Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 mar 2020

La reivindicación del quimono como icono de la moda

El Victoria&Albert recorre más de cuatro siglos de historia de una prenda que ha superado en mucho su imagen de símbolo japonés y que han vestido desde Madonna a David Bowie.

Quimonos de Freddie Mercury, Madonna y Bjork expuestos en la exposición 'Kimono: Kyoto to Catwalk' del museo Victoria and Albert Museum de Londres.
Quimonos de Freddie Mercury, Madonna y Bjork expuestos en la exposición 'Kimono: Kyoto to Catwalk' del museo Victoria and Albert Museum de Londres.NEIL HALL / EFE

 

Inolvidable es la imagen del añorado Freddie Mercury embutido en un quimono de color cereza, al tiempo que se sigue identificando en el vestuario de la saga de Star Wars la misma impronta de esa prenda clásica japonesa, también inspiradora de grandes nombres de la alta costura y el diseño:
 Lanvin, Yves Saint Laurent, Jean Paul Gaultier, John Galliano… “Y, sin embargo, cuando pensamos en la moda, quizá el quimono no sea lo primero que nos venga a la mente”, subrayaba el director del museo londinense Victoria&Albert, Tristam Hunt, en la apertura de una exposición que lo reivindica como un icono perdurable del estilismo gracias a su dinamismo y capacidad de reinvención más allá de los corsés geográficos, culturales e incluso de género.
Tras una sucesión de exitosas temporadas consagradas a tótems del diseño europeo y británico, desde Mary Quant a Alexander McQueen, pasando por Dior y Balenciaga, el museo londinense rompe ahora una lanza por la visión de una moda cuya invención y tendencias pueden nacer más allá del etnocentrismo occidental anclado en las propuestas de París, Londres o Nueva York. 
Y toma como pieza estelar al quimono, símbolo definitivo de Japón, que suele ser percibido como inmutable y tradicional por esas hechuras perennes en las que la forma del cuerpo es irrelevante y el armazón de tela se ajusta a partir del drapeado ceñido por un amplio cinturón.
 Pero la aparente simplicidad del patrón “implica que el quimono puede ser desmontado y reconstruido de muchas maneras”, subraya Anna Jackson, comisaria junto a Josephine Rout, de una muestra consagrada a sus mutaciones a lo largo de cuatro siglos que han desbordado las fronteras del imperio en el que nació.
Detalle de un quimono de Ueako Taro en 'De Kioto a la pasarela', del Victoria and Albert Museum de Londres.
Detalle de un quimono de Ueako Taro en 'De Kioto a la pasarela', del Victoria and Albert Museum de Londres.NEIL HALL / EFE
Desde la sofisticada cultura del Kyoto del siglo XVII —todavía hoy gran epicentro de su producción— hasta la creatividad de la pasarela contemporánea, el Victoria&Albert ha reunido más de un centenar de estas prendas para explorar su impacto estético y cultural a lo largo del tiempo. Más allá del exquisito regalo visual, el despliegue de antiguas y su
ntuosas piezas que abren la exposición Quimono: de Kyoto a la pasarela (abierta hasta el 21 de junio) relata la obsesión de las enriquecidas clases medias de la era Edo (1615-1868) por las últimas tendencias de la cultura y la moda. 
Podría decirse que actores, artistas y cortesanas ejercían entonces un papel similar al de las actuales influencers.
La sencilla estructura del quimono desplaza la atención hacia la riqueza de los tejidos, los bordados en oro y los estampados con motivos de hojas de arce, de nenúfares o pájaros exóticos, junto a las pinturas de paisajes encargadas a artistas de renombre.
Una mayor sobriedad, compensada por el lujo de las telas, marcaba entonces los diseños destinados al usuario masculino. 
Porque el quimono ha sido una prenda de uso habitual para japonesas y japoneses hasta la última posguerra.
 Y destacados artistas de la contemporaneidad decidieron apuntarse a la condición unisex de la prenda o, como David Bowie y su alter ego Ziggy Stardust, la incorporaron a un nuevo estilismo andrógino.
Varios quimonos en 'De Kioto a la pasarela' en el Victoria and Albert Museum de Londres.
Varios quimonos en 'De Kioto a la pasarela' en el Victoria and Albert Museum de Londres.NEIL HALL / EFE
Mucho antes de que lo que algunos describen como apropiación cultural se tradujera en el vestido-quimono diseñado por McQueen para vestir a la islandesa Björk en la portada de su álbum Homogenic, o de que Gaultier recreara a su manera el patrón japonés en el dos piezas rojo que lucía Madonna en el vídeo musical Nothing Really Matters, la sociedad europea de hace más de tres siglos ya se había rendido a los encantos de la prenda.

