), que seguirán siendo “la base de la estrategia”.
Illa señaló que su departamento está haciendo las gestiones para
incrementar en un 50% la capacidad de estos test, de los que, insistió,
se realizan entre 15.000 y 20.000 al día.
Parece ya olvidada la estrategia fallida de realizar también
pruebas antigénicas rápidas, un tercer tipo, del que se llegaron a
encargar 650.000 unidades, pero que tuvieron que ser devueltas por
ineficaces.
No hay mención a ellas en el nuevo plan.
Sanidad ya tiene en
su poder un millón de test serológicos que repartirá desde hoy mismo a
las comunidades autónomas, y otro millón llegará en los próximos días.
Más
adelante, explicó Sierra, se hará un muestreo poblacional para
averiguar la prevalencia de personas que han pasado la enfermedad, ya
sea con o sin síntomas.
El Instituto Nacional de Estadística y el
Instituto de Salud Carlos III ya están trabajando en la muestra de esta
especie de encuesta serológica.
Rebajar el confinamiento
Esto
solo se puede hacer mediante ese tipo de test de los que el Gobierno ha
encargado cinco millones, ya que son los que detectan la presencia de
anticuerpos generados tras pasar la enfermedad. Aunque no hay una
certeza científica de hasta qué punto estas personas quedan inmunizadas
ni durante cuánto tiempo, los expertos sí asumen que generan una
protección contra la enfermedad de, al menos, meses.
El resultado será
clave para hacerse una idea de la prevalencia que ha tenido la Covid-19
en la población y continuar tomando decisiones sobre cómo rebajar el
confinamiento.
Antoni Trilla, epidemiólogo y asesor del Gobierno en la
crisis, explicó a EL PAÍS que incluso se plantean hacer pasaportes sanitarios para que quienes hayan superado la enfermedad puedan hacer vida normal.
Dentro de esta estrategia, los hospitales arca de Noé
pueden ser una ayuda, sobre todo si el aislamiento domiciliario no da
garantías de no infectar a la familia.
“Tiene sentido en casos
concretos: cuando hay una persona a la que dan el alta en el hospital y
no quiere volver a la vivienda porque todavía puede estar eliminando el
virus unos días, cuando hay un miembro contagiado y el resto no ha
pasado la enfermedad…”, explica Fernando Rodríguez Artalejo, profesor de
Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de
Madrid. Ildefonso Hernández, catedrático de la Universidad Miguel
Hernández y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, explica
que para los casos asintomáticos es muy difícil que estos centros se
empleen de forma masiva, pero que sí pueden ser importantes en “personal
clave”, como los sanitarios o los que están en “instituciones sociales
cerradas”, como residencias.
Una
fuente de La Moncloa asegura que la intención no es para nada obligar a
las personas a aislarse en esos recintos y que se buscará el sentido
común. “Si vive una persona joven y sola seguramente no será necesario,
pero si la vivienda se comparte con un anciano, será recomendable”,
explica esta fuente.
La posibilidad de la hospitalización obligatoria ya existe en la
legislación, siempre que la apruebe un juez.
Se ha usado en decenas de
ocasiones en los últimos 20 años para internar en centros sanitarios a
enfermos de tuberculosis multirresistente a medicamentos, una variedad
de la enfermedad extremadamente peligrosa y con difícil cura.
La Ley de
Medidas Especiales en Salud Pública, de 1986, establece que las
autoridades podrán adoptar medidas de hospitalización cuando haya un
“peligro para la salud de la población”.
Las ‘arcas de Noé’ que funcionaron en China
Durante los peores momentos de su epidemia, Wuhan llegó a contar con 16 hospitales provisionales (fangcang,
como se les denominaba en mandarín), instalados en polideportivos,
centros de conferencias y otros espacios amplios, para tratar a los
casos más leves y aislar a los asintomáticos hasta que bien
desarrollaran la enfermedad o bien dieran negativo en las pruebas, para
evitar que se convirtieran en un posible foco de infección.
Estos
hospitales, muy sencillos y que se abrieron entre finales de enero hasta
mediados de febrero, llegaron a acoger a un total de unos 13.000
pacientes.
El 10 de marzo se cerraron los dos últimos, que en total
trataron a casi 1.700 enfermos, informa Macarena Vidal Liy.
Los casos asintomáticos en Wuhan se descubrían cuando quedaban bajo
observación por haber estado en contacto con enfermos confirmados, haber
trabajado en centros de cuarentena o en otros lugares de alto riesgo de
contagio.
Una vez se les identificaba, quedaban aislados durante dos
semanas y pasaban a contarse como casos confirmados si llegaban a
desarrollar síntomas.