Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

15 mar 2020

‘Rebeca’: 80 años de celos patológicos y chaquetas de punto

Un libro celebra el aniversario del clásico de Alfred Hitchcock, un drama gótico que está disponible ‘online’.

Gregorio Belinchón

 

Joan Fontaine y Laurence Olivier, en una imagen de 'Rebeca'.
Joan Fontaine y Laurence Olivier, en una imagen de 'Rebeca'.
Fue el primer filme rodado por Alfred Hitchcock en Hollywood. Y el único de los suyos que ganó el Oscar a la mejor película. 
En España alcanzó tal éxito, que su título bautizó la chaqueta de punto sin cuello y abotonada que usaba su protagonista, a la que dio vida Joan Fontaine.
 Y ha marcado la historia del cine y de la literatura –su guion se basó en una novela de Daphne du Maurier– con un arranque convertido en clásico:
 “Anoche soñé que volvía a Manderley”

 

Se cumplen 80 años del estreno de Rebeca, obra cumbre del terror gótico cinematográfico, la película que catapultó la carrera estadounidense de su director, Alfred Hitchcock, y de su actriz principal, Joan Fontaine, cimentó la de su actor, Laurence Olivier, y significó el último gran trabajo de su productor, David O. Selznick, que compaginó este drama con la realización de Lo que el viento se llevó. 
 Rebeca es además el antecedente de Ciudadano Kane: el director de fotografía del drama de Orson Welles, Gregg Toland, fue la primera opción en ese puesto según Selznick, aunque su lista de compromisos le impidió participar; tanto Rebeca como Ciudadano Kane se desarrollan en una mansión casi fantasmal; sus protagonistas están muertos –y dan nombre al filme-; su vida se reconstruye a través de las narraciones de los vivos, y las dos disfrutan de un ampuloso y desasosegante blanco y negro para marcar la historia.
Rebeca nació de la inspiración de Daphne du Maurier, hija de dos actores, esposa aburrida de un oficial de la Guardia Real británica destinado en Alejandría (Egipto), ciudad donde comenzó la escritura de su novela.
 El libro bebe de dos obras de las hermanas Brontë, Jane Eyre y de Cumbres borrascosas –y a esta la une compartir en cine al actor, Olivier-, y se convirtió en la mejor novela de Du Maurier, que tuvo en Hitchcock su adaptador habitual: su cuarta novela, publicada en 1936, se convirtió en Posada Jamaica, la película de Hitchcock precedente a Rebeca
A la escritora, ocho años más joven que el cineasta, le espantó esa película, pero ya había vendido los derechos de Rebeca a Selznick para ser dirigida por el británico.
 Décadas más tarde, otro relato de la autora fue la base de Los pájaros.
Alfred Hitchcock, Joan Fontaine y Laurence Olivier, en el rodaje de 'Rebeca'.
Alfred Hitchcock, Joan Fontaine y Laurence Olivier, en el rodaje de 'Rebeca'.
Selznick corrió a comprar sus derechos para el cine tras leer las galeradas de Rebeca en abril de 1938. 
También lo había hecho Hitchcock, y también pujó por adquirirlos. Por una vez en Hollywood, esa competición convirtió a dos antagonistas en aliados, y el productor contrató al director.
 En junio de ese año los dos se conocieron en Los Ángeles; aunque Selznick quería que Hitchcock primero dirigiera su versión de Titanic, ese proyecto nunca fructificó.
 En realidad, Rebeca no es el nombre del personaje de Fontaine, a la que llaman señora de Winter, sino el de la primera esposa de Maxim de Winter (Olivier), fallecida en circunstancias misteriosas (ese crimen es distinto en la novela y en la película). 
El drama arranca con los De Winter llegando a Manderley a vivir. La mansión está marcada por la personalidad de la primera propietaria, cuya sigla aparece por la ropa de la casa y su rostro vigila desde un enorme retrato.
 Incluso el ama de llaves parece haberse quedado enamorada de la fallecida. Celos y sospechas es una combinación en la que siempre se movió bien Hitchcock, como apunta el libro Rebeca (Notorious Ediciones) sobre una película que ahora es accesible online en la plataforma Filmin. 
 Hubo casi cuchilladas por formar parte de su reparto: Ronald Colman, la primera opción masculina, huyó cuando sospechó que su personaje era secundario, y para la protagonista, la señora de Winter, Olivier quiso imponer a su esposa, Vivien Leigh.
 Pero Selznick, productor también de Lo que el viento se llevó, no quiso que el mismo rostro marcara dos filmes seguidos suyos, y prefería a otra secundaria del dramón sureño, Olivia de Havilland… hermana en la vida real de Fontaine. 
Warner, estudio propietario del contrato de De Havilland, no le dio permiso, y finalmente Fontaine encajó por su edad (cumplió 22 años durante un rodaje que empezó en septiembre de 1939, cinco días después del inicio de la Segunda Guerra Mundial) y por su rostro asustado.
 Hitchcock filmó rápido, y desde su primera proyección de prueba con público el 26 de diciembre de 1936, Rebeca fue un exitazo en su estreno el 21 de marzo de 1940, cuando el libro ya llevaba vendidos más de 20.000 ejemplares solo en EE UU. 
Ganó dos Oscar, fue candidata a nueve más, arrasó en taquilla, dio nombre a una chaqueta… 
La leyenda de Rebeca ha seguido durante décadas: si la misma Du Maurier ya la había llevado al teatro en 1939 en Londres antes de su salto a la pantalla, si la novela fue usada por los nazis para codificar sus comunicaciones en el norte de África, en el audiovisual ha tenido diversas versiones de todo tipo.
 Si el coronavirus lo permite, a finales de este año se estrenará la dirigida por otro genio británico, Ben Wheatley, con Lily James como la mujer que soñó con un imposible: volver a Manderley.