Retratos de aristócratas de ambos sexos luciendo vestimentas que beben de sus hechuras son el reflejo del inicio de la exportación de quimonos al Viejo Continente por los mercaderes holandeses a mediados del siglo XVII.
 Los crecientes intercambios con un mercado japonés más abierto —y que también empezó a importar tecnología extranjera para su industria textil— acabaron sellando en Europa la tendencia de una moda potenciada más tarde por los pintores impresionistas y sus batas-quimono para escenificar un espíritu bohemio y vanguardista.
Su simplicidad y especial atención a los materiales sedujo a modistos de principios del siglo XX, como Paul Poiret, Mariano Fortuny o Madeleine Vionnet, para abandonar los estilos encorsetados a favor de las capas sueltas de tejido que envuelven el cuerpo.
 Tomaron el testigo de esa fascinación muchos diseñadores a los que hoy se considera vacas sagradas de la pasarela de las últimas décadas.
La túnica de Obi-Wan Kenobi en el primer filme de la franquicia Star Wars (1977), que exhibe el museo londinense, participa de la estela de una tendencia plasmada en el cine, en el ámbito de la música o de la televisión, con el estilismo de la asesina protagonista de la serie Killing Eve. 
 Adaptado o recreado con toda libertad, el quimono trasciende del manido tópico de la geisha
 Ha sido y es una influencia importante en la historia de la moda, y el Victoria&Albert reclama ahora que se le otorgue ese cetro.

Tom Hanks y Rita Wilson comparten la primera imagen de su aislamiento por coronavirus

El actor y su esposa, positivo en la Covid-19, han pedido cautela y han dado las gracias al personal del hospital de Australia que les ha atendido.

Tom Hanks y Rita Wilson, en un estreno en Londres en julio de 2018.
Tom Hanks y Rita Wilson, en un estreno en Londres en julio de 2018.ANTHONY HARVEY / AFP (AFP)
El matrimonio de actores formado por Tom Hanks y Rita Wilson, en aislamiento en un hospital australiano tras haber dado positivo al coronavirus, han hecho un llamamiento el viernes para seguir las recomendaciones de los especialistas.
En un mensaje en las redes sociales, el matrimonio afirmó vivir este período “día a día” y agradeció a “todos aquellos que, aquí en Australia, nos cuidan muy bien”. “Tenemos el COVID-19 y estamos en aislamiento, por lo que no se lo estamos transmitiendo a nadie más”, declaró el actor, que se encontraba en Australia para prepararse para el rodaje de una película sobre Elvis Presley.
 Por su parte, Wilson había acudido al programa de televisión Today Extra
 Según han explicado desde ese espacio, el equipo que estuvo en contacto estrecho con la actriz ha sido puesto en cuarentena, entre ellos los presentadores del mismo.
 Wilson no tenía síntomas durante la grabación.

