10 feb 2020
aparición de Brad Pitt hubiera resultado excesiva en cualquier otro
Por qué la última aparición de Brad Pitt hubiera resultado excesiva en cualquier otro pero él derrocha naturalidad.
El actor, que opta a la estatuilla dorada por su papel en 'Érase una vez en... Hollywood', apareció en el almuerzo de los nominados a los Oscar con un 'look' solo apto para una estrella como él.
Brad Pitt va cumpliendo años (este 2020 hará 57) y su imagen de icono de estilo masculino va aumentando.
Si uno se toma el (agradable) ejercicio de repasar sus presencias públicas durante su extensa carrera no encontrará un desatino grave.
Siempre va o bien, o muy bien. A esta última categoría pertenece su última comparecencia, el pasado lunes durante el tradicional almuerzo de los nominados a los Oscar que se celebra anualmente en Los Ángeles como previo a la ceremonia, que será el 10 de febrero.
Una gala, por cierto, en la que puede llevarse una estatuilla dorada por su papel en Érase una vez en... Hollywood.
Para la ocasión, Brad Pitt (Oklahoma, Estados Unidos, 1963) eligió un traje de corte relajado y color claro que no resulta fácil llevar.
"Suele ser complicado defender un traje marrón claro, pero aquí Brad Pitt nos muestra cómo llevarlo.
Por ejemplo, para quitarle rigor al traje, ha elegido un polo con el cuello algo más exagerado de lo habitual y con las puntas casi por encima de la chaqueta del traje.
Además, no lleva corbata y se ha desabrochado el primer botón del polo. En cualquier otro hombre este look parecería sacado de la serie Corrupción en Miami, pero él lo maneja con cautela.
El resultado es un estilismo bastante medido que da impresión de naturalidad", explica el experto en moda Carlos Primo.
Brad Pitt sabe sacar partido al tono natural y la longitud media de su melena.
"Su corte es desigual, desfilado, lo que evita que se de el efecto cortina en el flequillo y le confiere un aspecto desenfadado", comenta Primo.
Otro detalle que refuerza la naturalidad por la que apuesta Pitt es que, a pesar de ser una estrella internacional, quiso llevar en su americana la tarjeta identificativa que le entregaron al llegar a la comida al igual que otros compañeros de profesión menos reconocibles como técnicos y productores.
¿Alguien no sabe quién es Brad Pitt? Él, por si acaso, llevaba su nombre escrito colgado de un imperdible.
El mérito del intérprete consiste en aparentar naturalidad. Algo que parece fácil, pero que solo los mejores saben hacer.
Oscar 2020: Reencuentros, parejas sorpresa y viejos trajes
Renée Zellweger coincidió con su expareja Bradley Cooper, Brad Pitt fue solo y DiCaprio oficializó su noviazgo con Camila Morrone.
El espectáculo de la gala de los Oscar fue más allá de lo que sucedió en el escenario.
En la alfombra roja e incluso en el patio de butacas se vieron decenas de situaciones entre los famosos espectadores.
Desde la pareja de Leonardo DiCaprio, al reencuentro de Penélope Cruz y Salma Hayek, pasando por la acompañante de Keanu Reeves o la numerosa presencia de madres junto a sus hijos en un día tan importante.
DiCaprio fue con su novia. El actor no acostumbra a ir acompañado a las grandes entregas de premios.
O va solo o lo hace con su madre. Pero esta vez fue con su actual pareja Camila Morrone, haciendo oficial su relación.
No caminaron juntos por la alfombra roja pero si se sentaron juntos en el patio de butacas.
Las actrices se encontraron en la alfombra roja y corrieron a abrazarse. Su relación data de cuando Penélope Cruz llegó a Hollywood. Fue entonces cuando la actriz mexicana se convirtió en su anfitriona.
Se conocieron en el verano de 2009 durante el rodaje de la película Case 39 y un año después se fueron a vivir juntos a una mansión situada en la exclusiva zona de Pacific Palisades (Los Ángeles). Nunca oficializaron su relación pero fue un secreto a voces en Hollywood.
Los actores se saludaron y posaron juntos en la gala de los Oscar, donde ella se llevó una de las estatuillas.
Keanu Reeves acude con una importante mujer que no es su novia. El actor ha asistido a la ceremonia para ejercer como presentador.
Muchos esperaban ver al intérprete desfilando por la alfombra roja con su pareja, la artista e ilustradora Alexandra Grant, quien ya le ha acompañado en otros eventos. Sin embargo, Keanu Reeves ha llegado al Teatro Dolby del brazo de otra mujer muy importante para él, su madre.
"Yo digo que si tienes suerte de verdad, los tienes como padres. Comparto esto con mis leyendas y héroes de la interpretación: Diane Ladd y Bruce Dern. Os quiero". En la alfombra roja Dern ya posó con su madre.
Lo mismo hizo Charlize Theron que acostumbra a ir siempre con su progenitora a estos grandes eventos.
Por eso no quiere ir acompañado a las grandes citas. No lo ha hecho ni en los Oscar donde en ocasiones lo ha hecho con su madre, Jane Etta Pitt.