 

Viejos muertos de miedo.................................... Elvira Lindo

Hay momentos en la vida en que necesitamos un padre que nos explique cómo comportarnos.

Coronavirus
Un hombre lee un libro con su nieta. Getty Images
Entre estas cuatro paredes, pienso. 
Pensar es un vicio solitario. Pienso en qué habría ocurrido si esta pandemia se estuviera cebando con los niños. 
Pienso en cómo padres o abuelas habrían exigido medidas urgentes desde un primer niño muerto. 
Y en las columnas que habríamos escrito sobre la pérdida de lo más preciado. 
Pienso si el bicho alarmante que nos mantiene estos días en casa se hubiera instalado en el cuerpo de los jóvenes.
 Cuántas normas habríamos obedecido por temor a perderlos; cómo ellos se habrían encerrado en casa muertos de miedo.
 Si los viejos hubieran sido meros transmisores pero no víctimas potenciales los habríamos mantenido a distancia para que no contagiaran a nuestra juventud, para que no se nos acercaran a los niños en los parques. 
Nosotros mismos les habríamos anulado sus viajes del Imserso, y cuando algún abuelo se nos descontrolara, lo maldeciríamos, ¡como están cerca de la muerte, nada les importa!
Pero la caprichosa composición del virus ha querido que sean los ancianos o los que ya padecen alguna enfermedad los elegidos para que la infección les castigue con más saña. Estremecía observar cómo durante días la población se sentía liberada o bendecida por el mero hecho de no haber viajado a Italia, no tener problemas cardiovasculares o no ser viejo. Cuando en los medios de comunicación daban cuenta de un nuevo muerto, de inmediato se informaba de su edad y de sus patologías previas, para que los demás respiráramos aliviados. Incluso el hecho de estar contagiados no nos alarmaba demasiado si no habíamos cruzado la barrera de los 60 y teníamos nuestro sistema inmunológico en forma. 
No nos ha importado asustar a los viejos con tal de obtener un mensaje tranquilizador para los que aún no lo somos.
 Cuántas veces, tras haber escuchado que la fallecida tenía 90 años, se nos ha cruzado por la mente el pensamiento mezquino de que esa mujer ya vivió una vida plena.
 De qué manera habrá influido, me pregunto, en la laxitud de nuestras precauciones, o en la lentitud con que se ha impuesto la alarma el hecho de que nos creíamos inmunes, inmortales aún, fuertes, capaces de vencer a este virus al que nos hemos tomado poco en serio hasta ahora.
 Y hasta qué punto el Gobierno debiera haberse esforzado en la pedagogía, tanto en el comportamiento de sus miembros, como en la exigencia a los ciudadanos de aceptar la distancia social como la única manera de salvar vidas.
 Hasta ayer era difícil decirles a algunas personas que te saludaban que se abstuvieran de besarte o darte la mano. 
Si el Ministerio de Sanidad hubiera advertido de que a la ciudadanía le cuesta asumir normas si no se siente concernida, el presidente podría haberse dirigido antes a la nación de manera cercana, pero contundente para que nos enteráramos.
 Han sido los trabajadores de la sanidad pública los que han tomado con firmeza las riendas de esta campaña.
 Les va la vida en ello.