 

“Para algunos esto puede degenerar en una enfermedad muy grave”, recuerda Tom Hanks, acompañando su mensaje de una fotografía en la que la pareja parece relajada, con una gorra de béisbol en la cabeza, vestidos de modo informal y sin maquillaje. “Hay cosas que todos podemos hacer para seguir las recomendaciones de los especialistas y para cuidarnos a nosotros mismos y a los demás ¿verdad?”, ha escrito el intérprete.
“Recordad que, a pesar de los acontecimientos actuales, nadie llora en el béisbol”, dijo el actor, refiriéndose a una cita de la película de 1992 Ellas dan el golpe, que protagonizó con Geena Davis, Madonna o Rosie O’Donnell y en la que interpreta el papel de un entrenador de béisbol.
Tom Hanks y Rita Wilson, ambos de 63 años, son las primeras estrellas de Hollywood en anunciar que han contraído el nuevo coronavirus.
 Los dos están en aislamiento en el Hospital Universitario de Gold Coast, una ciudad en la costa este de Australia.
La noche del miércoles, Hanks anunció a través de otro mensaje que tanto él como Wilson habían dado positivo en la Covid-19
“Hola amigos”, decía Hanks en un mensaje que ilustraba con la imagen de un guante en un cubo de basura. 
“Rita y yo estamos aquí en Australia. Nos sentíamos un poco cansados, teníamos resfriado y algunos dolores.
 Rita tenía escalofríos que iban y venían.
 También algo de fiebre. Para hacerlo bien, como necesitamos ahora mismo en el mundo, nos hicieron la prueba del coronavirus y hemos dado positivo”.
“Bueno, y ahora ¿qué hay que hacer? Las autoridades médicas tienen protocolos que hay que seguir. 
A los Hanks nos van a hacer pruebas, observar y aislar durante el tiempo que sea necesario por ley y por seguridad.
 No hay mucho más que hacer que tomárselo día a día, ¿no? Mantendremos al mundo informado. ¡Cuídense!”, concluía.

Prejuicios.......................................................Ignacio Medina

He preparado este viaje para visitar comedores que antes ignoré y cumplo casi todo el programa, aunque con resultados desiguales.

Ignacio Medina

Radicchio con granada.
Radicchio con granada.
La carta de Proper es ajustada, ni corta ni larga. 
A la vista del espacio, los medios y el personal disponible, su veintena de propuestas son una muestra de sensatez.
 Además, es de las que apetecen. 
Empiezo a leerla mientras cumplo la espera marcada por la lista de llegada y no veo fácil elegir tres o cuatro platos; es uno de esos días para pedir de más. 
Me gusta lo perspectiva que ofrece esa suerte de galpón informal, sin mucho esfuerzo decorativo, con la cocina compartiendo espacio con el comedor, el horno de leña presidiendo la cocina y marcando el ritmo del restaurante, mesas sencillas, a menudo compartidas, y una carta que invita a encelarte. 
Tiene buena pinta. Empiezo con las berenjenas asadas, que sirven con la stracciatella elaborada por el patagónico Mauricio Couly en Neuquén, ciruelas encurtidas, hojas de albahaca y de alcaparra, y la primera impresión se confirma.
 Ya no puedo parar. Apenas he dado tres bocados y me asaltan sensaciones encontradas.
 Me emociona este plato sedoso, amable y también complejo en el que nada está por estar, pero también siento el sabor de la decepción cuando entiendo que he llegado a Proper cuatro años después de lo debido. 
No necesito pensar mucho para encontrar las razones que me llevaron a ignorar una cocina que hoy se me revela tan estimulante, fresca y viva como la que estoy descubriendo, porque lo tengo muy claro: volví a ser víctima de mis prejuicios.
La perspectiva con que contemplamos la cocina está marcada por nuestros prejuicios. 
Con ellos en la mano, ninguneamos a los más humildes, condicionamos nuestra relación con los grandes o penalizamos a los jóvenes o a los comedores de moda.
 En mi caso, sucede más de lo debido -hoy lo entiendo- cuando la referencia llega engarzada en esas cortinas mediáticas tejidas a golpe de elogios fáciles y adjetivos rimbombantes. 
 Te escudas en que en este viaje debes ver a los que cuentan... 
O deberían contar, o en que este otro es para lo bodegones y las cocinas populares, aunque acabes volviendo la vista a los nombres de siempre, y vas dejando de lado esas recomendaciones que las agencias de comunicación acaban haciendo sospechosas.
 Llega el momento en que te arrepientes.
He preparado este viaje para visitar comedores que antes ignoré y cumplo casi todo el programa, aunque con resultados desiguales. Disfruto la carta y la cocina de Proper, tanto como la de El Niño Gordo, uno de esos raros espacios -sobre todo la barra- concebidos para que el cliente goce como si fuera un cerdito lanzado al centro de una charca, aunque por el lado contrario choco con las decepciones de Alo’s y Sacro, dos cocinas que necesitan un profundo examen de conciencia; quedan muy lejos de lo que pregonan sus propagandistas.
 Te hacen sentir que algunos críticos visitan restaurantes y comen de cartas que no guardan relación con lo que luego encuentra el público.
De vuelta a Proper, el recorrido por la carta proporciona momentos tan brillantes como los calamares con brécol asado y alioli de porotos fermentados, un plato que abunda en la sorpresa, potente y llamativo, en el que nada debería cuadrar pero todo encaja. 
Brillan las anchoas en salazón que hace Hernán Viva en Mar de Plata, servidas con un taco de mantequilla casera; las veo mejorar con cada temporada.
 En cualquier caso, la parte vegetal es la más vibrante del menú. Disfruto la sutileza de la ensalada de hinojo, naranja, eneldo y aceitunas negras, un plato con memoria mediterránea, y me enamoro de los zucchini (calabacines) tostados en el horno, adornados con semillas de zapallo tostadas y bañados en un agua de pepino que los lleva muy lejos.
 El encuentro del radicchio y la granada se traduce en un feliz choque entre dulces y amargos.