"Iba a traer a mi mamá a la ceremonia, pero cada vez que me ven con una mujer dicen que ando con ella, así que hubiera sido raro", dijo con gran sentido del humor semanas atrás, durante los Globos de Oro.
Por la alfombra de los Oscar se paseó solo y dedicó el premio a sus hijos.
La veterana actriz, de 82 años, ha cumplido su palabra y ha acudido a la gala de los Oscar 2020 con el mismo vestido que llevó en 2014 en el Festival de Cine de Cannes.
El traje de Elie Saab lo conjuntó con el abrigo rojo que usa para las protestas.
9 feb 2020
Promesas, juramentos y perjurios .............................Javier Marías
Promesas, juramentos y perjurios
¿Para qué hacer el paripé, para qué hacer el idiota y ponerse una corbata, si todo está vacío de contenido y no cuenta?
El pueril espectáculo volvió a darse tras las últimas, quizá
aumentado y con la misma pasividad cómplice de la Presidenta del
Congreso Batet, de la que solía tener buena idea (me temo que órdenes
son órdenes, y eso rige por igual en todos nuestros punitivos partidos).
Hace meses señalé que algunos juramentos o promesas rebasaban la
idiotez para entrar de lleno en la contradicción, por lo que a mi
parecer deberían haber sido invalidados.
Una cosa es prometer o jurar
“por imperativo legal”, la coletilla que abrió la caja de los caprichos y
las cursiladas, y otra “por el 1 de octubre y hasta la creación de la
República Catalana”, sucesos que contravienen las leyes y que justamente
intentan o han intentado acabar con la Constitución, el Estado de las
Autonomías y la monarquía parlamentaria vigentes.
No es posible jurar o prometer fidelidad a algo y a su contrario, y
encima en la misma frase.
En ambas tomas de posesión se dieron por
buenas todas las extravagancias e incongruencias: “Bah, pelillos a la
mar”, sería la expresión coloquial con la que se despachó el asunto.
O
bien con esta otra, tan ranciamente española: “Total, qué más da”.
A continuación de la consentida farsa en el Congreso, vino otra
“jura”, la de los miembros del nuevo Consejo de Ministros
. De éstos,
hubo dos que se refirieron al “Consejo de Ministras ”,
organismo que no existe, por lo que, según juristas de prestigio, la
promesa podría ser nula.
Pero, por supuesto, nadie va a impugnarla en un
país en el que las palabras se han vaciado de significado o se han
retorcido, y en el que da lo mismo cuáles se empleen, cuáles se cumplan y
a cuáles se falte.
Ahora bien, a los poquísimos días de esta vacua
ceremonia ministerial, al flamante titular de Consumo, Alberto Garzón,
se le preguntó en una entrevista (cito de memoria): “Prometió lealtad
al Rey, o a la Corona, o defenderlos.
Usted siempre ha llamado al Rey
‘Ciudadano Felipe de Borbón’
¿Dejará, pues, de hacerlo?” A lo que el ciudadano Garzón, ya Ministro
del Reino, contestó con vanidad y desahogo, en parte para contentar a su
parroquia:
“No, seguiré refiriéndome a él así, y esforzándome por
erradicar la Monarquía, por métodos legales”. Garzón es muy libre de
anteponer sus convicciones y el halago a sus fieles a toda otra
consideración, pero entonces debería haber rechazado el cargo, haberse
negado a prometer nada y haberse quedado en su escaño de diputado.
Porque lo que estaba reconociendo con absoluto descaro es que unas
fechas antes había cometido perjurio en la solemne ceremonia de la que
salió con cartera (que yo sepa, no hay vocablo equivalente a “perjurio”
cuando se promete de mentira; la empleo para entendernos).
Lo que vino a
admitir fue: “Bueno, es que había que atenerse a la fórmula, pero fui
falaz, porque para mí el Rey no es tal ni Jefe del Estado, sino un
ciudadano a secas, y además me propongo acabar de una vez con la
institución que representa.
Así que, de lealtad o defensa, nada de
nada”.
Pero de ahí a que un Ministro admita públicamente que le ha mentido a la cara a Felipe de Borbón
hace escasos días, y que ha prometido desempeñar su cargo sin suscribir
gran parte de lo enunciado en la mera “fórmula”, hay un trecho.
El
trecho revela que no se puede confiar en él en absoluto; que lo que
promete carece de valor; que su supuesta lealtad a la Constitución y al
Rey es falsa de arriba abajo. Sí, aquí nada importa.
Pero después de
semejantes tomas de posesión, de diputados como de ministros, lo
coherente es que se supriman todas y sus correspondientes ceremonias, y
que nadie jure ni prometa nada. ¿Para qué hacer el paripé, para qué
hacer el idiota y ponerse una corbata, si todo está vacío de contenido y
no cuenta, y si el lema de nuestra desaprensiva clase política
viene a ser:
“Sí, dije esto y lo otro, pero lo dije de mentirijillas y
en realidad no valía”?
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