 Y nos han conminado a asumir que no podíamos tocarnos, que no debíamos viajar, que no debíamos transportar el virus de un lado a otro.
El miedo a la muerte se tiene siempre, hasta el último aliento, así que no concibo por qué se está siendo tan descarnado en la información de las bajas por el virus. 
Un viejo más. Una abuela más. Y somos tan imbéciles que nos sentimos a salvo de la vejez: no hay en el futuro nada que esté más cerca.
 Tan libres nos creemos de ella, tan insensatos somos, que animamos a nuestros hijos a que salgan de Madrid y vuelvan al pueblo, al calor del hogar, sin reparar en los abuelos, que tienen derecho a vivir sus últimos días libres de agonizar en un hospital saturado. 
O somos tan listos que nos vamos a la playa.
Hay momentos en la vida en que necesitamos un padre que nos explique cómo comportarnos. 
Y hay momentos históricos en que ese papel lo debe hacer el presidente de la nación.

 

El número de muertos con coronavirus se dispara en España hasta llegar a los 288

El Gobierno informa de que es la única autoridad en toda España, limita los desplazamientos y cierra comercios.

Sánchez anima al diálogo y la cohesión territorial. El Ministerio de Sanidad toma el control de todas las decisiones.

Pedro Sánchez, en la comparecencia posterior al Consejo de Ministros extraordinario, este sábado. En vídeo, el anuncio de las medidas del estado de alarma. efe / quality

Ya no es solo Madrid, sino toda España la que queda en cuarentena para frenar al coronavirus. 

El Gobierno limitará al máximo el movimiento de los ciudadanos.

 Todo el país queda formalmente cerrado con la aprobación del decreto del estado de alarma, que entra en vigor hoy mismo.

 Un gigantesco aislamiento en sus casas de más de 47 millones de personas, que solo podrán salir a la calle en soledad, según el presidente, Pedro Sánchez, para trabajar y comprar comida, medicamentos o artículos básicos.

 El Gobierno evita así paralizar completamente la producción, que se mantendrá activa según el decreto.

 Los ciudadanos podrán desplazarse entre ciudades en coche o en avión para trabajar. 

Estas son las medidas clave del estado de alarma

El decreto aprobado este sábado por el Gobierno regula la limitación al movimiento de los ciudadanos en toda España

Para tomar esta decisión, el Consejo de Ministros necesitó siete horas. 
Fue uno de los más largos de la historia, en medio de un intenso debate entre dos sectores del Gobierno, sobre todo por las medidas económicas, que enfrentan al grupo liderado por la vicepresidenta Nadia Calviño con otro encabezado por Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos, aunque en este asunto no se sigue estrictamente la disciplina de partido y hay alianzas cruzadas. 
Y para explicarlo, el presidente necesitó más de tres horas de preparación, ya que la reunión terminó a las 18.00 y él compareció pasadas las 21.00, más de siete horas después de lo previsto, un retraso que desató todo tipo de especulaciones durante una jornada especialmente tensa, que concluyó con una noticia que afecta directamente al presidente: su esposa, Begoña Gómez, ha dado positivo en el test del coronavirus, aunque él de momento ha dado negativo.