También hay desajustes que resolver. 
La textura pastosa de unos riñones de cordero pasados de cocción desdibuja la esencia de un plato construido sobre una lograda base de extracto de tomate, porotos y manzana, mientras la ensalada de papa y huevo sufre el peso de un mostaza casera que domina en lugar de acompañar. 
La trucha con polen y ajoblanco de almendra amarga necesita una profunda revisión. 

 

El Gobierno debate decretar el estado de alarma

El Gobierno debate decretar el estado de alarma

Sánchez comparece con esta medida encima de la mesa, que permite limitar temporalmente la circulación de personas.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su comparecencia el jueves en La Moncloa.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su comparecencia el jueves en La Moncloa.
El Gobierno ha debatido en las últimas horas la posibilidad de dar un salto y decretar el estado de alarma para contener la expansión de la pandemia del coronavirus.
 Pedro Sánchez ha anunciado este viernes una comparecencia excepcional, lo que hace pensar que declararía esta medida extrema.
 Esta previsión constitucional está en pleno debate entre los ministros, según fuentes del Ejecutivo.
 Las medidas que se pueden acordar con el estado de alarma —inicialmente durante de 15 días― son las siguientes: Limitar la circulación o la permanencia de personas o vehículos en horas y lugares determinados; practicar requisas temporales de todo tipo de bienes e imponer prestaciones personales obligatorias; intervenir y ocupar transitoriamente industrias, fábricas, talleres, explotaciones o locales de cualquier naturaleza, con excepción de domicilios privados; limitar o racionar el uso de servicios o el consumo de artículos de primera necesidad; e impartir las órdenes necesarias para asegurar el abastecimiento de los mercados y el funcionamiento de los servicios de los centros de producción de los productos de primera necesidad.
En los últimos días ha habido intensos debates internos sobre la necesidad de ir más lejos en algunas medidas, pero finalmente el presidente optó el jueves por seguir con una línea gradual. 
Sin embargo, la presión sigue, la oposición aprieta, otros países como Portugal han decretado el estado de alarma con menos casos y en el Ejecutivo se va fraguando la decisión de dar un salto más fuerte. 
 Hay ministros más favorables al gradualismo, por las consecuencias económicas y sociales que tiene cada medida extrema, y otros que apuestan por llegar al máximo de restricciones cuanto antes tenga el coste que tenga.
 Sánchez ha insistido públicamente en que todas las decisiones se toman en función de lo que recomiendan los expertos, en especial Fernando Simón, que en todo momento han sido más cautelosos y han propuesto adecuar las medidas a las dimensiones alcanzadas por el contagio sin ir a las máximas desde el primer momento.
El decreto de estado de alarma tiene solo un precedente en la etapa democrática, en la crisis de los controladores aéreos, en 2010. 
La oposición empieza a reclamar también que se active: la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ha pedido al presidente del Gobierno su activación para restringir los desplazamientos. 
El Ejecutivo, según las fuentes consultadas, estudia de cerca el caso de Madrid —con 2.000 afectados y 40 muertos por el momento— para tomar una decisión. 
Tiene varias opciones encima de la mesa e irá graduando la respuesta en función de la situación: hay 3.784 afectados y 84 muertos en toda España, según el último dato oficial, y el debate interno en el seno del Ejecutivo ya ha empezado
. Portugal acaba de decretar el estado de alarma.

