Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

20 mar 2020

Christina Onassis pagó a Jacqueline Kennedy 19 millones como única herencia tras la muerte del armador

Los documentos sobre el acuerdo al que llegaron la hija y la última esposa de Aristóteles Onassis después de meses de desavenencias, salen a subasta el 26 de marzo por 14.000 euros de partida.

Jacqueline Kennedy y su marido Aristóteles Onassis captados en una terraza durante su matrimonio.
Jacqueline Kennedy y su marido Aristóteles Onassis captados en una terraza durante su matrimonio.Bettmann / Bettmann Archive

Sobre el matrimonio de Jacqueline Kennedy, la viuda del presidente de Estados Unidos John F. Kennedy, y el multimillonario armador griego Aristóteles Onassis, siempre planeó la duda del interés que les unió.
 De ella se especuló que le movió el interés económico, sobre él se dijo que su boda con la viuda de América le abría un infinito campo de relaciones de alto nivel interesantes para sus millonarios negocios. 
Sea cual fuere los motivos de su enlace, la pareja permaneció casada desde octubre de 1968, cuando contrajeron matrimonio a bordo del yate Christina, anclado en la isla griega de Skorpios, propiedad del armador, hasta el 15 de marzo de 1975 cuando Onassis falleció a los 69 años en el hospital americano de París, Neuilly-sur-Seine.
Los documentos que ahora se subastan recogen el acuerdo redactado por el notario James Malcolm Waugh en Londres y muestran unos folios con un lacre rojo en el primero de ellos. 
Por lo que se puede leer en los mismos Jacqueline Kennedy recibió un único pago de 20.500.000 dólares (algo más de 19 millones de euros) de Christina Onassis que actuaba como representante legal de los bienes de su padre de los que era su heredera universal.
 El acuerdo dice textualmente que “la esposa renuncia a favor de la hija de toda reclamación, derecho, título e interés para recibir o heredar cualquier parte del patrimonio de su padre”. 
Otro apartado revela que Onassis había entregado a su esposa otro 1,8 millón de euros en bonos antes de morir. 
También dice lo siguiente: “Aunque ella (Jacqueline Kennedy) entiende que su esposo es un hombre de riqueza sustancial, está satisfecha con la provisión que le hizo y no desea reclamar su participación en su patrimonio en caso de su muerte”.
Ahora, unos documentos sobre el acuerdo al que llegaron tras su muerte la única hija del armador, Christina Onassis y su madrastra Jacqueline Kennedy Onassis, salen a la luz y se subastan a través de una la firma International Autograph Auctions Europe, con sede en Málaga, procedente de un coleccionista privado.
 Quien quiera poseer estos folios históricos deberá empezar a pujar a partir de 14.000 euros pero obtendrá datos claves de dos familias sacudidas por la tragedia y que forman parte de la Historia. 
Porque tras la muerte del armador griego, su fortuna, que se calculó entonces en 500 millones de dólares (más de 465 millones de euros), hizo que se enfrentaran durante meses su única hija y su segunda mujer hasta llegar a un acuerdo económico para zanjar la herencia, tras una relación que nunca había sido fluida entre ellas.

 Los documentos que ahora se subastan recogen el acuerdo redactado por el notario James Malcolm Waugh en Londres y muestran unos folios con un lacre rojo en el primero de ellos. Por lo que se puede leer en los mismos Jacqueline Kennedy recibió un único pago de 20.500.000 dólares (algo más de 19 millones de euros) de Christina Onassis que actuaba como representante legal de los bienes de su padre de los que era su heredera universal. El acuerdo dice textualmente que “la esposa renuncia a favor de la hija de toda reclamación, derecho, título e interés para recibir o heredar cualquier parte del patrimonio de su padre”. Otro apartado revela que Onassis había entregado a su esposa otro 1,8 millón de euros en bonos antes de morir. También dice lo siguiente: “Aunque ella (Jacqueline Kennedy) entiende que su esposo es un hombre de riqueza sustancial, está satisfecha con la provisión que le hizo y no desea reclamar su participación en su patrimonio en caso de su muerte”.