En un discurso en tono épico, con llamadas a la humildad y a la confianza, Sánchez reclamó la unidad de todas las comunidades y de todos los ciudadanos para vencer al virus. 
“Usaremos todos los recursos a nuestro alcance para combatir la curva del contagio. 
Es importante no equivocarnos de enemigo, es el virus, y todos debemos combatirlo unidos”, aseguró.
 “Las medidas que vamos a adoptar son drásticas y van a tener consecuencias”, admitió, pensando sobre todo en el descomunal parón económico.
 El presidente dejó muy claro que todo el país se tiene que poner al servicio de la lucha contra el virus, incluido todo el sector privado y el Ejército. 
Y también todos los cuerpos policiales autonómicos.
 “Todos los cuerpos de policía quedarán bajo las órdenes directas del ministro del Interior. 
Dispondremos de la actuación de las Fuerzas Armadas, el Ejército ya está preparado para ello”, aseguró.
Sánchez pidió disculpas por haber tardado tanto en comparecer y negó las discrepancias internas con Unidas Podemos.
 El presidente aseguró que en las siete horas el Consejo de Ministros se dedicó a evaluar con detalle el decreto de alarma y sus consecuencias, y se justificó en que era una situación muy especial. Las medidas económicas quedan, explicó, para el próximo consejo. Sánchez trató de disipar la sensación de que la coalición ha quedado tocada después de este cruce. 
“Hemos tenido un debate sosegado, intenso”, esquivó Sánchez.

Sánchez, partidario de retrasar las elecciones

El presidente casi dio por hecho que se retrasarán las elecciones gallegas y vascas, aunque deja que esa decisión la tomen el lehendakari y el presidente de Galicia.
Sánchez trató de dar esperanzas a los ciudadanos con la idea de que ahora es el momento más difícil pero más adelante se logrará aplanar la curva de los contagios hasta lograr que haya más curados que nuevos infectados. 
“Cortemos la cadena de transmisión del pánico, paremos los bulos, actuemos con responsabilidad”, insistió en un día lleno de especulaciones ante el retraso de su comparecencia.
 “La emergencia va a pasar, volveremos a los parques, a las terrazas, y nos dispondremos a la recuperación económica y a la normalidad. 
Pero hasta entonces vayamos todos a una”, insistió para frenar la ola de críticas que está recibiendo el Ejecutivo y tratar de rebajar el enfrentamiento político.

Esto es, básicamente nadie puede moverse salvo para ir al trabajo, volver a casa o buscar alimentos y medicinas.
 En el borrador del decreto había un artículo que obligaba a las empresas a establecer el teletrabajo para todos siempre que sea posible, pero esta exigencia desapareció del texto final.
 “Todos podremos ir a trabajar, a comprar el pan, medicamentos, o sacar al perro, pero no podremos ir a la playa ni a esquiar. 
Hay que quedarse en casa”, insistió el presidente.