El estado de alarma, regulado en el artículo 116 de la Constitución y en la Ley Orgánica 4/1981, permitiría al Consejo de Ministros adoptar medidas extraordinarias en toda España o en una parte del territorio en varios supuestos, entre los que se encuentran las “epidemias y situaciones de contaminación graves”. 
Este estado, previsto para cuando las circunstancias hagan imposible mantener la normalidad mediante los poderes ordinarios, faculta al Gobierno a poner bajo su mando a todos los funcionarios y empleados públicos, incluidos los cuerpos policiales, de todas las Administraciones e imponerles “servicios extraordinarios por su duración o su naturaleza”. 
En esa situación es cada vez más probable un aplazamiento de las elecciones autonómicas en el País Vasco y Galicia, previstas para el 5 de abril.
 Pero no hay una decisión tomada al respecto en este momento: ambos Ejecutivos autónomos estudian todas las opciones legales, al igual que la Junta Electoral Central.
La declaración del estado de alarma, a diferencia de los estados de excepción y sitio, no afecta, en principio, a la vigencia de los derechos fundamentales —como la libertad de expresión o de prensa, o la libertad de manifestación—. Sin embargo, sí permite al Gobierno “limitar la circulación o permanencia de personas o vehículos en horas y lugares determinados”.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no mencionó expresamente el estado de alarma en su comparecencia de ayer jueves, tras ser preguntado por ello por los periodistas, pero tampoco descartó ningún escenario. 
El Gobierno “tomará las decisiones que hagan falta, cuando hagan falta y donde hagan falta”, subrayó Sánchez.
 La oposición ha tomado la delantera con la propuesta de Arrimadas, pero dentro del Gobierno algunos ministros han mostrado reticencias por los efectos secundarios de carácter económico que podría tener esa medida. 
España cerró 2019 con un crecimiento en torno al 2%, y el Ejecutivo preveía una ligera desaceleración, hasta el 1,5%, para este año. Pero el contagio global y sus efectos en España han dejado muy viejo ese escenario. 
Hasta el punto de que los expertos apuntan que la economía española podría llegar a entrar en recesión a lo largo del segundo trimestre, en función de la evolución de los contagios, de las medidas tomadas y de cómo funcione el plan de choque anunciado ayer por Pedro Sánchez, con un estímulo de 18.200 millones entre liquidez, créditos baratos y fondos para incrementar el gasto sanitario en las comunidades. 

El Ejecutivo puede declarar el estado de alarma mediante un decreto acordado en Consejo de Ministros por un plazo máximo de 15 días, dando cuenta al Congreso de los Diputados, que se debe reunir inmediatamente y que a su vez debe autorizar cualquier prórroga de este plazo. 
El decreto determina el ámbito territorial al que se extienden los efectos de la declaración, según recoge la Constitución en su artículo 116, algo esencial para las elecciones gallegas y vascas.
El estado de alarma se ha aplicado hasta ahora una sola vez en la reciente historia democrática.
 Fue en diciembre de 2010 cuando el Consejo de Ministros militarizó las torres de control aéreo tras el abandono de su puesto de trabajo por parte de los controladores civiles, que realizaron una huelga encubierta con bajas médicas masivas.