Cristina Onassis, en primera fila, y Jacqueline Onassis, en segunda línea, acompañada de su hijo John-John, durante el funeral de Aristóteles Onassis en la isla de Skorpios, en Grecia.
Cristina Onassis, en primera fila, y Jacqueline Onassis, en segunda línea, acompañada de su hijo John-John, durante el funeral de Aristóteles Onassis en la isla de Skorpios, en Grecia.Bettmann / Bettmann Archive
El encargado de la subasta, Francisco Pinero, ha descrito el documento como de “interés excepcional” y ha revelado que se mantuvo en secreto durante muchos años “por razones obvias”. "Creemos que el que se subasta fue un documento que quedó en manos del abogado y que éste o murió o cerró su despacho.
 No sabemos por qué ha terminado en manos privadas pero tiene un contenido legal extremadamente interesante”.
Las dos partes implicadas en el acuerdo tuvieron como nexo común a Aristóteles Onassis, padre de una y marido de la otra, pero ambas familias han arrastrado la tragedia como parte de su historia.
 En el caso de Jacqueline Kennedy, es de sobra conocido que se encontraba al lado de su marido, el entonces presidente de Estados Unidos, cuando murió abatido por un disparo mientras paseaba por un coche descubierto en Dallas. 
Años después, el 16 de julio de 1999, también murió uno de sus dos hijos, conocido como John-John, en un accidente de aviación en el que también fallecieron su esposa, Carolyn Bessette, y la hermana de esta, cuando viajaban en una avioneta pilotada por él mismo camino de la boda de una de sus primas. 
Jacqueline falleció a los 64 años, 19 de mayo de 1994, a causa de un linfoma.

Aún más dramáticos han sido los acontecimientos en la familia Onassis. 
En 1973 murió el primogénito del magnate, Alexander, en un accidente de aviación cuando tenía 24 años. La madre de Christina Onassis, Athina Livanos, falleció menos de un año después en París, cuando tenía 45 años, a causa de una sobredosis de barbitúricos, después de haber sufrido una crisis por la muerte de su hijo.
 Más tarde llegó el fallecimiento de su padre, Aristóteles, y finalmente, tras años de depresiones y desengaños amorosos, ella misma apareció muerta el 19 de noviembre de 1988 cuando la encontró una doncella en la bañera de la una mansión del Tortugas Country Club, en Buenos Aires, propiedad de su íntima amiga Marina Dodero, a quién había ido a visitar. 
Tenía 37 años y una única hija que en aquel momento se encontraba en Suiza con su padre, Athina, y que quedó como única heredera de una fortuna que hoy se calcula en más de 3.200 millones de euros.

 

Carlos Falcó, marqués de Griñón, ingresado por coronavirus

El empresario, de 83 años, exmarido de Isabel Preysler y padre de Tamara Falcó, está ingresado en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

Carlos Falcó y su esposa, Esther Doña, en una corrida de toros en Illescas, Toledo, el 7 de marzo.
Carlos Falcó y su esposa, Esther Doña, en una corrida de toros en Illescas, Toledo, el 7 de marzo.Sergio R Moreno / GTRES (GTRES)
Carlos Falcó está ingresado en un hospital madrileño a causa del coronavirus.
 El marqués de Griñón, de 83 años, se encuentra hospitalizado en la Fundación Jiménez Díaz, según ha publicado la revista Diez Minutos.
El sevillano, empresario vinícola, estuvo casado con la reina de las revistas del corazón, Isabel Preysler, entre 1980 y 1985.
De hecho, la joven publicó una foto con el marqués con motivo del Día del Padre para felicitarle.
El quinto marqués de Griñón se ha casado en otras tres ocasiones. La primera fue con Jeanine Girod, con quien tuvo dos hijos, Sandra —que se ocupa de los negocios familiares— y Manolo, y que le dejó por el presidente del Real Madrid Ramón Mendoza. 
La segunda con Preysler.
 La tercera con Fátima de la Cierva, con quien pasó dos décadas de su vida y con quien tuvo un hijo, Duarte, y una hija, Aldara.

La cuarta y última boda del marqués ha sido la más polémica. Fue en septiembre de 2017, cuando él tenía ya 80 años, con Esther Doña, de 38. El enlace tuvo lugar en su finca El Rincón, en Aldea del Fresno (Madrid). Doña también había estado casada antes, en dos ocasiones. 
La pareja vendió la exclusiva a una revista y celebró una fiesta ante 150 personas a la que no acudieron sus tres hijos mayores, Sandra, Manolo ni Tamara.
Hace un año, Esther Doña era diagnosticada de un tumor óseo que finalmente fue benigno y del que tuvo que ser operada. En febrero, además, el matrimonio mantuvo una fuerte disputa en un hotel que llevó al marqués a ser detenido y a pasar por comisaría con una denuncia de oficio por presunto delito de violencia de género. Tiempo después, Doña afirmó a una revista que había sido una “historia desmesurada” que acabó con la puesta en libertad sin cargos de su marido.
Falcó está ingresado en la misma clínica en la que también están internados a causa del virus la expresidente de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y su marido, Fernando Ramírez de Haro.
 Allí también se encuentra Lorenzo Sanz, expresidente del Real Madrid, de 78 años. Su estado de salud es complicado, como ha expresado su familia. 
“Acabamos de hablar con el médico y las noticias no son nada buenas. Al margen de la insuficiencia respiratoria se le junta un fracaso renal por la infección grave.
 Hay que esperar 24h pero debido a su edad está muy complicado. Lo peor es no poder estar junto a él”, escribía su hijo Lorenzo en Twitter el miércoles 18.