Entrada inmediata en vigor

Durante varios días hubo rumores de que el Gobierno cerraría Madrid. Ahora se cierra toda España, aunque la decisión llega ya con el fin de semana avanzado, cuando miles de madrileños, desoyendo las recomendaciones del Ejecutivo, se han desplazado a zonas de descanso.
 El borrador del decreto señalaba que todas estas limitaciones serían efectivas a partir de las 8.00 del 16 de marzo de 2020, esto es, con el fin de semana acabado, pero Sánchez señaló en su comparecencia que las restricciones son válidas a partir de hoy mismo. 
El decreto final lo confirma. 
Todos los que están fuera podrán volver a su lugar de residencia, pero el Gobierno les deja claro que no pueden volver a salir.
¿Y cómo se lo impedirán? El decreto apunta la vía.
 “El Ministro del Interior podrá acordar el cierre a la circulación de carreteras o tramos de ellas por razones de salud pública, seguridad o fluidez del tráfico o la restricción en ellas del acceso de determinados vehículos por los mismos motivos.
 Cuando las medidas a las que se refieren los párrafos anteriores se adopten de oficio se informará previamente a las administraciones autonómicas que ejercen competencias de ejecución de la legislación del Estado en materia de tráfico, circulación de vehículos y seguridad vial”.
El presidente detalló los puntos centrales del decreto de alarma, en el que quedan muy claras las limitaciones de movimientos: los ciudadanos “únicamente podrán circular por las vías de uso público para la realización de las siguientes actividades: adquisición de alimentos, productos farmacéuticos y de primera necesidad. Asistencia a centros sanitarios.
 Desplazamiento al lugar de trabajo para efectuar su prestación laboral, profesional o empresarial.
 Retorno al lugar de residencia habitual.
 Asistencia y cuidado a mayores, menores, dependientes, personas con discapacidad o personas especialmente vulnerables. Desplazamiento a entidades financieras.
 Por causa de fuerza mayor o situación de necesidad”.
El estado de alerta decretado por el Gobierno amplía las medidas restrictivas que ya está aplicando Madrid a toda España.
 Pedro Sánchez ha insistido en que la permanencia en los establecimientos comerciales cuya apertura esté permitida deberá ser la estrictamente necesaria para que los consumidores puedan realizar la adquisición de alimentos y productos de primera necesidad, quedando suspendida la posibilidad de consumo de productos en los propios establecimientos. 
En todo caso, se evitarán aglomeraciones y se controlará que consumidores y empleados mantengan la distancia de seguridad de al menos un metro a fin de evitar posibles contagios. 
“Se suspende la apertura al público de los locales y establecimientos minoristas, a excepción de los establecimientos comerciales minoristas de alimentación, bebidas, productos y bienes de primera necesidad, establecimientos farmacéuticos, médicos, ópticas y productos ortopédicos, productos higiénicos, peluquerías, prensa y papelería, combustible para la automoción, estancos, equipos tecnológicos y de telecomunicaciones, alimentos para animales de compañía, comercio por internet, telefónico o correspondencia, tintorerías y lavanderías.
 Se suspende cualquier otra actividad o establecimiento que a juicio de la autoridad competente pueda suponer un riesgo de contagio”, dice el texto del decreto definitivo, publicado en el BOE a las 23.58.
El Gobierno no cierra las iglesias, pero limita las ceremonias. 
“La asistencia a los lugares de culto y a las ceremonias civiles y religiosas, incluidas las fúnebres, se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre ellos de, al menos, un metro”.
Las restricciones son muy similares a las italianas.
 No se cierra el transporte público, pero se va a limitar su frecuencia en los que son de una ciudad a otra, para reducir el movimiento. 
“Los operadores de transporte reducirán la oferta total de operaciones en, al menos, un 50%. 
Los servicios de transporte público de viajeros por carretera, ferroviarios, aéreo y marítimo de competencia estatal que están sometidos a contrato público u obligaciones de servicio público reducirán su oferta total de operaciones en al menos, los siguientes porcentajes:
 Servicios ferroviarios de cercanías: 50%. 
Servicios ferroviarios de media distancia:
 50%.
 Servicios ferroviarios media distancia-AVANT: 50%.
 Servicios regulares de transporte de viajeros por carretera: 50%”, señala el borrador del decreto, medida de la que también ha hablado el presidente en su comparecencia.
El Gobierno controlará todo el suminstro farmacéutico:
 “El Ministro de Sanidad podrá impartir las órdenes necesarias para asegurar el abastecimiento del mercado y el funcionamiento de los servicios de los centros de producción afectados por el desabastecimiento de productos necesarios para la protección de la salud pública. 
Podrá intervenir y ocupar transitoriamente industrias, fábricas, talleres, explotaciones o locales de cualquier naturaleza, incluidos los centros, servicios y establecimientos sanitarios de titularidad privada, así como aquellos que desarrollen su actividad en el sector farmacéutico. 

Podrá practicar requisas temporales de todo tipo de bienes e imponer prestaciones personales obligatorias en aquellos casos en que resulte necesario para la adecuada protección de la salud pública, en el contexto de esta crisis sanitaria”, señala el decreto.


El Gobierno controlará también la energía. “Las autoridades competentes delegadas podrán adoptar las medidas necesarias para garantizar el suministro de energía eléctrica, de productos derivados del petróleo, así como de gas natural, de acuerdo con lo previsto en el artículo 7 de la Ley 24/2013, de 26 de diciembre, del Sector Eléctrico, y en los artículos 49 y 101 de la Ley 34/1998, de 7 de octubre, del sector de hidrocarburos”.
El texto aprobado por el Consejo de Ministros establece además que se garantizarán todos los suministros básicos. 
“Las autoridades competentes delegadas adoptarán las medidas necesarias para garantizar:
 El abastecimiento alimentario en los lugares de consumo y el funcionamiento de los servicios de los centros de producción, permitiendo la distribución de alimentos desde el origen hasta los establecimientos comerciales de venta al consumidor, incluyendo almacenes, centros logísticos y mercados en destino. 
En particular, cuando resultara necesario por razones de seguridad, se podrá acordar el acompañamiento de los vehículos que realicen el transporte de los bienes mencionados.
 Cuando sea preciso, el establecimiento de corredores sanitarios para permitir la entrada y salida de personas, materias primas y productos elaborados con destino o procedentes de establecimientos en los que se produzcan alimentos, incluidas las granjas, lonjas, fábricas de piensos para alimentación animal y los mataderos.
 Asimismo, las autoridades competentes podrán acordar la intervención de empresas o servicios, así como la movilización de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de las Fuerzas Armadas con el fin de asegurar el buen funcionamiento de lo dispuesto en el presente artículo”, sentencia el artículo 15.
El Gobierno controlará también la energía. “Las autoridades competentes delegadas podrán adoptar las medidas necesarias para garantizar el suministro de energía eléctrica, de productos derivados del petróleo, así como de gas natural, de acuerdo con lo previsto en el artículo 7 de la Ley 24/2013, de 26 de diciembre, del Sector Eléctrico, y en los artículos 49 y 101 de la Ley 34/1998, de 7 de octubre, del sector de hidrocarburos”.
El texto aprobado por el Consejo de Ministros establece además que se garantizarán todos los suministros básicos. 
“Las autoridades competentes delegadas adoptarán las medidas necesarias para garantizar: 
El abastecimiento alimentario en los lugares de consumo y el funcionamiento de los servicios de los centros de producción, permitiendo la distribución de alimentos desde el origen hasta los establecimientos comerciales de venta al consumidor, incluyendo almacenes, centros logísticos y mercados en destino.
 En particular, cuando resultara necesario por razones de seguridad, se podrá acordar el acompañamiento de los vehículos que realicen el transporte de los bienes mencionados.
 Cuando sea preciso, el establecimiento de corredores sanitarios para permitir la entrada y salida de personas, materias primas y productos elaborados con destino o procedentes de establecimientos en los que se produzcan alimentos, incluidas las granjas, lonjas, fábricas de piensos para alimentación animal y los mataderos.
 Asimismo, las autoridades competentes podrán acordar la intervención de empresas o servicios, así como la movilización de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de las Fuerzas Armadas con el fin de asegurar el buen funcionamiento de lo dispuesto en el presente artículo”, sentencia el artículo 15.