 

Marinero, aquel juglar del cine y de la vida

Marinero, aquel juglar del cine y de la vida

Me ha llegado un libro titulado ‘Llamará el Acordeonista’. Es una recopilación de las

presuntas críticas que escribió un amigo mío llamado Manolo Marinero.

Humphrey Bogart y Gloria Grahame en un fotograma de 'En un lugar solitario'. | En vídeo: Trailer VO de 'En un lugar solitario'.  

Carlos Boyero 

Supongo que es problemático sentir el aliento del otro en la nuca día tras día y noche tras noche cuando la relación estaba deteriorada antes de la llegada de la peste.
 Pero si la historia funciona debe de ser un alivio y un gozoso acto de amor esa convivencia forzada continua, sin límite de tiempo.
 Sin embargo, estar las 24 horas con la única compañía de uno mismo, aunque los habituales y desastrosos estados de ánimo anteriores tendieran al enclaustramiento, hace que el tiempo se dilate hasta límites intolerables. 
Ya sé que los locos pueden hablar interminablemente y en voz alta consigo mismos o con sus fantasmas, pero en mi caso no consigo articular ni una palabra en voz alta, no domino el consolador arte de charlar al vacío, de establecer conversaciones con la inmutable pared. 
Tampoco dispongo de Internet, que según cuentan es un maravilloso invento para comunicarse con los demás, entretenerse y fascinarse, pero no logro arrepentirme de mi tozudez absurda de ser un habitante del Paleolítico.
¿Y qué hago durante lo que puede ser una extenuante reclusión? Pues me dedico a lo que más ha llenado mi accidentada existencia, junto a la atracción que me ha provocado el otro sexo, las risas con los amigos, los libros y la música. 
O sea, veo el cine que me dona éxtasis y emoción, una compañía que jamás se ha permitido conmigo la traición ni el abandono. 
Y lo raciono, por supuesto, ya que el abuso de esta droga impresionante no deja resaca, pero corres el peligro de que te machaque la vista.
Y también pueden aparecer sorpresas muy gratas.
 Hace unas horas me ha llegado un libro titulado Llamará el Acordeonista.
 Es una recopilación exhaustiva, épica y enamorada por parte del editor Sergio Casado de las presuntas críticas de cine (eran otra cosa, eran poesía, sentimiento, reflexión, narrativa, puro arte), los relatos y los poemas que escribió un amigo mío llamado Manolo Marinero. 
 Nos conocimos cuando yo tenía 20 años y él 30. 
En un amanecer ferozmente etílico, como casi siempre que nos veíamos, en el drugstore de la calle Velázquez, al regresar del lavabo, Manolo se había largado sin despedirse y me había dejado escrito lo siguiente en una servilleta de papel: 
“Un hombre joven, destinado a una muerte precoz, atroz, sin testigos, en el peor sentido violenta, merece encontrarse con alguien que estuvo destinado a una muerte precoz, atroz, sin testigos, en el peor sentido violenta, pero al que ya le ha salido una arruga”. 
Todavía me dura el escalofrío. 
He llegado milagrosamente a llenarme de arrugas, a seguir sobreviviendo (y en algunas épocas, viviendo) con una malísima salud física y espiritual que paradójicamente debe de estar compuesta de hierro. 
Manolo decidió largarse hace 16 años.
 Era un hombre mucho más que inteligente. 

También generoso, lírico, vitalista, autodestructivo, imprevisible, insoportable, soñador, ciclotímico, obsesivo, bebedor, imaginativo, hipersensible, humorista, trágico, inolvidable, ansioso de amor.

 

Cuarentena con las mejores ‘covers’, por Fernando Trueba

Marisa Monte canta a Lou Reed, Rita Lee a los Beatles; el director y productor musical ofrece hoy una lista con algunas de las mejores voces del jazz.

 Actuación de Patti Smith en el festival de la Porta Ferrada de 2019.
Actuación de Patti Smith en el festival de la Porta Ferrada de 2019.
La selección de hoy son un puñado de covers hechos por algunas de mis cantantes favoritas.
 El placer de escuchar una canción que a uno le gusta recreada por otro artista es algo único.
Aquí hay desde algunos íconos como Patti Smith hasta otras menos conocidas, como Jennifer Warnes, que, aunque no ha tenido la carrera en solitario que merece, es la cantante con más Oscars a la mejor canción. 
Y, por supuesto, una voz que asociamos al Leonard Cohen de los setenta, a cuyas canciones dedicó un precioso álbum hace muchos años: Famous Blue Raincoat.

Es bonito ver a brasileñas como Marisa Monte cantando a Lou Reed o a Rita Lee haciéndolo a los Beatles:

 Por cierto el disco que les dedicó, “Aqui, ali, em qualquer lugar” no tiene desperdicio.

Jazzeras como Casandra Wilson y Diana Krall se enfrentan a temas de Sting y Tom Waits. También hay versiones de Joni Mitchell, Paul Simon, Dylan, Neil Young… Que lo disfrutéis…