El Gobierno se reorganiza también para gestionar esta crisis.
 Habrá cuatro ministerios clave, que “serán autoridades competentes delegadas, en sus respectivas áreas de responsabilidad”: la titular del Ministerio de Defensa, el titular del Ministerio del Interior, el titular del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. y el titular del Ministerio de Sanidad. “Asimismo, en las áreas de responsabilidad que no recaigan en la competencia de alguno de los titulares anteriores, será autoridad competente delegada el titular del Ministerio de Sanidad”, señala el texto, que coloca en estos cuatro ministros y el presidente el núcleo duro de la gestión de la crisis. 
Los cinco representan al sector socialista del Gobierno, no hay aquí ningún miembro de Unidas Podemos, al contrario de lo que sucede ahora en todos los centros de decisión importantes del Ejecutivo.

Sanidad toma el control

Además, el Ministerio de Sanidad toma el control de todas las decisiones, aunque las competencias estén transferidas, para coordinar el ataque contra el virus.
 Las autonomías solo se quedan con la gestión pero están obligadas a obedecer a Sanidad. “Todas las Autoridades civiles de la Administraciones Públicas del territorio nacional, y en particular las sanitarias, así como los demás funcionarios y trabajadores al servicio de las mismas, quedarán bajo las órdenes directas del ministro de Sanidad en cuanto sea necesario para la protección de personas, bienes y lugares, pudiendo imponerles servicios extraordinarios por su duración o por su naturaleza. 
Sin perjuicio de lo anterior, las Administraciones públicas autonómicas y locales mantendrán la gestión, dentro de su ámbito de competencias, de los correspondientes servicios sanitarios, asegurando en todo momento su adecuado funcionamiento. 
El ministro de Sanidad se reserva el ejercicio de cuantas facultades resulten necesarias para garantizar la cohesión y equidad en la prestación del referido servicio”, señala el texto.

Incluso la sanidad privada queda bajo su mando por si fuera necesario acudir a ella. 
“En especial, se asegurará la plena disposición de las autoridades civiles responsables del ámbito de salud pública, y de los funcionarios que presten servicio en el mismo, quedando todos ellos bajo las órdenes directas del ministro de Sanidad. Esta medida también garantizará la posibilidad de determinar la mejor distribución en el territorio de todos los medios técnicos y personales, de acuerdo con las necesidades que se pongan de manifiesto en la gestión de esta crisis sanitaria. 
Las autoridades competentes delegadas ejercerán sus facultades a fin de asegurar que el personal y los centros y establecimiento sanitarios de carácter militar contribuyan a reforzar el sistema nacional de salud en todo el territorio nacional.
 Asimismo, el Ministro de Sanidad podrá ejercer aquellas facultades que resulten necesarias a estos efectos respecto de los centros, servicios y establecimientos sanitarios de titularidad privada", sigue el texto.
Ante las dimensiones de las medidas aprobadas y de la situación provocada por la crisis del coronavirus, la política se quedó una vez más pequeña. 
 Pero hubo mucho debate político durante el día. La noche terminó con una imagen especialmente simbólica.
 Mientras Pablo Casado, líder del PP, hablaba en directo con duras críticas al Gobierno, al que acusaba de negligencia y de haber contribuido con el retraso en sus decisiones a propagar la epidemia en todo el territorio nacional, las televisiones le interrumpieron para ofrecer en directo las escenas de los ciudadanos asomados a sus balcones en Madrid y otras ciudades aplaudiendo a los sanitarios que están haciendo frente a la crisis.
 En Italia los ciudadanos salen a las ventanas a cantar juntos, como modo de estar unidos; en España se optó por los aplausos coordinados.
También hubo mucho debate político dentro del Gobierno.
 Pese a la duración del consejo, que desató las especulaciones y las críticas de la oposición, Sánchez negó discrepancias internas con Podemos.
 El presidente trató de disipar la sensación de que la coalición podía quedar tocada después de este cruce.
 “Hemos tenido un debate sosegado, intenso”, esquivó.
 Algunos ministros señalan que buena parte del tiempo se fue en desgranar uno a uno los artículos del decreto de alarma, porque el consejo no se había preparado como los habituales, en los niveles técnicos, y los ministros tuvieron el decreto por primera vez poco más de una hora antes de que empezara.
Las medidas económicas que debían acompañar al decreto de alarma han quedado pospuestas porque no hay acuerdo aún en el Gobierno. 
Se aprobarán el martes. En este choque, fundamental para dilucidar con cuánto dinero y de qué manera se afronta la crisis económica que acompaña a la sanitaria, están, sobre todo, la vicepresidenta Nadia Calviño y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero; y del otro, el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Pero estos últimos en algunas cuestiones tienen aliados socialistas. 
Las primeras defienden medidas más cautas para no disparar el gasto y los segundos, un plan de choque fuerte para apoyar a los trabajadores, aunque eso suponga un coste importante.

Iglesias fue al Consejo de Ministros a pesar de estar en cuarentena, dado que su pareja, Irene Montero, ministra de Igualdad, ha dado positivo.
 Iglesias fue especialmente protegido y se mantuvo alejado de los demás ministros, que también respetaron entre ellos la distancia de seguridad, como se aprecia en las fotografías. 
De hecho, se cambió incluso el lugar donde se suele reunir el Gabinete. 
Se preparó la sala más grande del complejo, antes llamada de tapices, para colocar allí una enorme mesa en la que los ministros pudieran estar muy separados.
 Las dos contagiadas, Montero y la de Administraciones Públicas, Carolina Darias, no asistieron.

El asunto central del debate es la exigencia de los ministros de Unidas Podemos, en especial la de Trabajo, de que se aprueben medidas contundentes de respaldo a los trabajadores que se van a ir al paro o se van a quedar sin trabajo en estos días de parón absoluto de la economía. Lo que está en discusión no es menor. 
Se trata de ayudas millonarias para los trabajadores.
 Por ejemplo, si se aprueba que todos los que se vayan al paro estos días –que pueden ser centenares de miles dado el parón de la actividad en sectores clave como el turismo– no pierdan días de prestación mientras dure la crisis del coronavirus, para evitar que queden desprotegidos en poco tiempo. 
Cada medida que se pone encima de la mesa supone un coste importante y difícil de prever, porque nadie sabe cuánto durará la crisis.
Sánchez trató de dar esperanzas a los ciudadanos con la idea de que ahora es el momento más difícil pero más adelante se logrará aplanar la curva de los contagios. 
“Cortemos la cadena de transmisión del pánico, paremos los bulos, actuemos con responsabilidad”, insistió en un día lleno de especulaciones. “La emergencia va a pasar, volveremos a los parques, a las terrazas, y nos dispondremos a la recuperación económica y a la normalidad. 
Pero hasta entonces vayamos todos a una”, insistió para frenar la ola de críticas que ya está recibiendo el Ejecutivo.
 La crisis es tan descomunal que todo queda pequeño en horas, incluidas las medidas del propio Gobierno. 
Todos los responsables de gestionarla saben ya que no harán nada más importante en sus vidas políticas que resolver este asunto.
Esta discusión se ha venido reproduciendo durante toda la semana. La comisión delegada de asuntos económicos, que prepara el Consejo de Ministros, terminó el viernes tardísimo, pasadas las 22.00, y sin acuerdo.
 Se dejó el remate para el Consejo de Ministros, ya con Sánchez e Iglesias presentes, que no están en la comisión delegada, presidida por Calviño. Pero tampoco fue posible pactar estas medidas, que se seguirán negociando hasta el martes.
 Los sindicatos trasladaron anoche su malestar por el hecho de que no aprobaran medidas económicas.

 

Épica del cuidado ...........................................Irene Vallejo

Épica del cuidado